A VUELTAS CON EL MEDIO TELEVISIVO

EN LOS CONTEXTOS ESCOLARES

César Bernal Bravo*

Este trabajo ofrece una síntesis de explicaciones y sugerencias para trabajar el impacto de la televisión con niños y niñas en la etapa infantil, fruto de una investigación realizada con profesoras y alumos y alumnas en su medio de tra­bajo. En ella se atiende a las diferentes visiones y actitudes que sostienen ambas partes y cómo es necesario no simplificar nuestros análisis "contra" la televisión.

El trabajo que a continuación se presenta tiene como base las opinio­nes y creencias de profesoras y alum­nos y alumnas recogidas en una inves­tigación sobre el medio televisivo en los contextos escolares; a partir de aquí, ahora se muestran algunas de las conclusiones de la investigación para su contraste y debate con los compa­ñer@s docentes.

Entremos al debate sin preámbu­los, presentemos afirmaciones que más o menos tod@s tenemos presen­tes y arriesguémonos a plantearnos que podemos hacer con este medio de comunicación que aún no ha perdi­do la mordiente, el interés y el respe­to por quien lo usan, incluso en la era del homodigital y la red Internet.

Una primera avanzadilla de afirma­ciones sobre este medio serían; la televisión está presente en las aulas de educación infantil de manera latente y emerge como un objeto cultural que es reconstruido en las interacciones que se producen dentro del contexto educativo, entre los docentes y los discentes, y entre ellos y los materia­les.

Las aulas, como marco y depen­diendo de cómo éste sea entendido por los participantes, mediatizarán la propia acción, del alumnado y del pro­fesorado, en relación con la televisión como objeto cultural.

 

*Universidad de Almería.

 

Las acciones de los docentes -como forma de dar respuesta a una situación concreta- están, a su vez, mediatizadas por los aspectos que definen el problema dado. Estos aspectos, según han aparecido en esta investigación, son las creencias del profesorado sobre la televisión, sus concepciones didácticas, la experien­cia profesional, su conocimiento sobre el objeto televisivo, las relaciones con el equipo docente en torno al objeto y las situaciones académicas.

Los saberes antecedentes (EISNER, 1998) (I) de las docentes y el conoci­miento experiencia¡ (PÉREZ GOMEZ, 1998) de los escolares, entran en con­flicto dentro del aula en cada una de las situaciones concretas anteriores, al ser conocimientos sobre los objetos televisivos de distinto bagaje y calado.

Por último, se elaboran estrate­gias, por parte de docentes y de dis­centes, dentro de cada situación, aten­diendo a los conocimientos anteriores y con objeto de adaptarse a la misma (WOODS, 1998).

Teniendo en cuenta lo anterior -es decir el aula como marco contextual, los factores que inciden en las accio­nes, los conocimientos de los partici­pantes sobre el objeto televisivo y las estrategias que elaboran- podríamos describir la relación entre la televisión y la escuela en términos más complejos,­ es decir, evitando clasificaciones definidas desde la simple visión de rechazo o de aceptación del medio por el profesorado. Primero, para no centrar el debate en el conocimiento y pensamiento del docente sobre la televisión, y segundo, para permitirnos incluir en este debate otros tópicos como cultura profesional, situación académica, conocimiento y experien­cias del alumnado.

Como en todo debate, quien lo propone ha llegado a conclusiones antes de terminar el mismo, por ello exponemos las nuestras, con el deseo de que sean útiles al mostrar diversos significados del objeto de estudio dentro del contexto escolar y al proponer reflexiones en torno a los mismos.

En las actuaciones sobre la televi­sión existen rasgos emergentes comu­nes, que atendiendo a distintas cir­cunstancias -como ser docentes de una etapa, compartir creencias sobre el medio televisivo, sobre la relación de éste con la infancia, con el mismo concepto de televisión, etc., homo­geneizan en un primer momento las visiones sobre el medio facilitando esas divisiones o posiciones dicotómi­cas, vamos algunas: Un concepto restringido sobre la televisión en el aula, inicialmente limi­tado al aparato y al magnetoscopio, debido a la influencia de las propues­tas para trabajar los medios en esta etapa que se centran en el análisis y producción de materiales, como en los trabajos de GRAVIZ y POZO (1994). También por algunas propuestas del profesorado sobre cuál ha de ser el uso correcto del televisor por l@s alumn@s en sus hogares, elaboradas a partir de la creencia de que la progra­mación televisiva influye negativamen­te; mediatizadas, asimismo, por los discursos en los documentos oficiales.

