Las nuevas tecnologías, y
su aplicación a la comunicación, actúan como motores del cambio social y, en
particular, del idiomático. La innovación está produciendo una fuerte sacudida
en los idiomas españoles. Nos encontramos ante un triple desafío: a los
técnicos, que deben usar los términos extranjeros de forma adecuada; a los
académicos que deben ofrecer propuestas a los problemas planteados por la
vanguardia técnica, y a los profesores de la comunicación que deben presentar
siembre un modelo correcto del idioma.
En el pasado
mes de octubre la Real Academia convocó el Congreso de Academias de la lengua
española con el título "El español en los medios de comunicación y ante
las nuevas técnicas". Era una manifestación de la preocupación de
nuestros académicos por dos factores de amplia repercusión y transcendencia en el idioma en la actualidad; las nuevas
técnicas y los medios de comunicación.
Las nuevas
técnicas y su aplicación a los medios de comunicación actúan de motores del
cambio social y en particular del idiomático. El castellano, el catalán, el
gallego y el vascuence están sufriendo una fuerte sacudida en la innovación y
multiplicación de sus respectivos vocabularios por los nuevos términos
dimanados de la técnica y por la acción dinamizadora y aceleradora de los
medios de comunicación surgidos de la evolución técnica. Tres campos que, aunque
aparezcan separados, sin embargo, mantienen una íntima interrelación.
La técnica
necesita el soplo vivificador de la lengua para su circulación y reconocimiento
por la sociedad y a la lengua le es imprescindible acudir a la técnica para su
fijeza, difusión y estudio. Los medios de comunicación nunca habrían surgido
si no hubiera sido por la innovación irrefenable
de la técnica. A su vez el desarrollo técnico encuentra en los medios de comunicación
una de las vías de mayor expansión Los medios de comunicación al incorporar las
nuevas técnicas amplían sus servicios y las formas de difusión del idioma. Los
medios de comunicación actúan de espejo del idioma que se emplea en la
sociedad y además presentan modelos idiomáticos usados por determinados profesionales
de la información, presentación y locución.
El horizonte
del V Centenario del Descubrimiento es un desafío a la reflexión y al análisis
sobre la situación por la que atraviesa el idioma común de los países
hispanoamericanos después del "encuentro de los dos mundos",
"porque, como ha destacado Pedro Laín Entralgo,
en la comunidad y en el esplendor de nuestra lengua habrá de tener fundamento y
nervio lo mejor de todo lo que de esa conmemoración resulte". La Comisión
Nacional del V Centenario comprendió este planteamiento y apoyó con su
organización la celebración del citado Congreso.
LOS NUEVOS CONTEXTOS
TÉCNICOS DEL IDIOMA
El idioma no
se reduce a un diccionario. Es vida, uso social, ebullición y, en consecuencia,
evolución permanente. No hay un estado fijo, ni una situación de lengua
perfecta. Tampoco puede hablarse de una época más
perfecta que otra. La lengua es un sistema de comunicación con unos códigos que
fluctúan según los usuarios de cada acto, época, región, capa social, nivel
educativo y cultural. "La lengua, ha escrito Dámaso Alonso, es presente
absoluto como nuestras vidas y tan inestable, tan inconstatable
como ellas" (1).
En la
actualidad el idioma está sometido a nuevos contextos sociales, políticos,
técnicos culturales y nuevas formas de vida, por evolución de la sociedad. A
las tradicionales fuente: de innovación del idioma hay que añadir otra
procedentes especialmente de la técnica.
La
aceleración en los cambios técnicos está repercutiendo en la velocidad de la
evolución del idioma. Si antes la penetración social de un vocablo tardaba
varios años, hoy existen términos de éxito tan rápido que al día siguiente de
haber sido utilizados en la televisión por una personalidad está en boca de
muchos hablantes. Los medios de comunicación, en particular los audiovisuales,
están desplazando la autoridad y el modelo de lengua propuesto por la Academia
a los modelos que ellos ofrecen. El cambio no se debe a su pretensión, sino al
giro dado por la sociedad y la concentración de su tiempo de ocio y de su
formación permanente en gran parte en los medios de comunicación. La acción de
la Academia llega a la sociedad mediante la dinamización social de los líderes
de grupo, de acción cultural, educativa, familiar y, en suma, a través de las
personalidades aceptadas como bien formadas e informadas de las que se imitan
sus maneras de hablar. En la prensa, la radio y la televisión el modelo llega
al público directamente.
