Pese a su innegable importancia, es una realidad que la educación artística ocupa un lugar periférico en los planes y programas de la educación pública. Este hecho quizá se deba a que existe una idea muy difundida acerca de que educar a los niños y niñas en las áreas estéticas y artísticas exige, tanto de parte de los profesores como de los alumnos, una condición especial, una especie de "toque de genialidad" para acceder a esos conocimientos y habilidades.
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