La radiodifusión al servicio del empleo
JOHN L, ECCLESTONE
En la mayoría de los
países europeos el desempleo continúa aumentando y, asimismo, existe una
“explosión” en el campo de la radiodifusión, tanto en el de la radio como en
el de la televisión.
¿Cuál es la
relación existente entre la radiodifusión y el desempleo? ¿Es que los
desempleados, y no por su culpa, tienen más tiempo para ver y escuchar? ¿En qué
forma han respondido a la oportunidad de poder servir a esta “cautiva”
audiencia los que se ocupan de la radiodifusión, que son quienes tienen en sus
manos los medios más poderosos que el hombre conoce para comunicarse con las
masas?
A finales de
1987, John Morley, jefe del departamento de Empleo y Política de Mercado
Laboral (DG V) de la Comisión Europea, decidió emprender un proyecto destinado
a estudiar diferentes vías, mediante las cuales la radiodifusión pudieran
ayudar a crear políticas de empleo. Obsérvese que el énfasis está dado en el
empleo, más que en el desempleo.
La Comisión
le encargó el proyecto al Instituto Europeo para los Medios, sito en
Manchester, Reino Unido, y durante 1988, como director del proyecto, tuve la
posibilidad de llevar a cabo una investigación en Europa y en Norteamérica.
Nos encontramos con que casi todas las tecnologías para la radiodifusión,
desde el teletexto hasta el satélite, se utilizan para ayudar a los
desempleados de una u otra manera.
En algunos
países europeos, el cable está al alcance de un elevado porcentaje de familias
y, debido a su propia naturaleza, es muy corriente verlo en zonas con una gran
densidad, en cuanto al número de sus habitantes, y que, frecuentemente, son
aquellas en las que el desempleo es mayor. En Francia, MINITEL puede proporcionar
la información que las empresas de la radiodifusión necesitan, si es que éstas
se proponen ayudar a las personas desempleadas de su zona. En Holanda, tanto
el cable como el teléfono están siendo utilizados para crear un sistema
interactivo, no sólo con objeto de producir un caudal de información local disponible
“con sólo tocar un botón”, sino también para crear un sentir comunitario en la
zona donde haya fracasado una tradicional industria de primer orden.
Uno de los
hallazgos más importantes de nuestra investigación fue el descubrir que muchas
de las personas que trabajan en este campo, creen que es más positivo intentar
mejorar la comunidad en su totalidad que ayudar a los desempleados como
individuos. En Terranova, Canadá, se llevó a cabo un intento para “despertar el
espíritu empresarial” como una clave hacia la creación de empleo. Pensaron que
si abordaban el problema de la apatía, y hacían que la gente creyese en la
posibilidad de que en sus distantes comunidades podrían montarse nuevas industrias
y negocios, a continuación podían llegar los empleos y, con éstos, la prosperidad.
Pero, ¿cómo
hacer llegar este mensaje? ¿Cómo, si no es por el satélite? El Comité para el
desarrollo económico ocupó el canal del Parlamento canadiense un domingo,
cuando el Parlamento no sesiona, y montó un teletón de 11 horas. ¿Cuál fue el
resultado? Millones de personas, no sólo de Canadá sino también de Estados
Unidos, tuvieron conocimiento de esta pequeña comunidad y de sus posibles
atractivos para los empresarios. Incluso, fueron inquiridos en cierta ocasión
desde la Florida.
Posiblemente
la radio local está en una posición superior a la de cualquier otro medio para
llegar al público clave. En Francia, más de 100 estaciones locales se
encuentran trabajando con la Agence Nationale de l'Emploi, y existe una
disposición similar, aunque en menor escala, en Alemania Occidental y en
Dinamarca. En el Reino Unido, nuestros investigadores encontraron que la
mayoría de las estaciones locales de radio, la BBC y las comerciales,
proporcionaban algún tipo de servicio para las personas sin empleo.
Quizá hay
aquí una información básica sobre nuestra investigación. Nos dirigimos a unas
300 emisoras de Europa y recibimos unas 200 respuestas. Una encuesta parecida
la dirigió en Estados Unidos la Staten Island Newhouse School of Public
Communications, de la Universidad de Siracusa, Nueva York, la cual, desde mi
primera visita, mostró el mayor interés y entusiasmo por nuestro proyecto. En
muchos aspectos se trata de una investigación particular sobre un estudio más
amplio que ellos esperan llevar a cabo a través de la “Emisión de Acción
Social”. Como resultado de ello, también me acerqué a los centros de la
Universidad de Siracusa en Madrid, Estrasburgo y Londres y, en el caso de este
último, la profesora Joan Deppa y sus estudiantes emprendieron,
voluntariamente, una encuesta en el Reino Unido. Se les escribió a
prácticamente todas las estaciones de radiodifusión del Reino Unido, y a estas
cartas les siguieron unas entrevistas telefónicas con los directores de las
estaciones. De las 122 a las que originalmente se les pidió que participasen,
respondieron 104. De éstas, 56 identificaron sus organizaciones como
aportadoras de programaciones diseñadas para ayudar a aquellas personas
desempleadas que están buscando un trabajo. 15 describieron la programación
como diseñada para un público más general; y 20 se veían a sí mismas como
realizadoras de programaciones que buscan alentar el espíritu de la comunidad
y mejorar el bienestar general de la zona, y que pudieran ayudar a los
desempleados, indirectamente, mejorando las oportunidades de empleo. Solamente
13 se manifestaron contrarias a llevar a cabo una programación que pudiese
encajar dentro de cualesquiera de estas categorías (1).
