En este artículo me planteo una pregunta que es el reflejo de una duda. Duda que no es nueva, y que, en torno a ella, trato de recoger y reflexionar un posible sentido de la práctica investigadora en la educación, desde dos planteamientos diferentes. La de quienes sostienen, siguiendo una concepción cientifista, que no puede investigar un fenómeno quien forma parte de él, pues con ello cuestiona el principio de “objetividad” esencial en toda investigación (desde la Física a la Educación). Y la de quienes plantean que la noción de investigación es lo suficientemente amplia como para contener en su interior el proceso de indagación sobre la propia práctica o la de otros; eso sí, siempre que trate de generar un conocimiento nuevo y que se haga público, con la finalidad de contribuir a la mejora ( o al menos a la comprensión) de la propia actuación y a favorecer (en el caso de la educación) el aprendizaje de los estudiantes y la satisfacción de los docentes. Profundizar en ambas posiciones, sobre todo en esta última, relacionándolo con mi propia práctica de profesor investigador es la pretensión de este artículo.
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