[Noviembre de 1999]
El
derecho a decir: radios universitarias y educativas en México
(19.847 palabras – 43
páginas)
Lic. Irving Berlín
Villafaña
©
Radio Universidad de
Yucatán
Con profundo
agradecimiento a los CIEES por el apoyo brindado durante la elaboración del
presente panorama y a todos los colegas de las radios universitarias que
compartieron conmigo de manera generosa sus experiencias. Gracias especiales a
quienes me dieron su visión crítica: Enrique Velazco y Nereo Zamorano.
Ojalá que el
estudio contribuya a mirarnos mejor y a caminar más deprisa y a no temer las
sombras de las calles nuevas de la utopía.
1. - INTRODUCCIÓN
(o cómo las instituciones
de educación superior construyeron su “derecho a decir” a través de las
transmisiones electromagnéticas)
La radio universitaria en
México es una voz con tonos, tesituras y colores diferentes. Una y múltiple a
la vez, la diferencia depende de los contextos regionales, históricos, sociales
y educativos en los que se enclava. Las convergencias muestran la voluntad
institucional de nuestras universidades o institutos de educación superior de
promover emisoras que delimiten sus marcas sonoras con los demás modelos
existentes en México, tales como las estaciones oficiales, estatales o
comerciales. La delimitación, está visto, enfrenta la complejidad de la pérdida
de la brújula, de los puntos de referencia que hacían ver la realidad como un
orden indubitable. “Se aprecia una erosión de los mapas cognoscitivos; los
esquemas familiares con sus distinciones entre política y economía, estado y
sociedad civil, público y privado, etc., pierden valor informativo” (Lechner,
1995: 15). Hoy no es tan fácil establecer separaciones maniqueas entre lo bueno
y lo malo; entre virtudes cultas y vicios populares; entre emisoras que
extienden la cultura y otras que la destruyen o enajenan en bloque; entre
programaciones de música clásica y música comercial. Vivimos, en consecuencia,
en territorios sin centro o geografía; la ciudad y los sonidos de su espacio se
asumen como un caos original desprovisto de sentido articulador.
La tarea de reconstruir
los límites y proponer nuevas clasificaciones es una exigencia inevitable para
el conocimiento y el hombre mismo; requerimos de una orientación, de un sistema
de coordenadas que facilite el tránsito, la ubicación en el espacio el
itinerario hacia el final de viaje. ¿Cómo poder saber hacia dónde guiar los
pasos de un proyecto alternativo de radiodifusión, cuando “el otro” no es el
norte frente al sur ni la seguridad de su diferencia radical?
La radio universitaria
nacional existe desde los inicios de la radio en México. Paralela a la llamada
radio comercial, forma parte de las emisoras permisionadas que representan
desde su fundación la alteridad de los modelos dominantes encaminados al
fortalecimiento del mercado interno y de las industrias culturales nacionales.
Aunque este “otro yo” no admite en el cuerpo de la ley ninguna oposición
radical y manifiesta en cuanto a sus obligaciones frente a la sociedad civil y
frente al estado, es claro que su origen institucional (se trate de escuelas
radiofónicas, radios comunitarias, culturales, estatales o universitarias)
subraya los objetivos esenciales declarados en la propia ley de radiodifusión.
Es decir, se trata de radios doblemente comprometidas con la
educación y la cultura del país. En el espíritu de la ley vigente, las emisoras
“concesionadas” y “permisionadas” tienen idénticos lineamientos que, sin
embargo, se matizan al entregarse o caminar al margen de las presiones del
mercado. Las primeras son radios cuya autosuficiencia financiera obliga
atención privilegiada a lo vendible bajo ciertas condiciones del público
consumidor, enfatizando la rentabilidad de la empresa y no la naturaleza del
interés público. Las segundas son garantía de complementariedad y supuesta
libertad para diseñar sus propuestas de carácter educativo o cultural sin los
condicionamientos que imponen las leyes de la oferta y la demanda. En ambos
casos, habrá de cumplirse aquello de “afirmar el respeto a los principios de la
moral social. (...). Evitar influencias nocivas o perturbadoras al desarrollo
armónico de la niñez. (...) Contribuir a elevar el nivel cultural del pueblo y
conservar sus características nacionales, las costumbres del país y sus
tradiciones. (...). Y fortalecer las convicciones democráticas, la unidad
nacional y la amistad y cooperación internacionales”[1].(1).
Permiso y concesión son dos caras de la misma moneda; cara y cruz del medio
regulado por la ley y matizado por la institución social a la que pertenecen.
La ley es el acto
fundante dentro del estado de derecho. No obstante, más allá de las
legislaciones, entre la coyuntura de la universidad, el desarrollo de las
sociedades en las que se insertan y la acumulación de capitales propios del
campo, es donde la radio universitaria encuentra sus rasgos de identidad. Sus
historias, tropiezos y vaivenes están en su memoria como punto de referencia,
lastre, capital acumulado, fuerzas en conflicto.
Aunque existen registros
de diversos usos de la radiotelefonía aplicados a la difusión de la cultura a
lo largo y ancho del país que dan cuenta de la voluntad individual de los
pioneros que transmitían desde sus hogares lecturas de poemas o conciertos de
piano de la familia culta, así como los intentos estatales de promover emisoras
de asistencia social y cultural (como la CYY de las ligas centrales de
resistencia socialista en Yucatán; la XEFO del Partido Nacional Revolucionario
o la CZE de la Secretaría de Educación Pública), la radio cultural y
universitaria en el país nace el 14 de junio de 1937 con la fundación de Radio
Universidad Nacional Autónoma de México. Los objetivos fundamentales fueron
extender la cultura en todo el país y en el extranjero, llevando “el dato
científico más reciente, la voz de nuestros mejores profesores, las
bibliografías más notables y cultas (...) nuestras estaciones estarán al
servicio del país en el intercambio de ideas políticas y sociales. Por ellas
podrán transmitirse todas las tendencias, todas las ideologías, pues nuestra
labor es de absoluto desinterés al servicio de las clases imposibilitadas de
congregarse aquí. Estaremos pues, al servicio de la cultura y al servicio del
arte. (...) Por eso las estaciones universitarias transmitirán las grandes
obras musicales de todos los tiempos y también las melodías anónimas del
pueblo, armoniosas y cristalinas cuando son auténticas”[2].(2).
La programación de la emisora,
no obstante la agitación política de los tiempos de Lázaro Cárdenas, se
distinguió por sus programas de conciertos “como las mejores radios europeas”,
según interesantes crónicas de prensa de la época. El periódico Novedades en su
edición del 15 de junio de 1937 recordaba “con evidente nostalgia las
conferencias de sociología que el maestro Antonio Caso dictó por la vieja Radio
Educación y se lamentaba del distanciamiento habido entre la Universidad y la Secretaría
de Educación (...) lo que evidencia la necesidad que tenía la universidad de
poseer una estación radiodifusora propia que no debe verse contaminada bajo
ningún pretexto con la política y la educación socialista”. Los recursos de la
nueva emisora la XEXX -que luego cambia sus siglas a las de XEUN-, eran
limitados.
Esta necesidad social
doble -de universitarios que buscan un medio y expresiones culturales que
merecen sonar en la radio-, se ve repetida con posterioridad en la Universidad
de San Luis Potosí y en la Universidad Veracruzana, quienes en 1938 y 1944, respectivamente,
inician transmisiones. Manuel Carrillo, uno de los fundadores de la primera,
señala: “a principios del año de 1938 se presentó en esta ciudad el general
Lázaro Cárdenas, entonces presidente de la república y durante su estancia
visitó la UASLP (...). Esta circunstancia fue aprovechada por el estudiante
Manuel Antonio Méndez Guerrero. Este joven soñador, inquieto y bastante
decidido, pide al presidente un viejo transmisor de radio y algunos aparatos de
cabina de la difusora que pertenecía al ayuntamiento de la capital que laboraba
bajo las siglas SEXH en 1250 khz. De esta manera nace Radio Universidad”
(Carrillo, 1993: 63).
La Veracruzana se remonta
a 1929, cuando la difusora del Departamento de Agricultura, Fomento y Obras
Públicas se traslada al Departamento Universitario, manteniéndose con muchas
irregularidades. No es sino hasta 1944 cuando la emisora “sale al aire”
dependiendo de la Escuela de Artes y Oficios de Xalapa, Veracruz, con fines de
enseñanza y difusión artística, ya que la pequeña ciudad contaba, como hasta la
fecha, con grupos orquestales y teatrales de reconocido valor nacional.
Estas tres experiencias,
a mi modo de ver, responden a lo que llamaríamos el modelo comunitario
clásico de radiodifusión universitaria. Se trata de emisoras cuyos
principios le otorgan a la radio el poder de extender a toda la sociedad la
cultura institucional en los mismos formatos usados en las aulas y las salas de
concierto que impactan, incluso, el tiempo de programación regido por el
calendario académico de la institución, como el caso de Radio UNAM. Por los
micrófonos se transmitirían óperas, bibliografía, conferencias y cursos con el
objetivo de contribuir al desarrollo cultural de la población, entendiendo que
las más altas expresiones de la cultura se asimilan casi siempre a los
productos de la elite, cuya universalidad radica en su originalidad y libertad
de creación, o bien que existen elementos “auténticos” y puros en las
expresiones populares que deben ser amplificados.
Estas intenciones,
desvinculadas de cualquier interés manifiesto de las audiencias envilecidas y
degeneradas por la música comercial producida y transmitida desde la radio
comercial, son desarrolladas por un grupo fundador: intelectuales, artistas,
oradores, profesores, con un gran entusiasmo por reivindicar la tecnología y
ponerla al servicio de objetivos nobles bajo el patrocinio del mecenas
institucional que oscila entre la universidad y el gobierno, no siempre con las
mejores condiciones productivas, instalaciones y equipamiento. Como se deduce
de las crónicas periodísticas de la fundación de Radio UNAM y de los
testimonios de pioneros de las otras dos emisoras, los proyectos nacen ante
coyunturas específicas, como el desgaste de experimentos gubernamentales que
pasan al sector educativo o la petición de profesores y alumnos de apoyos para
la transmisión cultural. “La universidad era en su conjunto una aventura -dice
Alejandro Gómez Arias, primer director de XEXX y orador de José Vasconcelos- y
nosotros éramos una pequeña aventura dentro de la gran aventura universitaria
(...) La estación estaba abierta, porque ese era nuestro propósito, y estaba
abierta también por razones económicas. Como no podíamos pagar programas
especiales y colaboraciones especiales, naturalmente era una estación casi sin
programación rígida[3]. (3).
La legitimidad del decir
de estas primeras emisoras no está, pues, en las audiencias ni en mecanismos
propios del mercado de medios, sino en las esferas oficiales de la institución,
en el discurso iluminista y la crítica especializada. Es más, es notable el
desprecio por los bienes culturales y procesos de recepción que se desatan en
el consumo de los otros medios: “En realidad -dice don Alejandro Gómez-, yo no
oigo radio ni veo mucha televisión, no puedo, no tengo tiempo para eso. A mí me
parece signo de estos tiempos terribles que la gente prenda la televisión a las
siete de la mañana y la apague a las doce de la noche. Claro, es la cultura
deformadora de nuestra época y a veces creo que no pertenezco a ella”[4].
(4). El fundador de Radio UASLP “nos explica que todavía hace no mucho tiempo
la buena música constituía, inclusive, un bello y perdurable factor de unión y
de convivencia entre las familias mismas que acostumbraban tocar,
indistintamente, la guitarra, el piano, el violín, etc., haciendo disfrutar a
toda la familia de un sano esparcimiento. Actualmente y como consecuencia de
los adelantos de la tecnología y la electrónica manifestados esencialmente en
la radio y la TV, es mucha la gente que ha perdido ya el interés por adquirir
algún instrumento musical y aprender a interpretarlo”[5]
(5). ¿Cuáles son las relaciones entre la cultura popular, la difundida por los
medios y las eilustradas?¿Dónde quedó la visión clara y crítica de José
Vasconcelos, rector de 1920 a 1921 y secretario de Educación Pública, cuando
decía: “Y resultaba un poco irónico hablarle al obrero hambriento de las excelsitudes
del arte de Beethoven o de un Miguel Ángel. Pasado el estupor de auditorio y
maestro, nadie volverá a recordar el encuentro un poco ridículo de la más alta
sabiduría con la más desolada miseria?”[6].
(6).
Entre la contradicción
manifiesta de ser un medio de comunicación inmerso en un mercado radiofónico,
la emergencia de una cultura popular mediática fomentada por la radio comercial
que necesitaba oírse de manera masiva para reproducirse financieramente y la
voluntad de llegar a las clases desposeídas para extender los beneficios de la
universidad sin conocer los mecanismos que posibilitan o impiden el consumo
cultural, el modelo clásico se mantuvo hasta entrados los años 60.
Son diversos los factores
de quiebre. Podríamos señalar, entre los más importantes, el empuje de una
nueva generación de intelectuales y artistas con mayor sentido crítico, la burocratización
del equipo fundador que se mantiene en posiciones de mando, los movimientos
políticos, culturales y sociales que demandan canales de expresión, nuevos
esquemas para entender la cultura popular y el papel de los medios de
comunicación, la apertura de escuelas profesionales de periodismo y
comunicación, así como la creación de otras emisoras universitarias en ciudades
alejadas del centro del país como consecuencia de las políticas nacionales de
comunicación que se desarrollan en tiempos de Luis Echeverría Álvarez y José
López Portillo.
Bajo esta telaraña de
razones se expande la radio universitaria que empieza a parecerse más a un
camaleón, en la medida que asume colores y rostros muy diversos. Entre los años
1961, principio de la década del movimiento universitario y la protesta social
en México y 1982, que marca el ascenso y fracaso de las políticas nacionales de
comunicación, se fundan el grueso de las estaciones que forman la radio
universitaria mexicana. Son 12 casas de estudio que tramitan y consiguen de las
autoridades federales el permiso de operación de una frecuencia radiofónica y
que reflejan posturas diferentes de la universidad pública frente de los
grandes problemas nacionales.
El modelo clásico, en
consecuencia, es revisado, releído, combatido según cada caso en particular
dando lugar a nuevas versiones caracterizadas por su alternatividad, su línea
política o una concepción diferente de la cultura popular y de elite.
La primera estación
universitaria del país con el peso y la tradición de la casa de estudios más
grande de América Latina, pronto asume en su seno la contradicción de su equipo
administrativo con el productivo que se resuelve en una versión experimental
intentando desarrollar los conceptos de Berltolt Brecht sobre las posibilidades
creativas y estéticas del lenguaje radiofónico. Así, el escritor Carlos
Monsivais señala que llega a la emisora en 1953 invitado por su profesor de
literatura sin haber oído nunca hablar de la estación metida en la bruma de la
alta cultura, pero que pronto se desarrolla durante la administración de Pedro
Rojas un ambiente extraordinario de crítica y libertad creativas. Después, bajo
la coordinación de Max Aub en los años 60 Radio Universidad Nacional se pone de
moda entre las elites creadoras mexicanas: distinguidos intelectuales como
Carlos Fuentes y Fernando Solana, Rosario Castellanos, José Emilio Pacheco y
Sergio Pitol, Octavio Paz y Gabriel García Márquez, Juan García Ponce y Elena
Poniatowska, se convirtieron en brillantes productores de radio, formando una
vanguardia productiva, capaz de generar formatos sonoros y giros del lenguaje
radiofónico que han permeado años más tarde hasta la radio comercial. Ese es,
al decir de Fernando Curiel, uno de los aportes más significativos de nuestras
emisoras a la cultura radiofónica nacional. El vital y profundo movimiento
cultural mexicano de los 60 dio a la radiodifusión cultural un lugar que no
había logrado desde sus inicios dentro del campo de la cultura y la educación
al margen de las masas sociales a las que supuestamente dedicaba sus esfuerzos.
