Al Este: bruscas transiciones de los sistemas de
comunicación
La rápida transición política y económica de los
países del socialismo real llevan consigo bruscos cambios en los sistemas de comunicación.
Hungría, con el sistema comunista más liberalizado, y Polonia, el país de más
larga resistencia, constituyen dos muestras notables de esa situación.
Hungria:
preocupación por una comercialización acelerada
Tamas
Terestyéni
Al igual que otros países de Europa del Este,
Hungría atraviesa por cambios políticos fundamentales que la mayoría de la
gente considera equivalentes a una revolución incruenta: una ruptura radical
pero pacífica con el régimen comunista de tipo soviético impuesto a la nación
húngara por el ejército soviético de ocupación después de la Segunda Guerra
Mundial.
Por supuesto, este proceso revolucionario tiene un
fuerte impacto sobre el sistema y sobre la política de medios de comunicación
social. Este documento se propone esbozar a grandes rasgos el significado de
los actuales cambios políticos, desde el punto de vista de la comunicación de
masas en Hungría.
LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN EN EL PROCESO DE LOS
CAMBIOS POLÍTICOS
1. Los rápidos cambios políticos han ocasionado una
espectacular liberalización de los medios de comunicación. Como resultado de la
desintegración del Partido‑Estado centralizado y burocrático, el control
sobre los medios de comunicación disminuye y más adelante deja prácticamente
de existir. Una vez que la Oficina de Información (suprema autoridad sobre los
medios de comunicación) y el Departamento de Agitación y Propaganda de la
dirección del Partido son eliminados y que los comités locales abandonan los
lugares de trabajo, el Partido Comunista pierde su poder para autorizar y
prohibir periódicos, nombrar directores y determinar la información y la
política comercial de los medios.
Por supuesto, los medios de comunicación no pudieron
librarse del control del Partido de la noche a la mañana: este proceso no puede
darse todavía por terminado, dado que los puestos de dirección de los medios de
comunicación están ocupados por personas nombradas por el viejo régimen. Por
otra parte, el aparato del Partido Comunista sigue llevando a cabo de forma
persistente acciones de retaguardia con el fin de defender su antiguo poder:
así, por ejemplo, la oposición no logró, a comienzos de 1990, que el PST abandonara
el control de los diarios locales.
Las dificultades para derribar los muros del viejo régimen
‑por mucho que se desmoronen‑ se ponen claramente de manifiesto
en el hecho de que los canales de comunicación de la policía secreta siguieran
funcionando a pesar de la demolición del Partido ‑ Estado: el llamado
Servicio de Seguridad del Estado (equivalente húngaro del KGB soviético)
recogía información sobre destacadas personalidades de la oposición, mediante
grabaciones ocultas, violación de correspondencia e informes procedentes de su
red de agentes secretos, incluso en los últimos días de 1989. El escándalo, que
fue denominado el Watergate húngaro,
desembocó en la dimisión del ministro del Interior y en la disolución del
Servicio de Seguridad del Estado.
2. La disolución de la antigua estructura provocó
una explosión informativa. El cambio más sobresaliente fue que, después de la
liberalización de la producción de papel, surgieron en el mercado gran número
de nuevas publicaciones. Algunas de ellas son diarios y publicaciones
periódicas de carácter político: en algunos casos se declaran independientes
(por ejemplo, el semanario titulado Reforma
o el diario Mai Nap/Hoy), mientras
que en otros casos están directamente vinculadas a partidos políticos concretos
(por ejemplo, Beszéló / Portavoz, semanario de la liberal Unión de Demócratas
Libres, una publicación clandestina, perseguida durante años, que se ha
convertido en un periódico legal).
Otro grupo de nuevas publicaciones presta escasa o
nula atención a la política, pese a lo cual su aparición en el mercado simboliza
la supresión del antiguo control del Partido. Por ejemplo, se publican
abundantes revistas sexuales (incluso Playboy tiene una edición húngara), que
en la era Kádár, dominada por el puritanismo bolchevique, estaban prohibidas
como «basura de la cultura de masas de Occidente».
