Un análisis de la comunicación a partir de la prensa
diaria francesa
El análisis de la prensa francesa,
de sus estrategias de concentración y diversificación, revela las paradojas y
contradicciones de la comunicación local presente y futura.
La presente reflexión sobre la situación
actual de la información local a partir del caso francés no se propone tanto
mostrar la especificidad de aquélla (especificidad que se puede confrontar con
la de los casos catalán y/o español), como poner de relieve el valor
transnacional de las grandes tendencias que estructuran en Europa el campo
actual de los medios de comunicación. Lo particular puede ser camino hacia lo
universal.
El método que me propongo seguir en este
estudio me lleva a no tratar directamente las cuestiones clásicas planteadas en
los trabajos sobre información local (1) (definición de la noción de
información local por su origen, por su contenido, por sus destinatarios;
delimitación de sus funciones sociales; relaciones con el poder político local,
etc. ), o las dimensiones relativas a la acción de producción de información
(recogida, tratamiento, difusión). Este tipo de cuestiones y dimensiones se
evocarán a partir del análisis de las situaciones de los “productores”, especialmente
de las empresas periodísticas, considerados como agentes “mediáticos”, en el
campo de la comunicación.
La base de la problemática de nuestro análisis,
centrado en el mercado, o, más exactamente, en el cabalgamiento de dos
mercados del mensaje (mensaje informativo y mensaje publicitario), se puede
presentar mediante la formulación de dos series de consideraciones generales.
La primera serie se refiere a hechos bien conocidos,
que sin embargo conviene recordar aquí. En primer término: la información es a
la vez un producto mercantil como cualquier otro (mercancía que debe hallar una
clientela), y un producto distinto, por sus múltiples implicaciones
sociopolíticas (identidad comunitaria, expresión del pluralismo de las ideas,
etc.). En segundo lugar: las empresas periodísticas son a la vez empresas
atrapadas en la lógica económica y mercantil general (costos de producción, búsqueda
del lucro), y agentes sociales que controlan soportes utilizables para
mensajes distintos a los que constituyen su primera finalidad productiva
(difundir mensajes informativos); a saber, mensajes publicitarios destinados a
los lectores, cautivos o semicautivos, del medio. En tercer lugar: el motor
actual de las estrategias de los operadores de medios de comunicación es la
conquista o conservación de una máxima proporción de las inversiones
publicitarias.
La segunda serie de consideraciones es de
tipo diacrónico, y está destinada a poner de relieve la transición de fase que
actualmente se produce. En una fase que podemos llamar Fase 1, el objeto de la
competencia entre empresas periodísticas locales es la conquista de una máxima
audiencia de lectores. Los historiadores de la prensa (2) muestran que a
comienzos del siglo XX el factor básico de la disminución del número de
empresas editoras y de la creciente supremacía de los grandes diarios fue el aumento
de las páginas locales (que aumentan a 6 páginas). El crecimiento cuantitativo
de las informaciones locales conduce a la creación de delegaciones
departamentales y de corresponsalías locales instaladas en cada Ayuntamiento
para cubrir la pequeña información local (recogida de comunicados, redacción
de gacetillas de micro‑acontecimientos, etc.).
Este nuevo sistema, acompañado de políticas
activas de difusión, conduce a una profunda penetración de la sociedad local,
pero a costa de un nuevo periodismo conformista que rompe con el periodismo
tradicional de relato y crítica. Lo “local” se convierte a la vez en una suma
de mensajes desmigajados, planos y de muy limitado alcance geográfico, y en un
elemento indispensable de la vida social. El objeto de la competencia entre
publicaciones es lo que ahora podríamos captar como información‑servicio.
En la fase siguiente, que llamaremos Fase 2,
el número de lectores se estanca o retrocede; influye en ello el desarrollo de
la televisión, y se acusan los problemas de gestión de las empresas
periodísticas. Las más prósperas modernizan sus medios de producción y
difusión y toman el control de amplias zonas, en las que dominan tras
absorber a las empresas deficitarias o demasiado débiles para resistir la
presión hegemónica del gran periódico “regional”. En esta fase, para retener
lectores, se desarrollan las páginas nacionales e internacionales de los periódicos
regionales, los cuales, en parte, aparecen como complemento y/o comentario de
la información televisiva. El reto publicitario es cada vez más importante,
puesto que no sólo las radios periféricas (Luxemburgo, Montecarlo, Europa 1),
sino la propia televisión, se convierten en vectores publicitarios.
La Fase 3 es aquella en la que la publicidad
se convierte en la clave de todo el campo de la comunicación. Corresponde al
momento en que se desarrollan nuevas tecnologías de la comunicación que hacen
la competencia a los medios tradicionales, en primer término la prensa escrita,
y en especial la prensa diaria nacional, que pierde lectores, y con ellos
publicidad.
Se pueden formular dos hipótesis o dos
tesis. La primera es que el territorio ya no es únicamente geográfico: son
también los espacios pertinentes de los diversos soportes de la comunicación.
La segunda proposición se refiere a la evolución general del campo de la comunicación:
la recomposición de este campo conduce a hacer del nivel nacional un nivel
límite entre dos polos competitivos y complementarios: un polo local, de
fijación de las poblacionesclientelas, y un polo
transnacional, el polo donde toman posiciones los nuevos agentes comunicacionales.