El grueso de la población estudiantil se mantenía al margen hasta que las
reivindicaciones sociales y la politización del sector lo movieron a abrir
canales de expresión. Son los casos, -la batalla de Bahía de Cochinos, la
matanza de Tlaltelolco, etc.- en donde la gran masa de estudiantes exige
posiciones diferentes a la recién descubierta emisora de la UNAM.
En provincia, el panorama
también es complejo. Radio UASLP, reciente fracturas y escisiones del grupo
fundador logrando defender y mantener inmóvil su proyecto cultista por encima
de la disidencia. La Veracruzana padece una crisis laboral y tecnológica que
sólo será superada en los años 80.
Gracias a las políticas
nacionales de comunicación que se desarrollan en toda América Latina en este
momento de la historia, la radio universitaria se fortalece notablemente
durante la gestión del presidente Echeverría, quien inicia un proceso de
regulación de medios de comunicación como no había existido en otro gobierno.
Se reglamenta la Ley Federal de Radio y Televisión, se promueven organismos
supervisores de la actividad comunicativa con la reacción airada de la
industria mediática, se otorgan 6 permisos de transmisión y se apoya la
infraestructura tecnológica vía donaciones directas de la Presidencia de la
República hacia las radios universitarias existentes.
|
Algunas, sumadas
completamente a movimientos contestatarios de clase, como el caso de las
Universidades de Oaxaca, Puebla y Guerrero; otras, a caballo entre la
producción estética y política o bien experimentando perfiles de diversa
naturaleza. Radio Universidad de Sonora, por ejemplo, nace con el concepto de
las emisiones generalistas de servicio público en Europa y pretende ofrecer
“información y cultura básica para la población”, mediante una programación
viva, participativa, donde se traten libremente los temas de actualidad en
horarios propios para un público amplio que incluyera jóvenes, amas de casa y
público en general. Guanajuato y Yucatán intentan desarrollar programas
culturales alternativos a la cultura comercial y la Veracruzana, luego de la crisis
de la década de los 60, aborda las transmisiones de manera institucional. Es
decir, diseña un plan de trabajo basado en las tres funciones sustantivas de
las universidades públicas mexicanas: extensión de la cultura, docencia e
investigación científica, con notable acierto.
Otras propuestas se
desarrollan al amparo de las llamadas universidad-pueblo o universidad-fábrica
o bien de las presiones ideológicas de izquierda sobre la actividad. Radio
Universidad de Sinaloa, por ejemplo, es tomada durante varios momentos en la
década de los 70 por grupos estudiantiles fuertemente politizados que
necesitaban de un mecanismo de prensa y propaganda. Guerrero y Puebla inician
largos debates y movimientos contra el estado y sus aparatos exigiendo el
otorgamiento de permisos de transmisión amparados en diversas razones. En
Puebla se consideró que “la creación de radiodifusoras universitarias tiene
varias implicaciones. Además del cumplimiento de sus tareas expresas, estas
emisoras combaten en los hechos la concentración monopólica de la información y
la cultura y abren cauces a la expresión de opiniones de quienes no tienen
oportunidad de hacer oír su voz, de las grandes mayorías de la nación”.
(Toussaint, 1987).
Radio Universidad de
Guerrero instrumentó, acaso, la batalla más fuerte por su modelo radiofónico en
pro de los intereses populares. Su rector en 1981 anunciaba: “En lo relativo a
la extensión universitaria (debía) rescatar los valores culturales de nuestro
pueblo y tratar de llevar a éste los elementos que le permitan conseguir una
vida siquiera digna”. La radio era uno de sus instrumentos más importantes de
acción, cuyo permiso fue negado una y otra vez hasta 1988, orillando a
transmisiones piratas y movimientos solidarios, huelgas, etc. Incluso el
Gobierno Federal llegó a retirar el subsidio a esa casa de estudios en tanto
mantuviera señales radiofónicas “al aire” (Romo, 1990: 159).
El modelo clásico estaba
herido de muerte. No solamente la politización de algunas universidades
públicas obliga al replanteamiento de sus objetivos y funciones, sino también
el mismo análisis de la cultura y la extensión, visto a través de nuevas
experiencias sociales y académicas. En 1980, durante la Primera Reunión de
Radiodifusoras Universitarias, Culturales y Educativas se escucharon voces de
crítica dentro y fuera de los ámbitos nacionales. André Berruer, representante
de la UNESCO en dicha reunión, declaraba que las radios universitarias eran
“lujo elitista de la producción de las emisoras universitarias que corresponden
a los intereses sectoriales de quienes realizan los programas (...) mientras
que la función radiofónica universitaria debe preocuparse por educar y difundir
la cultura del propio país” (Ídem, 29).
En las universidades,
tanto la labor sustantiva de la extensión cultural como los principios que dan
sentido a sus emisoras son cuestionadas a la luz de conceptos más englobantes y
dialogales. La posición vertical de poseer la cultura de elite y extenderla
extramuros es modificada muy lentamente por otras que van desde el
reconocimiento de la cultura de masas hasta la conciencia de clase. Así, en la
II Conferencia Latinoamericana de Difusión Cultural y Extensión Universitaria,
Leopoldo Zea sostiene que no es posible mantener el concepto de cultura como
complemento artístico de la docencia, dejando fuera importantes demandas
sociales. “Llevar la cultura al pueblo implica negar a los individuos que
forman este pueblo y por ende, su intervención, su presencia e implica
uniformar los mensajes de la difusión cultural en la actitud propia del
paternalismo” (Zea, 1972: 57).
La cultura popular y con
ella algunos elementos de la cultura creada por la radio comercial empieza a
ocupar un lugar importante en la reflexión, como lo muestra el planteamiento
clasista de las universidades-pueblo y también la creación de universidades,
como la Autónoma Metropolitana, que intenta formar intelectuales orgánicos
encaminados a la transformación social. La extensión universitaria, en general,
logra ser reconocida como elemento sustantivo de las instituciones de educación
superior al amparo del concepto antropológico de cultura que otorga a las más
diversas manifestaciones del hombre un sentido permeado por el proceso de
humanización, de control natural y social; de poder.
Estas formas nuevas de concebir
el trabajo de comunicar cultura y de observar los diferentes mundos simbólicos
generan una tendencia a revalorar los medios comerciales en lo que tienen de
negociación cultural entre el imaginario comercial y las culturas populares
difundiendo géneros, estrategias narrativas, formatos y ritmos musicales que no
son espacios monolíticos de difusión cultural, sino productos híbridos que,
ciertamente, incluyen la matriz simbólica de la dominación y la ideología de
una clase, pero también tienen conexiones directas a la sensibilidad popular.
El mismo Carlos Monsivaís, en México, distinguido colaborador de Radio UNAM, ha
dedicado una buena parte de su obra al análisis de los símbolos de la cultura
comercial y sus nexos con la popular. Desde la misma perspectiva, vienen los
cuestionamientos en torno de la cultura de elite -tema obligado para nuestras
radios- que la encuentran situada dentro de los mecanismos sociales y
culturales de exclusión de grandes grupos sociales en función de su profundo
desconocimiento de los lenguajes crípticos de las bellas artes y su alejamiento
de sensibilidades derivadas del conocimiento de la historia y estilos de un
campo cultural específico y de matrices de distinción simbólica del resto de la
masa.
Nuevos puntos de vista se
oyen en las radios universitarias. Hernán Ramírez Loría, director de Radio
Universidad de Yucatán, opinaba en 1983: “Hasta el momento actual, la mayoría
de las estaciones culturales enfocan su programación a los núcleos de cultura
superior, lo que considero un error, pues esta parte de la sociedad no necesita
que se refuercen sus conocimientos con mensajes radiofónicos. Por el contrario,
la programación de las difusoras culturales debe dirigirse a aquellas personas
que no tienen oportunidad de obtener información básica necesaria de una manera
regular, como sería asistiendo a una universidad o instituto de enseñanza
superior” (Ramírez, 1983: 96).
La introducción de un
nuevo perfil radiofónico de servicio público, generado por el Instituto
Mexicano de la Radio que nace con el espíritu de competencia con la industria y
en algunos casos, con el mismo sistema universitario, añade otros valores tanto
a las radios comerciales como a las culturales. Empieza a hablarse de una
radiodifusión del estado -entre radio gubernamental y pública; o bien entre
perfiles culturales y definiciones de mercado- que valora de modo diferente la
cultura popular, incluso la llamada cultura de masas buscando, como Radio
Educación, perfiles informativos, periodísticos y de pluralidad cultural donde
todas las expresiones caben sabiéndoles dar un sentido crítico y nacionalista.
Los estudios de audiencia, las estrategias comunicativas de competencia entre
actores a la caza de sus nichos de mercado, la mayor participación ciudadana
tanto en términos políticos como culturales, son elementos que se incorporan a
las prácticas radiofónicas.
Esta generación de
industrias culturales de servicio público impulsadas por el gobierno de Miguel
de la Madrid, tras la subversión política de las radios universitarias en los
70 y 80, contribuye a la marginación del perfil universitario. De un lado, está
la radio comercial con décadas de construir su lenguaje y elementos de
legitimación y del otro, el extremo cuestionado de las emisoras culturales de
elite. En el medio, se levanta un nuevo modelo que no desconoce los
condicionamientos económicos de la industria y tampoco sus responsabilidades
como entidades públicas. Esta nueva orientación de la política estatal de
comunicaciones reconoce que el régimen legal y de concesiones se ha
desarrollado al margen de las demandas sociales permitiendo la existencia de
actores y grupos que, sin tener la representación de la sociedad, se erigen en
depositarios de la soberanía informativa, por lo que el gobierno determina impulsar
medidas correctivas que van en el sentido de aumentar el número de estaciones
culturales y de servicio público, promover la descentralización radiofónica a
través de los sistemas estatales de comunicación y el IMER, producir programas
culturales para diversos sectores.
La nueva política atenta
severamente contra las pretensiones universitarias tanto en las áreas del
financiamiento como del otorgamiento de frecuencias y su legitimidad social,
pues durante esta administración no se abre prácticamente ninguna emisora
universitaria y los apoyos que provenían de programas especiales se reducen
ante un proyecto del estado. Además, la mayor audiencia lograda por estas
emisoras, con un tinte cultural, es fundamento para la crítica a la
programación de las casas de estudios sumidas, algunas, en las profundas aguas
de la cultura de las elites. ¿Es viable para las emisoras universitarias el
autofinanciamiento y la línea programática? ¿Cuál es el futuro de emisiones
cuestionadas en su modelo clásico, dispersas ante las herencias culturales de
sus regiones e instituciones, incapaces además, por la ley, de buscar la
comercialización de sus espacios?
Además de estos factores
de crisis que no se han resuelto del todo en los planteamientos de estas
emisoras, hay que añadir otros que derivan de los nuevos escenarios económicos
y de política educativa y cultural. En efecto, la reforma del estado mexicano
ha iniciado un proceso de evaluación de las instituciones de educación
superior, encaminado a verificar y reorientar, en su caso, las políticas
nacionales sobre la base de que la educación “tiende a convertirse básicamente,
en un recurso para incrementar la productividad y la competitividad, para
renovar las estructuras económicas y enfrentar los cambios que de ella se derivan”[7]
(7) desplazando actividades derivadas de la vieja concepción en donde la universidad
aceptaba la obligación de ampliar la docencia y la divulgación de la ciencia,
la transferencia de conocimientos a la sociedad en función de la
democratización del saber y promovía los valores democráticos, la formación de
una conciencia crítica así como las actitudes y tareas de solidaridad social.
Como resultado de este
debate, la extensión de la cultura -y dentro de ella las emisoras
universitarias- reciente la disminución de partidas presupuestales y el
debilitamiento de su orientación “humanística” que ha puesto el énfasis en
programas de sensibilización artística dejando de lado el fortalecimiento de
valores, actitudes y comportamientos éticos, cívicos y políticos que también
forman parte del que hacer cultural. ¿ Y qué decir de los nuevos escenarios
mediáticos planteados por el predominio de la tecnología digital y su
sobreoferta informativa que incluye de manera notable contenidos culturales
minoritarios, típicos de las programaciones complementarias de nuestras
universidades como las bellas artes, la cultura de elite, a través de señales
restringidas e interactivas? ¿qué nuevas posiciones estamos obligados a jugar
en medio de las emisoras “libres” o de aire y la creciente formación de las
redes digitales de información multimedia? ¿Cuál es la situación profunda que
viven hoy las estaciones universitarias en el contexto del servicio público del
país? ¿Qué alternativas se le presentan ante la ideología del mercado, la
productividad, la autosuficiencia financiera y la reconversión digital del
sistema integrado de información? ¿Cuál es la naturaleza de la cultura ofertada
por sus emisiones, dadas las realidades híbridas y transnacionales de fin de
siglo? En la medida en que la radio universitaria nacional ha transitado en el
tiempo, las preguntas se han agolpado en nuestras cabezas mostrando más
interrogaciones que respuestas. Quizás por ello, debamos (o podamos) hablar de
nuestra identidad fragmentada o en vías de construcción.
2. -LA IDENTIDAD
FRAGMENTADA
(o de cómo la voz se
convirtió en astillas y ecos y múltiples paisajes)
Ante la fractura del
modelo clásico en las radios universitarias y educativas del país y el ascenso
de nuevas propuestas programáticas, encontramos que en la década final del
siglo es posible ver que éstas intentan asumir sus contradicciones -del campo
educativo al mercado radiofónico- mostrando sus modalidades como un corte
genealógico no exento de supervivencias, experimentaciones y revueltas.
Coexisten, por ejemplo, proyectos del modelo clásico como Radio UASLP, las
tendencias generalistas como en las Universidades de Yucatán o Baja California,
mientras que las tendencias de la radio popular como las propuestas en
Guerrero, Sinaloa o Oaxaca han prácticamente desaparecido. Radio UNAM, por su
parte, incorpora a su modelo tintes de periodismo civil y la idea
conservacionista de ser “una biblioteca de las voces de la cultura mexicana”.
Actualmente, la radio
cultural está compuesta por 24[8]
(8) estaciones universitarias, y 4 tecnológicas, integradas través de una
entidad informal llamada SINPRIES (Sistema Nacional de Productoras y
Radioemisoras de Instituciones de Educación Superior) que luchan por su
conversión en estaciones con “señal al aire”. En contraparte, existen 100
instituciones públicas de educación superior afiliadas a la ANUIES que no
manejan estaciones radiofónicas, representando el 76%.
Nombre |
Distintivo |
Frecuencia |
Banda(s)** |
Potencia |
Fundación |
R.U.
Tamaulipas(5) |
XHUNI* |
102.5 Mhz |
FM / SAT |
10,000 W |
19 dic. 1991 |
R.U. San Luis
P.(3) |
XEXQ |
1460 Khz |
AM/FM/OC |
250 W |
28 jul. 1938 |
R.U. de
Veracruz |
XERUV |
1550 Khz |
AM |
10,000 W |
17 jul. 1944 |
R.U. de B.