La televisión está presente en las aulas a través de las expresiones del alumnado, de los alimentos, de sus ropas y de sus trebejos (juguetes). Aunque los docentes descubren e identifican con la televisión sólo aque­llas expresiones de los alumnos y las alumnas que están relacionadas con gestos, muecas y actos que califican como violentos; por lo que las accio­nes de éstos en general, van encamina­das a evitar, coartar y suprimir com­portamientos recusables en el aula.

De las posibles manifestaciones o presencias de la televisión en una clase, los educadores sólo descubren aquéllas que reconocen en base a sus conocimientos, sus creencias, la forma de presentación del objeto televisivo y su naturaleza, etc. Por lo que la interpretación que ellos hacen sobre este medio condiciona las manifestaciones que emergen en el aula, como la valoración de los dibu­jos o de las expresiones de los dis­centes, el aspecto de un juguete, el significado que otorgan los y las esco­lares a los personajes, etc.

Podríamos decir que el profesora­do actúa de 'aduanero' del conoci­miento experiencial de los alumnos y alumnas en clase, decidiendo qué puede pasar al territorio que ellas consideran suyo.

Un concepto reduccionista de la televisión por las enseñantes al ser entendida desde un concepto centra­do sólo en la creación de productos culturales de consumo y vincularlo a la relación entre medio y consumidor­televidente. Entienden que los medios están al servicio de las audiencias y que responden a las demandas del público, por lo que se les pide y exige que se autorregulen para realizar una programación de calidad, al considerar que son los únicos que pueden dar una respuesta al tipo de programación actual. A la vez, consideran a las per­sonas en relación con la televisión como meras consumidoras pasivas de los diversos productos culturales que aquélla va ofertando. Ambas creencias les dificultan elaborar y llevar a cabo propuestas de trabajo en clase sobre la televisión.

La creencia de que la televisión ejerce una fuerte influencia negativa en la infancia y de la poca calidad de la programación infantil:

• Consideran a la televisión como única causa de las expresiones y manifestaciones agresivas de los/as alumnos/as en el aula, obviando los demás medios de comunicación y contextos (MCLUHAN, 1964; GREEN­FIELD, 1985).

• Entienden los medios como distor­sionadores de la realidad que impo­nen una visión del mundo, desde las proposiciones de la ideología domi­nante (DORFMAN y MATTELART, 1972).

• Asocian la influencia de la televisión en la infancia únicamente a los espa­cios televisivos y en concreto a la programación infantil, haciendo una valoración negativa al considerar vio­lentos estos programas, aunque no los hayan visionado ni hayan realiza­do algún tipo de análisis sobre ellos. Así, dicha creencia de los maestros se puede apoyar en la opinión más generalizada, difundida desde los propios medios y estudios, de la tra­dición de efectos.

Los docentes reconocen una influencia de los medios de comunica­ción -en concreto la televisión- en los alumnos y las alumnas en las aulas, pero dan distintos tipos de respuesta a ella. A la vez solicitan y exigen diver­sas soluciones tanto al ente mediático como a la entidad político-administra­tiva de Educación. De este modo, se alejan de la autorreflexión sobre su curriculum en acción, esperando ilu­soriamente que los medios tomen conciencia de su responsabilidad social y que la administración y los técnicos en educación les suministren recur­sos, instrumentos y formación técnica para dar respuesta a sus problemas.

El conjunto de fuerzas políticas junto con los medios, en concreto las cadenas de televisión, incumplen sus promesas de autorregulación sobre la mejora de calidad de la programación.

Los especialistas de la administra­ción, parcelan en parámetros académi­cos y disciplinares la cultura audiovi­sual, y se concentran en los conteni­dos y actividades sobre los productos de los medios. Al profesorado se les forma en el desarrollo de destrezas técnicas y expresivas para la elaboración de sus propios materiales, obviando la naturaleza de la cultura audiovisual en un aula; es decir, la cul­tura audiovisual propia de los partici­pantes que la construyen en un con­texto concreto.

La ausencia de propuestas educati­vas de trabajo o de actuación sobre la televisión, ni como equipo educativo ni como centro en ninguno de sus documentos, aunque sí que desarro­llan, por la necesidad que les supone la presencia de la televisión en el aula, gran variedad de acciones individuales -y a veces colectivas- que en esta investigación han emergido como líne­as de actuación.

