José Laguillo y El Liberal de Sevilla. Breves reflexiones
acerca del periodismo hispalense contemporáneo
(
3.973 palabras)
Lic. María José Ruiz Acosta ©
Universidad de Sevilla
@us.es
Apuntes biográficos
"Nunca desempeñó
cargos de relevancia en los centros neurálgicos en las instituciones políticas
ni fue protagonista de ninguna proeza en el terreno de la actividad económica.
Su notoriedad radica en que ejerció, durante veintisiete años, la plaza de
director de uno de los periódicos diarios más influyentes de todo ese período
de la historia hispalense: El Liberal de Sevilla" (1).
Las anteriores palabras de Alfonso Braojos Garrido
nos animan, por su atinado acento, a iniciar el presente estudio, que no
pretende ser otra cosa que un apunte más conducente a la conformación de una de
las asignaturas pendientes en la capital andaluza: la de la trayectoria y
evolución de su prensa.
En nuestro caso concreto, permítasenos que esa
aportación se dirija a asentar una de las más emblemáticas figuras del
periodismo hispalense -la que representa José Laguillo Bonilla-, cuyo talante
al frente de EL Liberal sevillano contribuyó a hacer de éste uno de los
rotativos de mayor influencia en la opinión pública de la ciudad y, por ende,
del resto de la nación.
* * *
*
Nacido en la capital andaluza en 1870, en el seno
de una familia de buena posición económica, nuestro protagonista se sintió
desde muy joven atraído por la literatura (a la que enriqueció con algunas
novelas y dramas), la historia y la geografía. Aunque carente de lo que puede
entenderse como una formación reglada y disciplinada, "el ansia de saber"
que lo caracterizaría toda su vida lo impulsó a implicarse -intelectualmente-
en los innumerables acontecimientos que lo rodearon en su primera juventud:
desde las inundaciones de Sevilla, el proceso de desgaste político del régimen
canovista, pasando por los crudos momentos del desastre del 98 o los atisbos de
la incontenible agitación social, hasta el examen de lo que supuso para el país
la inauguración, en 1888, de la Exposición Internacional de Barcelona (2).
Alcanzada la treintena, y tras un lustro colaborando
en distintos medios sevillanos, José Laguillo ingresó en la plantilla de El
Liberal sevillano, periódico que creara Miguel Moya en 1901. Su buena
pluma, su dilatada cultura general, su excepcional entusiasmo por Sevilla y la
ausencia de vinculaciones políticas le permitieron alcanzar, en 1909, la
dirección de dicho rotativo; desde ese momento y animado por tan alta
responsabilidad, José Laguillo iniciaría la ardua tarea de convertir a El
Liberal en el mejor diario de la comarca, modelo -dentro de los esquemas
periodísticos de la época- de lo que debía ser un "diario de información
independiente".
* * *
*
A la vista de lo expuesto en las líneas anteriores,
queda claro que la personalidad de José Laguillo en lo que fue su faceta
periodística lo hacen merecedor de cuantos análisis se realicen en torno a su
obra.
En nuestro caso concreto, el enfoque escogido se
plantea desde lo que consideramos una selección de sus artículos más
significativos publicados entre 1901 y 1936 en El Liberal sevillano.
Junto a estos, una muestra de sus colaboraciones en los diarios El Porvenir
y ABC completan la visión del que ya es considerado uno de los más
emblemáticos representantes del periodismo español.
Como punto de partida en nuestro trabajo, hemos
creído conveniente profundizar en los modos empleados por José Laguillo en sus
escritos, aspectos que engloban tanto a los géneros utilizados, el uso dado al
lenguaje, como a la misma disposición gráfica de los textos. En un segundo
momento, sabedores de la variedad de temas que abordó en tan dilatada carrera,
nuestro examen nos ha encaminado hacia la lectura y análisis de sus artículos
más representativos, al objeto de precisar el tratamiento que ofreció de la
realidad de aquellos años.
Dos géneros imprescindibles: el artículo
y el editorial
Como ha quedado dicho, acercarse a la obra
periodística de José Laguillo implica penetrar en la vasta labor de quien
ejerció como director de uno de los más influyentes rotativos de la Sevilla
anterior a la guerra civil.
