LAS TÉCNICAS
FREINET COMO DESARROLLO DE UNA DIDÁCTICA CRÍTICA
Rafael Jiménez Gámez
Hasta ahora la teoría crítica de la enseñanza ha
tenido un gran relieve y desarrollo en ámbitos universitarios, aunque su
plasmación práctica ha sido menos visible. El autor pretende demostrar cómo los
principios que guían una práctica crítica de la enseñanza pueden realizarse
mediante las técnicas freinetianas. Unos apuntes ha
profundizar en futuras investigaciones.
I. ¿Por qué es
necesario rescatar las técnicas Freinet y la práctica del Movimiento
Cooperativo de la Escuela Popular desde la Didáctica?
Ya desde mi práctica en la escuela primaria, en la
difícil segunda mitad de los setenta, mi acercamiento a Freinet supuso un
descubrimiento de las posibilidades que las técnicas puestas en marcha por Celestin y sus seguidores aportaban en aquellos momentos de
transición. Habíamos salido de una dictadura política, mientras la escuela
seguía siendo un reducto fuertemente opaco a cualquier transformación de los
modelos pedagógicos del nacionalcatolicismo.
Recuerdo los sinsabores de la puesta en práctica de algunas de las técnicas,
como la asamblea y la oposición feroz de algunos compañeros que no
consideraban aún “maduros” a los alumnos y alumnas de segunda etapa para
participar democráticamente en la disciplina escolar (I ).
Recuerdo también que en el año 1976 se publican dos
trabajos del profesor Gimeno (1976 a y 1976 b) que constituyeron una muestra
de que algún sector de la aún bastante anquilosada Pedagogía Universitaria
comenzaba a ser receptivo con el 7movimiento Freinet que ya se estaba
introduciendo, aunque de forma esporádica y aislada, en la escuela primaria de
nuestro país. Como ya había ocurrido en otros países de nuestro entorno
especialmente en Italia ‑los movimientos cooperativos de profesores en
pos de una escuela democrática y popular habían sido un instrumento
fundamental para la reconstrucción de una educación en libertad.
Pero este acercamiento a Freinet desde la Academia
es esporádico y puntual. Aunque se traducen sus trabajos y materiales
curriculares (Biblioteca de Trabajo) que sirven para guiar muchas de las prácticas innovadoras que surgen en esta década, no es este
autor objeto de la investigación y análisis desde la Universidad.
No es hasta la década de los ochenta cuando,
precisamente con las nuevas corrientes que desde la Didáctica impulsan la
conexión teoría‑práctica, cuando se produce la aproximación hacia las
técnicas (2) Freinet y entre el Movimiento Cooperativo de la Escuela Popular (M.C.E.P.) (protagonista fundamental de los Movimientos de
Renovación Pedagógica) y la Universidad (3).
Aunque durante esta década, con la “movida” de la
prerreforma y la “institucionalización” de los MRP's
se produce una cierta “guadianización” del movimiento
Freinet, éste sigue vivo. Aunque desaparezca Colaboración, surge Kikirikí, que, precisamente, dedica este número a la
figura del “padre”. Pero no creo que la labor sea resucitar el “cadáver” de un
ilustre educador, sino rescatar para la Didáctica unas prácticas que han estado
vivas en el M.C.E.P. y que la Universidad, empeñada
en investigar “sobre” y no “con” los profesores, ha olvidado, enmascarando sus
graves deficiencias y su “teoría práctica” conservadora (nuestra práctica
docente universitaria no ha solido coincidir con la
práctica que recomendábamos a nuestros alumnos).
