[Febrero de 2000]
(1.941
palabras – páginas)
Lic. Dafne García Lucero ©
Profesora de la Universidad
Nacional de Córdoba (Argentina)
De la modernidad se desprenden proyectos y productos
culturales que era posible catalogar dentro de las categorías de lo culto, lo
popular y lo masivo. Dentro de este esquema, el periodismo fue y sigue siendo
esencialmente masivo, ya que desde la aparición de la imprenta en 1448
posibilitó la difusión masiva de textos antes sólo destinados a una elite.
Este rótulo de masivo encerraba un cierto menosprecio
hacia el periodista, pues participaba de las condiciones de producción propias
del mercantilismo, de las que el escritor literario parecía mantenerse al
margen. De ahí, entonces que quien se nutría de los hechos reales y no tanto de
la ficción o de lo verosímil no fuera escritor, sino mero periodista.
Asimismo, la actividad periodística estaba ubicada en un
lugar secundario, por ser efímera en una época donde lo realmente importante
era lo duradero. El ámbito del periodismo se definía por la noticia, que a su
vez se caracterizaba por la actualidad, la novedad, lo verdadero y lo objetivo.
Pero esta idea de objetividad entró en crisis. (la noción
de objetividad sufre cambios que repercuten en las convenciones estilísticas y
por ende, en el ordenamiento según los géneros).
En los inicios del periodismo se evidenció un alto grado
de subjetividad porque los MCM fueron usados como instrumentos de propaganda,
de opinión. Luego, la función periodística se transformó paulatinamente para
quedar limitada al aspecto informativo. A mediados del siglo XX, se incluyó el
análisis y en consecuencia, los aspectos subjetivos. Es el caso del periodismo
interpretativo, donde los valores se concentran en la honestidad a partir de la
verosimilitud y el compromiso político y social,
Cuando
se comprendió que la objetividad no sólo era inalcanzable, inacible, se empezó
a buscar nuevos caminos o quizás, nuevos abordajes e interpretaciones de
caminos ya recorridos.
Frente
a la limitación de la objetividad como alternativa para exponer la verdad
completa y total se emprendió la senda del nuevo periodismo: un acercamiento a
la literatura como forma y recurso pero sin olvidar el acontecimiento real como
materia prima.
De la otra alternativa, el periodismo interpretativo,
surgido a mediados de siglo, derivó -de manera actualizada y complejizada- la modalidad
periodística conocida como periodismo de investigación (PI).
El periodismo de investigación recibe múltiples
definiciones. Por ejemplo, The Missouri Group lo entiende como "una
peculiar particularidad periodística determinada por la metodología que el
profesional emplea para la obtención de los datos; una especial relación con
determinadas fuentes de información y la búsqueda de objetivos concretos
relacionados con el papel de crítica social que deben jugar los medios de
comunicación en una sociedad democrática con una prensa auténticamente
libre" (citado por Caminos Marcet, 1998: 18)
Petra Secanella agrega que la auténtica dimensión del PI
viene dada por el hecho de que "el periodista encuentra una firme
oposición a la marcha de sus investigaciones. Las personas investigadas siempre
intentan esconder al público unos datos que les implican en actividades
irregulares" (Secanella, PI, 1986: 34)
Esta
modalidad, el PI, ha encontrado gran aceptación por el público, principalmente
en los ’90.¿Por qué?
Obviamente, la explicación no es abarcativa ni universal.
Cada contexto socio-político-cultural buscará y encontrará rasgos particulares
que señalen el auge del PI durante estos años recientes.
En
Argentina, es explicable desde las implicancias que trajo aparejado un gobierno
dictatorial (1976-1983), lo cual generó y -lamentablemente- propició una prensa
de la dictadura. Esto entendido en dos sentidos en franca oposición: aquella
prensa que apoyó el régimen y aquellos otros medios que desde sus páginas (no
siempre publicadas) la cuestionaron y enfrentaron.
Esta situación hizo que se ahondara aún más el
descreimiento de la gente en los discursos, sean estos de la índole que sean,
incluyendo los periodísticos.
