Mª Antonia Roncero Carrizosa
Tradicionalmente la enseñanza del Solfeo y Teoría de la Música se dirige al conocimiento de unos signos musicales para llegar a leer y escribir Música con soltura. Actualmente, en la mayoría de los centros, el cambio de nombre por “Lenguaje Musical” no ha ido paralelo, a la modificación de objetivos y contenidos que se esperaba. Como todo lenguaje hace referencia a la capacidad de comunicación, es decir, hablar, leer y escribir con comprensión. Para conseguir este objetivo la metodología que se propone es la IMPROVISACIÓN o desarrollo integral de la creatividad, que consiste en conocer mediante el análisis todos los elementos y estructuras del Lenguaje Musical de todos los sistemas, y llevarlos a la practica de forma consciente. La Improvisación es el centro de toda actividad musical, no es un simple apartado de una clase.
Tradicionalmente
la enseñanza del Solfeo y Teoría de la Música se ha centrado en conocer unos
signos musicales (figuras, notas, silencios, matices, claves, etc.) para poder
leer y escribir Música. Algunos han llegado a leer a gran velocidad y más o
menos a cantar lecciones con cambios de claves e interválica
“difícil”, además de escuchar sonidos y poder reproducirlos por escrito en su
justa altura y duración. Un alumno bien preparado solfísticamente
puede leer cualquier partitura, pero ¿llega a comprenderla?, ¿tocará algo sin partitura?, ¿cantará alguna melodía
propia?, ¿disfrutará escuchando y haciendo Música?
El Lenguaje Musical
Con la L.O.G.S.E. en los Conservatorios de Música se cambia el
nombre de esta asignatura por “Lenguaje Musical”, denominación más adecuada a
los objetivos que se pretenden, pero ¿qué ha pasado con los contenidos y con
la metodología?
El
término “Lenguaje” hace referencia a la comunicación, es decir, a la capacidad
de hablar, leer y escribir con comprensión. El adjetivo “Musical” delimita el
concepto de lenguaje a unos signos determinados, que tienen como soporte el
sonido y sus cualidades, y que se estructuran en unidades mayores.
Antes de
seguir es necesario definir los conceptos lingüísticos de lenguaje, lengua y
sistema.
El lenguaje, como capacidad humana, es un
conjunto organizado de signos, estructurados en unidades básicas y
combinaciones de éstas, que expresan ideas a través de un mensaje.
La lengua como concepto más restrictivo,
es un sistema de signos que sirve como instrumento de expresión y de
comunicación directa entre los miembros de una comunidad lingüística y que se
mantiene en el tiempo, es un concepto diacrónico.
El sistema es una lengua en una época
histórica y con unas características estilísticas concretas, es un concepto
estructural sincrónico.
El Lenguaje Musical, es tan antiguo como
el hombre, ya que es un medio de expresión y comunicación humana; pero a lo
largo de la historia ha ido evolucionando a través de diferentes sistemas. Uno
de ellos es el sistema tonal, que es el más conocido y extendido en la música
occidental en los últimos 400 años a excepción de la música culta del siglo XX
con sus diversas tendencias.
Símil
entre Lenguaje Musical y Lengua
Comparemos
el Lenguaje Musical con cualquier lengua donde las palabras, como unidades
básicas dotadas de significación, están formadas por unidades menores, las
sílabas, y éstas por letras (conjunto reducido de signos); y organizadas sintácticamente en unidades mayores. En el sistema tonal
las palabras básicas son los acordes, formados por intervalos y éstos a su vez
formados por sonidos; y las estructuras armónicas, rítmicas, melódicas y
formales son nuestra sintaxis. Cuando queremos aprender una lengua no
aprendemos sólo las letras y su fonética, sino que partimos de conocer unas
palabras con su significado y la sintaxis para organizarlas en frases o
unidades de comunicación.