Producto del deseo de un hombre de comprender de
modo total la realidad, sus artículos reflejan la íntima vocación informativa
de su autor, protagonista destacado en el campo de la comunicación durante más
de treinta años. De suyo, una labor diaria que canalizaron rotativos como El
Liberal, El Porvenir, Vida Nueva o La Iberia, y que,
presidida por el declarado deseo de "servir a sus lectores lo más
fielmente posible" se organizó conforme a determinados esquemas. Mas,
¿cuáles fueron estos?
Para entender la trayectoria seguida por José
Laguillo, debe tenerse en cuenta la realidad en la que se encontraba inmerso. A
diferencia de los siglos XVIII y XIX, caracterizados por medios
predominantemente políticos, donde -a decir de los estudiosos- "no había
otra preocupación en la vida cotidiana", las primeras décadas del XX
inauguraron nuevos parámetros en el campo de la comunicación: la demanda de
contenidos más variados por parte de la sociedad -como los deportes, los
viajes, la cultura cotidiana- obligaron a una concepción diferente de diarios y
revistas (3). Teniendo eso en cuenta y merced al asentamiento de modernas
tecnologías en la transmisión, la composición y la impresión de las noticias
(tales como la telegrafía, la linotipia y la rotativa), pronto se promovió un
nuevo concepto de periodismo cuyas bases apuntaron a: a) el predominio de la
información sobre los contenidos de opinión; b) la interpretación amplia de los
acontecimientos; y c) el incremento de la atención profesional hacia asuntos de
interés humano y de aquellos propios de la vida cotidiana. En esa tesitura, y
en aras a salvaguardar la imagen del periódico, cobró, progresivamente, un
mayor interés la separación entre géneros: informativos y opinativos.
Establecido de ese modo, conviene destacar que ese
moderno esquema sería gradualmente utilizado por destacadas individualidades en
el campo de la prensa, quienes, como José Laguillo, permitieron consolidar lo
que con el tiempo se ha llamado 'nuevo periodismo'. Resumimos un proceso.
Por de pronto, el director sevillano -como otros en
la España de principios del siglo XX- consideraba como la primera obligación
del periodista la transmisión de noticias con exactitud y honradez, sin
prejuicios ni opiniones personales; pero, consciente de la profusión y el auge
de las informaciones, así como de la compleja realidad de los años que le tocó
vivir, juzgó que, de la misma forma, era una obligación moral y profesional de
la prensa la de interpretar el conjunto de los acontecimientos, sin que ello
significara la falsificación de los mismos. En aras a "educar" a los
ciudadanos -a través de la influencia en uno de sus colectivos, el de los
lectores-, delimitó con esmero los contenidos de un órgano de prensa moderno
-como era El Liberal-, donde llevó adelante la superación del género
informativo, mediante la interpretación de los hechos.
Dicha actitud quedó fortalecida por la doble faceta
profesional de Laguillo, quien, como periodista y director, aprovechó de
cuantas ocasiones dispuso para afirmar la función de la prensa como medio que
activara la participación ciudadana. Convencido del imprescindible papel
formativo de la comunicación, animó desde El Liberal a que tanto
noticias como comentarios, columnas y editoriales contribuyeran a estimular el
pensamiento, provocar la acción, exponer los fallos y promover el progreso
general.
Y en ningún caso, dentro de esa convicción, se
llega a sentir que sus escritos cayeran en los peligros de una excesiva
editorialización. Ahíto, como muchos periodistas de principios del siglo XX,
del cúmulo de contenidos políticos, sectarios y doctrinaristas que llenaban la
prensa de su tiempo -hartazgo que había dominado durante casi toda la centuria
anterior-, su presencia y dirección hicieron que El Liberal se
presentara como una voz cargada de noticias, sin que ello significara su
exclusiva limitación a la exposición de los hechos. Aparte de la inmediata y
evidente realidad de estos, el director sevillano promovió el valor que tenía
la figura del periodista como conformador de esa realidad, a la que daba
sentido seleccionando sus rasgos más destacados, ordenándolos de modo
coherente, dentro de un proceso de interpretación periódica de los
acontecimientos.
Con ello, logró hacer de sí mismo uno de los
periodistas más completos de la historia de la comunicación en España: en
ocasiones, "un narrador objetivo y anónimo", mas, en otras,
"un moralista, una conciencia política, un
captador de voluntades ajenas, un docente orientador de los gustos estéticos de
los lectores, un portavoz de sentimientos autocríticos de la sociedad"
(4).
