«En el año de 1971, el poder total de las estructuras del Estado franquista se encontraba en manos del Opus Dei (Obra de Dios), secta religiosa que se valía de dos libros principales para dotar de «estructura ideológica» a sus teocráticos miembros: el libro de cheques, con su inherente poder, y Camino, obra del fundador de la secta José María Escrivá de Balaguer, redactado en forma de máximas, consejas, paradigmas y casuisticamen beatorro ... Lo que antecede es necesario para explicar la fabulosa resonancia del libro de Jaime en aquella cutre España de hace treinta años. Por esto, el hecho de contraponer el solo título de Autopista a Camino ya era un desafío institucional que hoy nos puede parecer absurdo, pero, os lo juro, en aquel tiempo fue un gol por una de las dos escuadras de la portería del Régimen ... El mérito de Jaume en Autopista es haber llegado a la cima del eufemismo irreprimible. Una de las mejor amuebladas cabezas de la Iberia del siglo XX, «el Perich» puso lo mejor de sus neuronas en este libro para conseguir eludir la censura oficial ... Una de las últimas veces que hablé con Jaime, comentábamos lo difícil que era hallar el sentido, en muchas ocasiones, de algunas de las cosas que escribíamos o dibujábamos en aquellos años, precisamente por el eufemismo desplegado por todos nosotros en esos censoriales momentos. Pero es muy sintomático que hoy, releyendo Autopista, lo que hace unos años no se entendía, se comprenda perfectamente. Y es lógico, porque, desde 1996, ellos están otra vez aquí... y tan prepotentes y campantes como antaño.»
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