Introducción: el libro en España . Crisis, amenazas y potencialidades

 

Francisco Martín Carbajal

 

Un amplio informe sobre la industria del libro en España pretende constituir un instrumento útil para la política de la Administración, pero también para la estrategia de las empresas y los profesionales del sector.

 

En las décadas de los 60 y los 70 la industria editorial espa­ñola experimentó crecimien­tos espectaculares. Así, en 1979, España es el quinto país del mundo en títulos edita­dos y el cuarto, tras Estados Unidos, Gran Bretaña y Alemania, en exportacio­nes de libros. Pero, en los últimos años, estas tendencias se han frenado e incluso cambiado de signo, y lo cierto es que los editores habla­mos de crisis y de la necesidad de adaptarnos a situaciones de mercado distintas del pasado. En consecuencia, desde la perspectiva de los edi­tores, el libro, a estas alturas de los 80, se vive como una crisis”. Estas palabras de Federico Ibáñez, en 1985 (1), sirven, todavía hoy, para iniciar y enmarcar una reflexión sobre la situa­ción del sector del libro en España. La crisis es el referente y el tópico en el que, al menos exte­riormente, vive el sector del libro: un articulo de prensa, informando sobre el pasado LIBER ‑Feria profesional del libro‑ celebrado reciente­mente en Barcelona, titulaba “Liber 93 apuesta por modernizar las librerías, en medio de la crisis que afecta al sector” y comenzaba citando las palabras de un distribuidor en la propia feria:

 

“Esto huele a crisis”,

“A comienzos del Siglo XX los lectores eran tan escasos que alguien dijo que los libros de moda eran el libro de misa para las mujeres y el librillo de papel de fumar para los hombres. Se vendían muy pocos libros. Unamuno decía, en 1912, que dudaba de que el público que leía sus libros llegara a mil personas. En general, un editor se consideraba satisfecho si llegaba a vender 500 ejemplares. La producción editorial española en 1901 era escasa (1.318 títulos); el público lector, reducido, pues sólo sabía leer un tercio de los españoles”. La cita de Hipólito Escolar da el pulso del libro y la lectura en España hasta la aparición de las primeras empresas editoriales hacia los años 20.

En el primer tercio del siglo, fueron precursoras de la industria del libro colecciones como El Cuento Semanal, la Biblioteca Renacimiento, la colección Residencia ... La primera empresa dedicada a la industria editorial fue CALPE (Compañía Anónima de Librería, Publicaciones y Ediciones), editora de la colección Universal que inició el formato “de bolsillo”.

El desarrollo económico y el de los niveles de alfabetización en la década de los 60, propiciaron la creación de empresas editoriales. El libro de texto y el libro juvenil, las colecciones populares, los clásicos, alcanzan tiradas de un cierto tamaño que hay que distribuir y vender, y los métodos de gestión de los editores se moderni­zan y, en cierta medida, se industrializan.

Crecimiento del mercado interior, en el que ya se perfilan grandes empresas editoriales alre­dedor del libro de texto y de las colecciones, y venta esforzada del libro español en América hasta el agotamiento de las tiradas, configuran un sector económico que encara las oportunida­des de la modernidad política y social de finales de los 70.

Oportunidades y emulación actúan como impulsoras de nuevas actividades editoriales. Pero en la década de los 80 se produce un quiebro en la tendencia, no suficientemente ex­plorado ni interpretado. Sí crisis financiera en Hispanoamérica, pero también escasa madurez exportadora de las empresas editoriales espa­ñolas, huérfanas de efectivas políticas públicas de apoyo; sí estabilización del número de esco­lares, pero fracaso educativo en el que debería ser objetivo primordial: la mayor lectura, la ma­yor utilización del libro como complemento ne­cesario a la clase, al apunte; el dinero más caro y la inversión más necesaria, pero ¿dónde esta­ban las estrategias financieras de muchas em­presas editoriales?; sí consumismo de televisión y otras “tecnologías”, pero la sociedad en su conjunto y sus rectores asisten impávidos al ¿ex­ceso?.

