México: La
expansión de los medios y la labor de investigación
ENRIQUE E. SÁNCHEZ RUIZ
Cada vez sabemos más acerca de cómo operan los
medios en México, cómo los empresarios usan sus mensajes y cómo la gente se
los apropia, cómo funcionan los medios electrónicos y en particular la
televisión. Pero en esa medida también sabemos lo mucho que nos falta por
explorar.
Un ejemplo es la estructura de la televisión
mexicana: hay quienes aseguran que ya lo sabemos todo. Pero no. Resulta que
cada vez somos menos capaces de anticiparnos a los sucesos. Digamos, a la
expansión de la empresa privada televisiva por el mundo, que la hace doblemente
poderosa aquí mismo en México.
Esa sorprendente expansión de la televisión
mexicana no la previmos nosotros los investigadores hace diez años. Eso quiere
decir que había muchas lagunas de información. Es un hecho que sólo en los
años recientes hemos podido internarnos en esos medios que debieran ser
públicos. La novedad de los propios medios condujo a un cierto «encantamiento»
que impidió acercamientos políticos.
En México, la investigación sobre la comunicación
como tal nació en los años sesenta y se desarrolló en la década siguiente,
pero es en los años ochenta cuando alcanza su mayor extensión.
Las críticas sociales hacia los medios electrónicos en general se iniciaron durante los años setenta, con los primeros escritos de los pioneros en este campo, como Miguel Angel Granados, Fátima Fernández Christlieb y Raúl Cremoux, entre otros.
Lo primero que sucedió fue cierta «fascinación» que
paralizó a la gente. Pero, por otro lado, el hecho de que las escuelas de
comunicación se empezaron a establecer durante los
años sesenta también puede explicar esta carencia informativa.
Desafortunadamente, en estas escuelas, que ya suman setenta y
nueve hoy en día en todo el país, prácticamente no se hace nada en materia de
investigación. Nada para asomarse a la realidad concreta, verla y palparla.
Porque no hay apoyos institucionales adecuados.
Esta limitación es el resultado de una combinación
de factores, además de que no había una tradición de estudio e investigación en
este campo, que apenas se está diseñando en México, que apenas empieza a
expandirse. Esta expansión, nueva, es urgente que se
desarrolle y profundice, porque se está complicando el fenómeno de la comunicación
con todos los procesos de la electrónica y la explosión de aditamentos, que
traen otros efectos sociales, económicos, culturales y políticos en el seno de
nuestra sociedad.
Estimo que a los investigadores se les complica cada
vez más su trabajo, porque los medios, al percatarse de que son investigados
por primera vez, obstaculizan las labores.
Ese es uno de los principales problemas, ya que hay
muchas dificultades para informarse y documentarse sobre el funcionamiento de
los medios. La cerrazón es absoluta, tanto en los medios privados como en los
oficiales.
Un problema adicional para los
investigadores mexicanos dedicados a la comunicación es la falta de respaldo,
el no tener presupuestos en el ambiente académico.
Muy pocos centros cuentan con los recursos
necesarios y muy pocos investigadores se pueden dedicar exclusivamente a esa
labor. En la mayoría de los casos los investigadores universitarios son, al
mismo tiempo, profesores. Tienen una carga adicional.
El desarrollo de los estudios sociales y de
comunicación en México ofrece una imagen que exhibe logros y carencias, pero
creo que está en vías de consolidarse.
El año pasado organizamos la reunión de la
Asociación Mexicana de Investigadores de la Comunicación (AMIC) aquí en
Guadalajara y se presentaron muchas y buenas ponencias sobre la problemática
que enfrentamos.
Los textos de algunos investigadores como Raúl Trejo
Delabre, Javier Esteinou,
Alma Rosa Alva de la Selva y Ciro Gómez Leyva, entre otros, nos permitieron publicar el libro «La
investigación de la comunicación en México», editado por la Universidad de
Guadalajara, que permite configurar la cuestión que nos preocupa.
Se confirma una ecuación primaria: es cierto que
cada vez sabemos más cómo operan los medios, pero también nos percatamos de
cuánto nos falta por explorar y del desafío que supone una gran expansión de
esos medios a una velocidad mucho mayor que la de las investigaciones al
respecto.