Calif.(2) |
XHBA*** |
104.1 mhz |
FM/FM |
100 KW |
8 abr. 1976 |
R.U. de Yucatán
(2) |
XERUY |
1120 Khz |
AM/FM |
1,000 |
6 abr. 1966 |
R.U. de
Campeche |
XECUAC |
1410 Khz |
AM |
500 |
13 may. 1993 |
R.U. de Oaxaca |
XEUBJ |
1400 Khz |
AM |
1,000 |
2 oct. 1964 |
RU. de
Guanajuato |
XEUG |
970 Khz |
AM |
1,000 |
10 feb. 1961 |
R.U. de
Querétaro(2) |
XHUAQ |
89.5 mhz |
FM/AM |
1,000 |
3 agos. 1979 |
R. UNAM (3) |
XEUN |
860 Khz |
AM/FM/OC |
45,000 |
14 jun. 1937 |
R.U. de Aguas. |
XEUAA |
1370 Khz |
AM |
1,000 |
13 ene. 1976 |
R.U. de
Chihuahua |
XERU |
1310Khz |
AM |
1,000 |
21 may. 1987 |
R.U. de Sonora |
XEUS |
850 Khz |
AM/OC |
1,000 |
12 oct. 1962 |
R.U de Sinaloa
(2) |
XEUAS |
1150 Khz |
AM |
5,000 |
8 oct. 1971 |
R.U de
Guadalajara |
XHUG |
104.3 Mhz |
FM |
10,000 |
30 may. 1974 |
R.U. de
Guerrero |
XEUAG |
840 Khz |
AM |
1,000 |
7 may. 1988 |
R.U. de Durango |
XEHD |
1270 Khz |
AM |
5,000 |
21 mar. 1976 |
R.U. Nicolaíta |
XESV |
1370 Khz |
AM |
1,000 |
8 mar. 1976 |
R.Tecnológico/Tij |
XHITT |
88.7 Mhz |
FM |
1,000 |
13 jun. 1987 |
R. Tec. de
Celaya |
XEITC |
1200 Khz |
AM |
250 |
14 abr. 1978 |
R.U. de
Occidente |
XEUDO |
820 Khz |
AM |
1,00 |
24 sept. 1992 |
R.U. de
Chapingo |
XEUACH |
1610 Khz |
FM |
20 w |
1989 /97 |
R. Tec de
Saltillo |
XHITS |
99.3 Mhz |
FM |
700 w |
14.sept.1991 |
R. IPN |
XHUPC |
95.7 Mhz |
FM |
400 w |
5.sept1991 |
R U de
Monterrey |
XHUNL |
89.7 Mhz |
FM |
50 W |
2.Sept.91- |
R.U. de Puebla |
XHBUAP |
96.9 Mhz |
FM |
1.5 KW |
3.Sept. 1997 |
R.U. Agraria |
XESAL |
1220 Khz |
AM |
1,000 |
5 agos. 1995 |
* Primera red estatal universitaria con 5
repetidoras al interior del estado y frecuencia satelital
** La frecuencia que aparece en la lista, es
la de mayor relevancia histórica para la institución
Primera estación en tener
una repetidora en otra ciudad del estado.
|
La ubicación orgánica de
estas emisoras dentro de las casas de estudio varía según la historia,
necesidades internas y problemáticas específicas de cada una de las
universidades o institutos de educación superior a que pertenecen. Podemos
observar, por ejemplo, que 15 de ellas dependen de manera directa de las
direcciones de extensión universitaria, mientras que únicamente 8 están
adscritas a departamentos o direcciones de comunicación social. 3 de ellas han
incorporado la figura intermedia de la asociación civil, dados los nuevos
requisitos de asignación de permisos por parte de la SCT y 2 más dependen de
entidades académicas como las propias Facultades de Ingeniería electrónica como
el caso del ECIME del IPN y la Universidad de Nuevo León.
En algunos casos, la ubicación
depende del reconocimiento explícito de los grupos fundadores de las emisoras
que encontraron eco a sus iniciativas en tal o cual entidad académica o bien a
la incorporación de los proyectos radiofónicos a estancias superiores de
coordinación con miras a formar un conglomerado de departamentos afines y
dirigidos al cumplimiento de una función sustantiva o adjetiva. De alguna
manera, este hecho supone también diferencias conceptuales en el uso, manejo y
estructura de los medios en cuestión. Desde la perspectiva de las funciones
sustantivas de las IES, las emisoras se entienden como parte de un proyecto más
general de extensión de los beneficios de la ciencia, la cultura y la enseñanza
con un propósito de servicio público y de democratización del saber, conforme
los lineamientos generales que aparecen en las leyes orgánicas. Así, una
revisión a algunos documentos de referencia subraya que los objetivos de estas
emisiones son:
- “Contribuir al
fortalecimiento de la identidad nacional y regional, promoviendo la integración
educativa y cultural del país y la región.
- Fomentar el gusto por
las artes, la ciencia y el conocimiento.
- Apoyar,
prioritariamente, las funciones sustantivas universitarias” (Radio Universidad
de Guanajuato)
-”Promover en el seno de
la comunidad universitaria el conocimiento y apreciación de las artes y las
humanidades” (Radio Universidad de Chapingo)
-”Difundir en toda la
población el patrimonio cultural, artístico, científico y docente de la
Institución. (Radio Universidad de Yucatán)
-”Promover el desarrollo
educacional, sea este formal o informal, dentro y fuera de la universidad”
(Radio Universidad de Tamaulipas)
‑Participar en las
tareas de extensión de la cultura y el quehacer universitarios e Investigar
nuevos métodos de producción radiofónica y, a través de estos, experimentar
formas diversas de expresión y difusión didáctica y cultural. (Radio UNAM)
Una tendencia reciente,
motivada quizás por el mito reforzado del poder de los medios, las tensiones
políticas internas y la crítica al concepto restringido de cultura que priva en
las direcciones de difusión cultural y extensión orientadas al manejo de grupos
artísticos[9]
(9) ha ubicado a algunas emisoras dentro de departamentos o direcciones de
medios de información o de comunicación social, restándoles, desde mi
perspectiva, razón sustantiva, puesto que aparecen como elementos de apoyo para
mejorar las relaciones entre la universidad y la sociedad y, en todo caso,
apuntalar ciertos procesos de imagen pública de las instituciones o de
posicionamiento institucional; no aparecen, en cambio como centros de
producción cultural afines a la propia extensión. Sin embargo, curiosamente,
las emisoras que dependen de entidades de comunicación social que operan en
relación directa con las rectorías no ofrecen versiones especialmente distintas
de aquéllas sujetas a la extensión universitaria. Si acaso, se prevé una
relación más cercana con los lineamientos del poder central. Empero, sus objetivos,
decíamos, son similares:
-”Difundir los valores de
la cultura nacional y universal, a la vez de ser un medio a través del cual
encuentran cabida las inquietudes intelectuales y artísticas de la comunidad
universitaria”. (Radio Universidad Veracruzana)
-Difundir permanentemente
las funciones de docencia, investigación y extensión que la universidad
realiza, a fin de consolidar el logro de las metas que, en materia de difusión,
la universidad se ha trazado”. (Radio Universidad de Sonora)
-Difundir en Puebla
programas de alto nivel cultural y de orientación e información, que en
principio identifiquen a nuestra institución dando a conocer el quehacer
universitario, así como sus logros y avances culturales, científicos y de
investigación” (Radio Universidad de Puebla)
Otras emisoras dependen
de la figura jurídica de la asociación civil o de las propias Facultades
universitarias que les han dado cobijo. En el primer caso, se trata de cumplir
con un requisito que la SCT ha impuesto a las permisionadas otorgadas en la
última década con el fin de sacarlas del campus universitario y “protegerlas”
en todo caso de posibles acontecimientos estudiantiles contestatarios en
momentos de efervescencia política. Adicionalmente al requisito formal, les
otorgan algunas ventajas estructurales como: a) crear organismos intermedios
favorables al desarrollo de las emisoras, intersectadas entre sus misiones
institucionales dependientes del campo educativo y las propiamente del campo
mediático, favoreciendo el manejo y control de los recursos humanos con mayores
ámbitos de decisión y b) aumentan la relativa autonomía tan necesaria para
conseguir una imagen de credibilidad y libertad. En teoría, las AC permiten
mayor suficiencia económica, menores dependencias a los gremios sindicales
universitarios y mayores márgenes para lograr la eficiencia comunicativa
siempre que se cumplan las condiciones mínimas que impone la universidad a los
contenidos transmitidos. Estas ventajas aún no han sido promovidas de manera
decisiva.
Respecto de las dos
emisoras que nacen vinculadas con entidades académicas, particularmente las
Facultades de Ingeniería Eléctrica como las de la Universidad de Nuevo León y
del IPN, sus proyectos tienen fines instrumentales y de práctica docente como
laboratorios de electroacústica. Esta limitación empieza a notarse, por lo que
los proyectos intentan abrirse a otras Facultades, como las de comunicación y/o
las entidades de extensión universitaria o difusión cultural.
No obstante estas cuatro
dependencias orgánicas -direcciones de extensión, de comunicación social,
asociaciones civiles o entidades académicas- no parecen haber influido de
manera importante en los procesos de producción y elaboración programática de
sus estaciones. Así, puede verse que salvo algunas diferencias teóricas como:
a) mayor o menor cercanía política de la administración central; b) relativas
autonomías para el manejo de recursos humanos que no dependen de las
agrupaciones sindicales universitarias; c) el impulso de políticas que
privilegian la eficiencia comunicativa inmediata que a la formación de públicos
culturales, y d) cierta independencia económica en las AC, las emisoras no
parecen darse demasiada cuenta en la práctica de sus condiciones y
posibilidades. Así, en documentos de emisoras situadas en el plano de la
comunicación social se suelen leer párrafos que no difieren mucho de los que se
encuentran en la extensión y viceversa, dejando al descubierto varias
situaciones: a) las razones de las divisiones son de estricta política interna,
b) la falta de coherencia de los proyectos globales con los particulares o la
carencia de recursos para promoverlos, c) la práctica radiofónica sostenida por
años se mantiene pese a las modificaciones en los organigramas, d) las
tendencias de baja organicidad de la extensión universitaria e) el peso
histórico de las emisoras de radio que prácticamente en ningún caso nacen de la
mano de proyectos institucionales de extensión, sino que se remontan a orígenes
comunitarios e independientes que luego son absorbidos y reconocidos por la
institución.
La orientación general de
estos objetivos que se desprenden de su ubicación institucional, sin embargo,
requieren de un ejercicio de concreción que los traduzca en políticas y
estrategias de organización, producción, programación y finalmente del impacto
social que sus productos culturales generan en la esfera del consumo. Aquí es
donde se ven las principales dificultades puesto que 13 de ellas no han
desarrollado este esfuerzo que le daría realidad a la búsqueda de los objetivos
y las misiones declaradas, mientras que 10 cuentan ya con documentos
particulares. Las 5 restantes están inmersas actualmente en un trabajo de
capacitación y reflexión que los dote de tales elementos directrices, como
resultado directo de los esfuerzos que vienen realizando las instituciones
educativas junto con la ANUIES y el Comité de pares para la extensión de la
cultura y los servicios. Lo mismo vale para los procesos de planeación,
presupuestación y evaluación de las actividades realizadas.
|
La dimensión política,
conceptual o normativa es fundamental puesto que explicita y obliga a los
organismos a funcionar de manera sistemática, coherente y en sintonía con la
misión declarada por las instituciones de educación superior trascendiendo las
visiones particulares, consuetudinarias o subjetivas de sus miembros
otorgándoles una institucionalidad que podríamos llamar fuerte. Además de
dotarlas de la teleología necesaria, la clara presencia institucional les daría
garantía de continuidad y trascendencia a la labor de los equipos de
profesionales y/o directores que las conducen en un momento específico. Sus
debilidades, mostradas por la carencia de explicitación de misiones, objetivos,
políticas y estrategias tanto como por la ausencia de mecanismos que los
oficialicen a través de comisiones del H. Consejo universitario como en el caso
de los programas académicos y de investigación científica, se traducen en
vaivenes de los proyectos radiofónicos. Como ejemplos, podemos mencionar la
desaparición de experiencias extraordinarias como el perfil radiofónico
orgánico basado en la divulgación de la ciencia y la cultura lograda por Radio
Universidad Veracruzana en la década de los años 80 o las propuestas populares
de Guerrero, Sinaloa o Oaxaca.
Los problemas de la débil
o fuerte institucionalidad están presentes no sólo en la dimensión
política-conceptual de los proyectos radiofónicos sino también en otras tales
como la dimensión técnico-económica y discursiva. Es decir, que siendo una
especie de modo de producción simbólica mantiene sus huellas tanto en el qué se
quiere hacer, como en el cómo se produce, qué se transmite y cómo se consumen
sus mensajes.
En lo referente a la
dimensión técnico-económica, el régimen de propiedad y de financiamiento de las
emisoras es bastante clara: 23 de ellas se integran con herramientas de
producción y transmisión radioeléctrica que forman parte del patrimonio
universitario y reciben entre el 95 y 100% de sus fondos de la institución de
que se trate, mientras que una, Radio Universidad de Campeche, labora con
equipos e infraestructura propiedad del Gobierno del Estado otorgados en
comodato a la UAC y financiamiento institucional. Las tres restantes tienen la
opción legal del autofinanciamiento pues están organizadas a través de
asociaciones civiles que poseen directamente los bienes necesarios para el
cumplimiento de sus fines. No obstante, los fondos principales provienen de sus
casas de estudios.
|
La modernización de sus
estructuras tecnológicas es aún una asignatura por cumplir, como lo demuestran
las condiciones precarias de sus equipos de transmisión, sus bajas potencias de
radiación que en un 83% no sobrepasan los 1,000 vatios y los ámbitos locales, e
incluso, de la ciudad capital, mientras que sólo el 17% de ellas transmite con
equipos de mayor potencia. La distribución de permisos en las bandas públicas,
sean éstas AM, FM u onda corta, refleja también importantes situaciones de
rezago dado que puede notarse que el 58% de las frecuencias corresponden a la
banda de AM y sólo el 8.5% ha participado del traslado de la AM a la FM que en
la radiodifusión comercial significa transmisiones dúplex que autorizan a una
emisora comercial de AM instalar una repetidora en la banda de FM. No obstante,
el 34% de las transmisiones se realiza en FM. La onda corta, por su lado, ha
dejado prácticamente de existir en el país ante la salida del aire de Radio
México Internacional y las muy bajas potencias autorizadas para las existentes.
|
Adicionalmente, hay que
decir que 17 estaciones cuentan con equipos transmisores en buenas condiciones
pero 11 de ellas operan debajo de sus potencias asignadas por no contar con el
mantenimiento adecuado o por la obsolescencia de sus plantas transmisoras. En
lo que se refiere a los estudios de producción y transmisión de programas, se
puede observar que prácticamente todas las emisoras cuentan por lo menos con
uno para cada una de estas funciones y que su configuración técnica básica se
compone de una consola mezcladora que va entre los 12 y 16 canales, 2
grabadoras de carrete abierto, 2 grabadoras de casete, 2 o 3 micrófonos de
distintas marcas, 2 reproductores de discos compactos, amplificadores de sonido
para monitoreo en sala. Recientemente se han estado incorporando tecnologías
digitales tales como decodificadores de señales satelitales, equipos de
grabación en formato DAT o MD y terminales computarizadas tanto para la
conexión con Internet como para el procesamiento de materiales de sonido, al
grado que 15 estaciones utilizan ya el MD para sus producciones habituales, 6
tienen terminales computarizadas de edición sonora y 11 cuentan con antenas
parabólicas para la recepción satelital, donadas en su mayoría por emisoras
internacionales como Radio Nederland, la BBC o Radio Deutsche Welle.4 emisoras
han inaugurado frecuencias internacionales por Internet.
|
Los archivos de
materiales sonoros también dan cuenta de estas transformaciones pues han
adicionado a los tradicionales formatos analógicos como los cassettes, carretes
abiertos, y discos LP, los nuevos discos compactos y MD notándose importantes
rezagos en las radios operadas por tecnológicos y en una que otra estación
universitaria.