Tras examinar las condiciones generales del
mercado de la información local en Francia, podemos ahora examinar los dos
procesos, que en parte se desarrollan simultáneamente, de concentración y de
diversificación de las empresas periodísticas, obligadas actualmente a pasar de
una lógica feudal, de “señor del feudo”, a una lógica de agente de la
comunicación: al no poder echar el cerrojo al territorio local, se ven obligadas
a elaborar estrategias cuya consigna se puede resumir en la frase “estar presentes,
estar alertas”.
I. CONDICIONES GENERALES
De igual modo que A. de Tocqueville pudo ver
en la Revolución Francesa no tanto una ruptura como un factor de aceleración
de la tendencia plurisecular a la concentración, se podría decir que la
Liberación, bajo sus apariencias rupturistas, oculta la regularidad de una
tendencia de fondo que se prolonga, desde antes de la segunda guerra mundial
hasta la posguerra, en el sistema francés de información. Además, y en una
Francia jacobina, el papel del Estado tiende a cubrir de reglamentos todos los
mercados, de tal suerte que los agentes juegan alternativamente el juego de
saltarse la regla o el de pedir protección al legislador. De ahí una
segmentación de los mercados que favorece los intereses corporativistas al
reducir la competencia, y que perdura en tanto los cerrojos permiten mantener,
si no cotos, al menos situaciones adquiridas bien protegidas.
Ahora bien, lo que revelan los actuales procesos
de desregulación y descentralización es que el desarrollo tecnológico ligado a
la informática induce una recomposición general de las modalidades de la
regulación social y política, y el desarrollo de un sector de la comunicación
que se convierte en motor del desarrollo general. En este nuevo contexto de redespliegue de las actividades y las personas, las fronteras
o se desplazan o se mantienen como residuos arcaicos y parcialmente obsoletos,
que tropiezan con el control de los flujos financieros y de comunicaciones. El
resultado inmediato es la perplejidad (por impotencia) de unos gobernantes en
busca de imposibles encuadramientos duraderos de los grandes procesos
sociales.
A. La Francia de la Liberación es un país
con un gran impulso modernizador y socializante. Es la Francia de los
vencedores, que han asentado su legitimidad en la Resistencia al ocupante. En
el campo de la prensa, por hundimiento de algunas empresas, o por sus
compromisos colaboracionistas, era inevitable una reestructuración general.
La redistribución de cabeceras y empresas periodísticas da lugar a una recomposición
de la dirección y de la propiedad de los periódicos diarios.
Contemplada en la línea tradicional (fruto
de la centralización), París‑Provincias, la situación al finalizar la
guerra es cuantitativamente idéntica a la de 1939: 28 diarios parisienses (D.
P.) (31 en 1939) y 175 diarios regionales (D.R.) (175 en 1939). Lo que cambia,
al cabo de una evolución regular a lo largo de varias décadas, es la audiencia
relativa de estos dos grupos. La prensa regional se sitúa ya en cabeza, y lo
estará cada vez más con el tiempo, pues sus lectores tienden a aumentar frente
al retroceso continuo de los D. P. La desaparición de cabeceras ocasiona una
pérdida de lectores que no compensan los periódicos que quedan. En 1952 ya no
quedan más que 14 D. P. y 117 D. R. Veinte años después, el número de
cabeceras es, respectivamente, 12 y 73. De la Francia de 1914, que tenía 36
millones de habitantes, a la de 1981, con más de 53 millones, el número de
ejemplares de periódicos vendidos sólo aumenta un millón.
La crisis de los D.P. en los años 60‑70
explica en parte este fenómeno. Sin embargo, los D.R., que progresan, como
veremos a continuación, son sólo una parte de la prensa local. De ésta
desaparecerán los periódicos de opinión que habían querido conservar el
“espíritu de la Liberación”. Así, de la treintena de periódicos comunistas,
sólo se mantienen, a duras penas, tres cabeceras locales (en Lille, Marsella y
Limoges). Los imperativos económicos, en un sector de precio bloqueado y más
tarde controlado (de 1950 a 1965), sometido a costes de producción crecientes,
condenarán de hecho a las empresas de carácter artesanal, y a las que no siguen
la evolución social. Y es paradójico que, en una Francia donde la
diferenciación políticoideológica es fuerte, se pida
a la prensa local una información de tipo consensual, tranquilizadora, próxima,
como la que viera la luz en el período de entreguerras. La neutralización
ideológica de la tendencia inicial de las redacciones locales es un hecho generalizado,
y la adopción de un modelo de periódico estereotipado de una región a otra se
ve reforzada por la lógica de la gestión y del márketing, paralela a la
creciente influencia de los servicios o agencias publicitarias.
B. En el momento de la Liberación, y en tanto
se elaboraba un estatuto de la prensa que jamás vería la luz, se promulgó una
Ordenanza (26 de agosto de 1944) que sigue siendo “ley” de un sector que se ha
reestructurado transgrediéndola. El intento del gobierno Mauroy de “actualizar”
el texto de 1944 quedó en nada. Lo que, por sus efectos inducidos, va a
modificar el juego en el sistema de la prensa, son las leyes para el sector
audiovisual: la reforma Léotard, que en 1986 sustituye a la reforma Fillioud de
julio de 1982.