Presentó a El Liberal como un conjunto
armonioso que aunaba
"la interpretación de los hechos; la
explicación de las causas, antecedentes y posibles consecuencias que de ellos
pudieran derivarse; los comentarios realizados por especialistas en cada
materia; el atractivo de la información bien escrita; la colaboración
brillante, la buena literatura, la supervivencia del trabajo que no muere
instantáneamente después de difundido, que puede leerse en cualquier momento y
en cualquier lugar" (5).
Le otorgó, en definitiva, un talante innovador,
precursor de las más modernas tendencias de la prensa actual (6).
* * *
*
Desde los anteriores supuestos, y como tarea previa
al estudio de la obra periodística de José Laguillo, consideramos necesario
especificar los géneros informativos por él usados de cara a materializar tan
amplia tarea informativa. En este sentido, Luis Núñez Ladevéze sostiene que
aquellos
"son útiles (...) como instrumentos de la
pedagogía del ejercicio profesional, necesarios porque [cada uno] cumple una
función específica que responde a diferentes necesidades sociales y a la forma
de satisfacerlas" (7).
Con toda seguridad, el director de El Liberal
entendió que las vías de expresión más adecuadas para canalizar la completa
función informativa que se había fijado fueron el comentario o artículo y el
editorial, medios que -estimó- permitían que el periodista, el literato, el
político y el hombre comprometido que vivían en él encontraran su máxima
expresión.
Analicemos lo que representan ambas fórmulas.
*Comentario: Género de amplia significación, el comentario o
artículo acoge un extenso abanico de posibilidades expresivas, tales como la
valoración, la exposición y la explicación. Alejandro Nespral lo define así:
"Se llama comentario al escrito o relación que
sirve de explicación y análisis de algo considerado merecedor de difusión y
esclarecimiento. Periodísticamente hablando, viene a ser una interpretación con
juicio razonado sobre obras o sucesos trascendentes" (8).
Descripción que queda matizada por Juan Gutiérrez,
para quien esta categoría remite a "una exposición de ideas suscitadas a
propósito de hechos que han sido noticias más o menos recientemente" (9).
Denominado "artículo" por Martín Vivaldi,
despunta, asimismo, por su "variado y amplio contenido, de muy diversa
forma, en el que se interpreta o explica un hecho o una idea actuales, de
especial trascendencia, según la convicción del articulista" (10). En
última instancia, como apunta José Luis Martínez Albertos, puede ser estimado
como sinónimo del editorial, por su carácter "razonador, orientador,
analítico, enjuiciativo y valorativo" (11).
A la vista de los testimonios anteriores, definimos
al comentario como el texto normalmente firmado, cuyo objeto prioritario es
servir de complemento a la noticia, pronunciándose sobre los hechos más
destacados de entre los que constituyen la información del día. Su contenido,
por ello, puede ser tan amplio y variado como lo permite el caudal informativo,
al que añade la diversidad de criterio que le imprime la convicción personal
del articulista.
Considerado en su generalidad o en algunas de sus
variantes, lo cierto es que el comentario, género de honda raigambre en España,
posibilita un campo privilegiado de expresión en su más amplio sentido. Como
nos recuerda Mariano José de Larra, "en un país como el nuestro, en el que
apenas se leen libros doctrinales, el periódico es la única vía de penetración
social que se ofrece al pensador" (12). Sin ser absolutamente necesario,
su inclusión en el medio permite la explicación del acontecer diario, la
formación de los lectores y la orientación ideológica.
*Editorial Respetado como uno de los géneros periodísticos
más relevantes y, por ello, más estudiados, su presencia en un medio se explica
desde el interés que supone conocer "el juicio del diario, (...) sobre el
tema o acontecimiento -social, político y económico, nacional o internacional-
al que se acuerda mayor trascendencia" (13).
Para José Luis Martínez Albertos, su carácter
comunal e impersonal se debe a que el editorial manifiesta "la opinión del
periódico respecto a las noticias que publica" (14); por ello, de su
edición -centrada en "la censura, la alabanza o las dudas con respecto a
un tema determinado" (15)- responde el director del medio, su más
frecuente inspirador (16).
