Revista Candidus Año 2 -
No.13 - Enero/ Febrero 2001
EL VALOR DE LA TEORIA SOCIO-HISTORICA DE VIGOTSKI PARA LA
COMPRENSION DE LOS PROBLEMAS DE APRENDIZAJE ESCOLAR
Silvia Dubrovsky
Introducción
Las teorías psicológicas aplicadas a la educación intentan
ofrecer un marco de referencia que permita proyectar, reflexionar o evaluar,
los procesos de aprendizaje que tienen lugar en la escuela.
El análisis de la
complejidad de la realidad escolar hace que no haya un único punto de vista, ni
una única teoría psicológica que nos permita interpretarla. Es necesario
ubicarse en algún lugar de esa complejidad y desde allí, quizá, se tendrá la
oportunidad de analizar la relación entre teoría psicológica y práctica
pedagógica.
En este trabajo nos
centramos en aquel niño que, de acuerdo con lo preestablecido tanto en los
marcos legales e institucionales -por un lado-, como en lo expresado por las
diferentes teorías del desarrollo cognitivo -por otro-, no aprende ni con el
ritmo ni en los tiempos esperados.
Para explicar la relación
entre teoría psicológica y práctica pedagógica desde la particular dimensión de
análisis que constituye el sujeto con dificultades en el aprendizaje es
necesario profundizar en las diferentes miradas (no opuestas) que la escuela histórico-cultural
soviética y los teóricos de la escuela sociocultural actual presentan en el
análisis de los principios de la teoría del desarrollo de las funciones
psicológicas, teniendo en cuenta las diferencias fundamentales que existen
entre el ambiente en el que Vigotski vivió y el ambiente en el que sus trabajos
son reinterpretados.
En sus investigaciones,
Vigotski examinó diversos aspectos del desarrollo psíquico en el proceso de
enseñanza y educación y les asignó una importancia especial para la elaboración
de los problemas de la psicología infantil. Tal como él mismo sostenía:
"La enseñanza correctamente organizada conduce tras de sí al desarrollo
mental infantil, despierta a la vida una serie de procesos de desarrollo que
fuera de la enseñanza serían, en general, imposibles. La enseñanza es, por
consiguiente, el aspecto internamente necesario universal en el proceso de
desarrollo en el niño, no de las peculiaridades naturales, sino históricas del
hombre (Vigotski, 1956).
Es sabido que fue el
creador de la teoría histórico-cultural del desarrollo psíquico del hombre,
según la cual las fuentes y los determinantes de este desarrollo se encuentran
en la cultura, entendida ésta como históricamente constituida. Para comprender
al individuo se deben entender, en primer lugar, las relaciones sociales en las
que éste se desenvuelve. Para Vigotski, la
dimensión social de la conciencia es primigenia en tiempo y hecho y la
dimensión individual es derivada y secundaria. Los tipos de procesos sociales
sobre los que sitúa su interés especial son los procesos
"interpsicológicos", los cuales suponen pequeños grupos de individuos
-por lo general díadas- implicados en una interacción social determinada. Estos
procesos no pueden reducirse a procesos psicológicos individuales, pero tampoco
se equiparan a los procesos inherentes a la sociedad (Wersch, 1988). El
tránsito de la conciencia colectiva social a la individual constituye, en
esencia, el proceso de interiorización, y es a ese tránsito al que se refiere
Vigotski cuando postula su "ley genética general de desarrollo
cultural" o, en términos de P. Janet, "ley fundamental de la
psicología". La ley sostiene que "toda función en el desarrollo
cultural del niño aparece dos veces, en dos planos; primero en el plano social
y después en el psicológico, al principio entre hombres como categoría
interpsíquica y luego en el interior del niño como categoría
intrapsíquica..." (Vigotski, 1995).
A partir de la formulación
de la ley se deduce que la estructura del funcionamiento interpsicológico
tendrá un enorme impacto sobre la estructura del funcionamiento
intrapsicológico resultante.