La Ordenanza de 1944 pretendía preservar a
la prensa del poder del dinero y de la influencia extranjera, garantizando la
transparencia de la propiedad y de los recursos financieros; el principio
conexo era la prohibición de la acumulación de más de un periódico diario en
las mismas manos. La transgresión de la regla se ve facilitada por los poderes
públicos, los cuales, contra la lógica de la tendencia del mercado, crean una
economía sectorial protegida. Las ayudas del Estado a la prensa son a la vez directas
e indirectas (ayudas directas en 1984: 176 519 486; ayudas indirectas en 1983:
507 620 000), aparte de una franquicia del 60% sobre los beneficios
industriales y comerciales. El conjunto de estas ayudas representa entre el 15
y el 20% de la cifra global de negocios.
Los 330 semanarios locales y departamentales,
que tocan “pueblo a pueblo” el tejido local acercándose al máximo a su
realidad, se benefician desde 1976 de las mismas ayudas que los diarios. Con
una tirada de 3,2 millones de ejemplares, esta prensa semanal se ha convertido
en una presa ansiada para los D.R., al término, o casi al término, de un
proceso de concentración (facilitado por la inversión productiva de los resultados
contables positivos y por el dinero público), como medio de reforzar las
posiciones dominantes, y cerrando así el paso a posibles competidores que
pudieran apoyarse en alguno de los nuevos soportes de comunicación de los
próximos años.
La reintroducción de un fermento de “desorden”
en un campo local estructurado por oligopolios regionales vendrá probablemente
con la llegada de los operadores de los nuevos medios (telemática, cable,
satélite). Llegada permitida por la apertura del campo de la comunicación
propiciada por las leyes Filloud y Léotard, que plantean el abandono de la
lógica del monopolio público y el desarrollo de un “paisaje audiovisual” en el
que el sector privado y comercial adquiere una posición clave. La idea es
propiciar el agrupamiento de fuerzas, la creación de polos multimedia capaces
de batirse con los operadores extranjeros presentes en el mercado de la
comunicación. La ley de prensa del gobierno Mauroy no podía ser sino pólvora
mojada cuando pretendía reducir al grupo de prensa Hersant sin atreverse a
tocar las situaciones adquiridas por los diarios regionales: la “defensa del
pluralismo” dentro de las fronteras nacionales ‑y además sin cuestionar
los oligopolios locales‑ resulta contradictoria con la lógica del
reforzamiento de grupos de comunicación orientados al mercado transnacional.
II. LA CONCENTRACIÓN
La configuración territorial de conjunto que
se deriva de la distribución de las zonas de radicación de los grupos de
prensa regionales ha podido ser parangonada (3) con la estructura de las
provincias en el Antiguo Régimen (antes de 1789), con vastos territorios al sur
de la línea La Rochelle‑Ginebra y territorios más reducidos al norte. Es
verosímil que el área de extensión de un periódico (definida por los D.R. como
“natural”) se base en continuidades o reminiscencias culturales de las
sociedades locales. De hecho, ya no es posible crear de forma totalmente
artificial la base de identificación que el periódico se esfuerza por mantener
y actualizar.
Evidentemente, no es casual que en las operaciones
de concentración a escala regional sea norma la conservación de las cabeceras.
En algunos casos, el juego consiste en mantener un grado de emulación en
alguna zona o ciudad (generalmente nombradas en la propia cabecera del
periódico local) entre la cabecera principal y el periódico absorbido. En
cualquier caso, el objetivo del grupo de prensa consiste en reducir la
competencia dentro de su territorio. Para ello suele ser un arma decisiva el
emparejamiento publicitario. La aparición en los años 60 de los periódicos
gratuitos a base de publicidad (450 en 1980, con 90 millones de ejemplares al
mes) es una muestra de la práctica de los D. R.: frente a esta amenaza, los D.
R. desarrollan una estrategia de absorción o de creación de periódicos
similares para ocupar el terreno. En cierto modo, la diversidad, y un cierto
pluralismo internalizado en la prensa del grupo, y hasta en las redacciones, se
conjugan con la búsqueda de un efecto masivo, atractivo para la inversión
publicitaria, la cual, con su presencia o su retirada, hace la fortuna o la desgracia
del grupo.
A. La concentración de las empresas de prensa en
Francia se realiza según dos modelos: un modelo de ampliación de la zona de
base, y un modelo consistente en una cadena de periódicos diseminados por el
espacio territorial. El primer modelo es el de los D.R., el segundo el del
grupo multi‑prensa de Hersant. En ambos casos, la absorción o la toma de
una participación mayoritaria vienen tras un primer proceso de concentración
en el que el ahora absorbido ha sido el que absorbía. En ambos casos, la
concentración choca con la periferia de otro grupo regional. Esta zona de
contacto entre grupos da lugar a acuerdos sobre condiciones de distribución en
las periferias de los dos sistemas de prensa.
En 1982, de las 75 cabeceras regionales, unas
cuarenta eran editadas por empresas independientes, mientras que las otras
pertenecían a 8 grupos de prensa, 6 de ellos regionales (OuestFrance,
Sud. Ouest, La Montagne, L’ Est Républicain, Le Provençal, Le Dauphiné libéré‑Le Progrés de Lyon). Antes de caer a
su vez en el grupo Hersant, Le Dauphiné libéré y Le Progrés de Lyon habían absorbido a los diarios de Lyon
y Saint‑Étienne. L’ Est Républicain
(Nancy) absorbe Les Dépéches (Dijon),
Le Comtois (Besançon), La
Haute Marne libérée y L”Ardennais. Sud‑Ouest absorbe La Nouvelle République‑La France, La Charente libre, L’ Éclair des Pyrénées, La République des Pyrénées, La Dordogne libre, etc. Más interesante que la lista pormenorizada
de los diarios absorbidos por algún grupo de prensa es la de los 19 diarios
regionales con más de 100.000 ejemplares de distribución: aunque figura en
cabeza Ouest‑France,
primer periódico diario francés, 5 de estas cabeceras pertenecen al grupo
Hersant (Dauphiné libéré, Progrés de Lyon, Nice Matin, ParisNormandie
‑que controla 6 periódicos quincenales de zona, tipo Pays
de l’ Auge‑, Union de Reims).