Claro está, rescatar la práctica viva de Freinet,
realizada por el M.C.E.P., ya sabemos que no ha
supuesto la dogmatización y el seguimiento fiel de
las técnicas practicadas por el “padre”. Como afirma Avanzini
(1985), refiriéndose al Instituto Cooperativo de la Escuela Moderna:
“Ha mantenido en conjunto, desde
1966 (fecha de la muerte del fundador) una magnífica unidad, y si la autoridad
intelectual de Freinet constituye a la vez el horizonte y el regulador de su pensamiento,
la voluntad de una fdelidad literaria no ha estirilizado en nada el espíritu de investigación, ni ha
reducido la capacidad inventiva”
(p. 76).
En el caso español, Paco Olvera
(1988: 29) se pronuncia de modo similar cuando habla del aula Freinet no como
una “iglesia” que sigue fielmente el “catecismo” freinetianio,
sino como un lugar abierto a cualquier innovación educativa que coincida con
los fines del Movimiento Cooperativo.
La llamada de Dino Salinas
(1995) en el Congreso Internacional de Didáctica de La Coruña en 1993 no nos
coge de imprevisto. Este autor afirma que desde la Didáctica hemos estado
utilizando modelos teóricos para teorizar la transformación de la enseñanza,
pero no hemos utilizado modelos de acción estratégicos para transformarla. Es
necesario un reordenamiento y una clarificación, un nuevo replanteamiento
epistemológico:
“Analicemos y debatamos el valor
y alcance de nuestra investigación y de las metodologías utilizadas y tratemos
de
establecer
agendas de investigación que generen conocimiento, no universal, pero sí
estratégico para la renovación pedagógica” (58).
Es necesario pues incidir en criterios y
orientaciones para la acción. La Didáctica debe reasumir la función de guía de
la práctica educativa que ilumine (no regule técnicamente) el conocimiento
liberador y transformador. Creo que uno de los modelos transformadores más
adecuados, en nuestras coordenadas, es el de Freinet. Sin embargo, con
frecuencia, desde la introducción en nuestro país de las corrientes
anglosajonas de estudio del curriculum, a la hora de
ejemplificar, solemos utilizar modelos procedentes de ese ámbito que pueden
estar bastante descontextualizados.
Sin duda, Freinet ha sido “uno de los pedagogos con
más influencia en los movimientos de la renovación de la enseñanza en el Estado
Español” (Martínez Bonafé, 1994: 58).
Es necesario reelaborar unas
... consistentes teorías de la enseñanza... No todo
consiste en averiguar los conocimientos previos de los alumnos, sino que, a
partir de ellos, hay que realizar actividades que permitan un proceso de (das
cosas»“ (Imbernón, 1991 : 4)
Las técnicas Freinet pueden servir de estrategias
para guiar el desarrollo del curriculum. No podemos,
desde la Didáctica, recomendar la elaboración de teorías que, a los profesores
“les sea imposible contextualizar por falta de referencias de estrategias
metodológicas que se apliquen en la práctica” (p. 50).
Por supuesto, estas estrategias, deben de huir de la aplicación tecnológica,
del recetismo.
Incluso desde el Movimiento de la Escuela Moderna,
se reclama la reflexión teórica y la sistematización de la pedagogía freinetiana, desde un punto de vista epistemológico, ya
que, en caso contrario, se corre el riesgo de que quede aislada y cerrada sobre
sí misma. (Neiva y Lima, 1995: 83). El M.E.C.P. de nuestro país intenta, con esta revista ‑Kikirikí‑ esa necesaria reflexión y fundamentación teórica.
Algunas de las razones de la idoneidad de las
técnicas Freinet, que se practican en el M.C.E.P.,
para formar parte del conocimiento estratégico. Para la renovación pedagógica
son las siguientes:
a) Es un movimiento abierto que huye de la
“escolástica” y que ha incorporado innovaciones que han tratado de superar las
limitaciones de algunas de las aportaciones originales de Freinet, tales como
los planteamientos psicológicos y una cierta visión “puritanista”
de los medios audiovisuales o del juego (4). Tal como
afirma Martini (1992: 42) el Movimiento Cooperativo,
mediante la investigación, debe traducir en técnicas de vida la acción
didáctica sin caer en conquistas definitivas ni en recetas pedagógicas.
