La correspondencia escolar fue concebida por C.Freinet (principal instaurador de esta técnica en las escuelas rurales francesas) con el objetivo, entre otros, de enriquecer la capacidad de expresión y comunicación de sus alumnos, poniéndolos en contacto con otros que, viviendo en localidades bien próximas o bien lejanas a la suya, compartieran igualmente el deseo de conocer otras realidades diferentes a las que formaban parte de su vida cotidiana dentro o fuera del entorno escolar. Esta “potente palanca pedagógica”, como él mismo la definió, ha sido y sigue siendo punto de arranque de muchas de nuestras escuelas al servir de verdadero motor que impulsa y renueva el interés de nuestros/as alumnos/as por aprender de una forma natural aquellas cosas que les resultan atractivas y que provienen, como decimos, de realidades culturales similares o diferentes a las suyas propias.
Explicamos aquí una posible secuencia ordenada de pasos a seguir a la hora de organizar esta experiencia que, al cabo de pocos meses, dejará de serlo para pasar a ser una actividad más de clase, quizá la más globalizadora de todas, por permitir aglutinar en torno a ella, según luego veremos, una serie importante de otras actividades y proyectos que surgen a partir de esta técnica de trabajo.
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