Fibras ópticas en América Latina

Realidades, proyectos y desafíos

 

Fátima Fernández Christlíeb y Ligia María Tadul

 

Los países de América Latina aún no han clarificado su postura respecto a la utilización de la fibra óptica. Múltiples interrogantes se abren a su utilización y sólo Brasil destaca en lo que a su fabricación se refiere.

 

Pudimos habernos limitado a hacer un mero recuento de planes y realizaciones latinoa­mericanas en materia de fibra óptica y cumplir así con el re­quisito de dar cuenta de lo

IP que ocurre en la región. Deci­dimos, sin embargo, entreverar algunas refle­xiones y preguntas que nos surgieron al hacer la descripción. Es por ello que este ensayo consta de dos partes.

La primera describe la situación de la fibra óptica en los países de América Latina y la se­gunda comenta las recomendaciones que hace la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI) respecto a la pro­ducción de fibras ópticas en países en desarro­llo.

Comenzamos por describir el panorama de América Latina, no sin antes recordar que en esta región encontramos una gama de países que va desde el que tiene un alto grado de de­sarrollo industrial y que ya fabrica sus propias fibras ópticas, hasta el que continúa sumergido en una economía netamente agrícola. Con base en lo anterior consideramos que lo pertinente es dividir a la región en cuatro grupos:

 

‑ En el primero está solamente Brasil, por ser el único país que produce fibras ópticas.

‑ En un segundo grupo se ubican México y Argentina, países que importan la fibra pero

 

producen el cable y cuentan ya con fibra óptica en operación, así como con institucio­nes en las que se realiza investigación en este campo.

‑ El tercer grupo comprende a los países que próximamente incursionarán en esta tecno­logía, y que son: Venezuela, Uruguay, Co­lombia, Perú y Chile.

‑ En el último grupo ubicamos aquellos países cuyos planes en materia de fibra óptica son, hasta el momento, desconocidos. Estos son: Ecuador, Bolivia, Paraguay, Guyana, Surina­me, Guayana Francesa, así como los países de América Central y del Caribe.

Centraremos la descripción de los dos pri­meros grupos, ya que sobre el tercero sólo ob­tuvimos datos aislados de lo que ocurre en al­gún instituto de investigación, empresa o uni­versidad.

 

BRASIL

 

La industria de la fibra óptica en Brasil es un proyecto que comenzó hace 14 años, cuando la empresa Telecomunicaciones Brasileras S.A. (Telebras) adoptó una serie de políticas de de­sarrollo industrial nacional en diferentes áreas de las telecomunicaciones consideradas estra­tégicas. Estas incluyen, además de las comuni­caciones ópticas, la transmisión digital, la comunicación por satélite, equipo de “switching” para división de tiempo y los componentes electróni­cos y materiales.

Tales políticas de proteccionismo en el área de telecomunicaciones tenían los siguientes propósitos fundamentales: reducir y sustituir las importaciones; limitar la dependencia de em­presas extranjeras; promover el desarrollo na­cional; fortalecer el control de la industria de telecomunicaciones; estimular la “estandariza­ción” de equipos y reforzar las decisiones na­cionales en el desarrollo de la tecnología (1). El plan de Telebras se integró de una manera tal que en él participan tanto la industria brasileña como las universidades.

Estas medidas proteccionistas en las teleco­municaciones en armonía con la política nacio­nal de informática implantaron en Brasil la lla­mada reserva de mercado para productos na­cionales en los sectores de informática, fibra óptica, videotexto, bases de datos y en las ante­nas para recepción de señales de satélites.

Telebras inició los primeros trabajos en fibra óptica en el año de 1975, al asignar un contrato al Instituto de Física en la Universidad de Cam­pinas (UNICAMP), para la investigación y el de­sarrollo del proyecto lásers de semiconductor, apropiado para utilizar en telecomunicaciones.

Como un soporte fundamental de este tipo de proyectos, Telebras creó en 1977 el Centro de Investigación y Desarrollo (CPqD), dentro del cual un grupo de especialistas ha desarrollado la tecnología óptica, conjuntamente con UNI­CAMP. Actualmente el CPqD lleva a cabo 87 proyectos diferentes de alta tecnología para te­lecomunicaciones e informática.