b) Los textos del propio Freinet (5) están
redactados en un lenguaje intuitivo y sencillo, rico en metáforas, por lo que
coincide con el tipo de lenguaje en el que se expresa el pensamiento práctico
de los profesores. De este modo se favorecerá el aprendizaje profesional
reflexivo de los profesores como reconstrucción de su pensamiento práctico
(Pérez Gómez, 1988).
c) Como no todos los profesores son “actores que
tienen que inventar el guión”, Freinet trata de colocar al maestro “medio” (y
no sólo a los dotados de excepcional capacidad) en condiciones de desarrollar
correctamente su trabajo. El esfuerzo de reelaboración de materiales
curriculares de modo cooperativo es la base del éxito de la difusión de la
pedagogía freinetiana (Pettini,
1977: 18).
d) Por último, las técnicas Freinet nos ofrecen un
entorno educativo global que va a permitir un aprendizaje para la comprensión contextualizado (Gardner, 1993).
El “método natural” freinetiano, al partir de las
necesidades vitales de los niños y niñas, va a intentar provocar un
aprendizaje relevante y va a ir transformando la escuela en un espacio de
vida, más que de aprendizaje (Angulo, Melero y Pérez Gómez, 1995).
2. Los principios de una
Didáctica Critica.
No es difícil justificar una Didáctica Crítica en
una sociedad postindustrial como la actual, agudamente diagnosticada por
Manuel Castell (1994: 1553).
Vivimos en una sociedad in formacional en la que los
valores e intereses no se estructuran ya sobre las bases del trabajo (p. 47). La universalización de la economía y el control que desde
determinados y privilegiados puntos se puede ejercer sobre todos los ciudadanos
convierte a nuestra sociedad en una red de flujos de imágenes, sonidos y
mensajes creados a través de los media. Una vez
dominada la Naturaleza, la sociedad de flujos ha supuesto un cambio
cualitativo, de tal modo que aquélla está “artificialmente reconstruida” (p. 50). Comenzamos una nueva etapa “marcada por la plena
autonomía de la cultura respecto a las bases materiales de nuestra existencia”
(p. 50). El peligro de la penetración de la hegemonía
cultural que reduce a los ciudadanos a receptor pasivo de los flujos es
evidente.
Asimismo, la sociedad informacional
se caracteriza por su dualidad. Es la sociedad de los dos tercios, en la que,
junto a una primera élite privilegiada y a un
segundo sector que dispone de una cierta estabilidad laboral y un cierto poder
adquisitivo, nos encontramos con un tercer sector que está al margen.
Indudablemente, la élite privilegiada intenta
mantener el control de la información.
“Se está creando una brecha entre los sectores con
más formación y los peor formados, que va aumentando con el avance de la
sociedad de la información” (Ayuste, Flecha, López y Lleras,
1994 : 21).
La desigualdad social conlleva una desigualdad
educativa, que se refleja en reformas educativas neoliberales como la que vivimos en nuestro país, que crea tres circuitos acordes con
los tres tercios: los sin título (los que no acaben la
Secundaria), los titulados medios y los titulados superiores (Cascante, 1995:
48).
Superados los enfoques críticos que se le han hecho
a la escuela, desde las perspectivas rousseauniana,
anarquista y marxista (6) y reproduccionista
(Ayuste, Flecha López ,y Lleras,1994:
31‑32), la Teoría Crítica de la Escuela de Francfort y más específicamente
de Habermas con su adecuación al campo educativo y didáctico (7) representa
hoy un nuevo enfoque crítico, la perspectiva comunicativa que, con autores como
Freire, Giroux o Apple,
plantean alternativas de resistencia contrahegemónica
que podríamos sintetizar en una Didáctica Crítica, que está siempre al acecho
de peligros como la “mananizacion de los conceptos”
que ha sufrido el discurso didáctico y que puede trivializarlos
y convertirlos en moda pasajera (Angulo. Melero y Pérez Gómez, 1995) o la “encratización” o utilización por parte del poder que
detentan determinados grupos académicos para imponer la crítica en la Didáctica
como una “nueva imposición escolástica” (Bernat,
1993). En síntesis, fieles a la propia “indisciplina
del espíritu crítico” (Muguerza, 1995: 17‑33)
una Didáctica Crítica debe de esforzarse más por la “veracidad” que por la
verdad, más por el “disenso” que por un consenso que pueda estar “pervertido
por el influjo de factores irracionales” (p. 31 ).