Es un hecho constatable que obliga a unos replanteamientos culturales y
organizativos sobre la interrelación de la Academia y medios de comunicación
como órganos de orientación del idioma. De la unidad de la Academia se ha
pasado a la multiplicación de canales comunicativos, a la dispersión y falta
de uniformidad de la lengua. Se ha perdido la homogeneidad de criterios y,
sobre todo, aparecen como autoridad idiomática grupos y personas sin conocimiento
suficiente ni dominio del idioma. Paradójicamente este es el modelo que sigue
en general la sociedad.
La técnica,
además de su penetración en la innovación de los medios de comunicación, abre
en la actualidad nuevas dimensiones al idioma. La comunicación del hombre con
la máquina, y aún de las máquinas entre sí, se efectúa mediante códigos
alfanuméricos pertenecientes a un sistema lingüístico. Cada vez es más
frecuente observar máquinas que emplean el español, aunque todavía es muy
notable la exigencia de idiomas extranjeros especialmente del inglés, y a
veces extrañas combinaciones del inglés y del español. Es el nacimiento de
nuevos lenguajes especializados sometidos a una codificación morfosintáctica peculiar y a una semántica restringida y
que tiende a la monosemia. El desarrollo de la
inteligencia artificial introduce también otros campos de relaciones como es
el paso de las palabras pronunciadas con voz natural a escritura, o la
transformación de la escritura en sonido sintético próximo al humano. Ambos
hechos plantean un nuevo desafío a los estudios fonéticos.
La expansión
de la técnica sitúa al idioma ante otras relaciones comunicativas. Cada idioma
ha contado siempre con unas fronteras más o menos delimitadas en las que se
establecían interacciones con sus vecinos. Había intercambios frecuentes de
vocablos pero podían reconocerse con claridad los elementos propios de uno y
de otro. La nueva técnica está borrando las fronteras. Los trasvases son más comunes
y se está llegando a una ósmosis continua, de tal manera que apenas pueden
diferenciarse separaciones nítidas de los idiomas sometidos a tal acción.
El
incremento de los satélites, de las redes internacionales de información y de
bancos de datos aumentan las repercusiones megacomunicativas
en los idiomas. Las estructuras de poder de los bloques económicos y políticos se repiten en las estructuras sociales e idiomáticas. La
técnica, en este sentido, en lugar de apoyar el desarrollo comunicativo entre
los grupos sociales, unifica las formas de expresión y lentamente impone las
más fuertes; en la situación actual, la del nuevo idioma imperialista, el
inglés estadounidense.
En el polo
opuesto, es decir, en la microcomunicación de los
pequeños grupos sociales, la acción no se reduce al ámbito geográfico, al
barrio, centro docente, fábrica, sino que se desplaza
a la interconexión con grupos similares situados a distancia, por acción de
las emisoras de FM, video y discos. Con ello se repercute en las jergas y
germanías; los usos de los vocablos semisecretos de
los grupos se amplían a otros e incluso se instalan en los vocabularios
generales.
Consecuentemente,
el idioma se encuentra influido por las dos dimensiones comunicativas
tradicionales como la macrocomunicativa, o de ámbito
estatal, y la mesocomunicativa de ámbito regional,
subdividida, a su vez, en dialectos y fonéticas locales. A la influencia
tradicional hay que añadir las repercusiones que los medios de cobertura
nacional: canales de televisión hertziana, emisoras de radio en onda media y
periódicos nacionales, introducen en la aceleración de las innovaciones y
cambios lingüísticos. Con la acción de la comunicación internacional y de la
comunicación personal y de pequeños grupos, la ósmosis se establece en todos
los sentidos y se tiende, por lo tanto, a una nivelación idiomática. La jerga
y los vulgarismos irrumpen en el uso culto y los cultismos invaden las jergas y
usos vulgares. Un ejemplo claro puede encontrarse en los programas coloquiales
de televisión.
Sobre esta
situación gravita cada día de forma más implacable la acción de las grandes organizaciones
mundiales de la comunicación, en la que el sector hispánico, por su escaso
poder económico y político, se ve frecuentemente asediado.