Estimado como la conciencia del periódico a través
de la interpretación, el enjuiciamiento y el análisis de los hechos -desde su
posición de constituir "la exteriorización periodística del más alto
nivel"-, su fin último es el de orientar la inteligencia y la decisión de
los lectores. Por ello, normalmente prescinde de la noticia o se apoya
solamente en el núcleo de la misma para exponer el punto de vista del rotativo
sobre un asunto que se considera de capital importancia (17). En sí, su misma
publicación otorga una amplia perspectiva al medio impreso, pues escalona los
distintos planos de la jornada, ordenándola.
Durante gran parte del siglo XX, casi todos los
editoriales los escribía una sola persona, el director; por ello, su formación
debía ser capital, significándose por combinar atributos de un intelectual y de
un periodista. Además, debía estar muy informado y conectado con la vida, de la
que debía emitir diariamente un juicio de valor.
La posición de José Laguillo
A raíz de las definiciones apuntadas, entramos a
considerar el empleo que de ambos géneros realizó José Laguillo en el ejercicio
como periodista en distintos medios sevillanos.
En primer lugar, es necesario resaltar que su
incuestionable vocación como informador le impidió centrarse en una única
categoría de las ofrecidas por el hacer periodístico. Hombre culto y de claras
ideas, además de responsable ciudadano, su ilimitado deseo de explicar la
naturaleza de los más destacados temas de su tiempo lo condujo al campo del
comentario -y la columna-, donde expuso su visión sobre una variada gama de
asuntos, desde los políticos, los económicos, los sociales hasta los culturales
y científicos. Firmados con su nombre o bajo diferentes pseudónimos -como los
de "Thales", "Filomeno", "Tipsius",
"Castor", "Vero" o "Trovati", entre otros-, sus
artículos poseen aún la fuerza y el vigor de la audacia con la que fueron elaborados;
también, los rasgos que los identifican como ejemplos del periodismo
interpretativo. A saber: la completa información, la correcta explicación, el
acertado vaticinio de los acontecimientos, la búsqueda de soluciones, la
apelación a los poderes sociales y, sobre todo, la formación de la opinión
pública.
En esa misma órbita, pero atendiendo a lo que
significaba su función de máximo responsable de un diario, se encuadra su labor
de editorialista. En este caso, sus textos se presentan anónimos u,
ocasionalmente, firmados con su nombre; el tono de la exposición, más firme,
directo y perentorio en lo que a la toma de medidas se refería.
No obstante, tanto en uno tipo de mensajes como en
otro se advierte su estilo inconfundible. De este modo, aunque el mismo José
Laguillo gustaba de "disipar energías mentales y personificar distintos
estilos y maneras", lo cierto es que ninguno de sus escritos puede
renunciar a una común tonalidad, que los define como muestras de una cabeza
bien formada, plena de claros razonamientos y rigurosos objetivos (18).
Bajo las anteriores premisas, José Laguillo
protagonizó un capítulo con personalidad propia dentro de la historia del
periodismo sevillano, y, por ende, del periodismo español;
basándose en la noticia, pero con la vista puesta
en las innumerables posibilidades de la interpretación y la opinión, exprimió
cuantos recursos conocía para transmitir su filosofía de la vida, algo que
llevó a cabo ininterrumpidamente durante más de tres décadas.
Al margen del género empleado, sus escritos
comparten los siguientes rasgos:
* la universalidad del conocimiento: Consciente de que sus lectores debían recibir una
información más íntegra de la que se ajustaba al día a día de los hechos, José
Laguillo seleccionó aquellos temas que, desde su inteligencia, mejor ayudaban a
completar la formación del ciudadano. Hombre exigente, buen conocedor de la
historia y en diario contacto con la actualidad, se acercaría, en mayor o menor
medida, a casi todos los asuntos "relevantes" de su época (19).
* la necesidad de una constante
explicación: Ya fuera a través de lo
aportado en los comentarios, artículos y columnas, ya a través de los
editoriales, José Laguillo buscó, preferentemente, la explicación de los
hechos. Aunque con un tono distinto -según se tratara de un tipo u otro de
escrito-, la sugerencia de su ideología quedó siempre supeditada al examen y la
constante comparación entre diversos puntos de vista.
* el compromiso con sus lectores y con
la opinión pública: Conocedor de que los
problemas de Sevilla, de España y del mundo no encontrarían una adecuada
respuesta en la sentido que tomaba la vida pública, el director de El
Liberal apelaría con frecuencia al concepto de ciudadanía, de grupo, de
sociedad, como los únicos capaces de reorientar, correctamente, el rumbo de
futuras acciones. No sería extraño, por ello, que animara a su público a que
"formara poderosos movimientos de opinión", en aras de lograr una
"auténtica democracia" (20). En este sentido, se descubre su decidido
optimismo a favor de un futuro, sentimiento que, ya anciano, lo abandonaría.
