El cambio regulatorio y
la estática institucional Las telecomunicaciones en Estados Unidos
Olga
Gil García
Cuando un gran número de
países se plantea cambios sustanciales en la estructura del mercado de
telecomunicaciones (1) surge la pregunta de cuál es la causa determinante de
los cambios o de la ausencia de los mismos. El examen del caso de Estados
Unidos servirá para adelantar posibles respuestas.
TEORÍAS DEL CAMBIO REGULATORIO
Analizando la manera en
que mutuamente se influyen el desarrollo tecnológico y la regulación del
mercado de telecomunicaciones en Estados Unidos, es posible mostrar que el
cambio tecnológico no es el único determinante del cambio regulatorio. La
regulación determina y en ocasiones pone en marcha trabas efectivas que logran evitar
el cambio tecnológico. Los problemas y las oportunidades con que cuentan los
nuevos grupos sociales para inducir el cambio regulatorio están determinados en
primer lugar por la regulación existente, más que por las nuevas tecnologías
disponibles. En este artículo se plantea que las instituciones reguladoras (2)
domésticas son claves para entender el cambio o la estática regulatorias, en
definitiva, son una razón poderosa que determina la estructura del mercado de
telecomunicaciones. Estas instituciones reguladoras son fundamentales para
entender tanto los límites como las oportunidades de nuevos grupos sociales
que favorecen el cambio regulatorio para obtener beneficios derivados del
cambio tecnológico.
TEORÍA DE CAPTURA
Según una de las corrientes existentes en teoría de la regulación, las
agencias reguladoras son capturadas por la industria que ellas mismas regulan.
Stigler (1971:3) entiende que la regulación es un instrumento al servicio de la
industria, que se diseña y se pone en práctica para su beneficio. Así, la
industria en cuestión se convierte en consumidora de ventajas políticas que
mejoran su estatus mediante medidas reguladoras. Desde este enfoque, la
estructura legal reguladora es un compromiso diseñado para generar rentas importantes
a las circunscripciones influyentes en el proceso regulatorio (Hazlett
1990:134). El instrumento de que se sirve la industria regulada para dominar a
las agencias reguladoras es la engastación de sus intereses en las primeras
medidas que se promulgan. Los intereses engastados de la industria regulada
inducen a la estática de las instituciones y de las políticas públicas con
ayuda de las primeras leyes reguladoras y el marco institucional creado para
regular. Esta perspectiva supone que los grupos interesados en un cambio del
status quo parten de una posición de desventaja para introducir reformas a
través de las instituciones del Estado. Son víctimas desprotegidas de la
alianza del Estado con grupos específicos, y carecen de medios para protegerse
de la alianza (Stigler 1971:18).
Esta teoría
fue defendida por Owen (1982) para el caso del espectro electromagnético. De
acuerdo a este autor, los intereses creados en el acuerdo institucional
regulador de 1927 en Estados Unidos "levantaron un bloque formidable
contra posteriores reformas que se ha mantenido hasta el día de hoy"
(1982:37). Owen mantuvo que estos intereses impidieron asignaciones más
eficientes del espectro, así como el cambio de estándares técnicos en
direcciones que pudiese dañar el interés de aquellos más favorecidos por la
regulación de 1927. Más recientemente, Hazlett (1990) también defendió que los
intereses creados establecidos por la Ley de Radio de 1927 "determinaron
todos los futuros esquemas de distribución de rentas" extraídas del
mercado de las telecomunicaciones en los Estados Unidos. Tras el acuerdo
original, las políticas públicas dispensadas por las instituciones políticas
fueron un compromiso diseñado para generar rentas para cada una de las
circunscripciones con influencia en el proceso." (Hazlett 1990:134).