De los 11 periódicos centrados en una ciudad, y con tiradas entre 5.000 y
15.000 ejemplares, 3 pertenecen al grupo Sud‑Ouest y 1 al D.R., la Dépéche du Midi (Toulouse).
La independencia de las cabeceras parece en
parte ligada a especificidades culturales que han permitido la constitución de
una clientela fiel y suficiente: es el caso de Alsacia
y Lorena, donde hallamos la competencia de dos o tres cabeceras (con ediciones
bilingües), de Córcega, de algunas bolsas del centro de Francia, y de Borgoña,
región en donde hay varios periódicos diarios con posiciones equilibradas.
Pero esta situación es ya excepcional. Un estudio realizado en 1978 (4) sobre
la prensa diaria en las regiones francesas, que tomaba en consideración las 4
primeras cabeceras, mostraba que en 23 departamentos había un D.R. en posición monopólica. En 6 regiones, la primera cabecera supera el
50% (de 57,2 a 78,4%); en general, las dos primeras cabeceras controlan más del
50%, y muy a menudo la tercera está por debajo del 15% y la cuarta por debajo
del 5%. La inestabilidad en cabeceras y direcciones afecta básicamente a
estos periódicos de tercera y cuarta fila.
Uno de los argumentos que se aducen para
justificar las operaciones de concentración es que de todos modos el periódico
absorbido estaba condenado a desaparecer. En la formación del grupo multi‑prensa
Hersant, fueron precisamente periódicos deficitarios los que permitieron que
se constituyera la cadena periodística. Se agruparon de esta forma 19 diarios,
15 de ellos regionales, lo que representa el 38% de la difusión diaria nacional
y el 19,2% de la difusión diaria regional. El otro grupo multi‑prensa, el
grupo Amaury, en lo que respecta a la prensa diaria,
con las 5 ediciones departamentales del Parisien Libéré, está en una situación de “regional parisiense”. En
provincias, hay acuerdos de distribución entre Sud‑Ouest y Midi‑Pyrénées, cada uno de los cuales se queda solo en su feudo,
pactando el reparto del mercado en las zonas de contacto,
Por regla general, se evita la competencia
entre grupos de prensa. Por ejemplo, el Midi Libre
(200.000 ejemplares) está en posición monopólica en Lozére y en el Gard; en el Hérault tiene un acuerdo sobre zonas de venta con el grupo
Le Provençal (Marsella), que en una de sus cláusulas
prevé una edición común en el Aude. Hay una
competencia en la periferia, aunque apagada, con la Dépéche
du Midi. En el Aveyron, el grupo Hersant se retira (cede Centre‑Presse,
agrupación de 7 periódicos locales) a cambio del 10% del capital del Midi Libre. La competencia en los Pirineos Orientales y en
el Aude con el Indépendant
de Perpignan debería reducirse rápidamente, pues el
grupo Midi Libre parece haberse introducido fuertemente
en la zona en el otoño de 1986.
B. El monopolio de los ingresos publicitarios, el
emparejamiento de periódicos, constituyen armas eficaces para disuadir la
aparición de nuevas cabeceras en el mercado. Pero estos emparejamientos
refuerzan el control de la agencia sobre el contenido del periódico, dado que
es ella la que reparte el espacio publicitario y elige los anunciantes. En la
prensa francesa hay 17 polos de agrupamiento publicitario. Prácticamente todas
las cabeceras están en mano de agencias mayoristas que gestionan la venta de
los espacios. Hay que distinguir dos tipos de agencia: las vinculadas a un
grupo de publicidad (Publicis, Havas)
y las vinculadas a un grupo de prensa. Publiprint,
del grupo Hersant, es un ejemplo de esta segunda situación. Veremos cómo los
recientes desarrollos dentro de este grupo de prensa repercuten en la organización
de la gestión de los ingresos publicitarios, buscando, en parte, contrarrestar
la tendencia a la disminución de la cuota de mercado que va a la prensa.
INGRESOS
PUBLICITARIOS
|
(en millones de
francos) (5) |
|
|
||
|
1977 |
1978 |
1979 |
1980 |
1981 |
P D.P. |
785 |
835 |
915 |
1.050 |
1 135 |
P.D.R. |
1.715 |
1.890 |
2.135 |
2.350 |
2,450 |
MAG. |
1.400 |
1.555 |
1.865 |
2.220 |
4 955 |
PER. |
1.490 |
1.640 |
1.820 |
2.180 |
|
TOTAL |
5.390 |
5,920 |
6735 |
8.000 |
8.840 |
TV |
1.210 |
1.400 |
1.650 |
1.900 |
2,220 |
PUBL. EXT. |
1.160 |
1.300 |
1 560 |
1 870 |
2.170 |
RADIO |
820 |
915 |
1170 |
1368 |
1.442 |
CINE |
145 |
145 |
160 |
182 |
228 |
TOTAL GENERAL |
8.725 |
9.680 |
11.275 |
13.320 |
14.900 |
La caída de las inversiones publicitarias en
la prensa periódica es un fenómeno europeo, como muestra un informe de la
Comisión de Relaciones Internacionales de la Federation
Nationale de la Presse Française. La caída es más acusada en Francia, en Gran
Bretaña y en Austria. En Francia, en cuatro años (1980‑1983), el
retroceso es de 4 puntos, cuatro puntos que han ido a parar a la televisión
(Canal Plus y Canal 5, por un lado; y por otro,
autorización de publicidad en F3, primero a nivel nacional y luego a nivel
regional).