Sin entrar en los fundamentos de un curriculum crítico, creo que lo que nos interesa es
explicitar qué principios son los que orientan una práctica crítica de la
enseñanza. Para ello hemos parcelado artificialmente la dinámica global de los
procesos de enseñanza aprendizaje, en cuya puesta en práctica todos los campos
y elementos se integran y diluyen. En esta aproximación nos hemos inspirado,
fundamentalmente, en trabajos como el de Klafki
(1986) y en otros como los de Ayuste, Flecha, López y Lleras
(1994: 35‑52) y Grundy (1991: 139-258). De este modo, estos son los referidos principios
prácticos:
A. En el campo de los contenidos y fnalidades, es decir, en lo que se
refiere a la selección y organización de lo que hay que enseñar:
A. I. Las decisiones sobre los fines de la enseñanza
deben de primar siempre respecto a otras decisiones didácticas. Tales fines no deben
ser “imposiciones dogmáticas ni meras aceptaciones de tradiciones no probadas”
(Klafki 1986: 63) y deben siempre justificarse y
mantenerse abiertas a la crítica y el cambio.
A.2. Frente a la didáctica tecnológica que
minusvaloraba la importancia de los contenidos, considerando éstos como
“medios” para la consecución de objetivos previamente formulados con
independencia de aquéllos, la Didáctica Crítica entiende los
“temas” en la enseñanza
como importantes por sí mismos, no pueden ser intercambiables caprichosamente.
Los temas se construyen a partir de la diversidad cultural y de la confluencia
de la pluralidad de voces de los miembros de la comunidad educativa. En
resumen, deben contribuir al desarrollo de la capacidad de autodeterminación., codeterminación y solidaridad.
A.3. El sentido de la organización de los contenidos
no es el de ofrecer a escala reducida los métodos o conceptos de las diversas
ciencias, sino el de partir de los problemas vitales y preguntar a aquéllas por
las posibilidades que ofrecen para la resolución de dichos problemas. Se trata
pues de un curriculum integrado que organice de un
modo relevante los contenidos (Torres, 1994: 97‑ 129).
A. 4. Los temas de enseñanza no son entidades
objetivas que descansen en sí mismas, sino procedimientos u operaciones por un
lado o los resultados de los mismos. El valor “inmanente” de los temas está en
los primeros, los resultados son secundarios y modificables. Por ello, en una
Didáctica Crítica se tratará de desarrollar más los contenidos procedimentales que los conceptuales o factuales,
así como los actitudinales.
A. 5. Sabemos que, junto a temas potencialmente
emancipadores, nos encontramos con otros que son instrumentales, por ejemplo
el cálculo o la lectoescritura. En la enseñanza de
estos contenidos, una Didáctica Crítica debe tender a un aprendizaje “descubridor
o al autodominio y autocontrol por parte del alumno sobre sus procesos de
aprendizaje concebidos como necesarios y al aprendizaje en cooperación social.
El carácter meramente instrumental de los temas puede compensarse de este modo
gracias a los elementos emancipadores del método” (Klafki,
1986: 69).