En los Estados Unidos, la habilidad de los actores sociales (i.e. la
compañía telefónica AT&T y las cadenas de radio comerciales) para capturar
a la comisión reguladora impidió que otros actores lograran políticas más
acordes con sus intereses durante un largo período (desde 1920 hasta mediados
de los años 1970). Sin embargo, pequeñas compañías telefónicas, los nuevos
proveedores de equipos y las compañías de cable consiguieron forzar cambios
que les permitieron beneficiarse de los avances tecnológicos. Se promulgaron
nuevas regulaciones que otorgaron acceso de nuevos grupos al mercado de las
telecomunicaciones, mediando el perjuicio de aquellos regulados ‑y
beneficiados‑ en primer lugar. Se revisaron las medidas reguladoras,
poniéndose fin al monopolio total de telefonía en golpes incrementales y
decisivos. Las inversiones en distintas redes de telecomunicaciones,
restringidas desde un principio, se permitieron para la provisión de servicios
integrados de voz y datos. La nueva regulación supondría un cambio de la oferta
de productos y servicios de telecomunicaciones, de los medios para proveerlos,
y de los proveedores. En definitiva, las regulaciones estadounidenses alteraron
sustancialmente la estructura del mercado de telecomunicaciones. Inicialmente,
el cambio fue incremental, para devenir después en más dramático (3). Todos
estos cambios tuvieron lugar al tiempo que las instituciones regulatorias se
mantenían intactas (1920‑1990).
LA ATRACCIÓN DE LAS EXPLICACIONES BASADAS EN EL CAMBIO TECNOLÓGICO
La teoría de
captura nos ofrece una explicación de la estática regulatoria, pero no ofrece
pistas para entender estos cambios. Para encontrar explicaciones del cambio
Stephen Krasner (1991), Peter Cowhey (1990) y Anne Krueger (1974) ofrecen
análisis en los que la tecnología es la variable principal desencadenarte. La
hipótesis que avanza esta corriente es que el cambio tecnológico explica los
cambios en la regulación.
Matizando
ambos extremos, una hipótesis alternativa es que la posibilidad de experimentar
cambio o estatismo regulatorio depende de la estructura institucional, más concretamente,
de dónde se encuentra el locus de la toma de decisiones en materia de telecomunicaciones.
Así, bajo diferentes sistemas o esquemas institucionales pueden existir o no
canales para que grupos organizados cambien las políticas regulatorias. Es de
esperar que nuevos intereses puedan ser acomodados en determinados momentos
cuando los canales existen. A la teoría avanzada por Stigler le correspondería
un modelo en el que los canales por los que nuevos grupos sociales pueden
articular sus demandas no existen, y como consecuencia, faltan los incentivos
efectivos para el cambio.
EL MARCO INSTITUCIONAL ESTADOUNIDENSE
En los EEUU
la estructuración del mercado de telecomunicaciones estuvo a cargo de varias
instituciones estatales o local de toma de decisiones. Tanto el Congreso como
el poder ejecutivo, los tribunales y otras agencias loci compartieron competencias reguladoras. El sistema federal
capacitó a estos actores estatales con recursos de poder y así, desde un
principio, pudieron influir las normas regulatorias. La variedad de loci para influenciar las políticas
públicas se tradujo en la fragmentación del poder en distintas unidades (4).
El sistema
regulador original de las telecomunicaciones fue establecido por el Congreso,
derivándose de la autoridad constitucional que le había sido conferida para
regular el comercio interestatal (5). El Congreso promulgó el Radio Act de
1927 y el Communications Act de 1934, leyes con las que se inauguraba una
trayectoria de desarrollo que permitiría en adelante cambios regulatorios
significativos.
El Radio Act
de 1927, aprobado por el Congreso, estableció una agencia reguladora independiente
(llamada primero Federal Radio Commission, y desde 1934 Federal Communications
Commission), restringiendo las amplias concesiones con que había contado anteriormente
la presidencia (6). Bajo este nuevo marco regulatorio el ejecutivo podía ejercer
cierto control de la políticas reguladoras, compartido ahora con la FCC, los
tribunales y las instituciones reguladoras federales y de los Estados miembros.
El poder
ejecutivo aún gozaba de cierta autoridad para ejercer presión sobre la comisión
reguladora. Cada presidente electo podía nombrar dos de los cinco miembros con
los que contaba el comité colegiado de la comisión. El presidente podía también
controlar el presupuesto de la FCC y usar otros mecanismos de revista más específicos
(Meier 1985). La presidencia no renunció a jugar un papel aún destacado en
temas de telecomunicaciones, como atestigua la creación en 1970 de la Oficina
de Política de Telecomunicaciones, buscando jugar un papel regulador directo
mediante el desarrollo de planes y programas innovadores.