La asociación de los editores de D. R. para
proteger su cuota de mercado publicitario en sus zonas de influencia se ha
saldado con éxito, como revelan los resultados del período 1977-1978.
INGRESOS PUBLICITARIOS DE LOS D.R. |
||||
|
|
(en %) |
|
|
|
1977 |
1978 |
1979 |
1980 1981 |
PUBL. COMERCIAL |
|
|
|
|
extra-local |
19 |
17 |
16 |
17 16 |
local |
58 |
59 |
60 |
58 60 |
ANUNCIOS POR |
|
|
|
|
PALABRAS |
23 |
24 |
24 |
25 24 |
Evolución |
+ 10 |
+ 10 |
+13 |
+ 19,5 + 7,5 |
|
|
|
|
|
La positiva situación financiera de la
prensa regional se deriva básicamente de las ayudas estatales a la inversión
publicitaria (en la cual no hay que olvidar la publicidad institucional, que
además tiene la ventaja de que se mantiene por encima de los cambios de
equipos de gobierno, lo que no siempre sucede en la prensa parisiense, marcada
por una orientación política de fondo que la hace vulnerable a la alternancia
mayoría‑oposición), pero obedece también a que los D.R. poseen sus
propios circuitos de distribución, mientras que la prensa de París sigue siendo
distribuida por la N. M. P. P. , lo que constituye una factor de rigidez para
la cobertura del territorio nacional.
Los beneficios de explotación de la prensa
regional se han reinvertido en la modernización del aparato productivo. Así,
los D.R., han sido los primeros en instalar la fotocomposición, el offset, el color, y los primeros en pasar a la redacción
electrónica.
Así, Dernières Nouvelles d’ Alsace (217.600
ejemplares) tuvo en 1980 un margen de beneficios de 20 millones de francos (5%
de la cifra de negocios) y ha reinvertido 70 millones de francos en 12 años.
Ouest‑France
(702.000 ejemplares), con un margen de beneficios de 30,8 millones de francos
(5, 7% de la cifra de negocios), ha reinvertido entre 1974 y 1981 447,8
millones de francos.
Esfuerzos de modernización por el estilo se
han hecho en el Sud‑Ouest
(margen: 4%) y en el Télégramme de Brest (margen: 9%).
La modernización de las empresas periodísticas
ocasiona numerosos conflictos, más duros en París que en los centros de
provincias. La introducción de la informática en la producción de los
periódicos provoca la descentralización de las redacciones locales, lo que
constituye un buen recurso para la aplicación de una estrategia de cobertura
de los espacios geográficos habitados que corresponden a las zonas de difusión
de los D. R. Significativamente, aumenta el número de páginas dedicadas a la
información local (un tercio del periódico). La limitación de la extensión del
periódico a treinta páginas da lugar a una multitud de ediciones desdobladas,
de base espacial. Las ediciones departamentales se desdoblan en 4 ó 5
ediciones (de índole comarcal). En una aglomeración como Burdeos, se pasa de 2
a 6 ediciones. Se consigue mayor penetración mediante el aumento de la pequeña
actualidad comunal. Para rejuvenecer la clientela se hacen esfuerzos de
redacción y presentación, multiplicando los destinatarios (información
especializada agrupada en páginas temáticas). En esta misma perspectiva, se
multiplican las páginas de magazine y los suplementos.
También se registran fracasos, como el de un periódico urbano (city magazine) en Burdeos.
Dentro del grupo Hersant, los diarios nacionales
sólo dan beneficios en los magazines (Figaro‑Magazine, Figaro‑Madame).
Pero la fuerza de este empresario periodístico nace de su capacidad,
excepcional en Francia, de obtener apoyos bancarios para sus ofensivas de conquista
de múltiples eslabones de su cadena de periódicos. Aquí la modernización de los
equipos llega al máximo: una red de imprentas (París, Caen, Nantes, Lyon, Nancy, Poitiers, Toulouse)
para la edición de los periódicos del grupo, plenamente incorporadas a las
nuevas tecnologías de la información.
La estrategia del grupo, que pasa actualmente
por el control de un canal de televisión privado, se manifiesta en la evolución
de su gestión publicitaria. En octubre de 1986, el grupo recupera las agencias
publicitarias de sus cabeceras regionales y departamentales, confiadas hasta
entonces, para la publicidad extra‑local, a Régie‑Presse, del grupo Publicis, y Régions‑Communication (grupo Havas).