Imaginemos
lo poco práctico y ridículo que resultaría saber leer y escribir correctamente
una lengua después de conocer cada fonema y, sin embargo, desconocer el
significado de aquello que leemos o escribimos, y ser incapaces de hablar
algo original diferente del recitado de cualquier texto aprendido. Pues bien,
esto es lo que hacemos con la Música, leemos partituras porque conocemos los
sonidos y sus grafías, pero no sabemos qué leemos y mucho menos podemos
utilizar estos conocimientos para interpretar algo propio. La capacidad de
“hablar” sólo queda para algunos privilegiados que deciden ser compositores y
estudian Composición. Es como si hubiera que estudiar Filología para poder
hablar o escribir algo propio: un pensamiento o un sentimiento.
Podemos definir el Lenguaje Musical como la capacidad de comunicación a través de una
sucesión de acordes estructurados armónica, rítmica, melódica y formalmente.
Metodología: La Improvisación.
Para
conseguir este objetivo la Metodología que
proponemos se basa en la Improvisación o
desarrollo integral de la creatividad, no como un apartado más en la clase de
Lenguaje Musical, sino como el centro de toda actividad.
Esta
Improvisación no debe entenderse como un acto libre, sin estudio ni
preparación, que permite al individuo interpretar vocal o instrumentalmente
según la inspiración del momento. La Improvisación que proponemos es tan
antigua como la enseñanza musical:
‑ En las escuelas monacales y
catedralicias del medievo la instrucción musical era
primordialmente práctica, partiendo de la memorización de cantos se llegaban a
conocer los modos y sus características para poder cantar una melodía aplicada
a un texto.
‑ Con el nacimiento de la
polifonía se aprende cómo añadir una voz a una melodía gregoriana, y aunque con
la aparición de la notación se escriben las composiciones, eso no impide que
para aprender se analicen las obras anteriores, con la finalidad de imitar su
estilo.
‑ Según documentos
escritos del Renacimiento se conoce que existía mucha más música que las
composiciones escritas, porque se practicaba mucho
la improvisación tanto instrumental como vocal.
‑ En el Barroco, con la aparición
del bajo continuo, sólo se escribía la melodía y el bajo con algunas indicaciones
sobre los acordes; su ejecución variaba según la naturaleza de la composición,
y el gusto y la habilidad del ejecutante, quien tenía suficiente autonomía para
introducir adornos e incorporar motivos melódicos en imitación, dentro del marco
fijado por el compositor.
‑ Todos los grandes músicos desde
el Barroco hasta finales del siglo XIX se formaron interpretando las partituras
de otros y analizando sus estructuras para después poder imitarlos como mero
ejercicio de composición, escribiendo sólo alguna de estas improvisaciones.
‑ En el siglo XX, al llegar la
especialización a todos los sectores de la sociedad incluídas
las artes, sólo encontramos improvisación en el Jazz, cuando unos músicos
conocedores de unas estructuras se ponen de acuerdo para tocar juntos.
La Improvisación Musical, así entendida,
es un acto voluntario creativo que supone un control práctico del lenguaje.
Por tanto es necesario conocer los elementos del lenguaje en los distintos
sistemas para poder llevarlos a la práctica de forma consciente.
¿Cómo
podemos llegar a este conocimiento? La forma de hacer nuestros los elementos
del lenguaje será mediante el análisis de canciones y obras de música culta y
popular de todas las épocas. En toda
clase de Lenguaje Musical debe haber análisis
de la canción o melodía, para saber cuáles son los elementos de ese
sistema, e improvisación con ellos
para llevarlos a la práctica. Ningún sistema se aprende del todo hasta que no
es experimentado con todas sus características por el propio alumno. Este
método supone un cambio de mentalidad y actitud en el profesorado y le da mayor
protagonismo al alumnado, haciéndole partícipe de su educación musical.
El punto
de arranque de esta Metodología ya aparece redactado en el libro “La Improvisación
en el Lenguaje Musical. 1°A” del que soy coautora,
y consiste en la idea de que la línea melódica es producto de la horizontalidad
de la conducción armónica. Por tanto el
principio básico es el acorde que se despliega, después se trabajarán estructuras
armónicas sencillas y adornos en la melodía que originarán líneas melódicas
cada vez más complejas. El alumnado no recibe ninguna explicación teórica que
no sea necesaria para inventar sus propias canciones.
