Proceso regional
de reflexión
El número de TELOS que el lector tiene en sus manos
establece un hito para la investigación latinoamericana en comunicaciones,
dado que acoge en sus páginas una copiosa puesta al día, en términos de temas,
disciplinas y autores. No se conoce esfuerzo previo tan representativo y
actualizado.
LOS AUTORES
A más del editorial y esta nota introductoria, el
número incluye veintiún artículos y veintidós autores. Diecinueve son
latinoamericanos por nacimiento, y otros dos, Fox y White, por haber realizado parte muy importante de su
trabajo en esta región, a la cual siguen vinculados académica y
profesionalmente. Al contingente latinoamericano, así entendido, se ha sumado
el editorial de Enrique Bustamante y la contribución de Schelesinger,
perspicaces miradas europeas sobre nuestra producción.
Geográficamente, los autores latinoamericanos
provienen de siete países distintos: Argentina (García Canclini,
Pasquini y Schmucler);
Brasil (Amaral, Guimaraes,
Gonzaga Motta y Marques de Melo); Colombia (Fadul y Martín‑Barbero);
Chile (Brunner, Fuenzalida,
Rodríguez y Salinas); México (Fernández, Fuentes, Esteinou
y Robina); Perú (Romero y quien suscribe estas
líneas); y Uruguay (Sutz).
La inmensa mayoría han trabajado en dos o más países de la región y se han
ocupado de temas transnacionales.
Por cierto, no todos están representados. Pero ello
es un resultado inevitable del complejo proceso que empieza por la elaboración
de una lista de invitados, pasa por la aceptación o no de cada uno de ellos, y
sólo termina cuando se hace revista final de los trabajos llegados al cierre de
la edición. Por lo demás, obviamente, el propósito regional del número
privilegió, desde el inicio, criterios más sustantivos que la representación
nacional de cada uno de los países latinoamericanos, conjunto de suyo numeroso
y heterogéneo.
Desde el punto de vista de su origen profesional, la
mayoría de los autores provienen de las ciencias sociales (aquí incluida la
comunicación social), en varios casos combinada con el ejercicio práctico y
prolongado del periodismo. Al menos tres vienen de las ingenierías y dos de la
filosofía. Los derroteros de sus reflexiones son, sin embargo, altamente
complementarios y convergentes: indicio de que constituimos, intelectual y vivencialmente, una comunidad científica y social, microreflejo de la comunidad latinoamericana en gestación.
En prueba del relieve intelectual de los autores,
anotamos un dato que no se deja reducir a mera curiosidad: más de la mitad de
ellos aparecen citados, por la importancia de sus trabajos anteriores, en el
“Panorama Bibliográfico Latinoamericano”, preparado por Jesús Martín‑Barbero
para esta edición de la revista.
Por todo ello, y como corresponde a la tradición de
TELOS, el número ha resultado plural en las nacionalidades, múltiple en los
enfoques y relevante en los contenidos.
LAS NUEVAS PERSPECTIVAS
En el número 7 de TELOS (septiembre-noviembre de 1986), tuve ocasión de exponer mi propia
lectura del desarrollo de la investigación latinoamericana en comunicaciones.
Al revisar ahora el conjunto de artículos que integran este número 19, uno
encuentra que la producción intelectual de los últimos tres años ha rellenado
pistas que ayer apenas asomaban.
Primero y ante todo, hay un dato contundente: seis
de las contribuciones que aquí introducimos (las de Fadul
y Fernández, Rodríguez, Romero, Robina, Schmucler y Sutz) apuntan
directamente a las nuevas tecnologías de la información y a sus efectos
sociales y culturales. Como lo anota Martín‑Barbero, éste es “tema prioritario”
de la preocupación actual. Y, añadiré, foco viable y pertinente por excelencia
para la colaboración interdisciplinaria.
Segundo, importa destacar el nivel teórico de las
contribuciones. La profundidad de la reflexión latinoamericana sobre las
comunicaciones, y sobre su inserción en el conjunto de la problemática social,
ha experimentado un auténtico salto cualitativo en los últimos años, gracias
en parte al aporte de quienes provienen de la filosofía y/o poseen una
formación inicial en ciencias sociales distintas a las “comunicaciones”. Sin
duda, Brunner, García Canclini
y Martín‑Barbero (para citar sólo unos pocos) han reanudado fecundamente
comunicación y cultura, en una perspectiva teórica que hace escuela en la región,
y que recupera los aportes primigenios de quienes (Paulo Freyre, Antonio Pasquali, Augusto Salazar Bondy y
otros) desbrozaron inicialmente este terreno de encrucijadas.
Tercero, la instalación de la problemática de las nuevas tecnologías y el mayor desarrollo teórico de la investigación regional se han producido en el contexto de una renovación general de los focos y perspectivas pre‑existentes. Los trabajos que en este mismo número atienden más específicamente a los medios masivos (como son los de Amaral y Guimaraes, Fox, Fuensalida y Salinas), o a los esfuerzos de integración regional (Pasquini, Rodríguez y otra vez Salinas) lo hacen desde una perspectiva renovada, crítica y autocrítica con relación a las aproximaciones (a veces ingenuas) de las décadas pasadas, abriendo así nuevos derroteros para la investigación y las prácticas sociales; políticas de comunicación construidas “desde abajo”, redes populares y no gubernamentales, recepción crítica, etc.
Por último, merece destacarse la importancia de los
cuatro artículos finales. En ellos se pasa revista a la bibliografía (Martín‑Barbero),
a la nemerografía (Gonzaga
Motta), a los centros de investigación (Marques de Melo) y a las facultades y escuelas de comunicación
(Fuentes). Estos balances (impensables e irrealizable
años atrás) ofrecen una imagen elocuente del sólido tejido en que se asienta
la investigación latinoamericana en comunicaciones.
La interacción entre las facultades y escuelas, a
través de la FELAFACS, ha mejorado notablemente la utilización de los
productos de investigación por parte de los docentes y alumnos de comunicaciones
en toda la región. La existencia de una red latinoamericana de revistas de
comunicación, así como el intercambio de información y las co‑producciones
en materia editorial, hacen el proceso crecientemente acumulativo. La
reconstitución de la Asociación Latinoamericana de Investigadores en
Comunicación (ALAIC), próxima a reunirse en Florianopolis
(SC), Brasil, en septiembre de este año ‑paralelamente al encuentro
iberoamericano de investigadores‑, indica que el tejido se nutre y se
expande. La presente entrega de TELOS puede asumirse, en este contexto, como
un aporte adicional y relevante al proceso regional de reflexión.
Lima, junio de 1989
Rafael Roncagliolo