Algunos aspectos que impiden a los educadores realizar propuestas para dar un tratamiento educativo a la presencia televisiva en las aulas son:

a) Sus creencias y su concepto sobre la televisión, al estar convencidos de que se refuerzan los efectos negativos de los programas si se conversa o se juega sobre ellos.

b) La falta de experiencias en este campo como contenido de trabajo, frente a la televisión como recurso didáctico.

c) La precaria formación del profeso­rado sobre los medios audiovisua­les; además de que la existente -fundamentalmente técnica y expresiva porque se supone cono­cida la didáctica-, implica una res­puesta no válida hacia lo que las maestras categorizan como un pro­blema en sus aulas.

La dificultad y reto que supone para los maestros transferir su cono­cimiento práctico a situaciones y acciones frente a la manifestación televisiva. Así, aun disponiendo de estrategias didácticas para abordar un amplio repertorio de asuntos dentro del aula, cuando los contenidos son personal o socialmente conflictivos, como la televisión, no infieren dichas estrategias a estos nuevos objetos de trabajo.

Los maestros, aun conociendo estrategias didácticas que utilizan para propiciar el aprendizaje de diferentes contenidos, no trasladan las posibilida­des de éstas al tema de la televisión. Esperan alguna propuesta externa que les de la solución -en forma de técni­cas de aplicación- como están acos­tumbradas que suceda respecto a otros ámbitos socialmente conflicti­vos, como la drogadicción, el alcoho­lismo o el sexo. Sin embargo, sería fácil el uso de estrategias ya domina­das para enfocarlas en relación con la televisión, con sólo cambiar la forma de entender su presencia en el aula.

Los condicionamientos de las edu­cadoras en su mirada sobre la televi­sión en el aula. Las docentes restrin­gen el objeto televisivo, dentro de la diversidad y pluralidad de expresiones, sólo a las relacionadas con la violencia o con movimientos corporales llamati­vos; se incrementan así sus creencias sobre el efecto negativo de la televi­sión en la infancia, a partir de estas experiencias en el aula.

Unas creencias que generalizan a cualquier otro tipo de expresión -diá­logo de los dibujos, juego con reglas sencillas, etc.- o trebejo que aporte el alumnado, vinculándolo además con espacios televisivos valorados negati­vamente por ellos -a menudo sin tener un conocimiento directo de ellos- y dificultando con su prejuicio reconocer las posibilidades educativas de ese objeto.

La calidad y cualidad del objeto desde el punto de vista de las docen­tes -teniendo relación con programas televisivos- facilita o dificulta su acep­tación y uso como recurso educativo. Algunos objetos evaluados positiva­mente para su uso en clase son los vídeos, los cuentos, los libros, los cro­mos, etc., por tener una presencia de larga tradición en el ámbito académi­co, además de gozar de un reconoci­do prestigio como materiales educati­vos. Mientras que la mayoría de los muñecos articulados, coches, bolas, pistolas, etc. relacionados con dibujos animados, son rechazados, por las cualidades con que se les vincula.

Hasta aquí se han expuesto unos rasgos comunes que demuestran la dificultad inicial para la realización de propuestas sobre la televisión. A con­tinuación se aportan otros que pre­sentan cierta variabilidad y que recha­zan posiciones simplistas sobre el medio televisivo. Conjugándolos con los anteriores, planteamos una mane­ra concreta de interpretarlos para propiciar la reflexión en torno a las acciones educativas:

A.- El concepto que las y los docentes tienen sobre la infancia y de su posibilidad de determinación y decisión den­tro del grupo-aula mediatiza el tipo de acciones en su clase. Todo acto edu­cativo en la escuela tiene que ver esencialmente con el desarrollo de una comprensión compartida de la realidad vivida en un grupo, por lo que:

• El conocimiento de los escolares debe entenderse como un saber váli­do que hemos de conocer y no ser tratado solamente como aquél al que se han de incorporar otros dis­tintos.

• El conocimiento de los alumnos y alumnas sobre la televisión se ha de tratar como un saber elaborado y no como un injerto-abducción de pro­cedencia extraescolar, ajeno a la voluntad de adquisición del alumno/a.