El
desplazamiento de la influencia de los nuevos escritos a los medios
audiovisuales obliga a introducir nuevos enfoques en los estudios sobre el
idioma. La escritura ha permitido siempre una mayor fijeza del idioma. Se ve
el vocablo y se repite con exactitud. Los medios audiovisuales muestran un
modelo oral de idioma a pesar de una cierta presencia de la escritura en las
pantallas de televisión. La falta de una rigurosa representación de la
pronunciación hace que los vocablos se transmitan popularmente por vía oral con
todas las vaguedades, interferencias y cambios a que se presta. Si con frecuencia
se ha constatado la necesidad de una modificación de las grafías hispanas para
ajustarlas a los sonidos de las palabras, particularmente de los neologismos,
con este incremento de la difusión oral del idioma antes que por la escritura,
requiere otros planteamientos más satisfactorios.
La técnica,
los medios de comunicación y el idioma son transpasados por las acciones de los grupos sociales y sometidos a nuevos
contextos. La lucha de la mujer, por ejemplo, por su igualdad con el hombre
está impulsando la creación de una nueva imagen en los medios de comunicación
y trata de conseguir una modificación del Diccionario de la Academia por las
definiciones vejatorias y la discriminación sexual que contiene. Recientemente
el Gobierno, por mandato de las Cortes, ha encomendado a la Real Academia la
revisión del Diccionario a la luz de la nueva situación. Este enfoque sexual
del idioma debería servir también para aclarar la vacilación de abundantes
términos usados unas veces como femeninos y otras como masculinos.
El contexto
que la técnica da al idioma reclama nuevas soluciones. La aceleración de los
fenómenos lingüísticos obliga además a respuestas urgentes, algo que choca
con los procesos de investigación científica que imponen tiempo para la
observación, sosiego para el análisis y contraste, y raciocinio lógico para las
conclusiones y propuestas. La técnica está desbordando los métodos de investigación,
especialmente los de las ciencias humanas y sociales. Hay incluso un cierto
rechazo, por pereza o hábito científicos y por precariedad económica, de
acudir a la técnica para acelerar los procesos de trabajo. El sistema manual
de fichas con que todavía tienen que trabajar muchos especialistas en el idioma
contrasta muy desfavorablemente con las técnicas de trabajo de las ciencias\experimentales. La informática, como herramienta
de trabajo, es imprescindible para la aceleración de los procesos de investigación.
Es el nuevo horizonte que la técnica abre al idioma como contrapartida
benefactora de las acusaciones y condenas culturales que se le hacen.
APORTACIONES
DE LOS ESTUDIOS
Las
innovaciones que la técnica introduce en el idioma se refieren al momento
actual. Es forzoso el conocimiento sincrónico del idioma presente, socorrido
por las aportaciones del conocimiento diacrónico, y las bases de orientación
para el futuro. La técnica cambia continuamente. La penetración de unos
idiomas en otros plantea a diario nuevos aspectos que
los medios de comunicación tienen que resolver con una premura no ya de días,
sino de horas e incluso de minutos. Si no se cuenta con unos principios
generales aportados por los expertos para su aplicación concreta a cada vocablo
que llega a la redacción, se caerá en errores que por su rápida propagación
será difícil corregirlos posteriormente.
Muestras de
la preocupación existente es la cantidad de estudios que se están publicando,
aunque todavía sean insuficientes. En 1963 se creó la revista El español actual por iniciativa y como
Boletín propio de la Oficina Internacional de Información y Observación del
Español (OFINES). Fue un gran instrumento para la comunicación
entre los países hispanohablantes.
Han sido múltiples los
Seminarios y Reuniones celebradas sobre esta cuestión. No es el momento de
hacer un recuento exhaustivo de ellos, pero por su proximidad al tema que se
aborda y por la repercusión que han tenido sus publicaciones, es ineludible
recordar el Seminario convocado por el Instituto de Ciencias del Hombre en el
que participaron prestigiosos lingüístas y
académicos (2) y el organizado por la Fundación Juan March
con el título "Lenguaje en
periodismo escrito" (3). Por sus aportaciones
personales hay que recordar también la obra de Emilio Lorenzo El español de hoy, lengua en ebullición. (4).
