Revista Candidus Año 2
- No.14 - Marzo/ Abril 2001
Luis
Iván Mendoza M.
LA EDUCACION MULTIETNICA Y PLURICULTURAL EN EL MARCO DEL
PROCESO EDUCATIVO NACIONAL
En
Venezuela como en muchos países del orbe, existe un variado matiz de crisoles
culturales, que van desde culturas de origen pre-colombino hasta los
asentamientos fronterizos con las naciones que compartimos nuestros espacios
geográficos, además de aquellos conglomerados de otras naciones que se han
radicado en nuestro país en busca de mejores oportunidades de vida que las que
tenían en sus lugares de origen y que han consolidado un sinnúmero de elementos
culturales, que de una u otra manera han ido formando parte de lo que podrían
llamarse la identidad del venezolano.
Para los grandes cambios que se comienzan a producir en la nueva república, es
rigurosamente cierto que la educación debe irremediablemente orientarse a
garantizar la formación integral del venezolano con el perfil que demanda una
nación en transformación y cambios profundos de la estructura republicana con
miras al desarrollo sustentable, armónico y participativo que demanda la nación
de todos y cada uno de sus habitantes. Como responsable de la ejecución de
cambios favorables en la formación del nuevo venezolano, la patria deposita en
la educación ese gran reto que significa formar aquel individuo que posea
cualidades como conocedor de su propia realidad histórico-social y sus orígenes
como punto de partida para comprender el papel que debemos asumir los
venezolanos.
Para nadie es un secreto que de nuestro país muchos conocemos muy poco, pero es
también cierto que mas allá de nuestras fronteras conocen mucho mas de nosotros
de lo que podemos imaginar.
La identidad del venezolano ha sido cuestionada permanentemente por propios y
extraños. Unos afirman la inexistencia de ella, otros la existencia de una
identidad sin correspondencia con nuestros verdaderos valores, y algunos la
niegan de hecho, en fin lo que si es cierto, es que la identidad actual del
venezolano no corresponde ni representa a ese individuo que la patria necesita,
debido a una carencia y tergiversación de valores carentes de representatividad
y tradición propios de un mundo globalizado donde los más poderosos apabullan e
imponen sus formas de vida, sus culturas y sus tecnologías a los más débiles.
Para citar un ejemplo podemos señalar la ausencia o escasa presencia de
criterios que fortalezcan nuestro patrimonio cultural, como es el caso de las
terminologías de origen indígena que van desapareciendo con el correr del
tiempo y que hace aflorar inconscientemente aquel neocolonialismo que llevamos
guardado y que cada vez aflora más a medida que alcanzamos mayor grado de
“civilización”, por ejemplo el nombre de la imponente cadena montañosa que
tenemos frente al valle de Caracas y a la que nuestros indígenas llamaban
Guaraima Repano y que posteriormente la cultura mestiza decidió cambiar por el
de El Avila. Existe otro caso como lo es el salto de agua más alto del mundo
cuyo nombre originario era Churum Meru, y que por supuesto también fue cambiado
por Salto Ángel en honor de un aventurero norteamericano y buscador de riquezas
que por una emergencia aeronáutica se posó sobre la cima de este Tepuy, y en
fin un gran número de casos que podríamos señalar como ejemplos en esta
modalidad de pérdida de identidad.
En el marco de los profundos cambios que contempla el nuevo proyecto educativo,
la educación elemental (pre-escolar y básica) debe asumir el reto que plantea
la Constitución Bolivariana en materia relacionada con el nuevo trato que se le
debe dar a la ancestral presencia de las culturas indígenas en nuestro
territorio y que en los actuales momentos deja mucho que desear en materia de
reconocimiento y respeto de sus formas de vida, llegándose al punto de crear
una matriz de opinión favorable hacia la desaparición de estas naciones
indígenas por considerarlas una carga para el estado y con pocos o ningún
aporte a la teoría desarrollista que erróneamente se maneja. El común del pensamiento
infantil de nuestros escolares es el de ignorar, o más grave aún el de rechazar
todo lo que tenga que ver con indigenismo por considerarlo fuera de moda o
carente de interés en un medio estereotipado por excelencia y apartado de una
realidad que los circunda y que a la vez los induce a adquirir comportamientos
de fuerza que favorecen en esencia el nuevo orden económico neoliberal y la
globalización como pedestal del nuevo orden económico de la post-modernidad en
el nuevo milenio.