A
su vez, parte de la prensa de la dictadura originó la denuncia y el claro
posicionamiento ideológico por las empresas periodísticas y de los trabajadores
de los medios, los periodistas.
A
esto se acostumbró el público: a leer denuncias y a buscar en los medios lo que
desde el poder se intentaba mantener oculto. Esto coincide con la definición
sobre PI.
La
apertura democrática en 1983 significó una revisión de la historia argentina,
donde se intentó aclarar y conocer los hechos, pero también llegar a las
pruebas de los mismos. Cito por caso, el juicio a la Junta Militar, la difusión
masiva a través del Informe “Nunca más.”
¿Cómo
incorporó la población argentina el hecho de haber estado expuesta durante años
a mentiras? Es un interrogante que excede este trabajo, pero indudablemente
esto tuvo hondas repercusiones en el concepto de lo verdadero y de lo que se
define como noticia.
Aquí,
se podría afirmar que la única respuesta para la prensa era un descrédito cada
vez mayor.
Pero,
en el marco de instituciones jurídicas y políticas corruptas que no parecen
haber llevado a cabo una revisión y superación de sus errores y omisiones, el
periodismo argentino se erigió como el discurso social más creíble, en un marco
claro de discursos no creíbles.
¿Es
que, acaso, el periodismo hizo una revisión de sus actitudes y posicionamientos
durante la dictadura? Creo que no. Entonces, ¿cómo fue posible que el
periodismo fuera y siga siendo el discurso más creíble?
Tal
vez porque se rescató y mostró aquella parte de la prensa que enfrentó a la
dictadura, la línea periodística de la denuncia, o tal vez, porque la gente
nunca dejó de creer en lo que decían los medios: ni en los ’70 ni en los ’80 ni
en los '90. Puede ser, pero sinceramente, la teoría de un receptor pasivo es
muy difícil de sostener.
Es
más probable sostener que a pesar de no haber revisado sus responsabilidades y
exponerlas públicamente, el periodismo se abocó a la tarea de superarse y de
adaptarse a nuevos tiempos.
Por
eso, surgió con la democracia el nuevo periodismo: el caso más emblemático fue
'Página/12'. Luego lo siguieron otros medios nuevos y otros ya existentes
tomaron algunos de sus rasgos de ruptura con el periodismo tradicional.
'Página/12'
se caracterizó por formas, estilos y recursos novedosos, pero fundamentalmente
se lo asoció con la denuncia. Denunciar lo oculto (otra vez aparece la primera
definición del PI). Pero, ahora la denuncia es en un marco democrático: se
denuncia el abuso de poder -en todas sus variantes- de un gobierno elegido a través
del sufragio.
Con
el tiempo, ya a fines de los ’90, se relativizó la acción denunciativa como
rasgo esencial del PI. Es en ese momento cuando el PI suma a su definición
otras características:
Por
un lado, las particularidades del proceso investigativo. Existe un modo de
'saber hacer' el PI. Eso involucra su relación con la investigación científica
y con la policial. Hay pasos y métodos ineludibles.
El
punto de partida sigue siendo la convicción de que la verdad es limitada y la
objetividad inalcanzable, pero recurre a la exposición del recorrido noticioso.
En
la difusión del PI no se cuenta el proceso, las etapas desarrolladas, pero sí
es posible rastrear el trabajo realizado pues se añade la documentación. Esta
sirve como prueba y como pista, indicio del proceso realizado, que aparece así,
de manera indirecta y posibilita la reconstrucción en la instancia de la
recepción por el público. Allí termina de tomar forma en una especie de
metarrelato, pues de alguna manera da cuenta sobre lo narrado.
De
esta manera, el uso y manejo de las fuentes de la información es otro elemento
que toma importancia.
Por último, se suma la atención en torno a la calidad
temática. Esto implica que se deja de lado la actualidad, la novedad del hecho
publicado, dando lugar a nuevas interpretaciones de hechos pasados o al menos
no recientes y que al público le interesan por sus repercusiones.
