El hecho de hablar de entornos virtuales de formación se halla claramente ligado a la irrupción, prácticamente masiva, de la tecnología en nuestras vidas tanto dentro como fuera de las aulas y a la utilización creciente de las redes telemáticas. Estas redes han generado toda una serie de espacios virtuales que facilitan el intercambio, la cooperación y el trabajo, elementos todos ellos claves en la formación del próximo milenio. Aún considerando las claras ventajas de este tipo de entornos, como profesionales de la educación que somos, no nos gustaría perder de vista el hecho de que el espacio físico siempre ha resultado un claro referente a la hora de diseñar y desarrollar procesos de E-A y que el elemento presencial suele considerarse como un claro elemento motivador.
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