B. En lo que se refiere al campo de las estrategias
o de cómo organizar los medios personales y materiales para que provoquen
procesos de enseñanza‑aprendizaje:
B. I. Se debe promover un aprendizaje signifcativo y relevante, un aprendizaje para la
comprensión. No sólo que conduzca a que los alumnos asimilen en sus estructuras
cognitivas los nuevos contenidos, creando una estructura semántica académica en
aquéllos (significatividad), sino que remueva el
conocimiento experiencia¡ con el que llega el alumno a la escuela para ir
reconstruyendo progresivamente un aprendizaje relevante, que sustituya al
acientífico conocimiento experiencia¡ (Pérez Gómez, 1992).
B. 2. Frente al constructivismo cognitivo que se
produce sólo en “la cabeza” de los individuos, planteamos un constructivismo
crítico (Hernández, 1993) que provoque conflictos sociocognitivos
y aprendizajes compartidos, que tengan en cuenta el entorno sociocultural de
los alumnos y no universalice los códigos reguladores del saber propios de la
clase media.
B. 3. A la hora de organizar las actividades y
recursos didácticos, es necesario tener en cuenta los efectos no previstos que
constituyen lo que se ha venido en llamar el curriculum
oculto, ya que a través de él se suelen transmitir valores que pueden ser, si
no se tratan de hacer conscientes, acríticos y
fomentar actitudes conservadoras.
B.4. La problemática de los medios debe esclarecerse
como una dimensión del ámbito didáctico que atraviesa los planos de
decisiones relativos a los fines , a los contenidos y
a los métodos y ha de ser objeto de reflexión y planificación.
B.5. El clima del aula y del centro debe basarse en
una comunidad comunicativa de aprendizaje en la que no existe una relación de
poder entre alumnos y profesores y directivos y profesores, sino un diálogo
igualitario. No son válidos los acuerdos tomados a partir de imposiciones.
C. Respecto a la evaluación, deben primar la formatividad frente a la sumatividad
y la autoevoluación frente a la evaluación externa.
Es necesario la emancipación de la opresión de la evaluación externa del
trabajo de los profesores. La reflexión compartida por todos los participantes
será el procedimiento adecuado, así como los instrumentos de evaluación procesual y natural integrados en los procesos de
enseñanza aprendizaje.
D. Respecto al profesor, debe ser un “intelectual
transformativo que cruza los límites de su propia cultura académica para
dinamizar el desarrollo de las culturas de toda la comunidad”
(Ayuste, Flecha, López y LLeras,
1994: 52). El trabajo cooperativo de los profesores es
el primer paso para la creación de comunidades críticas de aprendizaje.
3. Las técnicas Freinet como
base para el desarrollo de una Didáctica Crítica.
Sería ingenuo y atrevido pensar que las técnicas
Freinet pueden ser una traducción directa de muchos de los principios
expuestos, que han ido elaborándose a partir de propuestas y teorías
educativas recientes. Sin embargo, todos los autores que han sistematizado la
obra de Freinet afirman que éste, aunque no construyera una sólida teoría
educativa, intuyó muchos principios que iluminaron la práctica educativa
innovadora de la enseñanza a lo largo de todo el siglo. Por otro lado, sus
seguidores, en esa línea de apertura a la que ya nos hemos referido, han ido reactualizando los planteamientos originales de Freinet.
Me atrevo pues, a demostrar cómo los principios que
guían una práctica crítica de la enseñanza pueden realizarse mediante las
técnicas freinetianos, ya porque algunos de estos
principios están en la base de aquéllas, ya porque constituyen un marco adecuado
para el desarrollo de los mismos. Por supuesto, tómese este atrevimiento como
una aproximación que necesitaría de un mayor espacio y profundidad del que ahora dispongo.