Dentro de
este marco regulatorio el poder estaba fragmentado y se fraccionaría aún más
con los preceptos que se dieron a la agencia reguladora (FCC) y a los
tribunales en el Radio Act de 1927 y el Communications Act de 1934. Estos
preceptos les transferían la responsabilidad de construir las reglas de comportamiento
por las que habría de guiarse la industria (Le Duc y McCain 1970, y Bensman
1970). Esta elección del Congreso dotó a la agencia y a los tribunales de un
rol importante en "el desarrollo de políticas regulatorias" (Noll
1987:464), y de capacidad para cambiarlas.
EL PAPEL DECISIVO DE LOS TRIBUNALES
Las
sentencias de los tribunales fueron decisivas ya que afirmaron el estatus y la
capacidad de la agencia reguladora en su supervisión de la industria de
telecomunicaciones. La FCC experimentó un cambio en las vagas atribuciones
conferidas en 1927 a un período en el que el apoyo de los tribunales se tradujo
en la flagrante expansión del poder de la agencia Gean‑Paul Simon 1993).
En los años 80 por el contrario, fue precisamente esta misma discreción
política lo que capacitó a los tribunales para cuestionar la autoridad que la
FCC había acumulado en las cinco décadas anteriores (Jean‑Paul Simon
1993:27‑28).
Los fallos de los tribunales tuvieron una importancia fundamental en
el cambio de la regulación de telecomunicaciones. Esto se debió a dos
principios de la Common Law americana: la importancia de los precedentes y la naturaleza
singular de los litigios. Ambos factores "militaron contra
consideraciones de largo plazo... e hicieron de cada desafío a la comisión
[FCC] un asunto serio" (Le Duc y McCain 1970;395). De este modo los
tribunales estadounidenses permitían el acceso "a un vasto número de
individuos que quisieran participar en el proceso regulatorio" (Meier
1985:29).
REFUERZOS PARA LOS
INTERESES LOCALES
Los
intereses locales se habían investido a sí mismos con autoridad para regular
incluso antes de que el Congreso aprobase las leyes mencionadas. Las agencias
locales de los Estados federados y municipios impusieron reglas que
restringían la competición de compañías telefónicas en el ámbito local, reglas
que fueron sancionadas por los Estados y el gobierno federal entre 1880 y 1900.
Bajo este precedente la telefonía sería susceptible de regulación pública como
"propiedad privada destinada a uso público" en la totalidad de la
nación. Los tribunales apoyaron esta iniciativa, y las compañías privadas
hubieron de obtener licencias para operar en las comisiones de servicio
públicos (Public Utilities Commissións,
PUCs) (7). A partir de este momento los intereses locales fueron parte del
sistema regulatorio, ya que las PUCs decidían los precios de los servicios
telefónicos locales, asegurándose que hubiese subsidios de telefonía básica
que beneficiasen a las pequeñas comunidades rurales.
El Communications Act de 1934 reforzó el poder de las comisiones de
los Estados y de los gobiernos locales sobre los operadores de
telecomunicaciones, ya que las decisiones de estos actores locales tenían
superioridad jerárquica dentro de sus competencias sobre la Federal
Communications Commission. Las comisiones de los Estados miembros también
podían participar en mesas colegiadas junto con la FCC, y debían presentar su
dictamen en las audiencias sobre las propuestas de fusiones de compañías
telefónicas.
Los
intereses locales y regionales habían estado protegidos de antemano bajo el
Radio Act de 1927 (8). Los cinco comisionados nombrados por la agencia reguladora
se elegían representando las cinco zonas en que se había dividido el
territorio de los EEÜU. La razón de esta división estribaba en asegurar que los
intereses de las ciudades sureñas, donde la industria de la radiodifusión
estaba menos desarrollada, estaban bien representadas en la asignación de
licencias hecha por la FCC (Hazlett 1990).
RAZONES INSTITUCIONALES PARA UNA CAPTURA QUE NO FUE TAL
En los EEUU,
las relaciones mutuas de las instituciones regulatorias sirvieron para reafirmar
su autoridad y autonomía. Esta es una de las razones por las que la teoría de
la "captura" de Stigler no se ajusta al caso estadounidense. La FCC
no era la única agencia que promulgaba leyes reguladoras. Más que una comisión
independiente y aislada de nuevos grupos sociales, la FCC y el sistema regulatorio
como un todo ofrecían canales que podían ser aprovechados por nuevos intereses
sociales para hacer reclamaciones parejas a nuevos avances tecnológicos.