En el programa de comunicaciones ópticas Telebras ha concentrado su esfuerzo en el de­sarrollo de las partes del sistema que cuentan con más amplio mercado y que tienen mayor contenido tecnológico como son, la fibra óptica, los multiplexores y los lásers. Para ello cuenta Brasil con los mayores yacimientos de cuarzo en el mundo, razón por la cual no depende de las importaciones para la fabricación de su fi­bra.

El resto de dispositivos del sistema óptico que no pertenecen al proyecto específico del CPqD se desarrolla en otras instituciones o em­presas. Entre ellos podemos mencionar el ca­ble, del cual se encarga, entre otras ocho em­presas, la Pirelli. Ésta a su vez satisface la de­manda de otros mercados que no son el de Te­lebras. Por ejemplo, en octubre de 1984 la Pire­lli desarrolló un proyecto de cables de fibra 6p‑

 

tica en el centro de pesquisas de San Andrés, estado de Sao Paulo, conjuntamente con sus la­boratorios de Inglaterra e Italia. Cuatro cables ópticos Pirelli fueron instalados en la hidroeléc­trica de Tucurí, al norte del país, para supervi­sar los sistemas de control de la misma.

También las técnicas de corte y ensamble, los instrumentos de medición y los conectores se fabrican fuera del CPqD. De estos últimos se encargan principalmente la Compañía Paulista de Fuerza y Luz (CPFL) y el Centro de Pesqui­sas de Electrobras (CEPEL).

Es importante señalar que la Ley de Informá­tica N.° 7.232 de octubre de 1984 protege a la industria brasileña de fibras ópticas al conside­rar la investigación, el desarrollo y la produc­ción de componentes optoelectrónicos como parte de la actividad informática (Art. 3); igual­mente las empresas nacionales relacionadas con la producción de fibra óptica tendrán di­versos incentivos fiscales y financieros (Arts. 13 y 14) y además los órganos y entidades de la administración pública federal, al comprar equipo optoelectrónico, darán preferencia a los productos fabricados por empresas nacionales (Art. 11).

De acuerdo con lo anterior, la comercializa­ción de los productos de tecnología avanzada que desarrolla el CPqD se efectúa a través de diversas empresas. En el caso de la fibra ópti­ca, algunas de las empresas que atienden la demanda de Telebras son: ABC‑Xtal, a la que el gobierno encargó 17,000 kilómetros de cable de fibra óptica para el bienio 1986‑87 (2); PHT Promon y Elebra Telecom, ambas participantes en el sistema de telefonía digital denominado Trópico; GTE‑Multitel, del grupo Leopoldina­Cataguares; Pirelli y NEC do Brasil.

Brasil ha desarrollado tres familias de fibra óptica para diversas aplicaciones (3): la de vi­drio‑vidrio (monomodo) para telecomunicacio­nes; la de vidrio‑plástico para telemetría y co­mando; y la de plástico‑plástico para ilumina­ción de campos. La fibra monomodo, desarro­llada en el CPqD, se ha venido instalando en escala considerable en las troncales urbanas de las principales ciudades (Sao Paulo, Río de Ja­neiro, Brasilia y Belo Horizonte), con capacidad para transmitir 480 canales de voz, aunque pue­den atender casos especiales de 1.920 canales. La fibra para control de procesos se ha instala­do en hidroeléctricas (Itaipú por ejemplo) y, fi­nalmente, la fibra destinada a señales de luz, está satisfaciendo la demanda de iluminación quirúrgica y tableros de automóviles.

El desarrollo de la industria brasileña de fi­bras ópticas está claramente diseñado para sa­tisfacer no sólo la demanda interna, sino para competir en los mercados internacionales.