• La discusión con los alumnos/as tiene un alcance positivo; es conve­niente hacerles partícipes de la orga­nización y selección de tareas por medio de la negociación entre ellos/as y con las docentes, en base a los conocimientos que creamos que deban adquirir.

• El conocimiento de los alumnos y las alumnas sobre la televisión debe ser entendido como un contenido de trabajo y no como un saber negativo que hay que erradicar.

 

B.- La creencia de que es posible modificar las influencias de la televi­sión en el alumnado, por medio de la intervención directa, lleva a que:

•Los efectos de la televisión en la infancia no se consideren imperece­deros; por eso es imprescindible aproximarse al tema dentro del aula, no desde la negatividad sino desde la construcción, en base al conocimien­to ya existente en alumnas y alum­nos.

• Educativamente sean interesantes y válidas unas acciones docentes basa­das en la capacidad del alumnado para analizar y evaluar conjuntamen­te los implícitos de sus expresiones sobre la televisión; es decir, tiene sentido y conviene trabajar con los alumnos su desarrollo autónomo y crítico sobre los medios, a partir de sus propias expresiones y experien­cias.

• Sea conveniente procurar construir un conocimiento común y comparti­do sobre la televisión, con los alum­nos y alumnas.

• Sea favorecedor realizar conversa­ciones grupales y acciones conjuntas para construir un corpus de conoci­miento común con el alumnado como base del trabajo en el aula.

• Sea necesario hacer referencia a la experiencia -sobre televisión­externa a la escuela, para que no sólo se contextualice en la clase sino también fuera de ésta. Se trataría de reconstruir un conocimiento vincula­do a las características de diversos contextos.

 

C.- La relación que los docentes pre­tenden mantener con el objeto televi­sivo es diferente, por ello interesa que los educadores y las educadoras:

• Se replanteen el origen de sus creen­cias sobre la relación entre televisión e infancia y la validez de las mismas, en confrontación con la experiencia recogida en las aulas.

• Se interroguen hasta qué grado sus discursos acerca de la televisión están construidos sobre análisis pro­pios o son reproducción de las opi­niones mayoritarias en la cultura hegemónica, difundidas por los mis­mos medios de comunicación.

• Reflexionen sobre si su pertenencia al campo profesional en su etapa en concreto, influye -y en qué modo­- en su construcción y/o reproducción de discursos y acciones sobre los objetos televisivos en las aulas.

• Se cuestionen la coherencia entre los usos que personalmente hacen de la televisión y los que promueven entre el alumnado y sus familias

• Reflexionen sobre cómo sus discur­sos y sus acciones en el aula influyen en la construcción que los escolares hacen de interpretaciones y significa­dos, respecto a la televisión entendi­da como objeto cultural.

Este listado de sugerencias está elaborado desde el convencimiento de que sólo afrontando la relación entre televisión, educación e infancia desde los ángulos de la interacción ya existente entre el/la alumno/a y el medio, así como desde el entendi­miento de que se trata de un objeto cultural cuyo significado se conforma en la comprensión y construcción del mismo, se pueden realizar accio­nes encaminadas a la formación de ciudadanos autónomos, solidarios y críticos.

La exposición de las mismas se hace con una doble pretensión: la de ofrecer puntos de apoyo para la refle­xión individual y el debate en los equi­pos educativos de los centros.

 

Bibliografía

 

EISNER, E.W. (1998): El ojo ilustrado. Inda­gación cualitativa y mejora de la práctica edu­cativa. Barcelona: Paidós.

DORFMANN, A. y MATTELART, A. (1972): Para leer el Pato Donald, Buenos Aires: Siglo XXI.

GREENFIELD, P.M. (1985): El niño y los medios de comunicación. Madrid: Morata.

McLUHAN, M. (1964): Understanding media. Londres: Routledge & Kegan Paul.(Trad. cast. en 1996: Comprender los medios de comunicación. Barcelona: Paidós)

PÉREZ GOMEZ, A.I. (1998): La cultura esco­lar en la sociedad neoliberal. Madrid: Morata.

WOODS, P. ( 1998): Investigar el arte de la enseñanza. El uso de la etnografa en la edu­cación. Barcelona: Paidós.

Notas

(I) Aunque EISNER (1998) utiliza el tér­mino haciendo referencia al investigador educativo, aquí nosotros lo utilizamos res­pecto a los miembros que participan en la investigación.