Procesos interpsicológicos de la teoría
socio-histórica (soviética) a la teoría sociocultural actual
Como se señaló más arriba,
cuando Vigotski se refiere a los procesos interpsicológicos, en su ley genética
general del desarrollo, alude a las formas de comportamiento que otros aplica
sobre el niño y que luego éste comenzará a aplicar sobre su persona. Sobre
todo, sostiene, "esta ley se manifiesta como cierta en el empleo de los
signos... El signo, al principio, es siempre un medio de relación social, un
medio de influencia sobre los demás y tan sólo después se transforma en un
medio de influencia sobre sí mismo" (Vigostki, 1995).
Westch, en sus trabajos más
recientes sobre acción mediada y basándose también en la ley genética, propone
referirse a los procesos intermentales (o interpsicológicos) como procesos
interaccionales sociales, para diferenciarlos de la nomenclatura actual de
procesos "socioculturales". Estos últimos describen la ubicuidad
social de toda acción humana. En otras palabras, toda acción humana, sea
individual o interaccional social, está situada socioculturalmente en virtud de
los modos de mediación que emplea (Wesch, 1999).
El autor -basado en las
contribuciones de Yu M. Lotman acerca del "dualismo funcional" de los
textos- plantea dos tendencias que pueden caracterizar la interacción social:
La "intersubjetividad" y la "alteridad". La primera (función
unívoca de Lotman) se relaciona con comparten una perspectiva.
La otra tendencia que
caracteriza la interacción social está estrechamente relacionada con la noción
de Bajtin de alteridad (función dialógica de Lotman). A diferencia de la primera,
que tiende hacia una perspectiva única, compartida y homogénea, la función
dialógica tiende al dinamismo, la heterogeneidad y el conflicto de veces. Las
enunciaciones son vistas como un espacio abierto al desafío, a la
interanimación y a la transformación. La alteridad se relaciona con la
distinción entre el yo y el otro. Dice Bajtín: "No puedo hacer sin el
otro; no puedo ser yo mismo sin el otro".
Una función y otra están
presentes en un texto en la medida que implican funciones unívocas (significados
compartidas) y funciones dialógicas (generadoras de pensamiento y, por lo
tanto, de alteridad) (Wertsch, 1999).
Existen asimismo otros
trabajos sobre las relaciones intersubjetivas en edad temprana, como los de
Pérez Minguez (1998), que estudian el valor del análisis de las mismas como
medio para detectar posibles desajustes interactivos que pueden ser causa
primordial de muchos trastornos. Parten del presupuesto de que las primeras
relaciones interpersonales son fundamentales en el proceso de maduración y
socialización del niño, pues, como señalamos antes, es en la interacción con
los adultos como el niño se introduce en la comprensión de los significados de
su cultura y transforma su realidad individual y social. El autor define este
tipo de interacciones como relaciones intersubjetivas basadas en dos
mecanismos: reciprocidad emocional y ajuste en la actividad (acciones
orientadas hacia una meta en común).
Estas investigaciones
pusieron en evidencia la estrecha relación entre acciones y emociones. En
efecto, la autora propone que las relaciones interpersonales se transforman en
intersubjetivas cuando las emociones de cada interlocutor se influyen en
reciprocidad positiva y que cada influencia positiva favorece los ajustes en la
actividad. La importancia de este trabajo radica en que el progreso del niño,
en su proceso de apropiación de la cultura, implica considerar no sólo los
aspectos cognitivos (herramientas, signos, etc) de los que se vale el adulto
para favorecer el proceso de desarrollo del niño, sino también el aspecto
emocional que puede favorecer u entorpecer dicho proceso.
Por consiguiente, consideramos fundamental la asunción de
una postura clara con relación a los procesos interpsicológicos, pues será la
garantía de una correcta interiorización y, por lo tanto, del desarrollo y
crecimiento del niño.
La noción de Zona de Desarrollo Próximo y el rol del
docente
Ahora bien, el análisis
sobre los procesos interpersonales inmediatamente conduce a reflexionar sobre
el rol del docente que adopta este punto de vista y reconoce su lugar como
"otro desarrollante" en su tarea en el aula. Docentes que se
encuentran con el desafío de ofrecer los medios y ayudas adecuadas a aquellos
niños que en el ámbito escolar presentan más dificultades en su proceso de
apropiación de la cultura.