 

MÉXICO

 

El terremoto que el 19 de septiembre de 1985 sacudió a la Ciudad de México puede con­siderarse como el acontecimiento que intensifi­có el desarrollo de proyectos para instalar fibra óptica en este país. A unos minutos del seismo, el director de TELMEX (la compañía telefónica mexicana) recibió el siguiente informe: “Están perdidos treinta años de telefonía, se nos caye­ron las centrales de larga distancia, se nos ca­yeron las microondas y por otra parte, todos los circuitos del norte con el sur del país están caí­dos” (4). Con el derrumbe de los edificios en donde estaban ubicadas las centrales telefóni­cas de larga distancia, la Ciudad de México quedó incomunicada del resto del país y del mundo. Una vez concluidos los trabajos de emergencia, se decidió construir cuatro nuevas centrales telefónicas digitales para larga distan­cia, cada una de ellas capacitada para asumir el control maestro del sistema en caso de que al­guna sufriera daño. Estas centrales (San Juan, Vallejo, Morales y Estrella) fueron interconecta­das con fibra óptica e inauguradas en agosto de 1986. A partir de entonces la empresa telefóni­ca dió a conocer otras tres etapas para la insta­lación de fibras ópticas que incluyen enlaces entre canales de la Ciudad de México y ade­más rutas interurbanas entre la capital de la Re­pública y ciudades de otras entidades federati­vas como Puebla, Guanajuato y Morelos (5).

El terremoto de 1985 aceleró la decisión del gobierno de México para cablear con fibra óp­tica las nuevas centrales de la empresa telefóni­ca paraestatal, pero no fue este trágico aconte­cimiento lo que marcó el ingreso de México al campo de las comunicaciones ópticas.

Desde principios de la década de los ochen­ta, la empresa Condumex (antes llamada Con­dumex‑Anaconda‑Pirelli), fabricante de conduc­tores eléctricos, estudiaba ya la forma de pro­ducir el cable para cubrir la fibra óptica. Para cuando Telmex decidió intensificar el proceso de modernización de los sistemas telefónicos, Condumex tenía ya en el mercado una familia de cables: el monotel, el bitel, el multitel y el helitel (6). Esta empresa, junto con la NEC, la ITT y la Ericsson (a través de Latincasa) fue proveedora de la fibra óptica con la cual se in­terconectaron las nuevas centrales telefónicas construidas después del terremoto.

Condumex, principal proveedor para esta primera etapa de cableo, tiene otro cliente gu­bernamental además de Telmex y éste es la Comisión Federal de Electricidad, responsable de la construcción de la planta nucleoeléctrica de Laguna Verde. Para llevar a cabo funciones de control en esta planta, Condumex ha prepa­rado cable de fibra óptica, siendo ésta una de las aplicaciones que la empresa ve más promi­sorias.

También antes del terremoto de 1985, Televi­sa, la empresa de televisión privada, había im­portado cable de fibra óptica francés para enla­zar el tramo que va de su central de vídeo en Avenida Chapultepec a sus oficinas de Cablevi­sión en Río de la Loza, e igualmente comenzaba a introducir esta tecnología para transportar las señales de televisión de algunas estaciones te­rrenas hacia repetidoras ubicadas en el interior de la República.

En síntesis, las aplicaciones que hasta el mo­mento se han hecho de la fibra óptica en Méxi­co son telefonía, televisión y control de proce­sos.

En el panorama mexicano aparecen también varios centros de investigación estatales, uni­versitarios y de empresa; unos dedicados a in­vestigación básica y otros dedicados al desarro­llo de equipos transmisores optoelectrónicos. Entre ellos cabe mencionar al Instituto de In­vestigaciones Eléctricas (IIE), a la Universidad Nacional Autónoma de México, al Centro de In­vestigación Científica y de Educación Superior de Ensenada, al Instituto Politécnico Nacional y al Centro de Investigación Tecnológica de Tel­mex.

 

ARGENTINA

 

En 1982 se pone en marcha en Buenos Aires el llamado cinturón digital, que consta de seis centrales tándem enlazadas con fibra óptica. Para este proyecto de la Empresa Nacional de Telecomunicaciones, que cubre 320 kilómetros, fueron contratadas la compañía NEC, la misma que suministró la mayor parte de los equipos, y la Sumitomo, empresa japonesa que además de poseer tecnología de cable se dedica a la fabri­cación de máquinas de empalme. Cabe señalar que para la instalación de este cinturón digital en la capital federal, se efectuó una licitación ganada por la NEC, empresa asociada con la argentina Pecom S.A. En Argentina está instala­da también la firma Pirelli, que importa la fibra óptica y produce el cable (7).

