Cuando nuestros padres fundadores de la Escuela Moderna abrieron la brecha de una escuela alternativa, de sus convicciones políticas sacaron especialmente la energía necesaria para desplazar montañas de incomprensiones.
Aunque no compartían las mismas convicciones políticas ‑y este pluralismo hizo la riqueza de nuestro movimiento, según se dice‑tenían en común aspirar a una sociedad de justicia, de igualdad, de libertad y de amistad.
Para unos, el camino que conduce a esta sociedad estaba sembrado de reformas sucesivas. Para otros, se trataba de establecer una provisional dictadura del proletariado o bien, era necesario, cuando fuera posible, instaurar la autogestión.
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