El mercado de libros se vio invadido por pequeñas
editoriales privadas que por su velocidad y flexibilidad suponen una fuerte
competencia para las editoriales estatales, todavía sometidas a un
funcionamiento rígido y burocrático.
En lo que se refiere a los medios electrónicos, ha
comenzado a emitir un nuevo canal de televisión independiente (Nap TV/TV del
Día), aunque solamente durante unas breves horas de transmisión matutina. Esta
emisora ofrece información sobre cuestiones de actualidad. También ha hecho su
aparición una radio comercial de FM (Kalipszó Radio/Radio Calipso), que
funciona desde la mañana hasta la noche. Es probable que surjan numerosas
emisoras de radio privadas (y tal vez también emisoras de televisión privadas),
tan pronto como se elabore algún tipo de normativa referente a la distribución
de las bandas de emisión.
Los cambios han afectado también a la distribución
cinematográfica: gracias al establecimiento de nuevas compañías de distribución,
las películas de otros países llegan a los espectadores húngaros con una
considerable premura; todavía más importante es el hecho de que, hoy en día, no
existe nada que impida la exhibición de las películas que anteriormente eran
prohibidas por orden administrativa o no eran autorizadas a entrar en el país.
3. Los cambios son todavía más llamativos desde el
punto de vista del contenido de los medios de comunicación. Con la supresión de
las directrices del Partido Comunista, que limitaban enormemente la libertad de
expresión y el libre movimiento de ideas, se fueron erradicando paso a paso
los antiguos tabúes de la comunicación. Ya no existen temas intocables,
personalidades incriticables ni instituciones inatacables en los medios. La
mejor ilustración de los cambios ocurridos está en la siguiente comparación: el
16 de junio de 1988, la manifestación pacífica organizada por la policía; un
año más tarde, el 16 de junio de 1989, la ceremonia del segundo entierro de
Imre Nagy y otros mártires ‑durante todo el día, con una manifestación de
cien mil personas‑ fue transmitida por la televisión húngara desde el
principio hasta el final.
Por desgracia, las actitudes de restricción
informativa, heredadas del régimen anterior, no desaparecieron de la noche a la
mañana. Por ejemplo, a finales de 1989 se supo que incluso el gobierno Németh,
comprometido con las reformas, había mentido en los medios de comunicación
respecto a la magnitud de la deuda pública.
4. Incluso el lenguaje y el estilo de los medios de
comunicación se han transformado. Han sido eliminadas las frases eufemísticas y
las expresiones protocolarias. En lugar de una manifestación forzada de unidad
y de acuerdo, los medios de comunicación presentan diferencias de opiniones y
colisiones de intereses. Ya no queda ni rastro de representación del mundo
occidental como enemigo: los medios subrayan la importancia de la pertenencia
a Europa y del mantenimiento de estrechas vinculaciones con los países occidentales.
La promoción del internacionalismo socialista ha sido sustituida por el
énfasis en la soberanía y la independencia nacionales y en los derechos de las
minorías húngaras residentes en los países vecinos. Las nuevas tendencias
encuentran su expresión en el orgullo nacional y en el frecuente uso de los
símbolos nacionales tradicionales, prohibidos durante el período comunista.
5. Por supuesto, la demolición de la antigua
estructura y la liberación de los medios de comunicación de masas respecto del
control del Partido Comunista no significan todavía que ya se haya consumado la
creación de un nuevo orden de control y regulación de la comunicación de
masas. En la actualidad no existe ninguna ley de medios de comunicación que
resulte adecuada para la nueva situación. La Ley de Prensa de 1986, que ni siquiera
en su época podía considerarse liberal (es decir, en el período Kádár) de
ningún modo es apropiada para el establecimiento de una estructura legal para
la política de medios de comunicación en el período del pluralismo político.