 

POSICIóN DE LA ONUDI ANTE LA PRODUCCIóN DE FIBRAS óPTICAS EN PAISES EN DESARROLLO

 

Para América Latina, igual que para el resto de los países del tercer mundo que han dado los primeros pasos en el terreno de las fibras ópticas (como Indonesia, Irak, Arabia Saudita, Singapur y Sri Lanka), el momento presente plantea grandes desafíos. Estos países han ido transitando durante esta segunda mitad del si­glo por diferentes generaciones de tecnología informativa, sin haber podido establecer un nú­cleo industrial endógeno que les permita una mínima autosuficiencia productiva.

La velocidad con que se suceden las genera­ciones telemáticas obliga a los países del tercer mundo a dar saltos tecnológicos para no quedar fuera de las redes mundiales de información. La fibra óptica plantea de nuevo problemas graves para estos países. La ONUDI analiza esta situa­ción y hace propuestas que mencionamos a continuación (8).

La pregunta central del estudio de ONUDI es: “¿Cómo puede un país en desarrollo entrar al mercado internacional de la fibra y el cable ópticos por la vía más beneficiosa y fácil?” (9).

La respuesta está condicionada por el grado de desarrollo en el que se encuentran dichos países. Para unos, los que están en el umbral de la industrialización como es el caso de Brasil, la decisión debería estar orientada al sistema de “jointventure” (riesgos compartidos), mientras que para otros lo más adecuado ‑según ONU­DI‑ sería la importación completa de una plan­ta de producción de fibra óptica.

El documento en cuestión explica el significa­do de estas dos recomendaciones, sin dejar de lado que exigen grandes desventajas en los países en desarrollo como son: 1) carencia de una industria química nacional que pueda sumi­nistrar la materia prima, como lo es el silicio y el germanio; 2) escasos recursos humanos, to­mando en consideración que el mínimo de per­sonal que se requiere para producir 100,000 ki­lómetros por año es de 63 personas altamente calificadas; 3) un mercado nacional muy reduci­do, aunado a una infraestructura industrial que no permitiría a estos países participar en el mercado internacional.

El sistema jointventure, de acuerdo con ONUDI, describe una situación en la cual una empresa nacional de un país en desarrollo, con un alto grado de conocimiento (know‑how) y con la experiencia en la industria química de semiconductores, de cable o de vidrio, entra en compañía con una empresa extranjera produc­tora de fibra. Dentro de este sistema de riesgos compartidos, la variante más recomendada por ONUDI para los países en desarrollo con un alto grado de industrialización es la expansión de la industria de cable convencional para la fabrica­ción de cable óptico. Las ventajas de esta op­ción radican en que la producción de este ca­ble utiliza básicamente el mismo equipo que necesita su antecesor; y además ya se cuenta con un mercado nacional. El papel de la em­presa extranjera consistiría, en este caso, en la transferencia de alta tecnología, es decir, de la fibra óptica como tal. El estudio cita el caso de la empresa japonesa Sumitomo que opera en este renglón, tanto en Brasil como en Venezue­la.

La otra recomendación del organismo inter­nacional es la importación completa de una planta para la producción de la fibra, que inclu­ye la maquinaria y el personal especializado. En este caso, el mercado más importante a sa­tisfacer sería el internacional. La razón de ma­yor peso que ofrece ONUDI para esta opción es que, para los sistemas de telecomunicaciones en desarrollo, la importación de la planta sería “una gran oportunidad para dar un salto sobre diversas tecnologías y entrar directamente a la era de la fibra óptica” (10).

En el estudio de ONUDI se mencionan ade­más otras tres formas para el desarrollo de sis­temas de fibra óptica que no tendrían posibili­dades de implantarse en los países no avanza­dos. Éstas se refieren a la creación de una tec­nología nacional propia, a la compra de licen­cias de patentes y a la adquisición de tecnolo­gía en paquete.

 

LAS PROPUESTAS DE ONUDI Y LA REALIDAD LATINOAMERICANA

 

Ningún país del tercer mundo podría estar en desacuerdo con la pregunta central de la ONU­DI. Todos quisieran entrar al mercado de la fi­bra y el cable ópticos por la vía más beneficio­sa y se preguntan cómo. El diagnóstico de ONUDI, en lo que se refiere a las dificultades que enfrentan nuestros países, difícilmente pue­de ser contradicho con la realidad latinoameri­cana, pero no sucede lo mismo con las vías pro­puestas para superar el atraso tecnológico. No sucede al menos entre algunos sectores consul­tados. Por ejemplo, en México ni el sector em­presarial dedicado a la fabricación de cable para fibra óptica, ni los investigadores con más interés en este campo, están de acuerdo en que la importación completa de una planta de producción de fibra sea una solución.