Ciertamente existen grandes aportes de
estas culturas milenarias al resto de Venezuela y el mundo, cabe destacar entre
algunas la contribución en el ramo de la medicina tradicional y ancestral, la
riqueza de sus manifestaciones idiomáticas, su propia concepción y conservación
de la biodiversidad, custodia y defensa con su presencia de unas zonas del país
extremadamente frágiles por la lejanía de la capital de la república y las
riquezas albergadas en su suelo, así como también motivos de tipo estratégico y
geopolíticos por estar algunas comunidades en regiones altamente sensibles como
son las fronteras con nuestras naciones vecinas.
En el artículo 119 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela,
establece claramente el reconocimiento por parte del estado de la exigencia de
pueblos y comunidades indígenas, así como su organización social, política y
económica, sus culturas usos y costumbres, idiomas y religiones, así como su
hábitat y derechos originarios sobre las tierras que ancestral y tradicionalmente
ocupan. En la actualidad estas comunidades están representadas en la Asamblea
Nacional por tres miembros electos en el mismo proceso que el resto de los
diputados a dicha Asamblea. Es necesario destacar el nuevo orden político en
esta materia, ya que en toda la historia republicana ningún gobierno se había
ocupado de estas comunidades, ni mucho menos darles espacios en el parlamento
nacional, confinándolos de hecho a un tratamiento peor que el recibido por las
minorías étnicas en otros países, es decir a ignorarlos o simplemente
publicitarlos como souvenirs u objeto turístico, además de los propósitos
electoreros que todos conocemos. Es de vital importancia para estas culturas
arraigadas en nuestro territorio, la preservación de su patrimonio, de sus idiomas
(muchos ya se han extinguido) debido a la carencia de una forma que les hubiese
podido garantizar la permanencia de esas manifestaciones culturales, que no
solamente es patrimonio de ellos sino de toda la nación y de la humanidad en
general.
El nuevo enfoque educativo hacia estos conglomerados humanos, no persiguen de
hecho la supresión de su cosmovisión por la implantación de una cultura
sustitutiva que le es ajena y que no persigue otra cosa que despojar de sus
formas ancestrales de vida a estas comunidades que por su enorme data
(aproximadamente catorce mil años de presencia en América) poseen formas de
vida que el país necesita preservar junto con los individuos que a su vez las
representan. Los pueblos indígenas en nuestro país, se encuentran ubicados en
diferentes grados de pureza cultural, lo que hace que se torne complejo
determinar la existencia o no de la necesidad de facilitarles instrumentos
educativos para preservar lo que poseen y o adoptar nuevos patrones culturales
propios de la cultura occidental, lo que si es cierto es la facilitación de
instrumentos y procedimientos educativos a aquellas comunidades que posean
cierto grado de transculturación a fin de preservar lo que les pueda quedar de
su cultura y la adopción de nuevos rasgos foráneos que no impacten
negativamente en sus formas de vida. Estos instrumentos y procedimientos deben
ser creados, supervisados y dirigidos por docentes originarios e identificados
con estas comunidades, de modo que ellos mismos decidan sus propios destinos
sin injerencia de terceros o extraños (misioneros), y así evitar situaciones
como por ejemplo el hecho de que en algunas comunidades del estado Amazonas se
expresan en su lengua nativa y en inglés, desconociendo por completo el idioma
español, llegando al punto de hablar y escribir en inglés antes que en su
propia lengua materna, además nadie conoce mejor sus formas de vida y sus
intereses que ellos mismos, y el derecho consagrado en la Constitución a creer
en lo que milenariamente han creído, incluyendo sus prácticas religiosas,
mitos, leyendas, tradiciones, costumbres, literatura oral etc. El estado
venezolano debe adquirir el compromiso de adaptar programas muy específicos que
obedezcan a las condiciones propias de estas culturas, tomando en cuenta sus
regiones, grupos étnicos, lingüísticos, para que de esa manera adquieran los
conocimientos que ellos se merecen y necesiten para perpetuar sus culturas y la
tan necesaria huella histórica que muchos historiadores pretenden desconocer
por el solo hecho que no han dejado escritura que permitan conocer a su manera
lo acontecido a los antepasados de estos habitantes que de una u otra manera
han logrado sobrevivir desde los albores de estas civilizaciones a las
confrontaciones con culturas rivales y posteriormente al exterminio y barbarie
en aquel triste proceso conocido como conquista y colonización, que protagonizó
la corona española con sus ejércitos en el nuevo mundo, hasta llegar a los
actuales momentos en que siguen siendo ignorados, agredidos, marginados,
irrespetados etc, por una cultura emergente como lo es la cultura criolla y que
tiene apenas quinientos años en un espacio geográfico que debemos compartir
armoniosamente donde la coexistencia de los individuos que los ocupan es factor
esencial para consolidar y desarrollar una nación.
Prof. Luis Iván Mendoza M.
Profesor Jubilado I.P.C.
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