La Real
Academia, aunque con escasez de medios, trabaja con intensidad en el estudio
del idioma general y en el vocabulario técnico, en contacto con las Academias
correspondientes de los países de habla hispana. Dos grandes aportaciones
durante los últimos años corroboran este hecho: la publicación del Esbozo
de una gramática de la lengua española en 1973 (6), y más recientemente, en
1984, la vigésima edición del Diccionario
de la lengua española (6) con unas 20.000 innovaciones de voces. Lógicamente
la inmensa mayoría de ellas están relacionados con tecnicismos (7).
La Real
Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales también trabaja en este
campo intensivamente, ofrece propuestas a la de la Lengua y aporta sus
conclusiones. Consecuencia de este trabajo es la publicación del Vocabulario científico y técnico en
1983 (8).
Pero entre
los vocablos recogidos en los diccionarios y los usados por los hablantes, así
como sus sentidos suelen diferenciarse enormemente. De ahí el nacimiento de
otro tipo de diccionarios que recogen los usos sociales con sus matizaciones,
incorrecciones, dudas y errores. Hay diccionarios del idioma general y diccionarios
especializados por áreas técnicas o usos sociales y de jerga. Entre los
primeros es necesario citar el Diccionario
de uso del español de María Moliner (9) que registra el uso dado a cada
término en lugar de seleccionar la definición dada por el de la Real Academia.
Entre uno y otro hay amplias divergencias.
Las
diferencias entre el modelo ideal y el uso social acarrean graves errores, pero
forman parte de la vida de un idioma. De ahí el nacimiento también de
diccionarios que se centran en las vacilaciones de las hablas. Destaquemos,
entre otros, el de Manuel Seco: "Diccionario
de dudas de la lengua española" (10) y la obra de José Martínez de Sousa Dudas y
errores de lenguaje (11). Tales trabajos y lejos
de ser reflejo de la imperfección de un idioma, demuestran la vitalidad del
mismo, de su capacidad de adaptación y de su flexibilidad para establecer la
comunicación entre sus usuarios.
La
innovación técnica y sus consecuencias léxicas ha originado una cantidad
ingente de diccionarios especializados en técnicas muy concretas. El volumen
de vocablos recogidos manifiesta la riqueza de las posibilidades de un idioma.
Son miles, cientos de miles de palabras en algunas ciencias y técnicas usadas
sólo por los expertos y que de vez en cuando pasan\al
uso general con el mismo u otro significad¿ por aplicación a otras realidades. La proliferación de tales diccionarios en la actualidad
manifiesta la necesidad de definiciones exactas para el entendimiento mutuo de
los técnicos y científicos y de estos con la sociedad. Hay niveles de
especialización y niveles ' de generalización, pero unos y otros nacen de una
necesidad comunicativa entre los usuarios y de una necesidad informativa de y
con la técnica. Con frecuencia tales términos pasan a engrosar el voluminoso
Diccionario de la Academia. Es la consagración, al menos temporal, de su
penetración social en amplios sectores. Los demás quedan circunscritos a su
área de especialización que duran mientras la técnica
mantiene vigencia y desaparecen con la extinción o superación del instrumento
que les originó.
INNOVACIONES
EN LOS TECNICISMOS
La relación
entre la técnica y el idioma, la creación de tecnicismos, no es nueva. En todas
las épocas se ha producido una innovación técnica generadora de vocablos. Tal
vez la peculiaridad de la situación actual sea la de la velocidad de las
innovaciones y la de su transitoriedad. Apenas una técnica logra penetrar en
la sociedad cuando ya existe a las puertas otra llamando con intensidad que
altera aspectos de la anterior o la deja obsoleta. Y con los cambios técnicos
se producen los lingüísticos. El vocabulario sigue inexorablemente los pasos
de la técnica.
El problema
común a todos los idiomas es el de la influencia de los vocablos procedentes de
los idiomas empleados en los países creadores de la técnica. El idioma acompaña
al imperio y a la técnica. Cuando la técnica se expande lleva ya la
denominación del país originario. Al resto de los idiomas sólo les queda la
acción de la adaptación a sus características morfológicas y fonéticas o
ampliación de campos semánticos de vocablos preexistentes para recoger la nueva
significación. Una acción que no siempre está presente en los puntos cardinales
de la penetración de la técnica. Por esta razón se tiende a la comodidad, a la
adopción del vocablo del idioma originario. Más que una colonización lingüística
es técnica. El enfrentamiento eficaz debería pasar por la creación de una
técnica propia a la que pudiera darse nombre y exportarla. La escasa
penetración del español en otros idiomas no se debe a la falta de fuerza del
idioma, sino a la pobre presencia de los países hablantes en la evolución
técnica y en la política internacional. No es un problema lingüístico, sino de
poder técnico, político y económico.