Para que la afirmación anterior tuviera vali­dez habría que recoger la opinión de gobier­nos, de industriales y de investigadores de cada uno de los países de la región. Ojalá esto pudiera llevarse a cabo próximamente. Por lo pronto, en los siguientes párrafos hemos inter­calado opiniones recogidas en el Instituto de In­vestigaciones Eléctricas (IIE), ubicado en Cuer­navaca, organismo que va a la vanguardia en la investigación optoelectrónica en México.

Por lo que toca a la recomendación sobre el sistema de jointventure, esta propuesta se en­cuentra condicionada ‑como en efecto lo se­ñala ONUDI‑ a la infraestructura industrial con la que cuentan nuestros países. En este sentido es importante señalar el caso de Brasil, que, a pesar de no estar considerado dentro del grupo de países avanzados, tiene ya instalada la capa­cidad científica, tecnológica e industrial para la fabricación de la fibra óptica a tal grado que ocupa el quinto lugar mundial y el primero ‑y único‑ en América Latina en esta tecnología de punta.

La opción de riesgos compartidos deja fuera de la industria en cuestión a prácticamente el resto de países de la región, los cuales históri­camente han adquirido la tecnología informativa de las empresas transnacionales.

Encontramos por lo tanto una contradicción de fondo en la propuesta, ya que el terreno para el desarrollo de fibra óptica en América Latina no es fértil: poca infraestructura industrial y poco mercado, frente a una tecnología que requiere de altas inversiones y sofisticación en su producción.

Lo que estaría más acorde con la realidad de los países latinoamericanos sería ‑como bien lo dice el ingeniero Daniel Pineda Cortés, del IIE‑ definir un esquema de crecimiento para la industria de fibra óptica, en relación tanto a los mercados como al equipo que forma parte del sistema óptico. En cuanto al mercado, “el principal está en los países avanzados. Existe un mercado industrial básicamente para trans­misión de datos, que es el que podemos desa­rrollar en México. A nivel internacional hay mu­chos competidores y de lo que se trata es de reducir los costos para ser competitivos”. Como prueba de ello, el entrevistado nos enseña un modem asíncrono desarrollado por su grupo de investigación para la empresa Condumex. Este tipo de equipo optoelectrónico sencillo tiene un costo de 250 dólares en Estados Unidos, mien­tras que en México alcanza apenas los 100 dóla­res por unidad.

Paralelamente al problema de los mercados se plantea a los países latinoamericanos la cuestión de los equipos que conforman un siste­ma de comunicación óptica. “La fibra óptica es una parte del sistema ‑comenta el especialis­ta‑, es únicamente lo correspondiente a la transmisión; el sistema se compone además del equipo de multicanalización y de comunicación digital, que es un mercado mayor que el de las fibras ópticas”.

Los países latinoamericanos podrían planear entonces el desarrollo de algunas partes del sistema de comunicación óptica, de acuerdo al personal calificado con el que cuenten y según el tipo de infraestructura tecnológica que ya tengan desarrollado. De esta manera darían un primer paso en el desarrollo de sistemas de tecnología avanzada, sin dejar de recorrer las etapas que son necesarias para consolidar una verdadera industria nacional o regional basada en la experiencia. Creemos que ONUDI no de­bería minimizar la experiencia adquirida por los países del tercer mundo, por muy incipiente que ésta sea.

Los comentarios y reflexiones anteriores lle­van al ingeniero Pineda a descartar de manera radical la segunda opción que propone ONUDI: “Definitivamente no es conveniente para nues­tros países la instalación completa de plantas para la fabricación de fibra óptica. Esto acre­centaría la dependencia del exterior y equival­dría a convertirnos en países maquiladores”. Hasta aquí nuestras consultas.

Muchas preguntas tendría que hacerse Amé­rica Latina antes de seguir invirtiendo en la in­vestigación, la compra o la producción de fibras ópticas.