Y siempre, como fondo, la no suficiente antici­pación de la inevitable crisis, ni desde lo público ni desde los entes asociativos sectoriales: la heterogeneidad de la distribución y sus debili­dades logísticas, la descapitalización de las li­brerías, la escasa inversión pública en bibliote­cas, la parquedad en la difusión de los hechos y las cifras del libro, son, entre otros, problemas estructurales, de auténtico fondo, pendientes.

Hoy, cuando el tamaño del sector español es comparable a los de otros países de nuestro entorno, cuando la escolarización llega al casi 100 por ciento de los niños en edad escolar, cuando las ideas fluyen sin trabas, cuando pro­gresivamente se va adquiriendo un aprecio ma­yor por los bienes culturales .... la crisis de la economía, se superpone a la del libro, la de los 80, no superada.

 

UN ESPACIO PARA. EL DEBATE: EL ESTUDIO DE FUINCA

 

‑ Con anterioridad a LIBER 91 y en plena viven­cia, recogida y ampliada por los medios de comunicación, de la crisis del sector, se multiplica­ron los habituales contactos entre la Dirección General del Libro y Bibliotecas del Ministerio de Cultura, que tiene una función tutelar respecto del libro español, y las asociaciones empresa­riales de editores, distribuidores y libreros. Se trataba de reforzar algunos instrumentos públi­cos existentes en apoyo del sector y establecer otros nuevos que contribuyeran ala revitalización del mismo. Como política de alcance se empezó a plantear la redacción de un instrumento nor­mativo que actualizara la Ley del Libro de 12 de Marzo de 1975, adaptando la normativa a las transformaciones habidas en la sociedad y sus demandas culturales y a las diferentes condicio­nes de los mercados de los bienes culturales y que integrara otros instrumentos normativos de gran trascendencia para el libro como la regula­ción del precio o de la propiedad intelectual.

Tanto el perfeccionamiento de los instrumen­tos de apoyo puntual, como el desarrollo de politices a favor del libro a través de instrumen­tos normativos, tienen que partir de una visión, lo más ajustada posible, de la realidad del libro en España, sus cifras, sus protagonistas, las oportu­nidades que ofrece y las amenazas que enfrenta, y las expectativas desde el punto de vista de la demanda. Además, la obtención de esa detalla­da perspectiva seria por sí misma, devuelta en forma adecuada al propio sector, un elemento más de apoyo, habida cuenta de la escasez de información descriptiva y critica con que cuenta el sector. Todo ello sin perder de vista que la producción de libros es una actividad económi­ca de importancia, sometida a las reglas del mercado y que las empresas protegen los datos que tienen valor competitivo.

Se decidió, en consecuencia, la elaboración por la Fundación para el Fomento de la Informa­ción Automatizada ‑Fuinca‑ de un estudio sobre el sector con dos vertientes: describir el estado actual del mismo, para avanzar sobre una base única y uniforme, y proponer estrategias de al­cance, en un abanico de alternativas que permi­tieran una selección consensuada por el propio sector y el Ministerio de Cultura, para orientar y dirigir el necesario cambio, en el sentido de adaptación, de aquél.

Se deduce de lo dicho que el trabajo debería ser susceptible de una utilización diversa: por una parte, como instrumento informador y críti­co de la realidad del sector, para el Ministerio de Cultura, a fin de elaborar politices culturales conexas con el libro y normas reguladoras; para el sector en su conjunto, como marco de sus relaciones subsectoriales. Por otro lado, como instrumento de diagnóstico, para facilitar la crea­ción de condiciones favorables al desarrollo de la actividad empresarial.

Pero, además de todo esto, el trabajo debería constituir el necesario punto de encuentro entre los diversos hechos y cifras que describen e interpretan el sector. Como apuntó Angel Gonzá­lez Rivero, “la amplitud y complejidad del sector del libro, como producto industrial y como vehí­culo cultural, no puede continuar siendo objeto de tratamientos fragmentados, desde posicio­nes derivadas de los intereses particulares que se debaten”. Habría que añadir que desde la diversidad o aparente diversidad de posiciones derivadas no sólo de los intereses particulares, sino de la propia parcialidad de los análisis y estudios realizados.