¿Qué
entendemos por acorde en el sistema tonal? El
acorde es un conjunto de tres o más sonidos formados por superposición de
terceras. Los acordes, mayor y menor, son las
palabras básicas y se estructuran según una sintaxis, las estructuras rítmicas,
melódicas, armónicas y formales.
Los
contenidos de la programación de Lenguaje Musical se dividen en Unidades
Didácticas que contienen una serie de apartados para sistematizar el
aprendizaje.
Unidades Didácticas
Se comienza siempre con una canción
o una melodía popular o clásica que se canta con su letra, si la tiene, o
tarareándola después de escucharla si se trata de una melodía. Esta obra
musical que se selecciona según los objetivos que se pretenden con ella, en los
primeros cursos pertenece al sistema tonal para llegar posteriormente a
abordar otros sistemas: modal, pentatónico, hexatonal, bimodal, etc.
Es muy
importante cuidar que la entonación y el ritmo sean los correctos, porque de
ellos se van a extraer todas las enseñanzas.
Tanto la
canción como la melodía se enseñarán por imitación. Y si es un fragmento de una
obra musical conviene escuchar la grabación para percibirla primero en su
totalidad.
Este
comienzo hace que el método sea global y práctico, muy adecuado a la edad y
el pensamiento de los educandos; y al mismo tiempo motiva al alumnado que
disfruta cantando y, en muchos casos, recordando canciones y melodías
conocidas.
Después
se percute o vocaliza el ritmo de la canción o melodía con percusiones
corporales, instrumentos de pequeña percusión o con sílabas; esto nos lleva a
la realización de un análisis rítmico de
ella extrayendo las figuras, compás, comienzo, motivos rítmicos, células
rítmicas más importantes.
Se
escribe el ritmo, en un principio acompañado del pulso y el acento.
Para
practicar los elementos analizados se propone un ejercicio rítmico a tres
partes o voces basado en los motivos y células de la melodía, el cual se
interpretará con percusiones o vocalizaciones. A continuación el alumno inventa
por escrito otro similar que servirá de trabajo para casa y para otras clases.
Lo más
importante del análisis rítmico es que el alumno/a haga suyos esos elementos a
través de la Improvisación rítmica. Primero
el profesor realiza como ejemplo un motivo rítmico, con el material de la
canción o melodía, que es repetido por toda la clase, y luego cada uno
improvisará su motivo seguido de la repetición de todos. Es importante que no
haya interrupción entre cada improvisación y su repetición, para mantener el
pulso con el que se empezó. En cada unidad se añadirá alguna premisa nueva para
que las improvisaciones sean cada vez más extensas y les permita “jugar” con
el motivo, repitiéndolo no siempre igual.
La
Improvisación rítmica desarrolla la creatividad de quien inventa y la memoria
y la concentración de quien escucha y repite. En algún momento el profesor
puede detener estas improvisaciones y sugerir la escritura de algunas de ellas , para identificar las percusiones con sus grafías,
realizando así un excelente ejercicio de dictado
rítmico.
Una vez
que se conoce bien la canción o melodía llega el momento de solfearla, es
decir, conocer la relación que existe entre el sonido y el nombre de las
notas. Las melodías deben aprenderse de memoria con el nombre de las notas.
Posteriormente
se analiza la melodía observando su comportamiento lineal, como resultado del
despliegue de los acordes de una estructura armónica; por tanto es casi simultaneo
el análisis melódico y el análisis
armónico.
El análisis melódico nos ayuda a
distinguir las frases, semifrases, motivos, células,
perfil melódico de la melodía; y el análisis
armónico a conocer los acordes, su estructura armónica y los adornos
(floreos, notas de paso, apoyaturas, anticipaciones y retardos). Con todo este material se proponen
unos ejercicios de entonación cuya finalidad es saber cantar afinadamente según
los acordes, sus enlaces y los adornos que aparecen en la canción. Estos
ejercicios se realizarán a una, dos, tres y cuatro voces, y en la mayoría de
las unidades no están acabados para que lo hagan los alumnos siguiendo la propuesta.