El caso en el que podrían recaer algunas de estas preguntas es Brasil, porque ahí se dan ya las distintas fases del proceso que siguen los países avanzados y, además, porque durante 1986 este país libró una batalla contra Estados Unidos en un terreno que afecta directamente la producción de fibras ópticas: el de la infor­mática.

Cuando uno lee detenidamente las discusio­nes previas y posteriores (11) a la promulgación de la Ley de Informática de octubre de 1984, no resta más que aplaudir la firmeza de las autori­dades brasileñas frente al gobierno y a las em­presas estadounidenses, las cuales están per­diendo entre 350 y 450 millones de dólares por año, porque la Ley defiende a las empresas na­cionales. Si durante 1986 se hicieron varias ron­das de conversaciones entre funcionarios de Estados Unidos y Brasil fue porque este último país representaba el 60% del mercado informá­tico de los Estados Unidos en América Latina (12).

La conciencia nacionalista de los latinoameri­canos aplaude por reflejo condicionado. Bien, por la protección al desarrollo tecnológico au­tóctono, pero hay otras reflexiones obligadas antes de prolongar el aplauso o de intentar re­producir el modelo brasileño. Nadie puede ne­gar que es un gran mérito el haber centrado energías en el desarrollo de recursos humanos con miras a la autosuficiencia tecnológica en el siglo XXI, pero podríamos permitirnos una duda: ¿Con qué objetivos y bajo qué concep­ción de la tecnología y de la vida decretaron los militares brasileños que a partir de 1976 se implantaba la reserva de mercado para los bie­nes informáticos?

Es casi un hecho que será Brasil el primer país de América Latina que fabricará su propio computador óptico, pero no está de más pre­guntarnos: Computadores ópticos ¿para qué y para quiénes? ¿Cómo utilizará el Brasil de hoy la infraestructura tecnológica que heredó de los militares? ¿Se pensará también en sacar de la miseria a los habitantes de las zonas margina­das o el desarrollo tecnológico se dirige sólo a las cúpulas gubernamentales y empresariales?

Si no respondemos estas preguntas, los de­más países de América Latina tenemos el dere­cho a dudar sobre el sentido que imprime Bra­sil a su sorprendente avance tecnológico y ten­dremos razón a temer que en el continente americano surja otra potencia que se dispute con los Estados Unidos la fuerza para querer decidir sobre nuestros destinos.

 

NOTAS

 

(1) UNCTC. Transborder Data Flows and Brazil. New York, Um­ted Nations, 1983, pág. 49.

(2) Brasil, comercio e industria. Ministerio de Relaciones Exterio­res y Banco do Brasil. Agosto, 1986, pág. 38.

(3) Ribeiro Dias, Lia. “O Brasil no caminho da luz”. Revista Nácio­nal de Telecomumcaçoes. Sao Paulo, Julho, 1983, pág. 14.

(4) Primer informe sobre daños del sismo, emitido por el Ing. José Gómez Cruz, Director de Expansión y Proveduría al Lic. Emilio Ca­rrillo Gamboa, Director general de TELMEX. Citado en la revista Voces de Teléfonos de México. Publicación del personal de la em­presa. Segunda época. Número 298. Año 25. Octubre 1986. pág. 30.

(5) Ver las cuatro fases de los proyectos de expansión de fibras ópticas para 1987‑1990 en: Voces de Teléfonos de México. ob. cit. pág. 33.

(6) Características técnicas de cada uno, en: folleto “Fibras ópti­cas en México”, elaborado por la División de Telecomunicaciones de Condumex.

(7) “Existmg fiber optic systems worldwidé” ea Fiber Optic and Communications Newsletter. June 1981. pág. 38.

(8) Bonek, Ernst. Furch Bernhard. Otruba, Heinrich. Optical fiber production. United Nations Industrial Development Organization UNIDO/¡s. 542. 22 july 1985.

(9) Ibid. pág. 229.

(10) Ibid, pág, 238.

(11) ll Informática e a Nova república. Apresentaçao. C. Mamma­na, Editora Hucitec. Sao Paulo. Brasil 1985.

(12) Pipitone, Ugo. Cuatro lecciones desde Brasil. En: periódico La jornada 28 octubre 1986. pág, 16, México D.F.