Por lo tanto, espacio primero ‑en ausencia de otros trabajos anteriores sirnilares‑para el des­pliegue de divergencias y para el debate abier­to. Singularidad del estudio, si se quiere: los análisis que eligen deliberadamente la contra­dicción son cada vez más escasos; nuestra épo­ca, llamada de la comunicación, es casi siempre la de los monólogos crispados o complacientes y la de las sorderas extremas.

En fin, se aborda el estudio de una realidad diversa sin la pretensión de arribar a una expli­cación única para todos sus acontecimientos.

 

 

METODOLOGÍA DEL ESTUDIO Y RESULTADOS

 

Desde el punto de vista metodológico, el Estu­dio se ha desarrollado de acuerdo con el esque­ma recogido en la página siguiente. De él se desprenden, de manera inmediata, dos obser­vaciones:

 

‑ La realización del Estudio ha comportado un trabajo complejo en contenido y ambicioso en amplitud.

‑ La metodología utilizada supone un grado de interatividad significativo, que se concre­ta en la influencia y realimentación de ciertas etapas sobre otras desarrolladas con ante­rioridad.

 

La amplitud del estudio, útil para reunir en un terreno de juego a todos los participantes, ha tenido como contrapartida la falta de precisión en algunas de las partes. Es, a partir de aquí, el momento de la selección de los aspectos más apremiantes y de la profundización en el análi­sis.

La interrupción de la iteratividad que supone el cierre del trabajo en un punto dado señala la necesidad de continuación y permanencia en el análisis. Así lo han entendido algunos sectores del libro en países próximos, dotándose de una herramienta de seguimiento del acontecer del sector, como es el caso del Observatorio del Libro en Francia: ejemplo a seguir.

Dos posibles sesgos: primero, las cifras que se han manejado se refieren fundamentalmente a la segunda mitad de los 80, en razón a que en ella gravitan los efectos de la crisis. La falta de “rabiosa actualidad” del trabajo descarta, en este caso en beneficio de la claridad, una referencia demasiado explícita a los efectos de la actual crisis de la economía general. Segundo: aunque no se mencione más que en algún caso aislado, ha habido casi en todo momento, por parte del equipo de trabajo, una referencia a la situación de otros sectores de la economía; no sería posi­ble sin ella una valoración cualitativa del estado del sector que, por otra parte, se ha creído nece­sario hacer.

El resultado del estudio, denominado “Estudio del estado actual y vectores estratégicos del cambio en el sector del libro ” (2), ha dado lugar a un informe compuesto de cinco monografías:

 

-                           Documento principal, que aborda el sector de forma panorámica y donde se analizan todos aquellos aspectos que relacionan a la Administración Pública del Estado y el sec­tor del libro, desde la óptica del binomio: política cultural / política industrial.

-                            El libro en el entorno de las industrias cultura­les, estudia el papel del sector en el entorno de las industrias culturales y los rasgos más significativos de las tendencias.

-                           La edición, en el contexto de sus elementos clave, caracteriza el sector editorial en tér­minos empresariales, describiendo y diag­nosticando sus principales parámetros; tras un análisis competitivo, se relacionan a conti­nuación sus puntos fuertes y débiles y se formulan sus posibles estrategias.

-                           La distribución y comercialización, analiza los sectores de la distribución y las librerías, caracterizándolos también en sus diferentes tipos, sus puntos fuertes y débiles y las estra­tegias a adoptar por cada uno de los tipos considerados.

-                           La demanda, donde se resumen las diferen­tes formas en que se plantea la demanda de libros, el proceso de compra de libros y el papel de la Administración Pública en rela­ción a la demanda.