La dimensión técnico-económica
no estaría completa sin observar las condiciones de operación de la fuerza de
trabajo y las relaciones de producción que se desatan. En lo general, una
estación estándar está conformada por ciertas áreas fundamentales como los son
a) administración, b) programación, c) producción, d) técnica e) información y
algunas de las variantes de interés ofrecen departamentos de atención al
servicio social, de capacitación, de planeación y de control estético o de
calidad, como Radio Universidad de Sinaloa, Radio Universidad de Baja
California, Radio UNAM y Radio Universidad de Guanajuato respectivamente. No
obstante, las tendencias nacionales señalan que nuestras emisoras distribuyen
en las secciones mencionadas como “estándar” a un equipo integrado por recursos
humanos entre el rango de 10 a 20 personas, siendo únicamente 5 las que tienen
en su nómina a rangos entre el 20 y el 30 y aún mas, en los extremos, notamos
que existen 6 cuyo personal oscila entre los 1 y 10 y tres que oscilan entre
los 60 y más de cien. Estos datos muestran que el grueso del personal está
dedicado a las actividades propias de una transmisora más que una productora de
programas, afectando las posibilidades que la programación tiene de ofrecer
contenidos propios de la región y de la propia universidad. ¿Cómo entonces, se
podrá contribuir al cumplimiento de objetivos tan ambiciosos y complejos como
fortalecer la reflexión crítica, la divulgación de la ciencia y la cultura, las
tendencias de la opinión pública y, en general, a vincular a la universidad o
institución de educación superior de que se trate con su entorno social, si
apenas se cuenta con 2 o 4 productores para desarrollar la intensa labor de
traducción y adaptación radiofónicas?
La respuesta remite a una
de las grandes fortalezas de la radio educativa y cultural en el país: el
trabajo gratuito de los colaboradores universitarios y de la sociedad civil. En
prácticamente todas las estaciones existe un cuerpo de trabajadores no
asalariados que ofrecen su tiempo, su vocación comunicativa, sus discos, libros
y cualquier material utilizable para las prácticas de producción radiofónica
con tal de compartir con sus conciudadanos sus gustos, preocupaciones, puntos
de vista en torno de la realidad tanto universitaria como social. Los datos en
torno de estos productores voluntarios señalan que las emisoras con menor
índice de colaboradores cuenta a 10 entre sus filas y las de mayor presencia
acusan la existencia de 30 o 40 colaboradores.
|
Este hecho, fundamental
para entender las condiciones de operación de las emisoras, remite a otra
característica esencial que viene a adjetivar nuestra esencia institucional.
Somos estaciones institucionales-alternativas[10]
(10), pues ante la imposibilidad de contratar a tantos productores como fuere
necesario para cumplir con los fines a los que nos hemos obligado, la política
de producción a puertas abiertas ha incorporado espontáneamente preocupaciones
que si bien representan expresiones culturales valiosas y alternativas a la
cultura comercial que se ofrece en las radios privadas, no necesariamente
sintonizan de manera directa con los objetivos que le darían especificidad al
modelo universitario frente a otros perfiles de servicio público o cultural: la
divulgación de la ciencia, el fortalecimiento de la educación formal y la
difusión académica. Esto quiere decir, que la mayoría de nuestras radios
cumplen una importantísima función en materia de libertades públicas garantizando
espacios de disenso y consenso a partir de las minorías ilustradas que
representan un factor de retroalimentación del sistema social y de promoción de
los valores democráticos. ¿Qué otras entidades comunicacionales en México
permiten la expresión valiosa de las minorías ilustradas? ¿Los canales
privados, abiertos a las competencias financieras y a las ganancias vía
raiting, facilitan espacios que por los niveles de discusión no generan amplios
espacios de audiencias? ¿Existen otras experiencias del estado comunicador que
garantice tales derechos? Hay que aceptar que la selectividad del mercado
excluye ideas, críticas, desacuerdos sobre elementos fundamentales de la
sociedad que muestran su dinámica contradictoria y que esto es la base de una
democracia moderna. Nuestras estaciones ofrecen la posibilidad de recuperar la
esfera pública, a través de la construcción de espacios que den cabida a lo
diverso, lo alternativo y lo antagónico, con miras a la transformación o
replanteamiento de los valores de una sociedad que afronta nuevos y complejos
problemas. Esta función es cumplida con diversos modelos en la mayoría de los
países del mundo: en Estados Unidos, el reino del mercado y la competitividad,
existe un sistema nacional de radiodifusión educativa, cultural y universitaria
conocida como PBS, misma que garantiza la expresión de las minorías excluidas
por la dinámica mercantil. En países europeos, esta función queda a cargo de
los sistemas estatales como RFI en Francia, RAI en Italia, BBC de Londres y RN
en Holanda. México realizó durante las décadas de los 70 y 80 intentos de
fomento a la comunicación pública a través de IMEVISION e IMER así como los
sistemas estatales de radio y televisión que existen en la mayoría de las
entidades federativas. No obstante, las relaciones perversas entre el poder y
los medios, el déficit fiscal del estado y la falta de credibilidad afectaron
notablemente estos proyectos que van a la baja, cuando no han desaparecido de
plano. No es el caso de las radios universitarias con proyectos culturales
alternativos que mantienen sus niveles de independencia y credibilidad, como se
muestra a través de la oferta de “colaboradores voluntarios”.
La introducción de este
conjunto sui géneris de productores viene a añadirle mayor complejidad a la
caracterización de las relaciones de producción existentes en las radios
universitarias, pues dejan una huella comunitaria en un modelo que,
ateniéndonos a la misión y al régimen de propiedad y financiamiento, es
institucional. Y aquí, se entrecruzan debilidades y fortalezas: por un lado,
nuestras emisoras carecen de ordenamientos laborales suficientes que normen las
prácticas diarias, las responsabilidades individuales, los niveles básicos de
calidad más allá de la dinámica de intercambios o negociaciones sindicales;
tampoco hemos alcanzado niveles de estímulo a la productividad y castigo a la
negligencia que fortalezcan el profesionalismo de los cuadros. Por el otro, los
compromisos voluntarios pueden variar en términos de calidad, niveles de exigencia
posible, márgenes de maniobra en la introducción de variantes en los formatos y
géneros elegidos espontáneamente por sus autores sin responsabilidad laboral
para con las estaciones.
Además de las siguientes
variables: régimen de propiedad de los medios de producción, características de
la fuerza de trabajo y las relaciones de producción, consideramos parte de esta
dimensión técnico-económica, los procesos encaminados al otorgamiento de
recursos financieros por parte de las instituciones educativas. Es sabido que
las tendencias estatales deficitarias repercuten de manera inmediata en los
recursos asignados por el gobierno federal a las entidades que otorgan
servicios públicos y que la racionalidad de este gasto está también orientado
por nuevas concepciones del quehacer de las universidades. También es sabido
que, en ocasiones y como parte de este proceso, se estimulan los procesos de
planeación y evaluación externa, como mecanismos de control.
En este sentido, la abrumadora
tendencia nacional sugiere que la asignación de recursos a la extensión y
particularmente a la radio educativa y cultural no esta directamente
relacionada con variables de eficiencia comunicativa o cumplimiento de las
metas anuales, sino en todo caso, depende de criterios políticos, unipersonales
y de disponibilidad de fondos, afectando la credibilidad que pueda lograrse en
torno de estos procesos de planeación y evaluación. Es decir, que los logros y
avances tenidos en la gestión de recursos de los proyectos radiofónicos no
genera, por sí, mayores estímulos a la actividad, sino todo lo contrario. A
veces, hasta disminuyen. ¿Cuáles serán entonces las posibilidades de desarrollo
de nuestras emisoras de cara a las reconversiones digitales y a los nuevos
lenguajes multimedia sin mayores recursos?
La institucionalidad, tan
compleja y variable en la que se mueven las radios universitarias, decíamos al
principio, tiene también sus repercusiones importantes en los diseños
programáticos de nuestras señales “al aire”. Basta recordar aquellas tesis
derivadas de la literatura y la semiótica que recuerdan que el texto, el
mensaje está preñado de preguntas y repuestas; que lo que se dice está plagado
de huellas que remiten a la lógica de producción de sí mismos tanto como a la
lógica de sus lecturas en la esfera de la reproducción y el consumo. ¿ Cómo
está, finalmente, organizado el discurso que ofrecen las radios universitarias
y tecnológicas a la sociedad entera?
Las tendencias nacionales
muestran que nuestras estaciones ofrecen en un 80% un diseño de programación
que reúne más de 100 horas semanales “al aire” destacando algunos esfuerzos de
emisoras pequeñas, en fase de experimentación, como Radio Politécnico Nacional
que superan con creces el estándar nacional con programación continua todos los
días de la semana haciendo un total de 168. El 20% restante ofrece una señal
con contenidos que no superan las 100 horas semanales, siendo la más reducida,
Radio Universidad de Chapingo con 42 horas semanales. El total de horas que
transmite la radio universitaria nacional a la semana es de 3,049.
Durante estos espacios de
tiempo se distribuye una programación mixta basada en barras musicales y de
programas hablados, tratando de lograr un equilibrio tanto en géneros como en
formatos radiofónicos. No obstante, esta relación armónica solo se logra en un
30% puesto que el porcentaje restante corresponde a diseños de programación que
tienen desequilibrios cargados a la programación musical, independientemente de
lo que se diga en la dimensión política conceptual, como resultado de la
carencia de recursos humanos y económicos que permitan aumentar la producción
de programas hablados y de la poca eficacia de las redes nacionales de
intercambio de programas. 3 de ellas, como Radio UNAM y Radio Universidad de
Guadalajara y Radio Universidad Veracruzana son, quizás, las que más se acercan
al balance con tendencias a aumentar los tiempos que destinan a la radio
hablada.
En lo que se refiere a la
programación musical, se observa una disminución de los tiempos dedicados a la
llamada música clásica o de concierto, salvo en los casos de Radio Universidad
de Guanajuato, Sonora, San Luis Potosí (en su programación de AM), Radio UNAM y
Guerrero que mantienen espacios de mayor dimensión comparados con los que
dedican a los géneros de la música popular, siendo el 75% de las emisoras
quienes han realizado estas transformaciones. Algunos casos son verdaderamente
notorios como Radio Universidad de Tamaulipas que sólo incluye en su
programación un 8% de sus espacios musicales a este género y la emisora del IPN
en el distrito federal que lo ha reducido al 1% del total musical. La situación
particular de XHBUAP de Puebla es digna de mención pues inicia sus
transmisiones de prueba con un mínimo de música clásica y a raíz de encuestas
realizadas en torno de los géneros predilectos por la audiencia se ha visto en
la necesidad de aumentar dichos espacios. De los mismos datos se desprende, en
consecuencia, un notable aumento de los géneros populares.
|
Las barras de programas
hablados también reflejan las condiciones de interpretación de los objetivos
declarados institucionalmente y de la estructura productiva que los elabora.
Así, los tiempos que se dedican a la información universitaria directamente
relacionada con sus funciones sustantivas son menores a los que se dedican a
temas de cultura general y de interés público. Esta tendencia, sin embargo,
debe ser ponderada y corroborada a través de análisis cualitativos porque se
han derivado simplemente de la orientación explícita que tienen los programas
radiofónicos, habiendo algunos esquemas y formatos que no permiten ver con
claridad cuánta participación hay de los informadores universitarios. Es el
caso, de los radioforos de Radio Universidad de Occidente y los noticieros de
Radio Universidad de Puebla y R.U de Guadalajara que incluyen información
universitaria dentro de espacios noticiosos generalistas y que aún cuando los
temas de expresión sean, por ejemplo, juveniles, infantiles o familiares, vengan
preñados de la óptica universitaria y de los conocimientos útiles para tales
sectores. Lo que sí es evidente, es que la mayoría de las estaciones generan
más programas de cultura general desde la perspectiva de los intereses directos
de la sociedad que contenidos derivados de sus funciones sustantivas, a no ser
que hablemos de la extensión de la cultura. Incluso, en algunas emisoras se
tiene la percepción de que los programas institucionales son normalmente malos
y sin interés y que hay que privilegiar los objetivos sociales de las
estaciones en contra de sus objetivos institucionales.
El punto es muy
interesante para la discusión pues confunde generalmente “programas
institucionales” con espacios destinados a difundir la imagen de los altos
funcionarios, sus comentarios administrativos o políticos, olvidando que pueden
referirse fundamentalmente a contenidos derivados de la misión de las
instituciones de educación superior que, en lo fundamental, tienen que ver con
la ampliación de la cobertura de los servicios educativos, la divulgación de la
ciencia y la extensión de sus servicios y la cultura.
Otros renglones
relacionados con la producción o la transmisión de programas, pueden verificar
la cantidad de tiempos utilizados para la difusión de temas relacionados con
instituciones gubernamentales, con emisoras internacionales a través de sus
sistemas satelitales, servicios de transcripciones o con producciones derivadas
de las radios universitarias mexicanas. Así, el promedio de inclusión de
programas gubernamentales equivale al 5% de la programación hablada y el que
corresponde a las emisiones internacionales ha descendido respecto de la década
anterior al 15%, quizás por las reconversiones que se dan en el plano mundial
del servicio de copiado a la recepción directa satelital. En cuanto al uso de
programas de intercambio entre universidades mexicanas el porcentaje es
significativamente bajo: cerca de un 2%. Las excepciones se dan en las radios
de las universidades de Campeche, Oaxaca, Occidente y Chapingo donde sobresalen
los dramatizados producidos y distribuidos por Radio Educación, representando
entre el 20 y 30% de la programación hablada transmitida.
El análisis de la sección
hablada de la oferta comunicativa no termina con las tendencias temáticas o de
procedencia que puedan observarse. Requiere también determinar el predominio de
ciertos formatos y géneros utilizados en la producción de programas ya que son
indicios de la traducción de objetivos institucionales, de la formación
profesional de los cuadros productivos y la decisión de utilizar tal o cual
género en función de sus posibilidades expresivas. Sin entrar profundamente en
este renglón que superaría ampliamente los límites impuestos por un panorama a
vuelo de pájaro, observo un predominio de los formatos informativos y mixtos
(hablados y musicales) en detrimento de los dramáticos y los didácticos que
sólo son utilizados por las estaciones más grandes y con mayor capacidad de
adaptación radiofónica y edición de sonido.
Finalmente, habrá que
pensar también en las modalidades de continuidad que se despliegan en el
momento en que se enlazan las voces en vivo de los presentadores, los cortos de
identificación de la emisora con los espacios tanto hablados como musicales
formando esquemas rítmicos y de cadencia entre los lenguajes. En monitoreos
realizados al azar, identificamos que 21 estaciones universitarias mantienen,
en lo general, ritmos lentos de transmisión, de voces pausadas, serias, con
rupturas y silencios conocidos en el argot comunicativo como “lagunas” y largos
espacios musicales sin que medie presentación o información alguna por parte de
los trabajadores de la transmisión. Las razones pueden estar en: a) carencia de
control de calidad en las transmisiones, b) elección deliberada de mayores espacios
musicales en detrimento de la palabra, c) ausencia de criterios de “imagen
sonora”.
Las 7 restantes han
empezado a utilizar esquemas rítmicos diferentes, rápidos, modernos y creativos
a través del uso de formatos cortos que ilustran y mantienen de manera repetida
los valores de la programación, fortaleciendo su identidad sonora y
añadiéndoles mayor competitividad. Una de las primeras estaciones en utilizar
estos formatos, tales como spots, cápsulas, rúbricas de entrada, intermedios,
salidas y promocionales-cortos de los espacios del día, ha sido Radio
Universidad de Yucatán que, adicionalmente a las barras musicales y de
programas incorpora a su esquema campañas permanentes en pro de la difusión de
las letras yucatecas, la divulgación científica y los servicios ofrecidos por
la casa de estudios.