No obstante,
entre los diversos barbarismos los tecnicismos suelen ser bien incorporados al
sistema lingüístico y de ningún modo le trastornan gravemente. La historia del
español confirma esta asimilación. Los tecnicismos son algo connatural
a la renovación y a la multiplicación del vocabulario de un idioma. La lengua
dispone de suficientes afijos, prefijos y sufijos para la formación de nuevos
vocablos. La técnica ha desarrollado incluso unos propios para las relaciones
de múltiplos, submúltiplos y demás relaciones de medidas. La técnica ha
enriquecido el idioma por un conjunto considerable de préstamos de palabras
ajenas de las que ya se ha perdido toda conciencia de extranjería por su uso.
Quedan siempre otros vocablos que tras pasar por un proceso de peregrinaje
durante el cual se mantiene la conciencia de su extrañeza en el idioma, sufre
adaptaciones y se asimila o queda rechazado
definitivamente por la pérdida de fuerza de la técnica, por la presencia de
otro vocablo o por modificaciones morfológicas y fonéticas del extranjero.
En la
situación actual, de fuerte penetración del inglés americano, se observan
algunas modificaciones idiomáticas por la evolución de la técnica.
Hay
fenómenos de combinación del español con vocablos ingleses en unas
concordancias extrañas al sistema. Nombres procedentes del inglés reciben
modificaciones en español "los
media electrónicos", o nombres en español son adjetivados con términos
ingleses: "técnica massmediatica"; su incorporación al español llega
en algunos autores a la acentuación de los vocablos ingleses conforme a la
normativa de nuestra gramática.
La falta de
uso por la penetración reciente de la técnica lleva consigo
vacilaciones en la formación de determinadas palabras. Del sustantivo satélite están surgiendo las
formaciones satelización y satelitización. Las matizaciones en los elementos
componentes responden a realidades bien diferenciadas técnicamente; las diversas
modalidades de difusión de textos ha dado origen a los términos teletexto, cabletexto,
videotexto; para no confundir las técnicas se emplea,
con una clara matización, el vocablo teletex con
extraña terminación española, pero que encuentra su precedente y afinidad
técnica en el telex conveccional.
Para
determinar técnicas concretas se acude a locuciones que tal como aparecen en el
sintagma se prestan a equívocos, pero al ser empleadas para referirse en
concreto a una técnica adquieren una especialidad; tal es el caso de la
locución periodismo electrónico que
no se refiere a la introducción de la electrónica en el periodismo, sino a un
determinado sistema ligero de captación y elaboración de la información.
La técnica
como cualquier otra realidad busca el enriquecimiento de las matizaciones mediante
formaciones de raíz griega como sucede en la delimitación comunicativa del
ámbito geográfico, sociológico y organizativo de los vocablos: megacomunicación, macrocomunicación,
mesocomunicación y microcomunicación;
de raíz latina y asimiladas totalmente por el español como transnacionalización de la información, multinacionales de la información, e
información y noticias internacionales,
o matizaciones mediante prefijos bastante próximos como acaece en el campo
científico con multidisciplinariedad, pluridisciplinariedad
e interdisciplinariedad.
La tendencia
integradora de las técnicas está dando origen a un filón riquísimo de nuevos vocablos
por la unión de otros preexistentes. En general pueden considerarse como
acrónimos, es decir, unión de las primeras sílabas de una palabra con las
últimas de otra. De información
automática nace informática. La novedad actual consiste
en un fenómeno de duplicación de acrónimos encadenados cuya desmembración
requieren un conocimiento previo de la integración técnica que les ha
producido. De la unión técnica de las telecomunicaciones con la informática ha
nacido el vocablo telemática y de la
aplicación de la telemática a los "media"
(medios de comunicación) ha derivado la voz reciente "telemediática", registrada en
textos franceses y españoles.