 

Del estudio realizado se han recogido rasgos que permiten caracterizar globalmente el sector español del libro, y que constituyen el resto de este trabajo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

EL SECTOR EN ESPAÑA: PERSPECTIVA

 

El sector en España, contemplado en su con­junto, se viene comportando, en los últimos años, en línea con los de los países de su entorno económico. Los crecimientos de las magnitu­des, tanto en valor como en número de ejempla­res, aun contando con los supuestos ‑por poco explorados‑ bajos índices de lechara y compra de libros inferiores a la media europea, justifican esta afirmación.

La tabla “Valor y volumen de la producción” recoge las estimaciones del valor en pesetas de la producción española de libros y el volumen de ejemplares producidos entre 1986 y 1991. La fuente, bien conocida por el sector, es un sub­producto estadístico (3) de la labor de manteni­miento, por parte del Centro del Libro y la Lectu­ra, de la información del ISBN (International Standard Book Number), de obligatoria, aunque premiosa e imprecisa cumplimentación por los editores.

Los crecimientos de la edición institucional preocupan al sector privado, especialmente por no practicarse, tanto como seria deseable, la coedición u otras formas de colaboración públi­co‑privadas que potenciaran al sector en su con­junto.

El diagnóstico global del comportamiento del sector sería, a la vista de estas magnitudes, que, tratándose de un sector maduro, se desenvuel­ve adecuadamente en relación a sus mercados reales. La atonía típica de un sector maduro, se debe insistir‑ de los mercados reales, no se combatiría con innovaciones radicales sino con la profundización de los esfuerzos de las unida­des económicas protagonistas del sector, de las asociaciones sectoriales y de los organismos públicos encargados de su tutela. La movilización de los mercados potenciales ‑los no comprado­res‑, requiere, como en cualquier mercado, es­fuerzos de mucho más calado, capaces de mo­dificar los hábitos y por estar tan directamente relacionados con pautas culturales muy arraiga­das‑ solamente susceptibles de ser iniciados por la Administración del Estado a través de politices educativas y culturales. Aquí habría que referirse no solamente a la captación de lectores en el sentido tradicionalmente contemplado por las encuestas culturales, sino a la de “usuarios” de libros en un sentido más amplio: el relativo al libro de estudio, al libro de consulta. En una palabra, al “libro de información” y al “libro de adquisición de conocimientos”, además del “ libro para el ocio”. Son los incrementos de estos usos del libro, atribuibles a la acción de la oferta editorial, los que explican el aparente buen com­portamiento de las cifras del sector, aunque, de hecho, las tendencias de la afición a leer no permitan ser optimistas con respecto al futuro.

Desde esta perspectiva se requiere un per­manente esfuerzo de análisis para identificar, clasificar y decantar los problemas reales, no solamente los aparentes, evitando en lo posible la denominación simple y simplificadora de “cri­sis”.

La crisis entendida como cambios sucedidos o ruptura brusca de equilibrios y tendencias sí es real, como antes se ha apuntado. El descenso brusco de los mercados iberoamericanos hasta un 60 por ciento, y el fuerte aumento de las importaciones más de tres veces que el que más de los países de nuestro entorno‑, el incre­mento de los costes de producción y comercialización, la conducta agresiva de bie­nes competitivos aunque no sustitutivos en senti­do estricto como el equipamiento doméstico en audio y video, la disminución del ritmo de au­mento de la población escolar, la aparición de ciertas conductas empresariales modificadoras de “usos y costumbres” como la venta en gran­des superficies y en cadenas, y la distribución agresiva, la reprografía, el incremento de la acti­vidad editora de la Administración Pública que llega a alcanzar hasta un 17 por ciento del valor total de la producción editorial en 1991, son efec­tivamente elementos de cambio, modificaciones importantes de las “reglas del juego” o amena­zas reales o percibidas como tales. La propia respuesta del sector en forma de “huida hacia delante” mediante el incremento de la produc­ción de títulos, aunque real y de consecuencias posiblemente no deseables desde la óptica del mercado, no debe interpretarse aisladamente del contexto de los países de nuestro entorno. Todo esto ha llevado al sector, en paralelo, a un proceso ni dirigido ni orientado de ajuste estruc­tural, a esfuerzos coyunturales, improvisados en muchas ocasiones o, cuando menos, poco plani­ficados, de ajuste a la situación del mercado. En este contexto se producen tensiones en la ope­ración de las empresas y afloran problemas que, hasta entonces, habían permanecido latentes.