Todos estos
canales hacían que el sistema fuese permeable a las presiones de grupos
industriales y sociales altamente organizados en busca de beneficios
potenciales. Las reivindicaciones de estos intereses sociales fueron apoyadas
en distintas ocasiones por los tribunales y las agencias reguladoras estatales
(FCC, gobiernos locales, poder ejecutivo). Todos estos canales permitían que
se sucediesen cambios incrementales y críticos, con el apremio de nuevos grupos
sociales por medio de audiencias, presiones (lobbying)
y juicios.
El monopolio telefónico de AT&T quedó roto finalmente por
sentencia judicial. La primera señal de cambio incremental fue la entrada restringida
de competidores en el mercado de telefonía. La compañía telefónica AT&T que
había estado protegida como monopolio total desde 1935 a 1956, experimentó
desafíos sucesivos a esta posición privilegiada en los tribunales. El primer
juicio contra el monopolio de AT&T terminó sin resolverse en 1942. Catorce
años más tarde el monopolio como proveedor de equipos se rompió, y finalmente
sufrió la ruptura definitiva como proveedor exclusivo de servicios por decisión
judicial en 1982 (Carpentier et al., 1992)
(9).
La industria
del cable fue regulada en los años 60 bajo el escrutinio de la FCC. Durante
esta década su potencial como tecnología emergente se limitó con el objeto de
proteger los intereses creados de las emisoras de radio y televisión (Owen,
1981:90). El acuerdo al que llegaron la FCC, los dueños de cadenas de radio y
televisión y las compañías de cables se centró en que la industria del cable
"no dañase irreparablemente los intereses de los primeros" (Owen,
1981:91). Entre 1972 y 1979, varias agencias reguladoras volvieron a considerar
la situación del mercado del cable, desde comités gubernamentales hasta tribunales.
Finalmente la FCC relajó su política reguladora del cable, concluyendo que las
regulaciones previas no se estimaban entonces necesarias (Owen, 1981:92). De
este modo las compañías de cable pudieron proveer servicios que inicialmente
les habían estado vedados para proteger a las emisoras de radio y televisión.
EL CAMBIO TECNOLÓGICO COMO CAUSA NECESARIA E INSUFICIENTE
La explicación de estos cambios no puede atribuirse al cambio
tecnológico como único determinante causal. En Estados Unidos existen
evidencias de que la regulación previno el desarrollo tecnológico en campos
concretos, y en algunos casos obstaculizó durante décadas los posibles usos
que permitían las nuevas tecnologías. Mediante políticas reguladoras se
imposibilitó el que estas nuevas tecnologías pudiesen incorporarse al mercado.
Así por ejemplo, las primeras políticas dictadas para regular a las compañías
telefónicas pusieron freno a la convergencia de las telecomunicaciones. El
desarrollo tecnológico fue constreñido por acuerdos institucionales que
"creaban oportunidades para algunas innovaciones a la vez que definían
las fronteras de los tipos de innovación posibles" (Steinmo et al,1992:25). Hasta entrada la década
de los ochenta, a las compañías telefónicas se les permitía transmitir voz,
pero no datos, a través de la red. Tampoco era posible la cesión del espectro
radiofónico a quien quisiese comprar espacios para retransmitir. Se prohibió
la unión de telégrafos con las compañías telefónicas para prevenir prácticas
monopolísticas de servicios combinados. Así en 1913 se forzó la separación de
AT&T de Western Union, una importante compañía telegráfica (Pool 1983:30).
Los intentos de AT&T de usar su planta telefónica para la transmisión de
textos mediante servicio de teletipo (TWX switch), fueron vanos, al forzar el
Departamento de justicia la venta del sistema a Western Union para incorporarlo
al servicio de télex existente (Pool, 1983:30).