Partimos de la perspectiva
vigotskiana para quien el aprendizaje tiene lugar en colaboración entre el/la
niño/a y los adultos que le proporcionan herramientas-mediadores simbólicos y
le enseñan a organizar y controlar sus funciones psicológicas. Las situaciones
de "aprendizaje en colaboración" fueron estudiadas fundamentalmente
entre padres/madres e hijos/as de corta edad (Rogolf, 1993; Pérez-Minguez,
1998), demostrando el valor del estilo de interacción en el desarrollo cultural
del niño.
La noción de ZDP, apenas
esbozadas por Vigotsky en sus escritos, en el fundamento para pensar prácticas
pedagógicas concretas desde un marco teórico socio-histórico. Como el mismo
señala: "sólo dentro de estos límites puede resultar fructífera la
instrucción..." (Vigotski, 1993).
Es por ello que, desde hace
varias décadas y en diferentes países, se desarrollan investigaciones y
aplicaciones en diferentes disciplinas áulicas que toman la noción de ZDP como
marco teórico para pensar estrategias de enseñanza que permitan avanzar a
estadios de mayor conocimiento de todos los niños. Todas ellas coinciden en
afirmar que es a partir de una correcta definición de la ZDP; en cada caso y en
cada niño, de donde surge la posibilidad de organizar prácticas
"desarrollantes".
Sin embargo, el carácter
general con el que Vigotski definió la ZDP dio lugar a interpretaciones
parciales de la misma. Una de ellas consiste en no poder sustraerse de la
influencia de ciertos modelos y representaciones corrientes que conciben al
sujeto como un ser relativamente pasivo, en otros términos, representaciones
que limitan las atribuciones y posibilidades de éste. Otra perspectiva parcial
reside en la interpretación de la ZDP como un componente intrapersonal (lo que
no maduró, pero está en proceso de madurar).
Por el contrario, a nuestro
juicio, lo correcto es comprenderla como un espacio socialmente construido
donde convergen y se interconectan las acciones, intenciones y productos de
quienes intervienen en un determinado proceso de enseñanza (Labarrere, 1996).2
Por lo tanto, al actuar en la ZDP, aprenden tanto el alumno como el profesor.
Por su parte, Moll (1993)
vincula directamente el concepto de zona con la organización social de la
instrucción. Sostiene que es incorrecto pensar la zona como si está fuera una
característica aislada del niño o de la enseñanza, en vez de entender al niño
en actividad colaborativa dentro de un medio social específico. La instrucción
formal, con su especial organización y su discurso a través de sus mediaciones
sociales y semióticas, le dan al niños los recursos para desarrollar su
capacidad y para manipular y controlar voluntariamente los sistemas simbólicos
socioculturales.
Otros autores, como Newman (Newman et al., 1991),
encuentran en la concepción de la zona esta doble dimensión: la individual (la
distancia entre lo que el niño puede resolver solo y lo que puede resol ver con
ayuda de los demás -tal como la definió el mismo Vigotski-) y la social (varias
personas se ocupan de problemas que, al menos una de ellas, no podrían resolver
solas).
Esta manera de entender los
procesos de desarrollo como procesos interpsicológicos primero, para pasar
luego a un plano intrapsicológico, es la novedad que introduce el enfoque
socio-histórico. Se diferencia de los análisis sociológicos en el sentido de
que su objetivo no se centra en la descripción del contexto social en el cual
un individuo se desarrollo, ni analiza la manera en la que se influyen
mutuamente. Esta concepción se basa en una nueva manera de interpretar el
funcionamiento psicológico individual, ya que trata al medio social de manera
privilegiada, como una parte del proceso de cambio cognitivo (Newman et al.,
1991), en vez de considerarlo como fuerza no analizada que influye sobre el
organismo individual.
Como criterio para
determinar que un sujeto ha experimentado desarrollo, es decir, que se ha
producido el paso de lo interpersonal a lo intrapersonal, debemos adoptar el acceso
del sujeto a la acción independiente. Los desarrollos actuales de la teoría
ofrecen diferentes alternativas para analizar y proponer estrategias para
diseñar los modos de interacción que tendrán lugar en la ZDP. Aunque las
explicaciones se orientan a diferentes niveles de análisis, en este caso nos
ocuparemos de la relación docente-alumno, pero sin perder de vista que la
noción de ZDP hace referencia también a los modos de interacción entre pares.
Asimismo, la reflexión sería incompleta si no incluyera una breve referencia a
los aspectos institucionales que ejercen su influencia en los modos de
interacción.