Este breve paseo por la
dimensión discursiva de la radio universitaria y tecnológica nacional pone de
relieve otros problemas si los conectamos con las otras dimensiones de que
parte nuestro análisis. Uno de estos problemas es la discordancia entre
objetivos y ofertas comunicativas. Resulta evidente que los redactores de
muchos de los documentos de misiones, objetivos, estrategias y políticas que
existen, fueron guiados por muy ambiciosas ideas cuyo valor ético-político es
incuestionable, pero que no tuvieron en cuenta las condiciones de la dimensión
técnico-económica en las que se insertaban o que no tradujeron esas intenciones
discursivas en planes y programas de corto plazo que les dieran concreción; es
decir, perdieron de vista las mediaciones productivas que hacen realidad las
propuestas. En consecuencia, ideas tales como “fomentar corrientes críticas de
opinión”, “apoyar la divulgación de la ciencia y las funciones sustantivas” o
“promover la educación abierta” no dejan de ser meras ilusiones en emisoras
cuyo potencial de producción no les ha permitido contar con reporteros,
analistas o redactores, divulgadores de la ciencia o expertos en educación a
distancia o cuando la SEP no ha sido capaz de fomentar centros de producción
radiofónica educativa y cultural, cuyos contenidos pudieran enviarse a través
de los canales satelitales de EDUSAT de modo que suplieran este debilidades
particulares. El hecho sugiere la necesidad de adecuar efectivamente los
objetivos que bien pueden ser muy modestos, pero realizables en la práctica
mediante políticas de producción y transmisión y metas específicas de trabajo.
Del mismo modo, las lecturas que
los trabajadores de las radios han hecho de los documentos de la universidad,
de las entidades inmediatas de las que dependen o de sus saberes tradicionales,
permiten el diseño mayoritariamente empírico de perfiles comunicativos que, a
la fecha, pueden sintetizarse en las siguientes modalidades: a) la programación
generalista dirigida para todo público confeccionada con barras horarias
ajustadas a nichos de audiencia muy específicos, haciendo “muchas radios en una
sola” como señalaba, por ejemplo, el proyecto de la UV en los años 80. Se
desprende originalmente de la misión universitaria pública que obliga a
“difundir de la manera más amplia posible los beneficios de la cultura”. b) la
programación “ómnibus” que tiene estrategia diferente pero sentido idéntico
pues considera que habrá que diseñar un producto que sea capaz de interesar a
todos o la mayoría de los públicos independientemente del horario de que se
trate, d) la programación complementaria que se fundamenta en la necesidad de
ofrecer temas y tratamientos que no pueden ser transmitidos por las demás estaciones
del mercado radiofónico, e) la programación sectorial que dirige sus esfuerzos
a nichos específicos de mercado, como Radio Universidad de Puebla, dirigida al
“adulto contemporáneo” y que excluye a otro tipo de oyentes y f) la
programación estratégica o competitiva que ofrece productos simbólicos
negociados entre las esferas de la emisión como de la recepción, intentando
asumir una posición de liderazgo en el mercado radiofónico de modo que pueda
regular o influir en los niveles de calidad y forma de las emisiones
radiofónicas comerciales.
Estas elecciones
estratégicas no aparecen explicitadas en los documentos normativos, cuando
estos existen. No obstante, del modo de ubicación de los espacios en la
programación y algunas referencias verbales sugieren que las intenciones
sectoriales están presentes en 8 emisoras, las ómnibus en dos, las generalistas
en 18. En algunos casos se observan importantes indicios de programación
estratégica y competitiva mostrándose, sobre todo, en el uso de técnicas de
programación utilizadas en la radio comercial y en el recurso de las mediciones
de audiencia para lograr una mayor eficiencia comunicativa de cara a la
adecuada conjunción de públicos y ofertas. Así, mientras que unas emisoras
utilizan para la evaluación interna de su programación el análisis formal de
contenidos y la armonía y el equilibrio temáticos, otras empiezan a utilizar
los recursos de la medición de audiencia a través de encuestas como mecanismo
para conocer a sus públicos, sus tiempos de escucha, sus costumbres
radiofónicas y la demanda de temas específicos. Notamos que un total de 8
emisoras han realizado encuestas y prevén seguir haciendo durante el año como
fuente de retroalimentación de sus ofertas. Las 20 restantes no han
desarrollado esta práctica. Algunas por preferir la relación directa e
interactiva vía telefónica con sus oyentes y otras por considerar que tales
mediciones no son útiles para orientar la programación cultural.
Las experiencias
realizadas en el sentido de las mediciones de audiencia han generado nuevos
problemas que cuestionan, a veces, la propia estructura política y económica de
las radios; sus dependencias institucionales que impiden la rápida y adecuada
respuesta a las demandas de sus oyentes. Por ejemplo, la identificación de vacíos
informativos en la sociedad no siempre conlleva la posibilidad real de
llenarlos si pensamos en la escasez de los recursos económicos para contratar
productores y orientar sus actividades o reubicar programas de colaboradores no
asalariados, cuya decisión horaria depende de sus posibilidades de tiempo libre
y no del principio de eficacia comunicativa. ¿Cómo orientar, entonces, nuestras
decisiones de programación derivadas de la información estadística de las
encuestas si la estructura impone acotamientos muy serios a las prácticas
productivas? ¿Cómo eficientar esa información para la toma de decisiones si aún
no tenemos la experiencia suficiente para la interpretación de datos y los
márgenes de libertad económica para impulsarlos? Esta es otra de las contradicciones
que derivan de las tensiones entre avances en las dimensiones discursivas y
retrocesos en las otras dos.
En fin, que el análisis
tendencial de lo que ocurre en las radios universitarias y tecnológicas en
México partiendo de la base de que las tareas comunicativas pueden agruparse en
tres dimensiones (político-conceptual, técnico-económica y discursiva),
muestran un juego de tensiones, avances y retrocesos de gran complejidad.
Desanudar el estrecho tejido de las debilidades y fortalezas de unas y otras y
sus conexiones, es una tarea fundamental para orientar con mayor eficiencia sus
actividades en el futuro.
3. - PEDAZOS DE IDENTIDAD
Y UN MODELO PARA ARMAR AEROPLANOS
(cómo construir
tipologías radiofónicas con los mismos ingredientes)
La información descrita en el
apartado anterior tiene su fuerza y también su debilidad. Por un lado nos
aproxima a las generalidades de lo que ocurre con nuestras radios y las grandes
líneas para orientar políticas nacionales. Pero también esconde situaciones particulares
de gran riqueza y borra de un plumazo las diferencias de desarrollo entre
emisoras que transmiten con 400 vatios durante 42 horas a la semana y otras que
operan con 100,000 vatios más de 120. ¿Cómo agrupar la misma información de
modo que pueda mostrar constelaciones sistemáticas que armen una tipología
específica para la radio universitaria nacional? ¿Es posible concatenar las
tres dimensiones básicas de modo que formen figuras o modelos identificables
que respeten las contradicciones y la riqueza de cada uno de ellos?
Las tres dimensiones
estudiadas -político conceptual, técnico económica y discursiva- son partes de
un sistema que sugiere la existencia de tipos radiofónicos con lógicas propias
de funcionamiento. Y la modalidad que resulta es consecuencia del modo en que
las partes se interrelacionan, en que se conectan los modos de producción con
los objetivos y las ofertas programáticas.
Están interconexiones, a mi modo
de ver, sugieren la existencia de algunas tipologías como las siguientes: a) comunitario
clásico, b)institucional experimental, c) institucional alternativo, d)
institucional popular, e) institucional orgánico, f) institucional estratégico
y también algunos otros tipos que no encontramos en la historia mexicana pero
que empiezan a cobrar sentido en experiencias como la colombiana: la comercial
estratégica y la institucional mimética.
El primer criterio descriptivo
(institucional-comunitario-comercial) obedece a la identificación de elementos
que forman alguno de los llamados modos de producción radiofónica y los grados
de vinculación orgánica de los cuadros laborales con la estructura de la
institución universitaria o bien, que desarrollan experiencias y prácticas que,
aún siendo reconocidas por la universidad, no cuentan con los amarres
suficientes para depender de la misma y asumir sus orientaciones, gozando de
mayores libertades. Creemos, también que constituyen relaciones de producción
bien definidas de otras, como podrían ser las comerciales que, no obstante,
puede tener una misión diferente de las tradicionalmente aceptadas por la
llamada radio comercial.
El segundo
(clásico-alternativo-popular-mimético-orgánico-estratégico) se refiere a las
modalidades de los proyectos radiofónicos según sus fines, estrategias de
comunicación y promoción de ciertas áreas y valores de la cultura, pudiéndose
dar diferentes correlaciones entre ambos grupos de elementos. Destaca en todos
los casos la pretensión transformadora de sus prácticas pues parten de la
necesidad de incidir en el espacio social aportando la vitalidad de una
institución, como la universidad, generadora de recursos simbólicos y formadora
de recursos humanos de utilidad social.
Regresando a nuestra
historia, observamos en el panorama de las radios universitarias y educativas
una estructura original que llamaremos comunitario clásico, puesto que está
formada por equipos productivos venidos de las esferas intelectuales y
artísticas que proponen por iniciativa individual, y consiguen, de la
universidad o de cualquier otro organismo donante -el gobierno, la iniciativa
privada, etc., - las herramientas técnicas necesarias para la transmisión
cultural, diseñando estrategias no vinculadas con el mercado radiofónico
existente y sí con el capital del mercado simbólico de elite. Al nacimiento de
estas propuestas la universidad, como institución, no tiene un proyecto
específico derivado de su propia Ley Orgánica y sus organigramas, sino que se
limita a recoger y apoyar las iniciativas de miembros destacados de su
comunidad en el nombre de su importancia artística o cultural.
Su unidad está formada por
productores no especialistas que, no obstante, han desarrollado con la práctica
diferentes competencias comunicativas puestas al servicio de un colectivo que
posee medios de producción radiofónica como instrumentos de intervención social
o mejoramiento sociocultural, estableciendo relaciones no subordinadas tanto
con cada uno de los miembros del equipo como con los receptores de los
comunicados. Las relaciones dominantes son las solidarias tendiendo a la
descentralización de la información; de la responsabilidad y de la toma de
decisiones en función de los objetivos de la comunidad. El desarrollo de las
fuerzas productivas y los medios de producción tiende a mantenerse en un mismo
nivel o a debilitarse en función de la poca capacidad de creación e innovación
tecnológica que se presenta en el modelo, a diferencia del comercial que posee
fuentes financieras importantes que impulsan y promueven su desarrollo. Es
decir, que la ampliación o fortalecimiento económico o lucrativo no es
prioritario en este modelo, sino que su valor de uso, de incidencia social es
lo fundamental. Así mismo, sus grados de vinculación con la institución madre
son leves, puesto que los modos de organización dependen en gran medida de
voluntades personales e interpretaciones subjetivas del deber ser de los
proyectos. Desde mi punto de vista, este modelo ha sido el inicial de la radio
universitaria nacional y de muchas de las emisoras que hoy funcionan de otra
manera.
La radio institucional es
resultado de cierto tipo de propiedad social que permite a organismos
permanentes que han demostrado históricamente su utilidad y que la sociedad a
través del estado, del gobierno o de diferentes asociaciones, reconoce como
valiosas, dotándolas de medios de producción o transmisión radiofónica. Su
fuerza de trabajo se integra por profesionales asalariados, técnicos que
independientemente de los lazos solidarios, posiciones que jueguen en la
comunidad, deben cumplir eficientemente tareas encaminadas a fortalecer los
lazos comunicativos entre la institución y determinado sector social,
anteponiendo a sus intereses personales aquellos declarados por el organismo al
que se pertenece. Sin embargo, cuando se trata de instituciones encargadas de
crear, enseñar y difundir conocimiento o promover la cultura en diversos
sectores sociales, es fundamental que se desarrollen mecanismos democráticos en
la toma de decisiones y en las relaciones comunicacionales dado que la
naturaleza participativa de su misión lo requiere. La conexión con el
desarrollo tecnológico es intermedia, pues es posible contar con mayor cantidad
de recursos financieros para la modernización del equipamiento dado su
reconocimiento social.
Este perfil, resultado de
interrelaciones específicas en los terrenos político, técnico y discursivo, ha
variado hacia otros, como los siguientes: a) institucional experimental formado
por la propiedad institucional del medio de comunicación y las herramientas
para producir materiales sonoros pero sin la clara definición de sus alcances,
objetivos, metas programáticas y con amplia autonomía derivada de la débil
incrustación orgánica a las políticas universitarias, a la planeación e, incluso
a su presupuesto, b) institucional popular caracterizado por un proyecto
de extensión cultural que otorga a los medios de comunicación una misión de
transformación social, cultural y política de los grupos dominados de modo que
puedan subvertir un orden social, c) institucional alternativo
que reconoce el valor de la radio como instrumento de sensibilización educativa
y artística en oposición a modalidades culturales comerciales, abriendo
espacios para la expresión de minorías ilustradas o sectores marginados de la
capacidad de decir en los medios de mercado d) institucional orgánico es
aquel que derivado de los intereses de una universidad establece un proyecto de
comunicación institucional privilegiando la difusión de la información útil
para el emisor en detrimento de las necesidades informativas del sector
demandante, con amplios sectores de programación dedicados a los temas llamados
oficiales. e) institucional estratégico que busca negociaciones
permanentes entre la demanda de oyentes y las necesidades institucionales,
luchando por una posición competitiva en el mercado radiofónico.
Otras variantes
prácticamente desconocidas en la radio universitaria mexicana pero vigentes en
otros países son la institucional mimética que ha puesto completamente a
las emisoras dentro del mercado y ha variado su programación hasta volverse
parecida a las radios comerciales existentes en la oferta radiofónica,
manteniendo pequeños espacios de información institucional y la comercial
estratégica que organizada mediante modos de producción privados e inserta
completamente en el mercado de medios y publicidad, asume responsabilidades
educativas y de servicio público.
Con base en esta
tipología, la radio universitaria y educativa nacional puede clasificarse en 7
estaciones bajo el perfil institucional experimental, 4 como institucional
clásico, 12 como institucionales alternativas y 5 emisoras orgánicas. Las
primeras, como los casos de las radios tecnológicas y de las universidades de
Campeche, Chapingo y Nuevo León, se caracterizan por: a) la falta de definición
y reconocimiento de sus objetivos por parte de la institución, b) debilidades
serias en la infraestructura de producción y/o transmisión que las obligan a
operar señales de bajo alcance, c) falta de apoyo económico que, para algunos
casos, se traduce sólo en el pago de una nómina de 2 o 3 personas y de la
energía eléctrica (algunas ni siquiera entran en los procesos de planificación
y presupuestación anual) y d) la programación tiene horarios reducidos,
inestables y con el apoyo de fuertes espacios musicales, o de programas
grabados por instituciones diferentes de las operarias. En casos extremos, se
nota cierto divorcio y desencanto entre los grupos de trabajadores y la
institución, cosa fácilmente percibida en la programación “al aire”. En otras,
la vitalidad es sorprendente, como en Radio Politécnico Nacional que opera con
un alto sentido comunitario y estudiantil, siendo la única estación en
transmitir 24 horas continuas todos los días de la semana y apareciendo en los
estudios de raiting del DF, con una audiencia muy valiosa dados sus 400 vatios
derivados de un transmisor que es prácticamente de desperdicio.
