Hace no mucho que debatíamos sobre las posibilidades y limitaciones que el eLearning suponía para la formación, aportando una diversidad de pros y contras, la mayoría de las veces, respondiendo más a los objetivos y beneficios que los responsables de dicha formación obtenían, en vez de tener en cuenta lo que realmente suponía aplicar esta modalidad formativa para los verdaderos actores de dicho proceso de enseñanza/aprendizaje: los alumnos. Y es desde esta perspectiva, desde la que aparece esta nueva estrategia de aplicación de los recursos telemáticos a la formación, el denominado Blended Learning (B-Learning) o Aprendizaje Mezclado o Híbrido, intentando dar respuesta a muchas de las limitaciones que, a lo largo de estas últimas décadas, han ido manifestándose en diversidad de estudios e investigaciones al respecto, de las que podríamos destacar algunas como: competencias tecnológicas necesarias para el manejo de la plataforma, adaptación a nuevos métodos de aprendizaje, costos en la adquisición de la infraestructura necesaria, o sensación de pérdida y aislamiento en diferentes momentos del proceso formativo, entre otras. Bien es cierto que, muchos autores apuntan a la aparición de dicha modalidad bajo la idea del fracaso del eLearning, a finales de los noventa, después de una época de entusiasmos iniciales y de grandes expectativas entorno al mismo; afirmaciones desmentidas, evidentemente, por los agentes implicados en el desarrollo de dichos procesos formativos. Creemos, desde nuestro punto de vista, que el eLearning no ha fracasado, sino que quizás las expectativas iniciales resultaron ser demasiado altas. Sin olvidarnos que, posiblemente, no se atendieron lo que son las variables críticas a contemplar para su incorporación a los procesos de formación, y se centraron más en acciones instrumentales y técnicas, como son la capacidad tecnológica de la banda, el LMS que debería utilizarse, o si éste último debía ser libre o propietario.
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