Otro
resultado sorprendente de esta investigación fue el demostrar cuán efectiva
puede ser la tecnología de las redes de emisoras. Yo creía que solamente a un
de nivel local o de comunidad, este tipo programa podía llegar a su público
clave. Sin mencionar la Línea de Acción de Radio 1, de la BBC. Con su
cuidadosamente pensada campaña de la semana larga, lanzando cientos de spots
muy breves diseñados para motivar a las personas sin empleo para que “hagan
algo”, han conseguido una amplia repercusión, precisamente en la audiencia de
siete millones de personas que trataba de alcanzar.
En Holanda y
en Alemania encontramos que los programas que tratan sobre el mercado laboral
en general y de oportunidades para carreras específicas, se prefieren tanto en
su formato de documental como en el de magazín hecho en el estudio. Más vale
prevenir que tener que remediar.
La
televisión regional produjo varios ejemplos contrastantes de lo que las empresas
de radiodifusión pueden hacer para las personas sin empleo. En Inglaterra,
Central Televisión, la empresa comercial del interior del país, utiliza los espacios
nocturnos para dar la información que reciben del Departamento de Empleo sobre
las plazas vacantes que se producen; con cargo a su propio presupuesto,
proporciona un servicio especial para jóvenes desempleados pero que no se
transmite; y emite, gratuitamente, los spots de comerciales pertenecientes a
negocios recién creados. Un aspecto fundamental de la filosofía de esta
empresa comercial es el de brindar un servicio público dentro de su espacio. En
Escocia descubrimos a una autoridad local comprando tiempo, haciendo sus
propios anuncios, y consiguiendo resultando espectaculares al animar a los empleadores
para que contraten a los desempleados. En Irlanda del Norte y en Holanda nos
encontramos con ejemplos de varias tecnologías adaptadas a esta causa. Allí,
primero se llevan a cabo las emisiones a través de la televisión, y luego una
estación de radio recoge los elementos de esa emisión, los desarrolla y,
finalmente, se editan unas publicaciones relacionadas con las dos emisiones,
que luego se distribuyen en copias que a veces son cientos y en otras
ocasiones son miles.
Posiblemente,
la mayor impresión que recibimos fue en Pittsburgh, Pennsylvania, donde
descubrimos una estación de radiodifusión pública que transmitía, especialmente
para personas sin empleo, nada menos que cuatro horas diarias. ¿Cómo se hace
esto y quién lo paga?
Las
respuestas se dieron en la reunión (2) celebrada en los estudios de Central
Televisión, en Birmingham, Reino Unido, en octubre de 1988. Los empresarios de
la radiodifusión de toda Europa llegaron acompañados de colegas de Estados Unidos
y Canadá para reunirse, ver y oír los programas de cada uno. El productor de
Pittsburgh, donde la industria del acero sufrió un desplome que dejó a miles de
personas sin trabajo, explicó el sistema de consolidación de la deuda federal
utilizado para esta estación en especial, y la vital importancia que tiene lo
que los estadounidenses llaman “outreach” (3). De este lado del Atlántico se
considera como un apoyo y vindicación, sin el cual muchos creen que este tipo
de programa sólo podría surtir un efecto limitado. Los desempleados que se
sienten convencidos o estimulados a llamar por teléfono en busca de ayuda,
deben recibir esa ayuda ofrecida por asesores diestros y experimentados, y este
requisito hizo que organizaciones gubernamentales, de servicios voluntarios y
de carácter benéfico, pusiesen en práctica lo que no pueden hacer las empresas
de radiodifusión.
También
quedó claro en la reunión, que lo que igualmente hacía falta era una evaluación
de las empresas de la radiodifusión. Las hay que no tienen ni idea de si lo
que están haciendo sirve de alguna ayuda para la audiencia de personas desempleadas
a las que el programa va dirigido. Mientras que otras, en Pittsburgh, por
ejemplo, la evaluación es una circunstancia que asume el que es partidario de
llevarla a cabo. El departamento para la Investigación de las
Radiocomunicaciones de la BBC ha realizado algunos trabajos para saber cuál es
el momento en el que los desempleados están libres para ver y escuchar. Pero,
solamente en New Castle‑upon‑Tyne fue donde me encontré con
desempleados consultándose, entre ellos mismos, sobre qué es lo que desean y cuándo
lo desean. Este trabajo vital y
único continúa, y se
informará acerca del mismo en la parte correspondiente a proyectos con que
concluye la conferencia que se llevará a cabo este otoño.