El 1 de septiembre de 1981, las dos cabeceras del grupo, Le Dauphiné libéré y Le Progrés de Lyon, recuperan su
agencia y la transfieren a Publiprint‑Régions,
filial del grupo al 100 por 100; en un primer momento, ésta debe hacerse cargo
de la gestión publicitaria del conjunto de los títulos regionales del grupo,
para luego fusionarse con la otra empresa de publicidad, Publiprint,
que maneja la publicidad de los diarios nacionales del grupo. El objetivo
financiero (200 millones de francos en dos años) se inscribe en la perspectivas
de una oferta de espacios publicitarios tanto en la pantalla de televisión
como en el conjunto de los periódicos del grupo.
Lo que pudiera parecer una ampliación, hay
que verlo como una diversificación de la actividad de un grupo de prensa que
tiende a convertirse en grupo de comunicación; pero fundamentalmente nace de
la ambición de ese hombre de prensa que es Hersant, diputado europeo, que
mantiene bajo su directa influencia a una decena de diputados franceses, e
indirectamente a la mayoría gubernamental, de convertirse en un operador de
medios de comunicación a escala continental. La toma del control, en 1984, de
los periódicos belgas Le Rappel (Charleroi),
L”Echo du Centre (La Louviére),
y de la función administrativa del diario de Bruselas Le Soir,
responden a la edificación de este proyecto.
III. LA DIVERSIFICACIÓN
La sociedad comunicacional cuya dinámica de
formación nos explicaba el informe NoraMinc (6) ‑la
informatización‑, constituye un nuevo paisaje de eslabones y
ramificaciones, a la vez homogeneizado y diversificado, en el que la prensa
escrita se ve amenazada, si no en su supervivencia, al menos en cuanto a la
posición central que ha venido ocupando como difusor de información, posición
de la que los operadores de los nuevos sistemas de comunicación, vectores de
nuevos servicios, pretenden apoderarse. “Esta (la empresa periodística) sigue
siendo un mecanismo esencial para la recogida de noticias, pero ve cómo los
medios de difusión se diversifican, sin saber si y cómo podrá participar” (7).
El acento que ponen los grupos de prensa en
la posesión de un “know how”, de un “oficio” de vocación polivalente
(multimedia) como es el periodismo, constituye en parte un argumento defensivo,
útil para la negociación con las instancias de decisión públicas y privadas,
hasta ahora poco conocidas, que se imponen como interlocutores‑clave (por
ejemplo, la Direction Générale
des Télécommunications, o Télé‑Diffusion France). Frente a este
nuevo horizonte comunicacional, en el que se perfila una diversificación de
medios sustitutivos en la prestación de servicios, las empresas periodísticas,
y en esto es secundario su carácter nacional o regional, intentan responder
constituyéndose en grupos multimedia.
Una vez más, y también en este campo, es el
periódico Libération el que marca la línea, mostrando
las dificultades de la empresa (quizás por haberse lanzado demasiado pronto,
adelantándose a evoluciones más lentas de lo esperado). Si la prensa regional
intenta hacer pie y dejar constancia de su presencia en los nuevos medios, la
prensa nacional, en crisis, tiene que ir resueltamente hacia adelante. A este
respecto, la innovación en las estrategias de difusión pasa por múltiples vías,
por ejemplo por la publicación de una edición regional del periódico: en 1986,
Le Figaro y Libération
crean una edición de Lyon, una edición “local” para
esta aglomeración urbana. Colectivamente, la prensa escrita se halla a
expensas del calendario político de los sucesivos gobiernos en cuanto a la
apertura (y la amplitud de ésta) del sector de la comunicación a los nuevos
operadores de medios de comunicación en dos grandes campos: la telemática y el
campo audiovisual.
A. La creación de un nuevo medio a partir de la
difusión masiva y gratuita de terminales Minitel por
parte de los servicios de Correos y Telecomunicaciones (PTT) (8) constituye a
la vez un acontecimiento social y un dato cargado de consecuencias para la
recomposición del campo de las comunicaciones. El adelanto francés en el campo
de la telemática, tanto conmutada (videotex, norma Télétel,
D.G.T.) como distribuida (teletex,
norma Antiope, T. D. F. ), sitúa el debate entre las
instancias de decisión y los grupos de prensa en el terreno de la información‑servicio.
La misma que hemos visto como una de las bases de la información local de los
periódicos.
En la fase experimental de la videocomunicación,
el lanzamiento de las operaciones de Vélizy y de Ille et Vilaine (Anuario
Electrónico), y la creación de sistemas telemáticos municipales (Claire en Grenoble, Telem en Nantes), provocan la movilización general de las
organizaciones patronales de la prensa escrita, regional y nacional. La
postura de bloqueo adoptada por éstas se levantará en cuanto los poderes públicos
reconozcan el monopolio de la prensa sobre la publicidad comercial y los
anuncios por palabras. La D. G. T., autora e impulsora del equipamiento videocomunicacional, no podía prescindir de un interlocutor
de la talla de los grupos de prensa. Aun cuando, a largo plazo, la integración
máxima de los servicios (mediante la fibra óptica) y la interactividad (gracias
a la arquitectura “en estrella” de las futuras redes de cable) constituyen el
desarrollo lógico de la economía de la comunicación, la Direction
Générale des Télécommunications
acepta, en el período inicial, un escenario de mínimos para los servicios
clásicos, volcando su apuesta estratégica sobre los nuevos servicios
(telecopia, audio y videoconferencia, etc.).