A continuación el alumno/a escribe o propone a sus compañeros otros ejercicios
similares.
Estos
ejercicios de entonación así planteados desarrollan la afinación, el oído y la
creatividad. Es interesante llegar a
reconocer y escribir los acordes y las estructuras armónicas después de su
audición, porque esto facilita la comprensión sintáctica del Lenguaje. Este
ejercicio es el dictado armónico y
se puede realizar tocando los acordes en bloque, arpegiándolos o con melodías
basadas en una estructura armónica. Se comienza por el acorde de Tónica y luego
se van añadiendo, según aparezcan en las canciones, los acordes de Dominante,
Subdominante y otros; con esta sistematización resulta fácil a la vez que se
educa el oído armónico.
Lo más
importante del análisis melódico y armónico es que el alumno/a haga suyos
todos estos elementos para poder inventar melodías con ellos. La improvisación melódica sigue el mismo
procedimiento que la rítmica pero entonando y diciendo el nombre de las notas.
Primero el profesor propone un ejemplo que todos repiten y a continuación
corresponde a cada alumno/a inventar, repitiendo inmediatamente toda la clase.
Se comienza improvisando con motivos de un acorde, luego con dos para hacer una
pregunta (T‑D), frases de pregunta‑respuesta, frases con
variaciones, con progresiones, en canon, etc.
Estas
improvisaciones, además de con el nombre de las notas, se
pueden hacer con una sílaba o con un instrumento y todos repiten cantando con
las notas o escribiéndolas en el cuaderno. Este Dictado melódico es
más racional que averiguar nota a nota lo que suena, porque se parte de una
estructura armónica y de algo que se está practicando, no se trata de adivinar
sin más.
Así se
llega a la posibilidad de inventar la propia canción o melodía con la misma
estructura armónica y en muchos casos con el mismo ritmo para poder cantarla
con la misma letra y el mismo acompañamiento.
La
Improvisación melódica hace posible que cualquiera pueda cantar o tocar
melodías, acompañamientos o bajos en diferentes sistemas musicales, comenzando
siempre por el sistema tonal y luego practicando otros sistemas.
Al igual
que la improvisación rítmica desarrolla la creatividad en el que inventa y la
memoria, concentración y el oído en los que escuchan.
Todas
las Unidades Didácticas deben terminar con una Instrumentación de la canción o melodía realizada con los
materiales analizados en ella para un grupo instrumental. Los instrumentos
utilizados serán, dependiendo del curso, los de pequeña percusión del
sistema Orff, de fabricación propia, corporales y
vocales, o los de cada alumno.
Las
instrumentaciones constan de dos partes:
a) La
propia canción o melodía acompañada por lo menos con dos líneas melódicas,
para cantar o tocar, y dos rítmicas para percutir.
b)
Generalmente ocho compases de improvisación libre donde cada alumno podrá
utilizar un instrumento rítmico o melódico o su propia voz, con los ritmos y
sonidos que desee y con la única limitación de la extensión, y si es melódico
de la estructura armónica.
Esta es
la parte más lúdica de cada unidad en la que se disfruta tocando en grupo las
melodías y las improvisaciones. Los instrumentos Orff
se irán reemplazando por los propios de los alumnos según vayan adquiriendo una
técnica instrumental. Todos deben en algún momento realizar las diferentes
partes de la Instrumentación.
Esta
Metodología, absolutamente original en su sistematización, ha sido ideada por
Emilio Molina, Catedrático de Acompañamiento del Real Conservatorio Superior
de Música de Madrid y Profesor de Improvisación de la Escuela Superior Reina
Sofía, y compartida por unos cuantos discípulos que componemos el Instituto de
Educación Musical E. Molina, dedicado a la investigación y difusión de este
método mediante publicaciones y cursos de Improvisación y Pedagogía Musical.
Podemos
concluir, que si para dominar una lengua es necesario conversar, para
controlar el Lenguaje Musical hay que IMPROVISAR.
Bibliografía
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MOLINA,
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GROUT, D.J. y PALISCA, C.V. (1995): Historia
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Labor, S.A.
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