Según Moll (1993), al
actuar en la ZDP el docente asume diferentes roles:
a) Como guía y soporte. Ayuda a que el
niño tome riesgos. Focaliza sus preguntas e ideas, trata de asegurar que cada
chico logre el éxito académico.
b) Como participante activo en el
aprendizaje. Investiga con los chicos con demostraciones de los procesos de
investigación.
c) Como evaluador del desarrollo.
d) Como facilitador. A través del uso de
diferentes tipos de medios culturales (currículo, lenguaje, etc.).
Estos diferentes roles que
asume el docente presuponen la existencia de una asimetría que de alguna manera
condiciona la dirección o guía. Lo importante, señala Labarrere (1996),
consiste en cuestionarnos respecto de cómo aparece y cómo se comprende la
cooperación desde la asimetría existente en el modelo de enseñanza actual. El
autor afirma que la forma de interacción en la ZDP deviene del modelo de acción
que utilizó el propio Vigotski y sus colaboradores. La base del esquema de
acción es introducir cierta ayuda gradual, con el propósito de comprobar el
segmento de interacción, el momento en el que el sujeto en desarrollo resulta
sensible a tal ayuda, es decir, el momento en que capta o se apropia del
procedimiento en cuestión. Este modelo de ir suministrando ayuda gradual al
sujeto se ha conservado bajo diferentes denominaciones y variantes
metodológicas, como por ejemplo "la metáfora del andamiaje" 3 (Wood,
Bruner and Ross, 1976). La idea es que los alumnos asuman el control sobre
todos los aspectos de su propia experiencia de aprendizaje.
Para los docentes es fundamental confiar tanto en sus
propias capacidades como en las de los niños. Se debe partir del reconocimiento
de que las intencionalidades en la medida en que fuera posible, sean
compartidas y estén basadas en el diálogo y en la negociación.
En este sentido, Litowitz
(1993) ofrece una alternativa a la explicación de la motivación para aprender
en la ZDP, ya que incluye en la consideración de la zona a las nociones
psicoanalíticas de identificación y resistencia.
Al añadir el análisis
psicológico, la autora propone que no sólo la estructura cognitiva se ve
modificada por la influencia del lenguaje interior (al crear nuevos procesos y
formas de pensamiento), sino que éste también opera sobre la estructura
psicosocial o de personalidad. Afirma que, así como nuestro lenguaje interior
es el lenguaje de los otros alternalizadas, por nuestras identificaciones con
otros grupos sociales y sus deseos. Es en este sentido que la referencia al
nivel de análisis institucional se hace imprescindible para comprender de qué
manera se modelan las interacciones.
Las instituciones, como las
escuelas, los hogares, etc., estructuran sistemáticamente las interacciones
entre las personas o entre las personas y los artefactos culturales. No se
puede desarrollar una concepción viable sobre el desarrollo humano sin restar
atención al modo en que la vida social se organiza dentro de las instituciones
(Minick, et al,. 1993)}.
Si se comprende a la
enseñanza como la ayuda ofrecida a través de la ZDP, uno de los deberes de cada
individuo del sistema escolar debería ser asistir en sus tareas a la persona
por debajo de su línea. Esta ayuda, con su consecuente desarrollo cognitivo y
conductual, debería ser el objeto de la escuela.
El docente y el trabajo en el aula frente a las
dificultades de aprendizaje
El análisis del fracaso
escolar, tal como lo realizamos en la actualidad, no fue objeto de estudio
específico de la escuela soviética. Hoy en día se asume que los procesos de
construcción de los conocimientos varían en función de la estructura y
organización de la escuela. Las dificultades en el aprendizaje se pueden
exacerbar o minimizar por el tipo de interacción social, especialmente las que
tienen lugar en la escuela, Vigotski y sus discípulos analizaron los procesos
de aprendizaje desde una perspectiva crítica a las posturas psicométricas que
analizaban las dificultades de aprendizaje a partir de una consideración
estática y puramente cuantitativa de los procesos psicológicos.