La prensa escrita, ante la amenaza telemática, se ha organizado y ha reflexionado colectivamente. De esta forma se ha creado un instrumento de trabajo común entre los D.N, y los D.R., el Comité Technique Intersyndical pour la Recherche de la Presse Quotidienne (C. T.I. R.), y en octubre de 1981 la Union des Syndicats de la Presse Quotidienne Régionale publicó un Libro Blanco sobre la telemática, en el que se afirma el papel prioritario que se debe reconocer a los D. R. Frente a las operaciones de telemática municipal, los D. R. obtienen las mismas garantías que para la Guía Electrónica.
En cualquier caso, y salvo conflicto
político abierto, la prensa regional adopta tradicionalmente ante los
representantes electos de la localidad una posición legitimista, de conformidad
con una actitud general de reserva en la difusión de informaciones locales
“problemáticas”. La búsqueda de entendimiento garantiza los intereses de todos
(intereses electorales e intereses comerciales). Significativamente, el
desarrollo de medios de difusión de información local a disposición de los
ayuntamientos en el curso de la última década se traduce por la presencia de
periódicos municipales y paneles electrónicos que sólo muy superficialmente
afectan al magisterio de la información detentado por el periódico local.
El reconocimiento oficial de la vocación “natural”
de la prensa en la función de recogida y difusión de información da lugar a
experiencias de colaboración institucional. Así, Ouest‑France crea una Asociación Ley 1901, “Télématique
de l’ Ouest”, con la alcaldía de Rennes,
la Seguridad Social de Ille et Vilaine,
la agencia Havas y la empresa mixta de Ordenación del
Territorio de Bretaña. El Télégramme de Brest crea un banco de datos (información local y
regional, anuncios por palabras, ficheros). La Presse
de La Manche crea dos bancos de datos (sobre acontecimientos locales, y sobre
biografías de personalidades locales). La Nouvelle République du Centre‑Ouest
instala, en colaboración con la Cámara de Comercio e Industria, 300 terminales
y 10 “boutiques” telemáticas en las delegaciones del periódico, que dan acceso
a su banco de datos. Le Provençal completa su
servicio de documentación con un banco de datos abierto al público, y crea una
empresa mixta con la C. C. I. al servicio de las empresas. Les Derniéres Nouvelles d’ Alsace va más lejos que Le Courrier
Picard (que tiene a su cargo una red telemática en
colaboración con las oficinas de empleo), y lanza una operación tipo Vélizy en un barrio de Estrasburgo. La Dépéche
du Midi y Sud‑Ouest recurren a la
fórmula del Groupement d’ Intérét
Economique (agrupación de interés económico): el
primero con una caja regional de seguros mutuos, la Cámara Agraria y el Crédit Agricole, y el segundo con
una filial especializada de la Caisse des Dépóts et Consignations; a
partir de su propia central de servicios, el primero difunde información y
anuncios por palabras (60 terminales en Toulouse), y el segundo un periódico
electrónico (VISTA) con más de 3.500 abonados.
De todos estos ejemplos se desprenden dos
líneas fundamentales en la estrategia de los D. R.: la preocupación por montar
rápidamente centrales de servicios para estar presentes en el sector, y la
apuesta por los medios empresariales, únicos clientes potenciales en la fase
actual. El grupo Sud‑Ouest,
que anuncia su diversificación en 1980, dedica en 1983 y 1984 alrededor del
1% de su cifra de negocios a esta opción. Más que el volumen, cuya modestia
relativa demuestra la prudencia con que se enfrenta la diversificación, lo
significativo de la evolución actual son las metas: en 1983, un tercio de los
5,6 millones de francos iba al sector de los nuevos medios, contra dos tercios
a la comunicación escrita; en 1984 se invierte la relación, con 3,2 millones
de francos destinados a la telemática y la radio local.
B. En el
capítulo “Audiovisual” del campo de la comunicación, la dimensión que prevalece
en la actualidad no es la aparición de nuevas tecnologías, sino la evolución
del volumen y posición de los soportes de la difusión, factores de dimensión
que dependen de las decisiones del gobierno. Lo que se observa es una toma de
posiciones nacionales para estar presentes en el futuro mercado europeo, y más
allá de éste, en el mundial. Si bien, históricamente, la prensa diaria, tanto regional
como nacional, se ha mantenido al margen de este sector (y concretamente de
la radio, en el período de entreguerras anterior a la creación del monopolio
estatal), en la actual fase de renuncia a los monopolios estatales, la prensa,
para garantizar su propia supervivencia, busca la forma de hacerse presente.
El desarrollo de las radios libres en los
últimos años de la presidencia de Giscard d’ Estaing transgredía la ley del monopolio radiofónico del
Estado. Sería legalizado en 1982 por la Ley de la Comunicación Audiovisual.
Concebidas como radios locales y asociativas, las nuevas emisoras (unas
1.500) serán rápidamente atrapadas por el proceso mercantil. El reconocimiento
en 1983‑1984 del derecho a emitir publicidad en las emisoras FM provoca
una reformulación de su uso, polarizado ahora por la búsqueda de la
audiencia. Por efecto de la proximidad, se veían amenazados los ingresos publicitarios
locales de los D. R. Significativamente, todos ellos, sorteando la legalidad,
absorben, crean y financian una o más emisoras locales, aportándoles la
capacidad profesional de sus equipos de redacción. Se forman así auténticas
cadenas de emisoras, nucleando las zonas del
territorio del grupo de prensa. El grupo Hersant, con una política de compra de
las razones sociales de emisoras ya autorizadas, crea una auténtica cadena
nacional (Chic FM). Sorteando este primer peligro, otro, mucho más importante,
surge ante la prensa escrita: la televisión comercial.