A.I. Freinet, en su rotunda crítica a la pedagogía
tradicional (escolástica) deja en entredicho el
trabajo escolar rutinario y el activismo vacío de algunas propuestas
contemporáneas. En las invariantes 8 y 9 (Freinet, 1976: 2832) expresa
claramente cómo las actividades escolares deben estar dirigidas por
finalidades funcionales que las hacen poseer una motivación intrínseca. Por
otro lado, las técnicas freinetianas no pueden ser
usadas para cualquier fin, sino que poseen finalidades educativas en sí mismas,
son medios y fines al mismo tiempo (Pettini, 1977:
22). El adoptar alguna de las técnicas supone anteponer
las decisiones
sobre los fines a los de los medios. La elección de una
de ellas no supone optar por un medio de enseñanza, sino tener claro, con
anterioridad, para qué tipo de hombre y de sociedad se quiere educar.
Asimismo, la trayectoria del Movimiento Cooperativo avala la capacidad de
crítica, apertura y cambio necesarios para no caer en una nueva “escolástica”.
A. 2.
“¿Significa esto que la calidad del contenido es
indiferente? Sólo es indiferente a los alumnos que, en la antigua escuela, han
sido obligados a beber sin sed cualquier brevaje”
(Freinet, 1973
48)
Esta frase, ya clásica de Freinet puede ser
demostrativa de la importancia de los contenidos. Estos parten de los
intereses naturales de los niños y niñas, pero hay que tener en cuenta que se
encuentran con frecuencia suplantados por otros más sutiles (sociedad de
consumo, tv., etc) (Olvera,
1988: 30) por lo que es necesario el papel motivador‑sugeridor del
profesor en este aspecto. La concepción del trabajo y del juego (Freinet,
1971) se convierte en clave en esta cuestión, ya que los intereses naturales
van a confluir con la satisfacción de las necesidades mediante el
trabajo y va a posibilitar una escuela que equilibre los
contenidos manuales e intelectuales y se erija en un instrumento crucial de la
transformación social.
A. 3. Freinet adopta de Decroly
el método global de lectoescritura y el curriculum globalizado mediante los “centros de interés”
pero se separa progresivamente de él, subrayando el peligro de una degeneración
formalista y artificial de ese concepto. Pretende darle
un sentido más dinámico y vivo. Sustituye la denominación decrolyniana
por la de complejos de interés (tomada del método de complejos soviético). Estos complejos constituyen un curriculum
integrado, en el que la necesidad de investigación surge de un tema derivado
de los textos libres, de la correspondencia interescolar
o de cualquier pregunta o idea propuesta por los alumnos en la asamblea de
clase.
A.4
“Enseñáis palabras y fórmulas en una época en la
que éstas son esencialmente móviles y cambiantes y que casi con seguridad,
habrán caducado y habrán sido superadas dentro de diez años, cuando vuestros
niños sean hombres” (Freinet, 1919:45).
El método natural freinetiano,
con su fundamento psicológico en el “tanteo experimental” y sociológico en la
“educación por el trabajo” (Jiménez, 1987), es un método de investigación por
el que los alumnos adquieren un método de trabajo que les proporciona
procedimientos y actitudes para ordenar y estructurar los conocimientos que le
vienen del exterior (Ramos, 1992). Asimismo, en todas
las técnicas de educación cívica y moral (Freinet, 1975), entre las que destaca
la asamblea, se promueve el desarrollo de actitudes y valores de participación
democrática.
A. 5. El aprendizaje cooperativo que caracteriza al
texto libre, el diario escolar, a la correspondencia interescolar,
al cálculo vivo y a la investigación de los complejos garantiza que en el caso
de que los temas sean instrumentales o no estén directamente relacionados con
cuestiones emancipadoras, la propia estructura participativa haga que las
técnicas freinetianas desarrollen la cooperación.
Por otro lado, los planes de trabajo (Freinet, 1976 b) en cuya elaboración participan
los propios alumnos, promueven la autonomía y el autocontrol de los mismos.