En esa
conferencia final, haremos hincapié en otro de los aspectos que deben
abordarse: el tema de la cooperación. Las empresas de radiodifusión por sí
solas no pueden conseguir mucho, y lo mismo sucede con las oficinas de empleo
que son gubernamentales. Pero juntas, con unos servicios adecuados que las
respalden, se puede ofrecer mucha ayuda en el lugar y en el momento que se
necesite.
En la
reunión yo planteé 10 hipótesis:
1. La
actividad más generalizada es la transmisión de información sobre las plazas
que están vacantes.
2. Los programas
interactivos, como les llamadas directas, las líneas de ayuda, los servicios
referentes y otros medios de la post‑transmisión, son considerados como
esenciales por algunas personas, y algunos gobiernos y organizaciones de
servicios voluntarios están sumamente comprometidos en proporcionárselos a las
empresas de la radiodifusión.
3. Los anuncios
comerciales parecen
ser extraordinariamente efectivos.
4. En algunos
países se prefieren los programas de carácter general a los que abordan un tema
específico.
5. Las campañas
en beneficio de toda la comunidad, particularmente aquellas que están
dirigidas a llevar empleos para su zona, posiblemente les aporten mayores
beneficios a los desempleados que los programas diseñados específicamente para
ellos de una forma individual.
6. En la
medida en que las estaciones comunitarias europeas aumentan en número, puede
haber lecciones que haya que aprender de lo que está sucediendo en Estados
Unidos.
7. Por una
parte, algunas empresas de la radiodifusión están experimentando con ideas que
no resultan en los programas, o que no las benefician directamente como tales.
Pero, al mismo tiempo, otras empresas de radiodifusión han mostrado una gran
renuencia a verse involucradas con este tipo de programación, y lo consideran
un deservicio o perjuicio, no solamente para ellas, sino también para su
audiencia.
8. Existen muy
pocos ejemplos de personas sin empleo a quienes se les consulte sobre el tema,
o que se hallen relacionadas con programas diseñados en provecho suyo: o de
intentos que se hagan para valorar los beneficios alcanzados por un programa, o
una serie de ellos, y que resulten provechosos para personas desempleadas.
9. Teniendo
estas pruebas como base, podría parecer que existe una mayor actividad en este
campo en el Reino Unido que en cualquier otro país europeo.
10. Al mismo
tiempo, he notado que, en una gran cantidad de países europeos, nuestras
investigaciones no pudieron encontrar programas realizados para personas sin
empleo. Algunos de estos países cuentan con un relativo alto grado de desempleo,
y puede que sean esos, precisamente, quienes más se podrían beneficiar con
este estudio.
Han
transcurrido seis meses y no quiero retirar o siquiera modificar estas proposiciones,
pero quizá se me permita agregar estas dos preguntas:
¿Es
posible que la disminución del desempleo en el Reino Unido tenga, en alguna
medida, algo que ver con los muy considerables esfuerzos que llevan a cabo las
empresas de radiodifusión para ayudar a personas desempleadas?
¿Es
posible que la próxima legislación para las radiocomunicaciones en el Reino
Unido acabe con la gallina de las radiocomunicaciones que ha podido poner
huevos de oro para las políticas de empleo gubernamentales?
Estén o no
estén relacionadas estas dos preguntas con la situación en el Reino Unido, creo
que las respuestas son importantes para todos los países. En la mayoría de
los países europeos hace falta disponer de una autorización para realizar las
transmisiones, y ninguna empresa de radiodifusión puede ignorar por mucho
tiempo las leyes y regulaciones de los gobiernos. Consecuentemente, la
naturaleza de las radiocomunicaciones será determinada por las condiciones de
las autorizaciones concedidas, y por el clima financiero existente en el país
en que funcionen las empresas de radiodifusión. Lo que sí temen muchas
personas a las que he conocido y con las que he hablado mientras se elaboraba
este proyecto es que las transmisiones de los servicios públicos y de acción
social puedan disminuir e, incluso también, cesar, a menos que los gobiernos
obliguen a que las mismas se conviertan en un requisito para las licencias de
la radiodifusión, cuestión que solamente ellos pueden conceder, y a menos que
exista algún otro criterio, que no sea el de sacar un provecho, para determinar
qué tipo de programa transmitirá una emisora.
No son
solamente los desempleados los interesados en este tipo de transmisiones que,
frecuentemente, para ellos es de utilidad y prácticamente gratis, sino también
los propios gobiernos cuyas políticas se favorecen de la única ‑si bien a
veces crítica‑ revelación que únicamente las emisoras pueden
proporcionar.
(1)
“Transmisiones británicas para ayudar a los desempleados”, por la profesora
Joan Deppa, Staton Island Newhouse School of Public Communications,
Universidad de Siracusa, Nueva York; sin publicar.
(2)
“Transmisiones para los desempleados”, Birmingham, 14‑16 de octubre
1988; que será publicado por la European Service Network (Cadena de Servicios
Europeos), rue Dautzenberg 38, B‑1050 Bruselas, Bélgica.
(3) N de T :
“outreach”, que literalmente significa tomar la delantera”, es un vocablo que
se aplica en EE.UU, para expresar las medidas o las actividades encaminadas a
proporcionar empleos, servicios médicos u otros servicios sociales, a sectores
o grupos necesitados de la sociedad.