En su época, Vigotski
criticó duramente el uso excesivo de test en el trabajo educativo. Los
paidólogos los utilizaban para clasificar a los alumnos y definir dónde los
colocaban en el ámbito escolar, pero trabajando muy alejados de las condiciones
educativas concretas. Sobre la base de los tests, decidían quienes debían ir a
establecimientos especiales o diseñaban los agrupamientos de los niños en las
aulas. Según esta concepción tradicional, el proceso de desarrollo psíquico de
los niños se realiza según leyes propias, independientes de la enseñanza y la
educación. Señala Vigotski (1991): "La psicología escolar tradicional
estudia la psique en su estática y no en su dinámica, en sus formas estancadas
y cristalizadas y no en el proceso de su origen, formación y desarrollo".
Las pruebas nos permiten determinar aquello que el niño puede realizar, es
decir, aquellas capacidades ya conseguidas, cristalizadas. En términos del
mismo Vigotski: su nivel de desarrollo real. Ahora bien, la diferencia entre la
psicología tradicional y la escuela histórico-cultural radica en la manera de
interpretar aquello que el niño todavía no puede realizar, que la primera
analiza en términos de ausencia o déficit y la segunda como nivel de desarrollo
potencial. En otros términos, frente al predominio de interpretación
cuantitativa de los fenómenos, Vigotski adopta una postura cualitativa, es decir,
pretende capturar la modalidad particular de organización de las funciones
psicológicas en los niños.
Leontiev (1968), en el Seminario Internacional sobre
Problemas de Retraso Intelectual realizado en Milán en 1959, expuso claramente
la postura de la escuela: "Las pruebas de C1 nunca descubren la naturaleza
del retraso intelectual, ni ofrecen ninguna base para decidir qué métodos deben
usarse con los diferentes niños. La pretensión de que las pruebas estudian
factores estables y que los mismos tienen una significación pronóstica
decisiva, significa que la aplicación de pruebas difunde ideas sobre la
inevitabilidad del retraso intelectual, obstaculizando así el desarrollo de
métodos diferenciados de base científica del trabajo educacional con niños
retrasados,". A dichos métodos alude Vigotski cuando se refiere a
educación especial. La misma se refiere a la tarea de proporcionar al niño
aquellas mediaciones capaces de favorecer su desarrollo. No es que los niños
con dificultades del aprendizaje deban permanecer más tiempo en la escuela, ni
encontrarse sólo en aulas con un número de niños, ni reunirse con niños
semejantes con ellos en cuanto al nivel y al ritmo de desarrollo psíquico.
Muchas veces, los niños son agrupados de acuerdo con las particularidades negativas,
esto implica -en el ámbito escolar- unir niños que poco tendrán en común en el
aspecto positivo. En este sentido, es fundamental conocer no sólo la
deficiencia en sí mismo, sino la reacción que se presenta en la personalidad
del niño en respuesta a la dificultad con la que tropieza. Hoy en día las
investigaciones manifiestan que las habilidades cognitivas están mucho más
contextualmente especificadas de lo que comúnmente se supone.
Ahora bien, en el ámbito
escolar ¿cuál será la manera de trabajar del docente que se encuentra con el
desafío de ofrecer los medios y ayudas adecuadas a aquellos niños que más
dificultades presentan en su proceso de apropiación de la cultura?. El sistema
didáctico experimental elaborado por los actuales representantes de la escuela
histórico-cultural de la ex Unión Soviética (Zankov et al., 1984) confiere al
docente el deber de organizar una labor sistemática y consecuente al desarrollo
de todos los alumnos, en términos actuales, implica superar el uso de prácticas
homogéneas que poco tienen en cuenta el nivel de desarrollo individual de cada
alumno. En primer término, es necesario proporcionar espacio para la
individualidad. La misma no es posible en el aislamiento ni en la separación,
sino en el ambiente de la vida diversa y rica en contenido. Aquellos que más
dificultades presentan necesitan -mucho más que el resto- del diseño de ayudas
que les permitan avanzar a niveles de mayor conocimiento. La experiencia
muestra que recargar a estos niños con meros ejercicio de entrenamiento no sólo
no contribuye a su desarrollo sino que aumenta su rezagamiento. Si entendemos
que la enseñanza debe ser comprendida como un proceso de modelación de las
interacciones, en el mismo hemos de tener en cuenta el carácter de los mediadores
que utilizamos. La intervención adecuada implica utilizar los mediadores
apropiados de acuerdo con el conocimiento que se construye (Morenza, 1996).