B. I. Tanto este principio como los
dos siguientes resumen toda una teoría del aprendizaje que se ha ido elaborando
desde el socioconstructivismo y que podría, en la
actualidad, sustituir la intuitiva pero imperfecta teoría psicológica freinetiana del tanteo experimental. Sin embargo, algunas
propuestas en este campo, ya establecidas por Freinet, pueden servir de base
para una reelaboración necesaria del subsistema psicológico (Jiménez, 1987)
a realizar por sus seguidores.
El mismo tanteo experimental parte de que los niños
poseen un innato sentido científico que les hace formular preguntas a partir
de sus necesidades e intereses. Las técnicas freinetianas
al estar organizadas para satisfacer problemas reales y no académicos (necesidad
de conocer el mundo socionatural, de comunicarse con
los demás ‑texto libre y correspondencia interescolar‑
y de solucionar los problemas matemáticos cotidianos) convierte a las
actividades escolares en técnicas de vida. Sirvan de ejemplo las siguientes
invariantes que resumen las características del método natural:
“13. Las adquisiciones no se
consiguen, como se cree a veces, mediante el estudio de reglas y leyes, sino
por la experiencia. Estudiar primeramente estas reglas y leyes, en lenguaje, en
arte, en matemáticas, en ciencias, es colocar la carreta delante de los bueyes.
14. La inteligencia no es una facultad específica
que funcione
como un circuito cerrado, según enseña la escolástica,
independientemente de los demás elementos vitales del individuo.
15. La escuela no cultiva sino una forma abstracta
de inteligencia, que actúa fuera de la realidad viva, mediante palabras e ideas
fijadas en la memoria” (Freinet, 1976 a: 42‑44).
B.2. Los conflictos socio‑cognitivos se hacen
presentes en la constante interacción entre los alumnos en todas las técnicas.
Al explicar el proceso didáctico frente a un problema científico o matemático,
Freinet y Beaugrand (1979) señalan que, tras la
búsqueda personal, se produce un “trabajo colectivo de confrontación de las
diferentes soluciones con explicaciones, críticas y elección” (p. 27).
B.3. La asamblea de la “comunidad‑clase... se convierte también en la sede de un permanente «examen de
conciencia» de la comunidad como tal y de cada uno de sus componentes” (Pettini, 1977: 125). Es lógico
deducir que en las asambleas de clase deben hacerse explícitos los efectos
secundarios del método freinetiano.
B.4. La preocupación por los recursos didácticos
ocupa a Freinet y a sus seguidores de tal modo que, tras el rechazo de los
libros de texto por su función de expositor del saber incuestionable, aquéllos
elaboran una serie de materiales auxiliares de la investigación escolar que,
aún en la actualidad, desempeñan una alternativa seria a los libros de texto (Zurriaga
y Hermoso, 1991). Por otro lado, Freinet (1974: 15‑19)
afirma que los medios audiovisuales deben asimilarse a sus técnicas y no ser
rechazados.
B.5. La organización del trabajo que se realiza en
la asamblea de clase es un instrumento para una comunicación abierta y
participativa entre los alumnos y el profesor. Por otro lado, el apoyo mutuo y
la cooperación que los profesores establecen en el Movimiento Cooperativo es
un instrumento clave para la innovación educativa (Pettini,
1977: 132).
C. Freinet critica en muchas de sus obras el uso por
parte de la escuela tradicional de la evaluación como elemento de motivación
extrínseca. En las técnicas freinetianas se persigue
que el niño se autorresponsabilice
de su marcha en las distintas materias mediante la revisión de los planes de
evaluación interna y formativa predomina sobre la externa y la sumativa.
D. Por último, si hubiera alguna duda sobre las
características de los profesores del Movimiento Cooperativo como
“intelectuales transformativos” que luchan, no sólo en la escuela, sino fuera
de ella por un mundo más justo y solidario, pueden leerse las conclusiones del
XXIII Congreso del M.C.E.P., celebrado recientemente
o la editorial del último número de esta revista, en la que se arremete contra
la ya aprobada “Ley Pertierra”, o las reflexiones de
un colega francés sobre los condicionantes de la vida política para la práctica
escolar (Astier, 1995).