El empleo y
composición de determinados vocablos delata también las influencias de sus
usuarios. El ámbito anglosajón en lugar de telemática
emplea el vocablo compunicación".
La aplicación de la informática a otras técnicas ha originado vocablos que
necesitan un conocimiento del funcionamiento técnico: videomática (informática aplicada al vídeo), animática (informática aplicada a la producción de dibujos animados), burótica u ofimática (informática
aplicada a los trabajos de oficinas), privática (informático
aplicada a los usos de administración particular), robótica, etc.; todo un mundo en "...tica" como se le ha denominado
y que responde a una nueva concepción y desarrollo de la técnica con repercusiones
en el idioma.
Las
modificaciones de algunos de los aspectos de una determinada técnica también
da origen a series de palabras. De tele
están naciendo, además de las voces anotadas: teleescritura, telemantenimiento,
telecopia, teleconferencia, teledistribución,
etc.; de video han nacido: videodisco, videocinta, videocasete,
videojuegos, videoconferencia, videonaminación, videotransmisión, etc.; de audio derivan: audiocasete, audioconferencia, audiograma, etc. A su vez cada uno
de los nuevos vocablos configura su familia de palabras: videoconferencia, videoconferenciar, videoconferenciante,
etc., muchas de ellas sorprendentes para el oído y en parte extrañas
al idioma.
La
interacción de idiomas por penetración de uno en otro o por convivencia de
ambos da origen a cambios importantes en las técnicas de mayor uso social. Se
llega a utilizar el vocablo español, el inglés y otro que nace
de la hispanización de alguno de los componentes. En Puerto Rico, por ejemplo,
se emplea el vocablo bujía,
el inglés spark plug,
y la adoptación espares. Es una modificación popular de los tecnicismos y que da origen a
términos conocidos sólo por el grupo social que vive en el ambiente de
convivencia de los dos idiomas.
También en
el ámbito de los especialistas o usuarios de la técnica se originan otros vocablos
de uso restringido en un sector determinado, en una región, profesión o
empresa. Es el nacimiento de un argot técnico sustituto en las operaciones
diarias de los tecnicismos propiamente dichos. Es una creación de vocabulario
sumamente rica de sugerencias metafóricas, lejos de la rigurosidad y exactitud
de los tecnicismos; en el campo de la televisión, por ejemplo, en lugar de
eléctrico se habla de chispa, y se
sustituye el término que designa un tipo de focos por paellera, o en radio, se habla de pecera en lugar de locutorio. Es una variante de los vocablos
técnicos pero sigue siendo una innovación idiomática por la técnica (12).
La técnica,
tal vez más que ningún otro sector, ha creado cantidad de siglas como sustitución
de locuciones amplias para designar realidades complejas. En la técnica
radiotelevisiva el fenómeno es tan amplio que tuve que abordarlo en un trabajo
anterior (13). Tan sólo quiero constatar ahora cómo
la sigla es el recurso más socorrido y de gran éxito para las denominaciones
cortas de realidades técnicas complejas que necesitan para su denominación
varios términos. Por ejemplo, todos hablamos de antiope y no de "acquisition numérique et
télévisualisation d'images organisees
en pages d'écriture". El fenómeno es tan amplio y tan frecuente que muchos
usuarios ya no tienen conciencia de que se trate de siglo, sino de una palabra
que designa directamente la realidad .
CAMBIOS EN
LOS MEDIOS DE COMUNICACION
Los medios
de comunicación actúan como transmisores y difusores del idioma empleado por la
sociedad y añaden además el uso peculiar de sus profesionales, especialmente
de informadores y locutores. Hasta no hace mucho tiempo el modelo de idioma
que se seguía en los estudios y en las orientaciones gramaticales de la
Academia era el literario, sin prestar apenas atención al habla oral diaria, de
la sociedad. Aunque hubiera una variedad de usos según los escritores que en
cada momento desarrollaran el idioma, sin embargo, había una cierta unidad, un
modelo con bastante homogeneidad. Los medios de comunicación, en particular
los audiovisuales, han provocado un vuelco y han situado el habla coloquial
como modelo al que se exponen simultáneamente varios
millones de personas. Persiste el modelo escrito, el modelo literario, pero
con escasa influencia en el uso popular. La lectura de libros tiene un alcance
exiguo. La prensa en España no alcanza ni siquiera el número de oyentes que
tiene la cadena de radio menos seguida.