Las amenazas a medio y largo plazo al libro provienen de los otros soportes de la informa­ción, de los nuevos vehículos del conocimiento y de la transmisión de las ideas y de la enorme oferta de productos y servicios de entretenimiento o aprovechamiento del tiempo de ocio. Estas amenazas actúan universalmente y el libro debe convivir con ellas y, si es posible, como ya apuntan las tendencias, aprovecharse de ellas en su favor.

Se trata, en todo caso, de un sector que ofrece al análisis un grado importante de complejidad. No solamente compuesto de subsectores con diferentes visiones e intereses, sino donde co­existen unidades empresariales de muy dife­rente personalidad, tamaño y orientación. Con una gran presencia en todos los subsectores de pequeños negocios, familiares muchos de ellos, lo que determina unas formas de hacer y una determinada visión que, por ser mayoritaria, con­diciona a veces la visión que desde fuera se tiene sobre el sector mismo.

Esta diversidad hace necesaria una nueva tipificación de los agentes económicos del sec­tor, superadora de los tópicos, como paso pre­vio para éste y futuros análisis. Diversidad in­compatible con la realización de diagnósticos globales y soluciones simplistas y que, por lo tanto, informa un marco de relaciones entre el Estado y el sector, en que la variedad de las circunstancias se debe corresponder con idénti­ca variedad en las políticas y medidas.

La diversidad, variedad y, en definitiva, com­plejidad de la escena se superpone a la enorme opacidad del sector que se manifiesta tanto en la escasez y frecuente inconsistencia de los datos disponibles como en la resistencia o imposibili­dad de numerosos actores a proporcionar datos nuevos o de mayor detalle.

Por último, como cierre de esta panorámica, ¿cuales son los objetos de atención y debate en los últimos años en el sector español del libro?. En gran parte son coincidentes con los de los demás países miembros de la CE: la regulación del IVA, la regulación de la propiedad intelec­tual, la protección de los derechos de autor, la compensación por la copia. Otros, que en la Comunidad originan hasta polémica, tienen la categoría de hechos consumados en el sector español; es el caso de la regulación del precio ‑el precio fijo‑ que se acepta unánimemente (ciertas voces discrepantes se manifiestan pri­vadamente) y reclama atención solamente en relación a su incumplimiento.

No se deberían excluir de la enumeración anterior los problemas que el propio sector per­cibe como más acuciantes, pero resulta difícil separar los puramente externos, planteados como reclamación a la sensibilidad de la Admi­nistración Pública, de los internos estructurales para cuya solución también se demanda inter­vención de las instituciones. Algunos de ellos son, por otra parte, problemas comunes del conjunto de las empresas españolas, industriales, comerciales y de servicios.

En todo caso, el sector del libro sigue ofrecien­do atractivos para la inversión, campo para la innovación y perspectivas de futuro, aunque, ciertamente, por un lado, los parámetros de con­cepción y gestión de los negocios deben adap­tarse a las circunstancias y, por otro, la acción tutelar de la Administración Pública, tanto en los aspectos industriales como culturales, debe reforzarse, en un esfuerzo más constante y coor­dinado de diálogo con el sector.

 

 

 

 

NOTAS

 

(1) “El libro en la cultura de los años 80”. Mesa redonda organizada por la Fundación Germán Sánchez Ruipérez. Madrid, 1985.

(2) “Estudio del Estado Actual y Vectores Estratégicos del Cam­bio en el Sector del Libro”, Fuinca, Ministerio de Cultura, Abril de 1993.

El Documento Principal del estudio se ha editado con. el título “El sector del Libro en España: situación actual y líneas de futuro” por Fundesco y el Ministerio de Cultura, Madrid, 1993.

(3) Panorámica de la edición española de Libros”. Centro del Libro y la Lectura, Ministerio de Cultura, Madrid.