¿Es que no puede ser la pedagogía freinetiana un instrumento útil dentro de las Prácticas de
resistencia a los procesos de determinación del puesto de trabajo de los
profesores (Martínez Bonafé, 1995 a) o para una
concepción cooperativa de la educación para el próximo milenio (Martínez Bonafé, 1995 b)?
La respuesta no está en el viento, sino en el
trabajo de aquéllos que, fieles a las finalidades del “padre”, funden
innovación, investigación y lucha por la transformación de la escuela y de la
vida.
I. Recordemos que el propio Freinet indica que una
de las mayores oposiciones a la reforma de la escuela vendrá por parte de los
propios colegas. En concreto, Freinet propone que las escuelas adecuadas para
la implantación de sus técnicas son las de poco número de profesores o las
unitarias. Cuando los centros son muchas unidades, la coexistencia entre los
maestros de la Escuela Tradicional y los de la Escuela Moderna es siempre delicada (Freinet y Salengros.
1972: 44).
2. Insisto en utilizar el término técnicas y no el
de método, ya que Freinet otorga a éste un matiz de estatismo, inmovilismo y
dogmatismo teórico (Pettini, 1977: 20‑21).
3. En 1988 se publica una tesina dedicada a la
sistematización de la pedagogía Freinet, su autor, José González Monteagudo se preocupa de estructurar académicamente las bases
teóricas, el contexto y la influencia de su práctica educativa, al estilo de lo
que ya habían hecho Pettini (1977) y Piaton (1975) en Italia y Francia respectivamente. En 1986
tuve la oportunidad de realizar un trabajo (Jiménez, 1987) sobre las técnicas
Freinet, a las que consideré como síntesis de los principios didácticos
contemporáneos, lo que me posibilitó retomar ya desde mi labor universitaria
lo que antes había practicado como maestro de primaria.
4. Tuve la ocasión de analizar el subsistema
psicológico dentro del modelo didáctico de las técnicas Freinet (Jiménez, 1987). Creo que la base psicológica freinetiana
es incompleta, no explica lo suficiente el salto cualitativo que se da entre
el tanteo mecánico de las primeras edades y el tanteo inteligente, lo que
provoca que algún conductista como Toro (1981: 191‑268) lo quiera
reclutar para sus filas. En todo caso, el principio de tanteo experimental no
es tanto un modelo psicológico de aprendizaje como una “táctica de
experiencia”. Freinet nunca concibió la educación como adiestramiento (Pettini, 1992: 45‑48).
Respecto al cine, Freinet advierte del peligro de lo sugestivo y envolvente de
las imágenes con un cierto primitivismo (González Monteagudo, 1988: 285‑286).
5. Sirvan como ejemplo las invariantes pedagógicas,
un auténtico “manual de didáctica” con un lenguaje totalmente comprensivo para
el profesor.
6. Ayuste, Flecha, López y LLeras
(1994) coloca a Freinet en esta perspectiva crítica,
sin tener en cuenta la evolución posterior del Movimiento Cooperativo.
7. No considero necesario
referir la amplia bibliografía que hoy ilustra la Teoría Crítica y su “versión
didáctica”. Basten como básicos los trabajos de Cortina (1985), McCarthy (1987) en el primer caso y los de Carr y Kemmis (1988) y Grundy (1991) en el segundo.
ANGULO, F., MELERO, M. y PEREZ GOMEZ, A. (1995):
“Una escuela para comprender y actuar en la sociedad
postmoderna”, Kikirikí, 37, pp. 21‑34.
ASTIER, J. (1995): “¿Puede la pedagogía Freinet
superar la dimensión política?”, Kikiriki, 36, pp.
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AVANCINI, G. (1985): Inmovilismo e innovación en la
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AYUSTE, A., FLECHA, R., LOPEZ, F. y LLERAS, J.
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