* * *
*
Tras la anteriores reflexiones, no resulta extraño
que la presentación gráfica de esos escritos ratificara, con su preferente
disposición en la página, la relevancia de su contenido. Su extensión -superior
a la media de los publicados en el diario- mostraba, igualmente, la necesidad
de un espacio suficiente donde profundizar acerca de hechos e ideas.
A lo dicho debemos añadir que tanto artículos como
editoriales conformaban con frecuencia una serie, de aparición regular durante
varios días, e incluso semanas. Aprovechando los recursos ofrecidos por el
lenguaje periodístico -lo hemos visto en la definición de la columna- agrupaba
los textos presididos por la misma intencionalidad bajo un antetítulo idéntico
o similar, identificador del tono de su comentario. Así, los englobados bajo
los epígrafes "Orientaciones", "Aspectos",
"Comentario", "Problemas importantes" o
"Reflexiones" hacían alusión a materias de relevante trascendencia
(21); con "Temas de actualidad", "Disquisiciones de
actualidad", "Comentario del día", "Del momento" o
"Del momento presente" remitía a una noticia del día que requería un
análisis inminente; "Rápida", identificaba a los comentarios de menor
relieve y "Paliqueo", a aquellos centrados en temas de costumbres
(22).
Respecto del lenguaje, los escritos de José
Laguillo, independientemente del género empleado, destacan por la fina
combinación entre la claridad, el tono directo, la capacidad de síntesis y un
cierto toque literario. Las notas apuntadas desvelan la intención de su autor
de acercarse del modo más directo, completo y "objetivo" posible al
discurrir de los hechos, el fluir de las acciones o intercambio de las
opiniones; más, simultáneamente, buscaban reflejar el literato que su autor
llevaba dentro, disposición que, como recuerda José Acosta, no ha sido algo
excepcional en la historia de la comunicación:
"El mundo del periodismo, en sus
orígenes -relata el referido investigador-, fue el mundo de la literatura. Las
noticias, que constituyen el centro de la información que cada día ofrecen los
periódicos, apenas si pasaban de breves correspondencias. Los periódicos tenían
que ser 'llenados' con relatos, comentarios, artículos..." (23).
Desde esta consideración, no sería extraño que el
propio Laguillo manifestara, en más de una ocasión, su deseo de "adaptar
la cultura al periódico", en un decidido intento de acercar lo que para él
era una vía del conocimiento (la prensa) a un ámbito -el público en general-
que, en escasa medida, podía acceder a una completa formación (24).
De la misma manera se entiende que, bien por
conducto del lenguaje literario, bien por otra serie de recursos, el estilo
empleado por José Laguillo estuviera pleno de fórmulas que invitaban a la
acción (25). Sabiéndose un hombre culto ("de estudio y trabajo
perenne", como se autodefinía) y poseído de la autoridad que confiere la
razón, no escatimó ningún medio para animar al pueblo "a salir de su
letargo" (26). Y así, aliñó sus escritos con numerosos datos, como prueba
que sus ideas se apoyaban en la objetividad de los hechos; remitió
constantemente a la historia, de donde extrajo numerosas enseñanzas ante la
toma de medidas concretas; acudió a la ironía, la exclamación, la interrogación,
la duda y el diálogo, al objeto de guiar al lector desde un tema meramente
anecdótico a cuestiones de trascendencia vital.
En último extremo, sus artículos y editoriales
quedaron también valorados desde su más íntima consideración de textos
periodísticos, en plena adecuación con el fluir de las noticias que,
diariamente, demandaban de José Laguillo su opinión, su conocimiento y su
rapidez en la expresión.
Notas
(1) Alfonso BRAOJOS GARRIDO (Ed.), José
Laguillo. Memorias. Veintisiete años en la dirección de El Liberal de Sevilla
(1907-1936), Ed. Universidad de Sevilla, Sevilla 1979, Pág. 13.