Con estas políticas públicas, el regulador protegía a los grupos
interesados en imposibilitar o retardar la entrada de competidores en el
mercado estadounidense. Sin embargo, con el tiempo nuevos grupos se
incorporaron al calor de políticas propicias. La razón de este cambio aparente
fue que las instituciones reguladoras no tenían intereses creados en la
estructura del mercado de telecomunicaciones de EEUU tal y cómo estaba
regulado. En los EEUU, el cambio tecnológico fue relevante al fortalecer a
nuevos grupos sociales bis a bis el regulador y los regulados. Estos nuevos
grupos sociales eran autónomos en la determinación de la dirección del
desarrollo tecnológico bajo el paraguas de la empresa privada. Este detalle
facilitó la posibilidad de que las agendas de los reguladores y los regulados
pudieran ser divergentes entre sí. Asimismo, el desarrollo de nuevas tecnologías
se tradujo en un cambio del poder estratégico de grupos industriales bis a bis
competidores potenciales e intereses creados en anteriores acuerdos
regulatorios. Hasta cierto punto, la tecnología limitaba las decisiones que se
podían tomar en materia de regulación (Meier 1985:32), sin embargo, a la vez,
la tecnología creaba nuevas oportunidades susceptibles de ser explotadas por
políticos y otros grupos sociales.
En los EEUU
innovaciones como la tecnología de fibra óptica y la digitalización ofrecieron
incentivos para presionar por el cambio regulatorio a nuevas coaliciones
sociales (Cowhey 1990:199). Estos nuevos grupos sabían de antemano que los
cambios en la regulación vigente les beneficiarían, y lo que es más
importante, que eran posibles, dada la historia previa de contestación por
medio de canales institucionales. En los años 80 una coalición de grandes
usuarios de servicios de telecomunicación, bancos internacionales, y nuevas
compañías de la industria electrónica que no eran proveedores de la compañía
telefónica condujeron al fin el monopolio de servicios de comunicación en los
Estados Unidos (Cowhey, 1990). A estos grupos se debe la llegada del cambio
regulatorio por medio de aquellos mecanismos que hacían el proceso regulatorio
permeable a grupos altamente organizados.
El cambio
tecnológico exclusivamente no fue suficiente para determinar el cambio regulatorio.
El Radio Act de 1927, el Communications Act de 1934, y las reglas que las
instituciones reguladoras desarrollaron en sus interacciones mutuas fueron los
mecanismos básicos para la reforma. Todos ellos inauguraron una lógica que
determinaba la posibilidad de cambios significantes e incluso drásticos. El
marco institucional estuvo marcado por un legado que permitió el cambio incremental
y crítico. Las competencias generales dadas a la Federal Communications Commission
y a los tribunales les capacitaron de forma que sus dictámenes serían
trascendentales para estructurar el mercado de las telecomunicaciones en EEUU
en las décadas venideras.
CONCLUSIONES
El análisis de los cambios regulatorios en los Estados Unidos no
confirma la teoría de Stigler ya que la FCC no fue captada por la industria que
regulaba en el período comprendido entre 1900‑1990. La primera razón para
esto fue que la agencia reguladora no era el único organismo encargado de
dictar políticas regulatorias. Compañías de cable y pequeñas compañías
telefónicas gozaron de alternativas para presionar en favor de políticas que
beneficiaran su posición e intereses, a expensas de las emisoras de radio y
televisión y del monopolio de telefonía. El poder de estos grupos cambió
estratégicamente con el tiempo (Krasner 1991) dependiendo de cuál era su
situación respecto de las innovaciones tecnológicas. Los intereses creados no
sesgaron todos los patrones futuros de distribución de rentas, como Hazlett
(1990) ha mantenido, ya que hubo nuevos grupos que pudieron extraerlas a
través de la explotación de nuevas tecnologías junto con la pretensión de que
se ejercieran cambios regulatorios.
El patrón de
cambio se ha explicado por la existencia de canales a través de los que las
presiones sociales partidarias del mismo pudieron ejercerse. Esto a su vez
dependerá de dónde se encuentre el locus de la toma de decisiones en materia de
regulación. Tal tesis no ha de interpretarse como una simple medida de las
consecuencias de la centralización política versus descentralización y su
impacto sobre el cambio o la estática regulatorias. El argumento general ha de
llevarse más adelante, identificándose los mecanismos específicos a través de
los cuales intereses particulares pueden agregarse y finalmente presionar por
el cambio (10).