Esto es así para todos los niños, pero en el caso de los niños con dificultades
de aprendizaje resultan más que necesarios. La vida escolar de estos niños no
tendrá éxito si no se diseñan y aplican las ayudas de modo consciente y
estructurado por parte de los maestros. En este contexto, señala Morenza que
"la intervención debe ser entendida como remediación: re-modelación de las
interacciones y concientización por parte del maestro de su papel mediador en
el aprendizaje del niño y rediseño de los instrumentos mediadores. Los niños
con dificultades de aprendizaje necesitan más que otros que se les ayude en la construcción
del plano intrapsicológico". Algunos autores señalan que el nivel de
estructuración del conocimiento parece ser la variable que permite diferenciar
los niños "normales" de los niños con deficiencias en el aprendizaje
(Campione et al., 1986). Los formatos de las representaciones nos pueden
facilitar el diseño de mediadores externos. En el apartado próximo
presentaremos un ejemplo de diseño de ayudas basado en esta interpretación de
los fenómenos.
El papel del maestro en
este contexto es el de consultor y participante. Cumple un importante papel
como modelo de distribución de funciones dentro del grupo. Es, por lo tanto, el
organizador del medio educativo social, regulador y controlador de la
interacción de ese medio. Su actividad organizada proporciona la práctica
necesaria para llevar al niño desde el nivel inicial con ayuda, hasta el nivel
final, independiente. El docente debe tender puentes entre los niveles de
dominio actuales y los niveles futuros. Este enfoque sugiere que la actividad (tarea
de aprendizaje) permanezca como totalidad a lo largo del proceso de
instrucción. Sólo el nivel de instrucción (y no la tarea) es lo que cambia con
el tiempo (Rueda, 1993).
Diseño de ayudas en el aula.
Relato de una experiencia.
Durante un breve período de 1997 tuve la posibilidad de
tomar contacto con un grupo de investigadores de la Universidad de La Habana,
especializados en psicología del desarrollo y educacional, a través del trabajo
que realizan en conjunto con una escuela que en su origen fue una institución
de enseñanza especial y que hoy en día ha hecho un cambio muy particular. Es la
primera escuela que tuvo una historia inversa al resto, la primera que integró
niños sin dificultades en el aula de educación especial. En el momento actual
nos encontramos con una escuela que desarrolla un programa de enseñanza
integrado para niños con y sin dificultades de aprendizaje.
La clase de primer grado:
el grupo de alumnos, no más de 15, inician junto con su maestra una
conversación informal sobre el tema animales. La docente recoge la información
que los niños aportan y la vuelva en un esquema gráfico en el pizarrón, donde
queda esbozada, al finalizar la charla, un gráfico en forma de red que muestra
las relaciones de jerarquía entre los diferentes conceptos propuestos por los
niños. Así, los niños diferenciaron aves de mamíferos, a partir de los
diferentes criterios que cada niño aportó (los que nacen de huevos, los que
tienen pelos, los que vuelan, los que comen carne, etc.). Este momento de actividad,
caracterizado por la introducción y discusión de conceptos científicos, estuvo
dominada por la interacción a través del lenguaje oral, que tiene por objetivo
revelar el grado de desarrollo de la estructura de conocimiento.
El segundo momento, que se
realiza con el objetivo de enriquecer la estructura de conocimiento, está
caracterizado por una forma de aprendizaje que las teorías de procesamiento de
la información denominan agregación (Norman, 1985). La agregación es la adición
de nuevo conocimientos a las estructuras existentes. La estructura existe, pero
se le añaden datos. En este momento, la maestra entrega a cada niño un texto.
Cada niño recibe una información escrita acorde con su nivel de adquisición de
la lectura. Por ejemplo, los niños con mayores dificultades leen sólo nombres
de aves. Otros, la descripción, otros sobre su hábitat, etcétera. Es decir,
todos los niños participan de la misma actividad grupal, cada uno trabajando
acorde con su nivel de posibilidades, pero siempre por encima de su nivel de
desarrollo; esto es, la actividad reviste un grado mayor de dificultad que su
nivel de posibilidades actuales, exigiéndoles ya sea desde la complejidad de la
estructura grafemática de la palabra, la complejidad sintáctica, etcétera. En este
segundo momento, la lectura constituye el mediador externo diseñado para
presentar la nueva información. Este hecho muestra que tanto la lectura como la
escritura, dentro de este marco teórico, constituyen más que una materia u
objeto de conocimiento en sí mismo; su constituyen como el mediador por
excelencia para el desarrollo de los conceptos científicos en el aula.