Así pues, en la actualidad los medios de comunicación social de Hungría se
encuentran en una situación transitoria en la que ya no funcionan las
estructuras y mecanismos de control, en tanto que las nuevas estructuras y
mecanismos no han tomado forma todavía.
6. Esta situación transitoria no está exenta de
tensiones. Los debates y confrontaciones respecto a la supervisión de la
televisión húngara (TVH) son un buen ejemplo de las dificultades existentes.
En las mesas redondas nacionales celebradas en el verano de 1989, tanto la
oposición como el PSTH declararon que la TVH pertenecía a todo el pueblo y que
por consiguiente no debía servir a intereses partidistas particulares. Dado que
una parte considerable del personal de la TVH, especialmente sus puestos
directivos, habían obtenido sus empleos de las autoridades comunistas y eran
miembros del PSTH, la oposición puso especial énfasis en la cuestión de cómo
garantizar la neutralidad de los programas de la TVH durante la campaña electoral.
Se propusieron diversas soluciones respecto a quién debía supervisar las
políticas relativas a la televisión; una comisión parlamentaria, un organismo
formado por expertos independientes, una comisión constituida por
representantes de los partidos, etc. Finalmente, el Gobierno creó un consejo de
delegados en el que los partidos podían nombrar a sus propios representantes.
No obstante, esta decisión no fue aceptada por algunos grupos de la oposición,
que afirmaron que un consejo de tal composición daría lugar a luchas entre
partidos y por consiguiente dificultaría el trabajo editorial cotidiano. En
todo caso el consejo de delegados inició sus actividades con el cese de los
directores de los servicios informativos. Esta medida, por supuesto, provocó
vehementes protestas entre los periodistas y los enfrentó con el consejo.
7. En el caso de la prensa, una de las principales
fuentes de tensión es una contradicción inherente a la vieja estructura heredada:
a saber, que la publicación de los periódicos corría a cargo de grandes
empresas editoriales, pero su propiedad pertenecía a instituciones
(ministerios, Frente Popular Patriótico, Asociación de Mujeres, etc.) que funcionaban
como derivaciones del aparato del Partido Comunista. Estas instituciones, guiadas
mucho más por principios ideológicos burocráticos que por consideraciones
racionales de mercado, apenas se interesaban ni siquiera por la gestión
económica de las empresas editoriales, de modo que estas últimas, que a menudo
eran obligadas a hacerse cargo de periódicos no rentables cuya publicación no
deseaban asumir, no podían llevar a cabo una política de comercialización independiente
y racional. Dado que en tales circunstancias la mayoría de las casas editoras
acumulaban enormes pérdidas, tenían que ser subvencionadas a cargo del presupuesto
estatal, controlado por el Partido. A1 producirse los cambios políticos, este
sistema irracional empezó a deteriorarse. Tanto las casas editoriales como las
antiguas instituciones supervisoras están intentando deshacerse de las
publicaciones deficitarias (así es como se llegó al cierre del semanario
Magyar Ifjúság/Juventud Húngara), y el personal de redacción se está esforzando
por convertir sus periódicos en empresas autosuficientes (por ejemplo, la
popular y rentable Nók Lapja/Revista de Mujeres
ha logrado una total independencia de su anterior propietaria, la Asociación de Mujeres). También
constituye un claro síntoma de los cambios el hecho de que se hayan producido
algunos ejemplos de incorporación de capital occidental en el sector de la
prensa húngara: por mencionar un sólo caso, el magnate británico de los medios
de comunicación, Robert Maxwell, compró el diario de difusión nacional Mgyar Hirlap (Noticias Húngaras).
8. Los monopolios en la distribución de periódicos
y de libros constituyen otro serio problema. En Hungría, el servicio de
correos y un reducido número de compañías de distribución estatales dominan la
venta de publicaciones y de libros. Debido a su posición monopolista, pueden
imponer las condiciones que ellos quieran. Exigen a los editores un porcentaje
cada vez más elevado y, además, puede darse la circunstancia de que se nieguen
a vender una publicación. Por ejemplo, la revista 0rszággyülési tudósítások
(Informes sobre el Parlamento) tuvo que cerrar, víctima de estas anomalías,
solamente después de un año de existencia.