(2) Vid. Francisco CUENCA, Biblioteca
de autores andaluces contemporáneos, t. II, La Habana 1925, págs. 205-206;
y Nicolás SALAS, Sevilla. Crónicas del siglo XX, Ed. Universidad de
Sevilla, Sevilla 1976, págs. 315-316.
(3) Luis NUÑEZ LADEVEZE, en
Josep María Casasús y Luis Núñez Ladevéze, Estilo y géneros periodísticos,
Ariel Comunicación Barcelona 1991, pág. 24.
(4) Juan GUTIÉRREZ PALACIO,
Periodismo de opinión, Paraninfo, Madrid 1984, pág. 105.
(5) Esteban MORÁN TORRES, Géneros
del periodismo de opinión. Crítica, comentario, columna, editorial, Eunsa,
Pamplona 1988, pág. 9.
(6) De hecho, azuzada por la
fuerte competencia de los medios audiovisuales desde la segunda mitad del siglo
XX, la prensa se apoya cada día más en el bastión de la calidad, la
intepretación integral del mundo, la difusión de ideas, la promoción de la
opinión pública y la buena calidad literaria que combina con la claridad de
expresión, la agilidad de estilo y la fácil lectura.
(7) L. NUÑEZ LADEVEZE, en
Josep María Casasús y Luis Núñez Ladevéze, op. cit., pág. 91.
(8) Alejandro NESPRAL,
Normas de estilo periodístico, Ed. El Coloquio, Buenos Aires, pág. 39.
(9) Juan GUTIÉRREZ PALACIO,
op. cit., pág. 108.
(10) Citado por Juan
Gutiérrez Palacio, op. cit., pág. 113.
(11) José Luis MARTINEZ
ALBERTOS, Curso general de redacción periodística, Mitre, Barcelona
1983, pág. 389.
(12) Citado por Juan
Gutiérrez Palacio, op. cit., pág. 192.
(13) Alejandro NESPRAL, op.
cit., pág. 40.
(14) José Luis MARTINEZ
ALBERTOS, op. cit., pág. 384.
(15) Carl N. WARREN,
Géneros periodísticos informativos, ATE, Barcelona 1979, pág. 91.
(16) De hecho, en
ocasiones, se considera editorial al comentario firmado por éste, bien con su
propio nombre, bien bajo pseudónimo.
(17) Alejandro NESPRAL, op.
cit., pág. 40.
(18) Vid. Alfonso BRAOJOS
GARRIDO (ed.), op. cit., pág. 236.
(19) Vid. "La guerra
actual", en El Porvenir, 17 mayo 1898; "La transformación
económica", en El Liberal, 5 agosto 1919; "Fascistas y
comunistas", en El Liberal, 21 septiembre 1922; y
"Hitler", en El Liberal, 15 febrero 1933.
(20) Vid. "Una
excitación a la ciudadanía", en El Liberal, 5 enero 1918; "La
voluntad en la crisis social", en El Liberal, 8 enero 1931; y
"Dejad hacer", en El Liberal, 18 abril 1931.
(21) Vid. "Los nuevos
virreyes de Andalucía", en El Liberal, 20 octubre 1931; y "El
sentido de la democracia", en El Liberal, 12 enero 1935.
(22) Vid. "Gestas de
la juventud", en El Liberal, 20 marzo 1924; y "Las
cofradías", en El Liberal, 5 diciembre 1931.
(23) José ACOSTA MONTORO, Periodismo
y literatura, Ed. Guadarrama, Madrid 1973, pág. 51.
(24) Vid. "Los
periódicos populares", en El Liberal, 6 febrero 1924; "El
periodista en todas partes", en El Liberal, 27 junio 1924; y
"Más allá del periodismo actual", en El Liberal, 30 junio
1924.
(25) Entre éstos destacó la
formulación retórica de los hechos y acontecimientos observados. No en balde
recuerda Luis Núñez Ladevéze que "[la prensa] es la auténtica heredera de
la retórica" (en Josep María Casasús y Luis Núñez Ladevéze, op. cit., pág.
97).
(26) Vid. Alfonso BRAOJOS
GARRIDO, op. cit., págs. 236-237.
FORMA DE CITAR ESTE TRABAJO DE
LATINA EN BIBLIOGRAFIAS: Nombre del autor: título del
artículo, en Revista Latina de Comunicación Social número 5, de mayo de 1998;
La Laguna (Tenerife), en la siguiente URL: http://www.lazarillo.com/latina/a/94mruizsevilla.htm |