El tercer momento está
caracterizado como el momento en el cual se modelan las interacciones con el
objetivo de producir nuevas re-estructuraciones del conocimiento. La docente
organiza un juego en el cual coloca en el pizarrón láminas y fotos de aquellas
aves que fueron el contenido de las lecturas en la etapa anterior. Por sus
características de "exóticas", no todos los niños han tenido
experiencia o conocimiento de las mismas. Luego, coloca sobre una mesa los
nombres de dichas aves. El juego consiste en colocar el nombre de cada ave a
partir de la información que se ha trabajado en la etapa anterior mediante las
lecturas.
Este tercer momento
concluye con la formación de nuevas estructuras conceptuales o complejización
de las ya existentes (en este caso, las aves); este proceso es individual y
depende del nivel de desarrollo de cada niño y del modo de interacción
establecido.
Esta manera de plantear las
actividades, desde una perspectiva de mantener la individualidad a aquella que
sólo se logra en la interacción y cooperación con otros, ha logrado importantes
progresos en el grupo de niños con dificultades. La experiencia de estos
investigadores mostró que las estructuras de conocimientos de los niños no sólo
se habían desarrollado respecto de la evaluación inicial antes de comenzar con
las ayudas, sino que en muchos casos fueron superiores a las de muchos niños de
la misma edad que se consideran con un desarrollo intelectual normal.
A modo de cierre
Aunque Vigotski no pretendió desarrollar un modelo de
enseñanza, los principios fundamentales de la teoría permiten, tanto a
especialistas de psicología de la educación como a docentes, desarrollar
procedimientos de trabajo concretos. La fecundidad de la teoría se observa en
las diferentes miradas y aportes que la teoría socio-cultural actual ofrece
para reinterpretar los principales conceptos a la luz de los problemas que
plantea el modelo de sociedad actual y los modos de interacción que
caracterizan hoy a las instituciones, en especial, a la escuela.
La dimensión de análisis
que constituye el sujeto con dificultades de aprendizaje de cuenta de cómo la
noción de Zona de Desarrollo Próximo permite implementar prácticas que pongan
el acento con modalidades de interacción áulicas sustentadas por propuestas
docentes no homogéneas y al mismo tiempo "desarrollantes". Asimismo,
como señala Kozulin (1996), "las aplicaciones educativas de las ideas
vigotskianan nos enseñan que las teorías psicológicas no pueden ser ni
culturalmente neutras ni libros de valores. Cuando explicamos los procesos de
aprendizaje, cuando sugerimos métodos para su mejora, no nos sustraemos a las
preguntas acerca de las metas culturales y sociales que este tipo de
aprendizaje pretende alcanzar".
Notas
1. Sin embargo, al ubicarse en esta
postura, se corre el riesgo de centrarse exclusivamente en la transmisión de
significados literales (función unívoca de Lotman), o caer en extremo de lo que
Rommetveit llamó intersubjetividad pura. Este concepto, tomado de Habermas
(1970), se basa en el ideal racionalista de "completa simetría en la
distribución de afirmación y disputa, revelación y ocultamiento, prescripción y
seguimiento, entre los participantes en la comunicación.
2. Esta interpretación puede vincularse
con la función dialógica de Batjin que se mencionará antes.
En 1976, Wood, Bruner y
Ross introdujeron el término andamiaje en el contexto del análisis de la
interacción adulto-niño. Usamos el término como metáfora para referirse al
proceso mediante el cual un adulto ayuda a un niño a realizar una tarea
superior a la capacidad de éste último.
Tomado de: Noveddaes Educativas.
Buenos Aires Argentina. Junio 2000
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La autora agradece a Silvia Maldonado por su lectura critica
y sus valiosos comentarios.
Silvia Dubrovsky es licenciada en Ciencias de la Educación
de la UBA. Docente e investigadora de la Universidad Nacional de La Pampa.
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