Sobre
esto, Montserrat Quesada establece tres grandes grupos temáticos del periodismo
de investigación:
·
las investigaciones históricas
que hacen referencia a temas pasados y que no tienen una incidencia directa en
los intereses actuales del público lector.
·
Las investigaciones sobre temas
actuales que reúnen los trabajos periodísticos sobre hechos recientes.
·
Las investigaciones sobre temas
históricos con repercusiones actuales. Es decir, aquellos trabajos que
profundizan sobre hechos pasados cuyo conocimiento público puede repercutir
directamente en una situación actual. (Quesada, citada por Caminos Marcet,
1998: 23)
Esto hace pensar que el
periodismo de investigación se ubica más allá de los criterios tradicionales
que definen una noticia. Aquí, no sólo interesan cuestiones tales como la
actualidad y la novedad, sino que el interés se centra en el descubrimiento y
en la posible exposición de aspectos no conocidos por el público, aunque no se
trate de temas actuales. El periodismo de investigación va más allá de lo
contingente. Esto crea la posibilidad de investigar hechos pasados –históricos-
o determinados aspectos de dichos sucesos, que por su importancia social, la
opinión pública merecer conocer y que en su momento de actualidad periodística
no fueron divulgados.
El
periodismo es una consecuencia de la modernidad: tanto por su apego a la
verdad, como por su creencia en la objetividad. Pero, sobre todo, lo es, por
presentar la realidad bajo la forma de noticia, descontextualizada, aunque con
una apariencia de totalidad.
Ahora
bien, "el dogma que en el pasado regulaba la selección de las lecturas y
brindaba una continuidad ideológica ha perdido su poder". (Pinque, G.
1998: 61).
En
la actualidad, en el marco del desencanto y el fragmento, dentro del campo de
los medios de comunicación, aparece el periodismo de investigación como un
intento y una necesidad de reconstrucción de un discurso completo. Esto, se
intenta con el aporte de un elemento fundamental: las fuentes de la
documentación. A partir de aquí se busca completar el discurso periodístico y
suplir las limitaciones de la objetividad. Gracias a la exposición de las
fuentes se incluye al lector en el proceso de comprensión de los hechos,
mostrándole los indicios y pruebas que el periodista investigador fue
recogiendo y relacionando para descubrir lo oculto. De esta manera, se toma al
proceso de investigación periodística como vía hacia la comprensión, tal como
ocurre con el discurso moderno por excelencia, el científico.
A
su vez, con la exposición de los hechos y fundamentalmente con las pruebas, se
mantiene la idea moderna de la verdad como meta.
Es
decir, que el periodismo de investigación puede entenderse como un intento de
recuperación de los discursos completos, de los metarrelatos.
En
tiempos de la postmodernidad, se erige como una posibilidad discursiva moderna
y al dar algunas seguridades, se torna confiable.
Esta
confianza se ahonda mucho más en un contexto sociopolítico como el argentino,
cargado de engaños, desencantos y ávido de certezas y explicaciones.
CAMINOS MARCET, J.M. (1998) "Periodismo de investigación. Teoría y práctica".
Editorial Síntesis. Madrid.
SECANELLA, P. (1986) "Periodismo de investigación"
Colección Status Quaestions. Ed.Tecnos. Madrid.
PINQUE, G (1998) "Ficción
y realidad: los relatos desencantados", en revista "Tramas para leer
la literatura argentina. Vol. V, Nro. 9 Córdoba, Argentina. Area de
Publicaciones del Centro de Investigaciones Literarias y Sociales.
FORMA DE
CITAR ESTE TRABAJO DE LATINA EN BIBLIOGRAFÍAS:
Nombre de la autora, 2000; título del texto, en
Revista Latina de Comunicación Social, número 28, de abril de 2000, La Laguna
(Tenerife), en la siguiente dirección electrónica (URL):
http://www.ull.es/publicaciones/latina/aa2000sab/120dafne2.htm
l Revista Latina
de Comunicación Social
La Laguna (Tenerife) - abril de 2000 - número 28
D.L.: TF - 135 - 98 / ISSN: 1138 – 5820 (año 3º)
http://www.ull.es/publicaciones/latina