Contar por escrito una experiencia, en este caso educativa, es una tarea algo complicada por la dificultad que entraña plasmar en unos cuantos folios toda la gama de vicisitudes y sensaciones vividas durante un espacio amplio de tiempo (una quincena, un mes,...) por un grupo tan heterogéneo de personas como las que conviven en un aula. Comenzaré por situar la experiencia en el contexto físico, social y pedagógico que le sirvió de soporte porque creo que ayudará al lector o lectora a obtener una mejor comprensión evitando, de esta forma, malentendidos o extrapolaciones que la desvirtuen. Creo, también, que será interesante conocer las intenciones que me impulsaron a escribirla, en este caso no son otras que mostrar una forma, de las muchas posibles, de desarrollar un proceso investigativo donde la participación activa del alumnado ha sido el motor que ha impulsado los procesos de enseñanza y aprendizaje generados en el aula. Naturalmente, en todos estos procesos, el docente ha desempeñado un importante papel de dinamizador, catalizador y moderador
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