Las siguientes emisoras,
las institucionales clásicas y alternativas tienen mayor inserción en la
estructura de las universidades públicas, sólo superadas -en ese grado- por las
institucionales orgánicas en tránsito hacia la estrategia. Se caracterizan por
depender de entidades mayores, sean de comunicación social o extensión
universitaria, de las que retoman algunos lineamientos en su mayoría
implícitos, útiles sobre todo, para los procesos prácticos y concretos de la
operación que, no obstante, siguen requiriendo de una normativa explícita de la
que, algunas de ellas, están en proceso de realización. La infraestructura
técnica de transmisión y de producción es regular pero de naturaleza
profesional aunque no haya podido modernizarse ante la carencia de recursos
económicos pese al interés de las autoridades universitarias; un número
importante de ellas ha incorporado ya formatos y tecnología digital. Sus
debilidades principales están en la fuerza de trabajo, las relaciones de
producción y la gestión, pues los equipos laborales no son los suficientes, ni
los más capacitados para cumplir los objetivos declarados, sobre todo en los
aspectos de la producción radiofónica, dependiendo muchas veces de prácticas
sindicales viciadas que restan eficiencia al trabajo cotidiano. Aunque
participan de los procesos de planeación, evaluación y presupuestación, aún no
quedan claros los mecanismos de asignación presupuestal.
La programación oscila
entre perfiles de música clásica y bellas artes, como en Radio Universidad de
Guanajuato, de Sonora y Guerrero o las emisoras con mayores índices de apertura
a géneros populares como las de Aguascalientes o Sinaloa. En todos los casos la
presencia de personal no asalariado destinado a procesos voluntarios de
producción es notable, subrayándose los objetivos sociales de las emisoras en
detrimento de las obligaciones específicas como la divulgación de la ciencia,
la docencia y la extensión de la cultura de los servicios. En esto recae su
alternatividad.
Entre las innovaciones y
aciertos que hemos podido detectar destacan a:) los niveles de calidad y
creatividad de los colaboradores independientes de Radio Universidad de San
Luis Potosí que permiten una programación representativa de las condiciones
culturales de la ciudad sin mayores erogaciones por parte de la casa de
estudios, aunque la información universitaria esté disminuida, b) el impulso de
actividades paralelas a la transmisión radiofónica como la organización de
Radiotones para causas benéficas, promoviendo una cultura de la solidaridad y
responsabilidad social, como en Radio Universidad de Baja California, c) los
usos y costumbres interactivos, vía telefónica, mantenidos y estimulados de
manera explícita durante los programas en vivo de Radio Universidad de
Aguascalientes y d) el uso de modernas técnicas de captura, organización y
selección de los materiales sonoros orientados de manera periódica por estudios
de audiencia que realiza Radio Universidad de Puebla.
La institucionalidad
orgánica supone mayores niveles de compromiso entre la casa de estudios y sus
emisoras. Esto puede observarse en la dimensión político-conceptual mediante
orientaciones puntuales establecidas en los PIDES, la profundidad de sus
documentos normativos y la traducción de objetivos generales en políticas,
estrategias y metas anuales de producción. Todo, acorde con prioridades o
planes sistemáticos de la extensión universitaria o la comunicación social En
el plano técnico-económico, la infraestructura y los recursos humanos están más
desarrollados tanto en cantidad como en calidad, permitiendo mayor autonomía de
producción y mayor representatividad de los intereses universitarios en la
programación buscando equilibrios entre los fines sociales y los fines
propiamente institucionales de las radios. La carencia de recursos económicos
impacta, sobre todo, a los elementos infraestructurales, como se demuestra en
la obsolescencia y antigüedad de los equipos de transmisión, como en los casos
de Radio Universidad Veracruzana o Radio Universidad de Guadalajara,
inaugurando un tipo de desfase no conocido todavía en estaciones alternativas:
contar con amplios cuadros de producción institucional y no contar con
infraestructura adecuada de transmisión que permita la difusión real del
mensaje universitario.
Las relaciones
productivas siguen siendo un problema importante como en las variantes
anteriores. La carencia de reglas claras en las obligaciones laborales y
controles de calidad coexiste con las dependencias político-sindicales que
exigen negociaciones más allá de las estrictamente productivas.
En general, las ofertas
programáticas buscan el equilibrio temático, el cumplimiento de objetivos
sociales tanto como de objetivos institucionales, poniendo los primeros en
manos de colaboradores independientes o instituciones sociales, organismos no
gubernamentales, etc. y los segundos en manos de productores especializados. El
criterio de orgánico ha sido añadido en virtud de que los objetivos propiamente
universitarios o educativos han sido clarificados, los niveles de dependencia
en la estructura productiva son mayores y la programación refleja los intereses
de la casa de estudios en espacios especializados.
No existen en México
emisoras institucionales estratégicas. Estas se caracterizan por la misma
claridad institucional matizada por un uso dialogal del medio que planea sus
objetivos, entre sociales e institucionales, estrechamente ligados unos de
otros de modo que las políticas de producción y programación obedezcan a los
intereses manifiestos tanto de la audiencia como del emisor traduciéndose en el
lenguaje y los géneros escogidos para conformar la programación. Adicionalmente,
la estrategia incluye la búsqueda de una oferta programática capaz de luchar
por una posición determinada en el mercado de medios radiofónicos, iniciando un
proceso de reubicación de posiciones dominadas por la radio comercial a
dominantes en términos de credibilidad, aceptación social e, incluso, con
capacidad para remontar las reglas del mercado cultural de que se trate. La
ambición de una programación así supone dejar en la historia de una vez por
todas a la programación con temas complementarios y virar hacia otra pendiente
de las respuestas inmediatas y mediatas de las audiencias, dinámica,
interactiva, dialogal y del alto nivel formal y de calidad Es decir,
competitiva.
Aunque no existe el
modelo, observamos indicios de la evolución del orgánico hacia el estratégico
pues: a) se intentan utilizar géneros capaces de reflejar la problemática
social desde una óptica universitaria, como en el caso de Radio Universidad de
Guadalajara, cuyos abundantes espacios noticiosos conllevan un importante sesgo
reflexivo y crítico, b) varias emisoras, incluso de naturaleza alternativa,
están incorporándose al uso de las mediciones de audiencia para ajustar sus
ofertas y tratar de fortalecer su impacto social, y c) las necesidades
financieras de nuestras casas de estudios están orillando a la revisión de las
formas de financiamiento y la optimización de los equipos productivos.
El planteamiento
hipotético de estos modelos enseña con más claridad la realidad de la radio
universitaria y educativa en México Las tendencias nacionales se siguen
manifestando con la ventaja de no esconder las diferencias ni los conflictos o
la riqueza al interior de cada uno de ellos pues las partes que los forman -las
dimensiones político conceptual, técnico económico y discursivo- pueden tener
desarrollos particulares, desfases unos con otros e influencias recíprocas de
cara a sus propias transformaciones. No obstante, la verdadera dinámica del
sistema, la apreciación del movimiento de cada una de sus potencialidades, sólo
podrá ser vista mediante estudios particulares profundos que den cuenta de
ellos y de los elementos de ruptura válidos para todas sus variantes Ese es,
quizás, uno de los temas que dejamos pendientes.
4. - ¿Y ...VUELAN?
(Una aproximación al método de
atisbar en la bola de cristal para ver cómo el pasado puede volverse mañana)
Como el siglo, las
opciones de desarrollo de las radios universitarias tienen forma de abanico.
Pueden elegir variantes experimentales como los que existen en las
Universidades de Chapingo o Monterrey con transmisores de baja potencia,
operados por alumnos, estudiantes de comunicación, profesores de ingeniería
electrónica; de muy bajo costo para el presupuesto universitario y cumpliendo
objetivos útiles para audiencias pequeñas y especializadas con amplias
posibilidades de interacción con los miembros de la comunidad y persiguiendo
valores no formales, sino comunicativos de calidad. Pueden ser institucionales
de agitación popular como nacen las emisoras de Guerrero o Sinaloa,
institucionales alternativos como Oaxaca, Querétaro o Aguascalientes o las
institucionales orgánicas como la UNAM. Y también pueden elegir ser auxiliares
didácticos en circuitos cerrados, institucionales miméticos, como existen en
otras partes de América Latina y hasta comerciales de naturaleza estratégica.
Su definición las ubicará en determinado mercado de bienes simbólicos,
compitiendo con las radios comerciales, con recursos didácticos si se tratare
de instancias netamente educativas y hasta con medios alternativos de comunicación,
como los periódicos murales, volantes, altavoces comunitarios, etc. ¿Cuál sería
una propuesta de transformación organizativa de las radios universitarias del
sureste mexicano que considerara lo que son actualmente? ¿Todas tienen la
posibilidad de transformarse en modalidades discursivas con competitividad y
valor subversivo en sus respectivos mercados?
Si bien es cierto que el
tránsito de un modelo a otro no obedece a un continuum lineal pudiendo
presentarse transformaciones radicales, nos parece que es más fácil propiciar
cambios del modelo que se presenta más complejo hacia otro que tenga en cuenta
sus posibilidades, contradicciones y las oportunidades que el nuevo panorama
digital ofrece para la reconversión de los medios tradicionales de comunicación
en sistemas integrados multimedia. Considerando pues, la configuración de las
emisoras tipificadas con la figura de institucionales orgánicas,
pensamos que es necesario identificar y asumir sus contradicciones de modo que
vayan creándose las condiciones para la construcción del modelo institucional
estratégico.
El diagnóstico señala que
sus principales debilidades están en una definición y planeación que enfatizan
las necesidades institucionales en detrimento de la demanda de medios de
comunicación; que no cuenta con fuentes y asignaciones financieras suficientes
y equitativas en función de la eficiencia de las metas alcanzadas; qué está
organizada sin mecanismos claros de calidad y toma de decisiones y finalmente,
que su programación no está diseñada en función de objetivos de posicionamiento
en medio de un mercado dominante. En síntesis, la radio institucional orgánica
hace al medio de comunicación a imagen y semejanza de la institución de la que
depende, siendo una traducción de las contradicciones que se dan en el
organismo global, impidiendo o facilitando su desarrollo. Contrario sensu, los
medios en el mercado se han constituido en subsistemas de comunicación que
forman parte del sistema económico, cuya especialización lleva a aceptar
ciertos niveles de autorregulación y a resolver los desequilibrios particulares
en función del capital acumulado y las reglas específicas del campo. ¿Se podrán
desarrollar modelos que, manteniendo el modo institucional de la producción,
puedan permitir mayores niveles de independencia de las emisoras, de modo que
puedan decidir y luchar por ciertas posiciones en el cuadrante? ¿Las radios
orgánicas transmiten al margen de este mercado?
En lo particular creo que
las emisoras universitarias de mediano alcance (1,000 a 20,000 vatios) son
parte de la oferta radiofónica del mercado actual; coexisten con igual nivel
técnico de presencia que las emisoras comerciales en un espectro amplio de
ofertas que buscan oyentes entre toda la población disponible. No así, las
modalidades comunitarias, educativas o experimentales de radiodifusión que
parten de equipos transmisores de alcance restringido, que requiere de
prácticas especializadas de recepción.
Estas nuestras radios en
el mercado, requieren desde el inicio una definición. O son definidas en
palabras de la semiótica como un lenguaje de comunicación enfatizando los
procesos de creación y recreación de símbolos musicales y lingüísticos, o
recordamos su papel de medios de comunicación entre personas o instituciones
tendiendo a aumentar los coeficientes de comunicabilidad entre perceptores y
facilitar la reversibilidad de los mensajes o asumimos el concepto de
industrias culturales. También podemos definirlos como actores del campo
simbólico de medios de comunicación.
Definida como actor del
mercado radiofónico, la radio institucional estratégica existe en un espacio
donde la economía y la cultura son elementos indisociables y simultáneos
permitiendo que la legitimidad simbólica de un producto pueda adquirir valor de
cambio y negociarse por dinero. Más allá del mero hecho mercantil, la propuesta
supone que la radio tiene capitales, reglas, actores con determinadas
posiciones y elementos que resguardan la ortodoxia y que acotan el accionar de
los jugadores del campo. Y, este campo, considerando sus actuales niveles de
desarrollo se rige por mecanismos relativamente autónomos, diferentes del de
una institución educativa.
El mercado radiofónico
está formado por actores dominantes -los radiodifusores comerciales- que han
desarrollado por espacio de más de 50 años en nuestro país un capital
legitimado a través de amplios núcleos de audiencia. Géneros musicales nacidos
en sus propios estudios y que después han pasado a ser el recurso humano de la
industria disquera, estilos de hablar frente de los micrófonos; ritmos
específicos de encadenamiento de eventos musicales y lingüísticos, mecanismos
de promoción de contenidos y de medición del consumo, fuentes de riqueza
identificadas con la venta de audiencias a poderes publicitarios, son algunos
de sus elementos claramente diferenciados. La propia cultura, formada por
mercancías simbólicas producidas por estos actores, “tienen como referencia y
aspiración el gusto dominante, practican la cultura a través de actos
metafóricos, desplazados (...) (y) subraya tan rotundamente la dependencia de
la cultura media, su carácter heterónomo, como cuando afirma que está
constituida por las “obras menores de las artes mayores”(la Rapsodia en Blue,
Utrillo, Buffet), las obras mayores de las artes menores (Jacques Brel, Gilbert
Becaud) y los espectáculos característicos de las corridas de toros)” (García
Canclini, s/f; 17).
¿Y cuál es el papel de
nuestras emisoras metidas, sin querer, en este mercado dominante? Una de sus
posiciones es la de transformar el orden mediante la proyección de otro que
corresponde al mercado de la cultura de elite, atacando el gusto masivo y
convocando a un gusto alejado de los hábitus de clase de los grandes núcleos de
audiencia. Esta propuesta basada en la extensión de una modalidad cultural no
masiva, sugiere que las radios tengan un parecido mayor al de sala de
conciertos, un aula universitaria con altavoces, las bibliotecas o galerías
ampliando teóricamente las posibilidades de acceso a todo el pueblo, pero
cerrándolo en la realidad, pues los signos culturales tienen un gran contenido
político de exclusión a quien no comparte los valores, los símbolos; en fin su
lenguaje. Es decir, que siendo medio de comunicación para grandes grupos
sociales, termina siendo, en la práctica, para la elite poseedora de las
habilidades de la cultura críptica, autónomamente desarrollada. Estos oyentes,
elites capaces de gozar los lenguajes del arte, seguían en el momento de
contemplación sin costo, ni inversión, a través del consumo de bienes sin
tacha, desinteresados y nobles. Todos, productores y consumidores, con la única
visión de lo bello y lo moralmente aceptable para nuestro sistema educativo.
Considerando, como dice
Bordieu que los capitales no son igualables entre los campos y que la
subversión sólo es posible dentro de los límites del juego, otra modalidad es
justamente la estratégica. Esta posición, reconoce tener objetivos
institucionales que, no obstante, deben ser simbólicamente negociados con el
interés de ciertos segmentos de audiencia y con la dinámica específica del
mercado, mirando siempre hacia los elementos centrales que otorgan el valor
legítimo para minar sus bases y, a la larga, dirigir las transformaciones
posibles; requiere definiciones que medien entre la institución y el mercado
volviéndonos jugadores críticos, conocedores de las múltiples ofertas, sus
contradicciones y éxitos en el terreno de los oyentes; aprendiendo y negando
estilos, géneros musicales y programáticos. En otras palabras, habrá que pagar
el derecho de entrada al mercado, luchar por adquirir posiciones legítimas y
después, aspirar a la permanencia o a la subversión.
El poder de
transformación de la radio está limitado por las reglas del juego limpio y los
guardianes del orden. A diferencia de las bellas artes y, en general del
mercado cultural de elite que posee actores vigilantes de la doxa como críticos
de arte, historiadores, líderes de tendencias reconocidas, etc., el mercado de
las comunicaciones otorga al gusto de las audiencias, el poder de legitimar. La
asignación del valor, está puesta en las cantidades de oyentes que permitan, no
sólo reproducir financieramente el capital invertido, sino fundamentalmente, la
competencia de un lenguaje simbólico hecho cultura incorporada. Este gusto de
las audiencias, sin embargo, aparece sintonizado con la oferta dominante de
productos, no por un poder maléfico y aglutinador de los medios, sino por
reflejar la subjetivización humana de las estructuras objetivas. Entonces, las
posibilidades de ruptura están puestas en la propia estructura social y las
contradicciones entre los deseos-posibilidades de sus miembros y la capacidad
de los cuadros profesionales de la producción de poder traducirlos en géneros y
contenidos no cubiertos por la industria.