El final de la legislatura 1981‑1986
había contemplado la decisión precipitada de entregar los dos canales de
televisión herciana disponibles a dos grupos, el tándem Seydoux‑Berlusconi y un grupo encabezado por Publicis.
A la prensa escrita lo que le preocupaba era el impacto en el mercado publicitario.
Por el contrario, la perspectiva de la televisión herciana a nivel regional
surgía como un recurso de futuro que merecía un compromiso como el que inevitablemente
habría que hacer con la televisión por cable.
El cambio de equipo gubernamental se tradujo
por la supresión de la ley Filloud y su sustitución por la ley Léotard. De un
marco legal a otro, se acentúa la retirada del Estado del campo audiovisual.
El movimiento de privatización que afecta a TF 1, y también, en definitiva, a Havas (elemento clave del canal de peaje Canal Plus) y a SOFIRAD (administradora de las participaciones
estatales en las radios comerciales periféricas), significa una nueva sangría
en el mercado publicitario (sólo la TF 1, una vez privatizada, se llevará 1.000
millones de francos adicionales). El lanzamiento ya confirmado de los satélites
TDF 1 y TDF 2, en su momento, deberá engrosar aún más la cuota de la
televisión en la inversión publicitaria. En esta línea, se comprende la extrema
discreción de los empresarios de D.R. consultados sobre la eventual
privatización de las emisoras regionales de FR 3. En realidad, y so pretexto de
una defensa del pluralismo y de la utilidad de una cadena pública, lo que se
perfila es el mantenimiento de la cuota de mercado publicitario en su
integridad.
El otro peligro, para la prensa regional,
viene sin duda de la total dispersión de la inversión. En el momento actual, en
que se está preparando la venta de TF 1 y la reasignación de los canales 5 y
6, el único grupo de prensa que aspira a un canal de televisión es el de R.
Hersant. Pero los grupos regionales no están completamente al margen. En el
capital de Canal Plus figura, aunque modestamente, Ouest‑France, que desde
junio de 1984 administra con Havas una agencia de
publicidad para las radios locales, y que ha tomado una participación del 6% en
la Compagnie Européenne des
Publications. Más significativa aún es la oferta de
servicio dirigida a los futuros operadores de canales de televisión privada
por dos agrupaciones de periódicos: la Société Pluri‑Communications, que
agrupa a Le Monde, Ouest‑France,
La Montagne, La Nouvelle République du Centre‑Ouest;
y la Société d’ Etudes de
la TV par la Presse, que reúne al grupo católico Bayard, Le Midi Libre, La Voix du Nord,
Le Républicain Lorrain, L’ Est Républicain, La Liberté de
l’ 0uest, Le Télégramme de Brest.
Estos grupos buscan una fórmula que les otorgue la tutela de la información y
de la gestión publicitaria.
Más allá del debate actual sobre el reparto
de papeles en el sector privado de la comunicación audiovisual, la ley
Léotard, producto híbrido y sin duda demasiado complejo como para durar mucho
tiempo, prevé disposiciones que impiden la formación de monopolios privados. A
nivel nacional y regional no se podrán acumular más de dos posiciones
dominantes en los cuatro sectores: prensa, radio, TV y cable. La limitación
más notoria es la que obliga a quienes aspiren a la función de operador
nacional a renunciar a su implantación local. A nivel regional, un grupo puede
ser dominante en la prensa, la radio y la telemática.
La perspectiva del monopolio privado, posibilitado
por el abandono estatal de sus propios monopolios, no es sino una de las
grandes tendencias de la futura evolución del campo de la comunicación. La
otra tendencia se refiere al previsible desarrollo de operadores de medios de
comunicación de carácter transnacional, es decir, situados a escala del mercado
de productos y de su promoción publicitaria.
En efecto, la iniciativa gubernamental abre
el juego a dos tipos de inversores: por un lado, grandes grupos industriales o
de servicios que buscan diversificar sus inversiones o rentabilizarlas; por
otro lado, operadores de medios de comunicación con posiciones dominantes fuera
de las fronteras nacionales, pero en condiciones de aprovechar el principio de
igualdad de trato previsto para el conjunto del espacio de las Comunidades
Europeas. Y así, los paradójicos efectos de una ley que distingue entre cuatro
sectores y dos niveles territoriales pueden llevar a la formación de supermonopolios locales y de redes transnacionales
dominantes.
NOTAS
(1) A. Mabileau, A‑J,
Tudesq (ed.), L’ information locale, París, Pédone, 1980,
(2) P, Albert, Histoire générale de la presse française, Paris, PUF,
1985.
(3) P Philip, La presse quotidienne régionale en Franca, París, IPEC, 1974,
(4) N Toussaint,
C, Leteinturier, Evolution
de la concentration dans l’
industne de la presse en France, Bruxelles‑Luxembourg, Commission des Communautés Européennes, 1978
(5) M Mathien, La presse quotidienne régionale, París, PUF, 1983.
(6) A. Nora, A Minc,
L’information de la société, La Documentation
française, París, 1978.
(7) J. L. Lepigeon,
D. Wolton, l’ information demam, de la presse écnre aux nouveaux
medias, La Documentation française,
París, 1979.
(8) J M. Charon,
E. Cherki, la politique télématique française: étude sur une nouvelle stratégie industrielle Cahiers S T S, n,° 3, 1984.