9. Desde el punto de vista de la modernización, la
subdesarrollada estructura de comunicación heredada del sistema comunista supone
una gran carga para todo el país. La red telefónica es tan deficiente y
obsoleta que casi paraliza la economía húngara, y la integración en el mundo
occidental desarrollado se ve obstaculizada por la escasez de tecnología
moderna para el registro, procesamiento, almacenamiento y transmisión de
información. Como consecuencia de la reciente recesión económica y de la
falta de capital interior, apenas existen recursos para la reconstrucción de
esta deficiente infraestructura. Esto significa que hace falta capital extranjero
(occidental) para mejorar la situación. Una compañía norteamericana, por
ejemplo, construye actualmente una red radiotelefónica en Hungría, para
ampliar el viejo sistema de comunicación.
PERSPECTIVAS PARA UN FUTURO PRÓXIMO
Todavía no puede pronosticarse si la economía
húngara será capaz de superar su crisis cada vez más profunda y, si lo logra,
de qué modo lo hará. Una de las consecuencias inmediatas de esta inestable
situación transitoria es el estallido de apasionados debates públicos sobre el
futuro del sistema de comunicación de masas en Hungría. Estos debates se
centran en tres temas principales:
a)
Supervisión de los medios nacionales de comunicación electrónica
Las fuerzas políticas más influyentes coinciden en
afirmar que la televisión húngara y la radio húngara deben ser medios de comunicación
entendidos como servicio público no comercial y deben estar financiados por
los presupuestos del Estado. Las discusiones conciernen a la supervisión de
dichos medios de comunicación, teóricamente pertenecientes a toda la nación.
El Foro Democrático Húngaro promueve la creación de un comité supervisor
fuerte y controlado por el Parlamento y por el Gobierno. Uno de los consejeros
del Foro Democrático propuso, en ese sentido, una compleja estructura de
supervisión de los medios de comunicación (1).
Otras fuerzas políticas, principalmente la Alianza
de Demócratas Libres, así como la mayoría de los periodistas y directores de
los medios, se oponen a una supervisión de este tipo, ya que temen una
restricción burocrática y política de la autonomía del periodismo. Desde su
punto de vista, los medios de comunicación nacionales deben ser independientes
de las instituciones políticas, ya que consideran que la política de
comunicación de dichos medios debe estar determinada únicamente por valores
profesionales.
b)
Participación del capital extranjero
En términos generales se admite que un desarrollo
dinámico del sistema de comunicación de masas en Hungría es inimaginable sin
la participación del capital occidental. No obstante, las informaciones sobre
la venta de periódicos húngaros a inversores extranjeros han suscitado
hostilidad en diversos círculos. El argumento más frecuente contra dichas
ventas subraya el peligro de que los inversores extranjeros puedan llegar a
monopolizar los medios de comunicación húngaros, con lo que podría crearse una
situación contraria a los intereses nacionales de Hungría.
c) Comercialización de los medios de comunicación
En estrecha relación con la cuestión de la
participación extranjera, existe honda preocupación sobre las consecuencias
del proceso de privatización en el campo de los medios de comunicación.
Numerosas personas e instituciones temen que el creciente papel de la empresa
privada y de la inversión privada desemboque en una rápida comercialización
de los medios de comunicación húngaros. De acuerdo con estas voces de alarma,
el Gobierno debe encontrar una forma de subvencionar a aquellos periódicos y
productos de prensa que no puedan ser rentables pero que, no obstante,
cultiven unos valores culturales de importancia.
Traducción: Antonio Fernández Lera
REFERENCIAS
BIBLIOGRÁFICAS
(1) Milyen tomegkommunikációt akarunk? (¿Qué tipo de
comunicación de masas queremos?). En Jelkép. Hungarian Institute por Public
Opinión Research [Instituto Húngaro de Investigación de la Opinión Publica],
Budapest, 1990/1.