Aunque estos procesos de
transformación sociocultural tienen causas múltiples, es claro que la
Universidad no aspira únicamente a utilizar medios de comunicación para
informar de su oferta profesional, de la opinión de sus líderes o cohesionar a
la comunidad universitaria en torno de las figuras históricas de su memoria,
sino que intenta formar integralmente a sus egresados y también introducir
variantes críticas y propositivas para el desarrollo de diversos grupos
sociales como se ve en sus programas de vinculación con la empresa o con los trabajos
de servicio social comunitario. Su proyecto tiene que partir de una selección
de segmentos de audiencia, la identificación de sus necesidades y posibilidades
de desarrollo, el diagnóstico de sus prácticas de consumo cultural y la
identificación de fuentes universitarias útiles para tales oyentes.
Como se ve, el proyecto
institucional estratégico requiere de importantes mediaciones entre los
objetivos de la casa de estudios y la demanda de los segmentos de audiencia y
también entre esta propuesta negociada y los retos que impone la dinámica de la
industria y las nuevas tecnologías. Es un sistema con fuentes de
retroalimentación tanto en a) sector institucional, b) sector de la demanda c)
sector del mercado, la competencia y sus transformaciones tecnológicas.
En este rubro, la
revolución digital ha inaugurado una era de profundos cambios que afectan no
solamente al mercado radiofónico sino al mercado de las comunicaciones en su
totalidad. A diferencia de la tecnología analógica caracterizada por la
complejidad de la maquinaria, del alto costo de reparación y mantenimiento de
los sistemas y de la poca flexibilidad de uso de los mismos, en las últimas
décadas ha cobrado extraordinaria importancia la tecnología digital que permite
mayores niveles de calidad, bajo costo y sobre todo una gran versatilidad de
codificación abriendo las puertas a un momento crítico para los viejos medios
de comunicación y las nuevas redes integradas de información (RDS).
Las redes integradas son
producto del desarrollo de los lenguajes digitales y de tres soportes básicos
capaces de permitir la circulación de mensajes binarios: los sistemas
satelitales, el cableado de fibra óptica y las transmisiones electromagnéticas
de datos. Así, la modernización de medios de comunicación pasa por una
transnacionalización de los capitales divididos en empresas telefónicas,
satelitales, informáticas y electrónicas que buscan desarrollar lo más
rápidamente posible técnicas y aparatos que satisfagan las necesidades de la
oferta multimedia, pero también por la urgente reconversión de los medios de
comunicación sea en dichas redes o en proyectos con orientaciones y enfoques
culturales distintos, dadas las presiones en la oferta de los nuevos medios.
En México, las reconversiones
han provocado alianzas entre grupos radiofónicos irreconciliables como Radio
Red, Radio Centro y Grupo ACIR; ventas de corporativos completos de
radiodifusión con el objeto de orientar las inversiones hacia los sistemas
satelitales; intercambios financieros entre empresas telefónicas como Telmex y
Cablevisión, así como diversos movimientos para aumentar la competitividad en
el rango de las comunicaciones. Para citar algunos ejemplos, están la
construcción del cable transoceánico Columbett de 13,500 kilómetros de fibra
óptica que une Cancún con ciudad de México, Suramérica y Europa garantizando la
circulación de datos, voz, información, audio, vídeo a velocidades
impresionantes y cuyo líder inversionista Telmex afirma poder distribuir más de
23,000 canales con 320,000 llamadas telefónicas de manera simultánea; el
impulso a la plataforma multimedia satelital -a través de dos corporativos
MVS-Hughes-Venevisión-TV abril y el competidor SKY-Televisa-TVE-News-Tv Globo-
que proyectan un crecimiento importante de la televisión de paga en los
próximos cinco años ofreciendo cientos de canales de vídeo, decenas de señales
musicales, servicios de información como teletexto, Internet y correo
electrónico, telebanco y servicios a demanda como películas, programas televisivos,
juegos informáticos; el crecimiento previsible de los suscriptores de los
sistemas integrados por cable, etc. En radiodifusión se prevé el reequipamiento
con transmisores digitales capaces de enviar señales con calidad de disco
compacto y con transmisiones múltiples o paralelas de información o teletexto.
La oferta de las RDS calcula crecer en México el 42% en los próximos cinco
años, manteniendo el liderazgo latinoamericano que se ve hoy, al ser el segundo
país en infraestructura de Internet y en suscriptores de cable sólo por encima
de Brasil. Este mapa dominado por las RDS y no por los medios de comunicación
tradicionales como la radio y la televisión abiertas, representa nuevos
fenómenos de recepción y aculturación equidistantes de la economía
interdependiente y globalizada y de las reorganizaciones de los estados
nacionales. De un lado, obliga al replanteamiento de las prácticas de consumo
determinadas antiguamente por la existencia de un número limitado de ofertas y
el quiebre de conceptos tales como manipulación, control enajenante,
tergiversación política y ocultamiento de la información, etc., típicos en la
era analógica. Hoy, la excesiva segmentación posible por los altos niveles de
compresión digital o las bandas anchas de la fibra óptica, permite que los
sujetos puedan seleccionar información personalizada de acuerdo a sus gustos,
caprichos eventuales y en los tiempos adecuados con la facilidad de acceso que
da el telemando. La competencia feroz entre diversas plataformas y redes, favorece,
en alguna medida, el descentramiento informativo.
Esta sobreoferta
informativa que llega a la saturación, pone en el espacio de lucha simbólica de
las culturas locales y regionales numerosas imágenes, estilos de vida,
percepciones de diferentes países, que entran en conflicto por el valor
legítimo atentando contra las identidades. Así, un factor de competencia en
medio de ofertas culturales lejanas, diversas y especializadas, es la
producción regional y la defensa de la voz cercana a nuestras plazas públicas.
En consecuencia, el futuro de la radio está tanto en la competitividad entre
sectores amplios, como en la modernización tecnológica y la aproximación a
nuestras culturas y comunidades.
Lo estratégico entonces,
está también en la selección de opciones adecuadas de modernización tecnológica
y en la apuesta de conversiones programáticas posibles que respondan a
necesidades sociales y culturales insatisfechas. En consecuencia, la
programación ofrecida debe sintetizar estas variables buscando ante todo una
cobertura y equidad amplias tanto en la selección de sus públicos como de sus
temas, formatos y géneros elegidos, incorporando a los circuitos de red ofertas
especiales para públicos muy selectivos.
El error de las políticas
de nacionales de comunicación en la década de los 70 en nuestro continente ha
estado en los contenidos excluidos. Bajo la presión de la industria comercial y
los prejuicios infundados de los intelectuales en torno de la cultura media o de
masas, dichas orientaciones obligaron a diseñar contenidos, formatos y géneros
al margen de los que estaban ya probados en el mercado de medios. La parcela
menos competitiva y menos atendida, aquélla de explícitas intenciones
educativas y culturales reñidas casi siempre con la tendencia de
entretenimiento dominante, fueron el alimento principal de las radios
universitarias. ¿Pueden ser estratégicas las programaciones si no contemplan la
naturaleza de los contenidos y las gramáticas discursivas dominantes, encuentran
la razón de su éxito e intentan modificar las estructuras o los nexos de éstas
con determinados contenidos? ¿Priorizar los contenidos y géneros excluidos en
garantía de acceso a grandes públicos a privilegio de lectura o decodificación
de los educados?
La experiencia de la BBC
y de los modelos europeos han enfatizado el carácter generalista, plural y
equitativo de las políticas de programación, pues entre sus objetivos está
también funcionar como dinamizador de la calidad de la industria comercial. Es
decir, que se conciben como inputs del sistema de medios y también como
impulsores de una nueva cultura de medios de comunicación. ¿Las universidades
mexicanas también tienen esta misión? ¿Debemos priorizar los contenidos y
formas marginales, como garantía de pluralidad y retroalimentación de las
sociedades democráticas como afirma la PBS en los Estados Unidos?
Tanto la experiencia
norteamericana como la derivada de las políticas nacionales de comunicación
basan su programación en la orientación complementaria: mientras que se acepta
que las emisoras del mercado propongan géneros masivos, se exige que las
estaciones de servicio público se deslinden ofreciendo lo que no tiene entrada
en esas transmisiones. Sus audiencias, en reciprocidad, representan las mismas
tendencias marginales olvidando la responsabilidad social con los grandes
núcleos de consumidores de programas radiofónicos. Las radios universitarias
definidas como institucionales alternativas parten del mismo principio, aunque
han sido influidas por géneros musicales populares y estilos periodísticos,
como se demuestra en el análisis de las barras de Radio Universidad de Campeche
o de Oaxaca, en aras de ampliar sus nichos de consumidores.
En cuanto a una propuesta
estratégica, la programación debe asumir de manera consciente y profunda la
naturaleza y las consecuencias de emisiones generalistas, mixtas entre la
música y la palabra y los diversos formatos y géneros existentes, realizando
investigaciones que determinan las razones de éxito de los géneros dominantes y
los modos de subvertir sus gramáticas y estilos. Si la programación es
múltiple, entonces “el otro” se convierte sin duda alguna en “los otros” que
obligan a enfoques complejos y diferenciales según se trate de campesinos,
obreros, amas de casa, burócratas, jóvenes o los mismos miembros de la
comunidad universitaria ya que “la universidad contemporánea no puede dejar de
volver su mirada hacia sus estudiantes, hacia esos millares de jóvenes que año
tras año le dan sentido. Y ello, dentro del reconocimiento de sus
características, de sus incertidumbres, de sus búsquedas y de sus necesidades
de información” ¿Y puede dejar de mirar o de oír a otros sectores, como el de
los padres de familia, los trabajadores y el sector profesional? (Prieto, 1996:11).
Una de las fortalezas de
la radio, según las enseñanzas de Brecht, que cobra aún mayor importancia en
estos tiempos de la tecnología digital y la creciente interactividad favorecida
por la rapidez y flexibilidad de las redes integradas, es la cercanía afectiva
de los signos sonoros y las posibilidades de la comunicación biunívoca. Los
contenidos radiofónicos, entonces, deberán ampliar sus posibilidades de
relación con las audiencias no solamente a través del mercadeo o las mediciones
de la audiencia, sino y sobre todo a partir de las relaciones directas con sus
públicos mediante la red telefónica, los servicios del correo e, incluso, de
algunas experiencias del periodismo civil, de modo que se faciliten las
relaciones entre hablante y oyente, fortaleciendo el pacto de la legitimidad
del decir-oír en la radio.
La programación
complementaria, a mi modo de ver, no justifica en estos tiempos de las redes
integradas de información que garantizan por la multiplicidad de canales la
atención de segmentos especializados de mercado, la operación de radioemisoras
universitarias de aire. Estas deben ser, como se ha mencionado, mixtas y
generalistas en aras de públicos igualmente diversos y amplios. En cambio, los
esfuerzos especializados, la atención de demandas específicas pueden realizarse
de manera económica, flexible y eficiente mediante las nuevas tecnologías como
las redes informáticas de audio y vídeo, sin menoscabo de las otras funciones
para toda las sociedad.
La naturaleza estratégica
de las radios universitarias no acaba con una reconcepción del medio, su
entorno y sus oportunidades de desarrollo tecnológico o el diseño de sus
contenidos. También requiere de una selección congruente de políticas de
financiamiento y de organización para el trabajo. En diferentes partes de
Europa y América se han llevado a cabo polémicas sobre las fuentes de
financiamiento de los medios de servicio público que, en lo particular, se
refieren al subsidio universitario. Pasquali, en Venezuela, por ejemplo,
defiende la necesidad de que el financiamiento sea público como condición
indispensable para la existencia de estaciones públicas. Es decir, que sean los
habitantes anónimos a través del pago de impuestos y la redistribución de la
riqueza realizada por el estado quienes mantengan la economía de este tipo de
medios, misma que deberá estar sujeta a normas escritas de ejercicio y de
candados y supervisiones también públicas que garanticen el adecuado uso de
tales recursos. Lo mismo se piensa en amplios sectores españoles. Contra la
tendencia conservadora que encuentra ilegítimo el mantenimiento de grandes
medios de comunicación dado el déficit fiscal del estado aumentado por el peso
burocrático, se sugiere la liberalización o privatización de tales empresas.
Los argumentos como hemos visto en apartados anteriores van desde la necesidad
de retroalimentación de las audiencias y reconocimiento del valor y efectividad
de la oferta, hasta la necesidad de distribuir en áreas más significativas de
la sociedad los escasos fondos con los que cuenta la administración pública.
Quienes aceptan la comercialización entienden que la dependencia del mercado
hará que la empresa se adecue internamente para aumentar su eficiencia y
capacidad competitiva en beneficio de la misión definida. Quienes no, señalan
que es obligación del estado financiar proyectos comunicativos como base para
el desarrollo, alejándolos de la competencia en el mercado que los orillaría a
descender sus niveles de calidad al estándar de la industria en detrimento de
sus propios fines. Debemos exigirle a nuestras emisoras que sean competentes,
pero no competitivas, decía Jordi García ante las polémicas sobre el
financiamiento del sistema público español.
Respecto del papel de la
economía y la cultura, nosotros tenemos una posición ligeramente diferente.
Cultura y dinero no son siempre excluyentes. En primer lugar, porque todo
intercambio de valores -sean estos monedas, bienes o cheques al portador- está
rodeado de expresiones simbólicas, sentidos y formas de ver, sentir y vivir la
sociedad. En segundo lugar, porque no son únicamente los criterios del dinero
-tanto inviertes tanto recuperas- los que le dan legitimidad a las cosas y
bienes que se consumen. Ésta, deriva de un campo autónomo, de reglas, de
historias, de poderes que hacen un objeto valioso e intercambiable por dinero.
¿El mercado de la ópera, caro y rentable como lo es también el de las obras
pictóricas, el de algunas producciones editoriales, etc., vale dinero por la
inversión realizada o por el contenido original dentro de las reglas del propio
arte, el dominio de la voz, el manejo de formas o colores, por las ideas
expresadas? ¿La reproducción mecánica de las mismas - tirajes, casetes, libros,
etc.- afecta notablemente la originalidad de la producción o, simplemente la
comparte con medio mundo, aumentando fortunas y consumidores que encuentran el
valor artístico sui generis? ¿La radio universitaria, puede tener un valor en
dinero entre sus propios consumidores?
Aunque, como dice el
encabezado del párrafo anterior, cultura y dinero no siempre son excluyentes,
hay que hacer notar que sí pueden serlo. El mercado es cruel, dicen quienes han
vivido un tiempo en él y saben que la formación de consumidores y de mercados
es un proceso largo que puede dejar de lado numerosas expresiones que sin un
subsidio no podrían efectuarse ¿De verdad, pueden competir nuestras emisoras
universitarias en un mercado abierto, con una mano atada detrás de la espalda,
viendo que la competencia vende productos probados por el consumo, como el
amarillismo en la noticia, las canciones fáciles y violaciones al lenguaje
correcto, sin poder ni desear equipararse? ¿Cuánta desproporción social e
injusticia vendría de la mano del hecho de pagar todos los bienes culturales y
educativos que circulan en el mundo o en un país?
