En el momento de acceder al poder (central, autonómico), el PP no tiene aún diseñada ninguna estructura coherente de formación del profesorado al margen de un conjunto disperso de intuiciones derivadas de su concepción de la escuela y del principio básico de la subordinación de lo público a las reglas que rigen la producción y el beneficio. A falta de un modelo único, cada uno de los personajes vinculados al área de la educación establece pautas de actuación particulares (y difusas) que oscilan entre la cesión del protagonismo a la universidad (de donde nunca debió salir: Ollero, Nasarre... ), la creación de institutos altamente especializados, de "alta cualificación" (Aguirre..) y la reconversión y control de los CEP creados por el PSOE. No obstante, todos ellos coinciden en una valoración negativa de la función y actuación de los CEP en su "imagen francamente despreciada" por los profesores "porque su oferta formativa no cubre las necesidades ni satisface sus expectativas", según la opinión justificativa de la actual ministra de Educación.
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