Una tesis que no llega a explorarse en el artículo es que el cambio
regulatorio en los Estados Unidos fuese una consecuencia, en mayor o menor
medida, del deseo de la compañía telefónica monopolista de conseguir acceder
a nuevas tecnologías y nuevos mercados vedados por la legislación existente.
Investigaciones subsiguientes habrían de refinar la obtención de datos sobre
las estrategias e intereses cambiantes de productores importantes a lo largo
del tiempo. También necesitaría más información sobre otros tipos de presiones
sociales que no estén directamente relacionadas con los cambios tecnológicos,
sino con las dimensiones del mercado y el acceso a más y mejores servicios.
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Notas
(1) La
etiqueta telecomunicaciones abarca en este trabajo a la transmisión por ondas y
la industria tradicional de telecomunicaciones (conexiones telefónicas y
telegráficas).
(2) Regulación
es el instrumento que altera el comportamiento de un mercado; cuotas a las
importaciones, modalidades de empresa pública o privada, la creación de nuevos
derechos de propiedad y mercados específicos para intercambiarlos, reglas que
gobiernan algún aspecto de la producción, atributos cualitativos, y la entrada
y/o el precio a la que un bien que es adquirido y vendido por otros.
(3) El cambio regulatorio ocurre cuando nuevos grupos sociales pueden
participar en el mercado de las telecomunicaciones. Este cambio puede ser
incremental, con la incorporación de más grupos al mercado bajo las
regulaciones existentes y la competición en el sector se incrementa, o
dramático, cuando nuevas regulaciones permiten la entrada a proveedores de
productos o servicios nuevos y se traduce en un perjuicio significante de los
intereses anteriormente protegidos
(4) Adaptado
con cambios de Meier (1985), que incluye en el mismo nivel instituciones
políticas y grupos sociales con acceso a las instituciones reguladoras. Sin
embargo, en el caso de EEÜÜ existe una sutil diferenciación, ya que no hay un
continuo entre ambos.
(5) Dentro
de esa categoría entran el teléfono, el telégrafo y las emisiones a través de
la atmósfera, se el Articulo 1, sección 8, de la Constitución estadounidense (
ace 1981:135).
(6) En los
Estados Unidos las Fuerzas Armadas fueron aisladas como actor regulador
mediante concesiones. Se reservó una porción significativa del espectro para
comunicaciones militares. Según el Departamento de Estado de los EEUU, en 1992
el Departamento de Defensa "era el usuario mayor de comunicaciones
comerciales del mundo "por el número de frecuencias en uso. "US
International Communications Policy," Dispatch, vol. 3, n. 32 (1992:636).
(7) La
competencia local de compañías telefónicas se restringió basándose en que la
competencia abierta podía no redundar en el interés público cuando la
prioridad era desarrollar una red de servicio universal. Este razonamiento se
basaba en un hecho común entonces, "la persona con la que alguien
intentaba hablar por teléfono solía estar frecuentemente servida por otra
compañía telefónica, de modo que los ne ocios y otros usuarios tenían que tener
dos teléfonos" (Pool 198:102).
(8) En los
EEUU el gobierno "retendría el título de propiedad sobre el espectro bajo
la premisa de que las frecuencias eran propiedad pública y por lo tanto
inalienable" (Hazlett 1990:136), los derechos de usufructo se cedían para
plazos cortos ‑tres años‑ siguiendo el criterio de 'interés
público, conveniencia o necesidad'.
(9) En 1956,
la Final Appellate Court de Washington rompió el monopolio de AT&T como
proveedor de equipos, por medio del compromiso llamado del Consent Decree, tras un juicio de ocho años iniciado por Hush a
Phone, una compañía de aparatos telefónicos. Finalmente, en julio de 1984
AT&T se vio separada de sus operadores locales con la creación de siete Baby Bells. Entonces "AT&T era
la compañía más grande del mundo si la medimos por sus acciones (155 billones
de dólares) o por el número de sus empleados (990.000)" (Carpentier etal, 1992:1).
(10)
Sistemas políticos centralizados como el sueco disponen de mecanismos que
permiten situar sus resultados (outcornes)
cerca de los de Estados Unidos.