Revista Candidus Año 2
- No.14 - Marzo/ Abril 2001
Laura Antillano
LOS CUENTOS CLASICOS
Instrumentos de trapia psicológica
La editorial Mensajero, de Bilbao,
España, ha publicado un interesante ensayo que propone una lectura de los
cuentos clásicos de Hans Christian Andersen como instrumentos de terapia
psicológica para afrontar problemas concretos de personalidad. El análisis es
de Miguel A. Conesa Ferrer, y es una propuesta de ejercicios posteriores a la
lectura de los cuentos, para que el lector revise su propia circunstancia de
vida. Veamos un ejemplo con el cuento de El Traje Nuevo del Emperador, por
todos conocido. Un rey vanidoso es engañado por unos ladrones quienes hacen un
traje imaginario que según ellos sólo pueden dejar de ver los tontos, así le
quitan dinero al monarca y al mismo tiempo prueban los temores y artificios de
la corte, puesto que nadie se atreve a decir que -no ve nada-. Finalmente el
rey desfila para su pueblo y un niño rompe el hielo señalando que el rey está
desnudo.
Conesa Ferrer va revisando la conducta de cada personaje en función de la
posible proyección del lector, y de los rechazos que éste(a) pueda sentir.
Así vemos como uno de los asuntos más interesantes es el por qué nadie dice que
el rey está desnudo antes que el niño. Tiene que remitirse a la necesidad de
sentido de pertenencia del ser humano y el miedo a quedar fuera del grupo.
“Cuando defiendo mi opinión personal ante un grupo que sostiene lo contrario,
corro un riesgo evidente: pueden aceptar esta opinión y apreciarla o es posible
que la critiquen y me dejen al margen del grupo.
Dependiendo de las ocasiones, el no
sentirme rechazado por el grupo, puede convertirse en lo primordial, porque
necesito al grupo en forma apremiante.
Si todos en el grupo piensan que la tela que unos granujas están fabricando es
lo mejor, yo tengo que reconocerlo también, porque de otra forma me voy a
sentir solo. Y eso no es agradable.” (p114)
En el diagnóstico estaría aquí la necesidad de aprender a superar esta
circunstancia para aprender a enfrentarse a los condicionamientos sociales
cuando la ética y la integridad personal lo requieren.
Los ejercicios propuestos proponen circunstancias para descubrir que tanto hay
en nosotros lectores de: emperador, súbdito, estafador o niño.
En el caso de los súbditos el autor nos dice: ”Tres enseñanzas podemos
aprovechar de estos personajes, diversos entre si pero que aúnan en un común
unos denominadores que nos van a servir para analizar hasta qué punto nosotros
actuamos como ellos:
a) Sentimiento de inferioridad.
b) Miedo a ser comparados.
c) No querer estar solos”(p.117)
Pasa entonces a analizar cada una de estas posibilidades, y con algunas
preguntas propone al lector una reflexiva autorrevisión.
La propuesta de Conesa Ferrer nos resulta de interés y en paralelo con otra que
comentábamos por este espacio relativa a la enseñanza de la filosofía a través
de la literatura también. Desde otro punto de vista nos remite a una propuesta
diferente. Hace algunos años en la ciudad de Maracaibo se me propuso dictar un
taller para padres y maestros acerca de la formación de líderes a través de la
literatura. La proposición en ese entonces me produjo un rechazo particular, la
literatura es literatura y no pedagogía, la literatura no nace de fórmulas
para..., ni es recetario para esto o aquello. Luego, durante largo tiempo, he
pensado en ello y creo, en todo caso, que la literatura puede ejercer una
función terapéutica en muchas direcciones. Esta propuesta de Conesa Ferrer es
una prueba, y La Gramática de la Fantasía de Gianni Rodari llama a la
utilización del texto como centro de interés para orientar hacia otros
renglones de la información y el conocimiento (es el sentido que le dimos en
nuestro libro: ”De la escuela salen los caminos” de uso en las escuelas del
Municipio Naguanagua de Valencia); también está el uso pedagógico de los
cuentos para los niños hospitalizados, acerca de lo cual conocemos un trabajo
en Cuba, en fin, se ha experimentado mucho teniendo en cuenta la literatura
como elemento de enlace, y es válido desde su misma circunstancia de lenguaje
globalizador, la literatura y la vida son al final un mismo texto.
Sería interesante, lo decimos una vez más, la enseñanza de filosofía o valores
a través de la literatura.
Me he quedado pensando en la propuesta de Conesa F. Con el cuento de Andersen y
la imposibilidad de algunas personas de transgredir las normas sociales aún
cuando estas planteen contradicciones de base con valores éticos. Podríamos,
por ejemplo, elegir un grupo de cuentos, de comprobado valor literario y
preparar un taller de experiencias con niños o adultos. Podría incluirse: “El
Patico Feo” del danés Hans Christian Andersen, “El Cangrejito Volador “ del
cubano Onelio Jorge Cardozo, “El oso que no lo era” del alemán Frank Tashlin,
Frederick del italiano Leo Lionni y Willy y Hugo del inglés Anthony Browne. Con
estas lecturas podríamos hacer un excelente trabajo experimental.
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