La falta del mercado, es sin
lugar a dudas, otro problema. En la mayoría de nuestros departamentos de radio
o vídeo, la producción editorial universitaria o los eventos culturales, la
ausencia del mercado o, algo que lo simule, ha brindado comodidad y
tranquilidad en las políticas extensionistas. Justificados en fines nobles,
ideales de expresión estética, compromisos declarados en las misiones de
nuestras universidades y engolosinados con el adorno y prestigio de la imagen
culta de nuestras instituciones, la variable consumidor, cantidad y calidad,
tanto al interior de nuestra comunidad como al exterior de las mismas, no es
demasiado importante. Total, podemos explicar que la música clásica no es
suficientemente oída por la deformación de los medios de comunicación, que la
poesía no es demasiado leída en tiempos neoliberales, o que tal tema o
conferencia sólo es importante para grupos reducidos para la población. ¿No es
verdad que la ausencia de mercado, de no depender de nuestra eficiencia
económica, ha hecho que la selección de contenidos culturales, estrategias de
vinculación con nuestros públicos, formatos utilizados, tengan una libertad tal
que su éxito se mida por el discurso y no por la cantidad o calidad de
usuarios, o su repercusión social? ¿Hemos, en contraparte, desarrollado
conceptos, indicadores, medidas, para demostrar que nuestro trabajo es
impactante y valioso para la formación de nuevos mercados de cultura? Las
relaciones cultura y economía, son ambiguas. Se antoja, necesario impulsar
programas autofinanciables no solamente por la cuestión de manejar ingresos
adicionales para estimular la producción cultural de nuestras universidades o
asumir creativamente el recorte subsidios a la extensión cultural, sino también
como una de las variables importantes de pertinencia de las políticas
culturales. Habrá, pues que demostrar que nuestras acciones son consumidas,
apropiadas también es una buena palabra, por amplios núcleos de la población,
que la demandan sea con costo en dinero o en valor de uso o goce que somos
capaces de ofrecer dichos servicios de manera oportuna y eficiente. Cabe, desde
luego, la opción de que fueran espacios de consumo pequeños y cerrados, pero
vitales en el liderazgo social, según la misión o estrategia expresa de cada
una de nuestras instituciones.
No hay que perder de
vista, sin embargo, que no todo aquello que se mantiene en el mercado, que goza
de amplios núcleos de consumidores es, de suyo, correcto y que lo que no ha
podido entrar y mantenerse es, de entrada, innecesario para nuestra sociedad.
¿Cómo lograr un sano equilibrio entre necesidad institucional y demanda de los
servicios; entre subsidio público y autofinanciamiento?
El financiamiento de las
radios universitarias debe ser también estratégico y como consecuencia mixto.
Esto quiere decir que abogamos por la permanencia del subsidio que garantice el
control de la institución sobre los medios de producción y de transmisión
radiofónica y el cumplimento de objetivos básicos expresados en la misión, como
también sugerimos que se establezcan mecanismos de mercado para determinados
bienes y servicios que pueden ser competitivos y autofinanciables. Las figuras
disponibles para realizar estas divisiones son la conformación de asociaciones
civiles o empresas parauniversitarias que permitan la doble fuente de
financiamiento: el subsidio destinado a los proyectos estratégicos de
modernización de la planta productiva, la capacitación de una elite
administradora y el mantenimiento de un pequeño sector operativo encargado de
las rutinas básicas de transmisión, mientras que, por otro lado, el sector de
producción de materiales audiovisuales pueda tener una organización flexible
para contratar servicios por honorarios a productores independientes y vender
materiales comunicativos al gran público.
Otro de los factores que
inciden en lo estratégico de la institución es la organización del personal y
las modalidades de gestión. A la fecha, dichos elementos de la dimensión
tecnico-económica tienen la huella de las entidades burocráticas del organismo,
por lo que se sugiere implementar mecanismos claros de control de calidad, de
promoción y sanciones que le dan a la esfera una mayor autonomía respecto de
los procesos políticos internos. Esta transformación puede lograrse a través de
un programa de formación de equipos de alto rendimiento avalados por políticas
administrativas ajustadas a estos fines o bien a través de las mismas figuras
señaladas anteriormente.
La complejidad del fin de
siglo nos enfrenta al conflicto moral de clonar nuestras raíces; de agotar
nuestros esquemas racionales en complejas redes de intercambio cultural y
económico entre naciones; de sucumbir en la “cultura de la muerte” y del
espectáculo que de manera masiva e ilimitada se presenta ante nuestros ojos
mediante sistemas multimedia, pero también con viejos horizontes
civilizatorios, la miseria y el tercer mundo que no conoce de los 16 mil cien kilómetros
de microondas, el sistema satelital, la telefonía celular o el mundo de los
cibernautas. Ese formado por la inmensa mayoría de los mexicanos, entre los
cuales 26 millones de habitantes se encontraban en 1980 con un nivel educativo
elemental o los 3,231,612 hablantes de lenguas indígenas, viviendo una realidad
cotidiana problemática tanto en sus aspectos ecológicos, culturales,
económicos, educativos y políticos sin resolución y sin políticas claras en los
regímenes que no emanaron simplemente de la Revolución Mexicana, sino de la
borrachera autoritaria el Estado Benefactor y el desarrollo de las tendencias
neoliberales.
Ambos momentos enfrentan
a los hombres sabios, aquéllos descritos por Séneca que se empeñaban en conocer
los misterios de la vida y la muerte y asumían la verdad como remedio de la
vida, contra otros que hemos visto nacer con el encanto irracional del control.
La postmodernidad nos ha sumido en la inmanencia. “En otras palabras, al estar
vaciado el ser humano de valores trascendentales, ha quedado reducido a vivir
encerrado en sí mismo. Y es que el fundamento de la comunicación entre los
hombres y las mujeres reside en servir a valores que anteponen a ellos mismos”.
Inmersos en esta dinámica regida por los intereses superficiales del placer y
del mercado, nuestras universidades buscan un lugar que no sea simplemente el
del espejo. (Prieto, s/f; 69)
En la búsqueda, las
instituciones de educación superior han tenido que asumir críticas y retos en
lo referente a sus sistemas pedagógicos, sus mecanismos de retroalimentación y
evaluación, las líneas de investigación de poca contribución inmediata al
desarrollo social o a la transferencia tecnológica, sus modelos de extensión
cultural que exageran las manifestaciones artísticas en detrimento de la
vinculación con los sectores productivos, etc. Como quiera que sea, los retos
fundamentales de las universidades mexicanas están no solamente en formar
recursos humanos competitivos mediante mecanismos académicos, administrativos y
organizacionales eficientes sino también en el fomento de valores humanistas
como la ética, la estética y el sentido crítico que permitan asumir los cambios
económicos y políticos de manera creativa, pues “podrá existir progreso
tecnológico, aumento de riqueza, expansión material, incremento de las
comunicaciones, perfeccionamiento científico, reagrupación política,
modernización social, etc., pero si no hay transformación de nuestras
estructuras psíquicas, finalmente, no hay avance de nuestra sociedad”.
(Esteinou, 1996).
Las proyecciones en este
avance, por lo menos en lo que pueden coadyuvar los medios de comunicación
universitarios, se ven limitados porque sólo un 24% de las instituciones de
educación superior afiliadas a ANUIES opera estaciones radiofónicas y, además
tienen diversos grados de desarrollo. Asumir en las condiciones actuales la
transformación de dichas radios hasta convertirlas en medios de distribución de
contenidos indispensables para el desarrollo regional y nacional y no de
circulación de información parasitaria desvinculada de las urgentes necesidades
municipales y estatales donde actúan, supone un intenso camino de
experimentación que debe situarse más allá de viejos prejuicios y mitos
organizacionales. Es decir, que la radio universitaria de los próximos años
tiene en esta figura institucional-estratégica un campo maravilloso de
desarrollo sólo limitado por la capacidad de sus cuadros profesionales. Las
modalidades específicas que adquieran sus dimensiones políticas, económicas y
discursivas, serán los elementos para la identidad institucional y, a la larga,
capitales acumulados para redefinir la comunicación de servicio público en el
país.
Carrillo Grageda,
Manuel
“Radio
Universidad, ayer y hoy” en:
Revista
Universitarios
Órgano informativo
de la UASLP
Vol1. Marzo/abril
de 1993
San Luis Potosí,
México.
Esteinou Madrid,
Javier
“La televisión
universitaria dentro del horizonte del servicio público”
en:
Revista
electrónica Razón y Palabra, número 2, año 1, marzo‑abril 1996
http://www.cem.itesm.mx/dacs/publicaciones/logos/anteriores/univer.htm.
ITESM, Monterrey,
México.
García Canclini,
Néstor
Desigualdad
cultural y poder simbólico
ENAH, s/f
México, DF.
Lechner, Norbert
Cultura política
y gobernabilidad democrática.
IFE. Colección
“Temas de la democracia”
México, 1995.
Prieto Castillo,
Daniel
Las emisoras
universitarias frente a las transformaciones de fin de siglo
Conferencia en el
Primer Festival Centroamericano de la Radio (UNESCO-RADIO NEDERLAND-FELAFACS)
(fotocopias)
San José, Costa
Rica.
Octubre, 1996.
Prieto, Francisco
Utopía y paraísos
perdidos
Ponencia en el X
Aniversario de la Revista Culturas Contemporáneas
(fotocopias)
Universidad de
Colima
Colima, México,
1996.
Ramírez Loría,
Hernán
“Proyección de la
Universidad a través de la radio” en:
Foros de consulta
popular sobre comunicación social.
Tomo 4, julio de
1983
México.
Romo, Cristina
Las otras radios;
voces débiles, voces de esperanza
IMER-Fundación
Manuel Buendía
México, 1990.
Toussaint,
Florence:
“Radio Unam,
medio siglo” en:
Revista Proceso No.553
8 de junio de
1987.
Zea, Leopoldo
“La difusión
cultural y la extensión universitaria en el cambio social de
América Latina”
II Conferencia
Latinoamericana de Difusión cultural y Extensión
Universitaria
(fotocopias) México, 1972.
(1) Fragmentos de la
ley vigente, según la “Compilación Jurídica de Radiodifusión”, editada por la
Dirección de Radio de RTC de la Secretaría de Gobernación. México, 1982.
(2) Discurso
inaugural de la emisora XEXX, Radio UNAM, dicho por su director fundador, el
Lic. Alejandro Gómez Arias. Puede encontrarse en la página web de la emisora: http://www.radiounam.mx
(3) Idem.
(4) Entrevista a
Alejandro Gómez Arias. Puede encontrarse en la página web de la emisora: http://www.radiounam.mx.
(5) La emisora de
Radio Universidad de San Luis Potosí publica un boletín donde informa a sus
oyentes de la programación mensual y difunde editoriales sobre la música
clásica. En algunos de sus ejemplares se evocan las condiciones de fundación,
como en el boletín núm. 55, V época, con fecha de marzo de 1985. La entrevista
de Laura Jáuregui al director de la emisora (“Algo sobre Radio Universidad y la
buena música”) da cuenta de lo que ha representado la música comercial y los
cambios suscitados por los medios de comunicación.
(6) Nota tomada de
una antología de textos sobre José Vasconcelos y la Universidad. Textos de
Humanidades núm. 36, p. 60. Ed. UNAM. Difusión Cultural, 1983.
(7) Marco de
Referencia para la evaluación. Documento de trabajo de los CIEES. Junio de
1996. México. SEP. Coordinación nacional para la planeación de la educación
superior.
(8) Algunas emisoras
han incorporado transmisiones en bandas complementarias como la AM o la FM
según el caso, tendiendo a desaparecer los usos internacionales de la onda
corta. En la lista general aparecen 27 IES, aunque 7 de ellas operan más de 2
frecuencias, en lo general con la misma programación salvo las señales de San
Luis Potosí y la UNAM. Para efectos estadísticos consideramos a todas las
repetidoras como una y a San Luis como 2. Debería ser la misma consideración
para RADIO UNAM, sin embargo la consideramos una por carecer de información
específica.
(9)
En
entrevista personal con el Lic. Jorge Lara, director de Comunicación Social de
la Universidad de Querétaro se señala que las dinámicas culturales y
productivas desatadas en los medios de comunicación requieren conceptos más
amplios de cultura de los que se manejan tradicionalmente en la difusión
cultural o la extensión.
(10)
Es
necesario aclarar que el concepto es válido para la mayoría de las estaciones
universitarias, excluyéndose aquéllas que cuentan con equipos sólidos de
producción radiofónica como es el caso de Radio Universidad Veracruzana, Radio
UNAM, y Radio Universidad de Guadalajara, y las que obedecen a lógicas
experimentales. La exclusión requiere también de importantes matices
dependiendo de la misión y objetivos que orientan sus líneas de producción.
FORMA DE CITAR ESTE TRABAJO DE LATINA EN
BIBLIOGRAFÍAS:
Nombre del autor, 2000; título del texto, en
Revista Latina de Comunicación Social, número 27, de marzo de 2000, La Laguna
(Tenerife), en la siguiente dirección electrónica (URL):
http://www.ull.es/publicaciones/latina/aa2000tmar/125/irving.html
Revista Latina de Comunicación
Social
La Laguna (Tenerife) - marzo de 2000 - número 27
D.L.: TF - 135 - 98 / ISSN: 1138 – 5820 (año 3º)
http://www.ull.es/publicaciones/latina
Fragmentos de la ley vigente, según la “Compilación Jurídica de
Radiodifusión”, editada por la Dirección de Radio de RTC de la Secretaría de
Gobernación. México, 1982.
Discurso inaugural de la emisora XEXX, Radio UNAM, dicho por su
director fundador, el Lic. Alejandro Gómez Arias. Puede encontrarse en la página web de la emisora:www.radio unam.mx.
Ïdem.
Entrevista a Alejandro Gómez
Arias.Puede encontrarse en la página web de la emisora:www.radio unam.mx.
La emisora de Radio Universidad de San Luis Potosí publica un boletín
donde informa a sus oyentes de la programación mensual y difunde editoriales
sobre la música clásica. En algunos de sus ejemplares se evocan las condiciones
de fundación, como en el boletín núm. 55, V época con fecha de marzo de 1985.
La entrevista de Laura Jáuregui al director de la emisora (“Algo sobre Radio
Universidad y la buena música” ) da cuenta de lo que ha representado la música
comercial y los cambios suscitados por los medios de comunicación.
Nota tomada de una antología de textos sobre José Vasconcelos y la
Universidad. Textos de Humanidades núm. 36, p. 60. Ed. UNAM. Difusión Cultural,
1983.
Marco de Referencia para la evaluación. Documento de trabajo de los
CIEES. Junio de 1996. México. SEP. Coordinación nacional para la planeación de
la educación superior.
Algunas emisoras han
incorporado transmisiones en bandas complementarias como la AM o la FM según el
caso, tendiendo a desaparecer los usos internacionales de la onda corta. En la
lista general aparecen 27 IES, aunque 7 de ellas operan más de 2 frecuencias,
en lo general con la misma programación salvo las señales de San Luis Potosí y
la UNAM. Para efectos estadísticos consideramos a todas las repetidoras como
una y a San Luis como 2. Debería ser la misma consideración para RADIO UNAM,
sin embargo la consideramos una por carecer de información específica.
En entrevista personal con el
Lic. Jorge Lara, Director de Comunicación Social de la Universidad de Querétaro
se señala que las dinámicas culturales y productivas desatadas en los medios de
comunicación requieen conceptos más amplios de cultura de los que se manejan
tradicionalmente en la difusión cultural o la extensión
Es necesario aclarar que el
concepto es válido para la mayoría de las estaciones universitarias,
excluyéndose aquéllas que cuentan con equipos sólidos de producción radiofónica
como es el caso de Radio Universidad Veracruzana, Radio UNAM, y Radio
Universidad de Guadalajara, y las que obedecen a lógicas experimentales. La
exclusión requiere también de importantes matices dependiendo de la misión y
objetivos que orientan sus líneas de producción.