La
diversificación de emisoras por regiones y localidades eleva los dialectos y
hablas locales a modelo que se realimenta a sí mismo.
La ebullición regionalista por la que pasa España en la actualidad encuentra
en las emisoras de radio la gran dinamización del léxico, giros, entonaciones
y demás fenómenos idiomáticos. El modelo que se ofrece es además el oral.
Aunque en los servicios informativos y en algunos otros programas se redacten
previamente las noticias, sin embargo, es una escritura que se
elabora pensando en una pronunciación en voz alta, e introductora de aspectos
coloquiales que no se encuentran, por ejemplo, en la información de la prensa.
A esto hay que añadir que ofrecen un modelo de pronunciación, de entonaciones
según las peculiaridades de cada locutor. Del modelo único ofrecido por Radio
Nacional de España, cuyas programas informativos
principales era obligatorio difundir hasta 1977 por el resto de emisoras, se ha
pasado a la multiplicación de programas y la diversificación regional. El
espejo único se ha partido en muchos trozos. Ahora cada fragmento ofrece el
modelo de su entorno. No obstante, se mantiene el modelo general mediante los
programas emitidos en cadena y se combina con los modelos regionales y locales
mediante las emisoras y programas de tales circunscripciones. Una riqueza
idiomática que tiene sus ventajas y sus riesgos, y que exigen, por lo tanto,
nuevos enfoques lingüísticos.
La técnica
aplicada a los medios ha traído una mayor internacionalización de los mismos.
Las grandes agencias han ampliado sus puntos de observación, han acelerado la
rapidez de transmisión y prestan servicios a suscriptores de todo el mundo. La
radio gracias a la incorporación del teléfono y de los sistemas duplex y multiplex ha internacionalizado sus conexiones. La televisión, con la
llegada de los satélites, rompe las fronteras y cubre países hasta ahora
inalcanzables. Esta internacionalización acarrea nuevas formas de intromisión
de unos idiomas en otros. El léxico, construcción de frases, pronunciación de
nombres propios de un país, contagian a los idiomas extranjeros. Desde hace
siglos nunca el árabe había tenido tanta presencia en otros idiomas. El mundo
árabe, por la posesión del petróleo y por las situaciones bélicas ha sido
noticia permanente durante estos últimos años. Su* escritura y pronunciación han necesitado una adaptación a los idiomas de las agencias
internacionales: inglés, francés y, a mayor distancia,
español. Esto ha traído como consecuencia que la mayoría de los nombres de
personalidades árabes hayan llegado mediatizados por
las transcripciones inglesa o francesa y con ellas la pronunciación. La
reacción de la Agencia EFE ante esta situación es encomiable (14). Sin embargo, los medios audiovisuales no han tenido una
capacidad tan rápida de reacción y pueden apreciarse vacilaciones en las
pronunciaciones conforme a los fonéticas inglesa,
francesa, original, o hispanizada, sin criterio de uniformidad.
Lo que se
dice del árabe es aplicable a otros idiomas con representación gráfica muy
distinta a la nuestra como el ruso, chino o japonés, idiomas de gran presencia
en la información internacional. E incluso a otros más próximos y de mayor
penetración como el inglés y el francés. Urge, pues, el establecimiento de unos
principios orientativos para dar soluciones rápidas
a cuestiones urgentes, y simultáneamente a los primeros momentos de la difusión
de las palabras y nombres de personas tanto para la escritura como para la
pronunciación.
Otras
innovaciones técnicas y sus repercusiones en la elaboración informativa
acarrean también problemas. La introducción de las pantallas electrónicas en
las redacciones, la escritura, y la composición directamente por los redactores
está eliminando las figuras intermedias de los linotipistas y correctores de
estilo que debido a su experiencia y dominio apenas dejaban
saltar "gazapos". La nueva situación obliga a buscar otras medidas
para eliminar los riesgos de incorrecciones y fallos idiomáticos en la prensa.
La
combinación de la radio con el teléfono ha permitido una mayor participación de
la audiencia en los programas y con ella una mayor presencia de las hablas
individuales en las antenas. Es el lenguaje de la calle difundido sin filtraje
alguno. Hasta ahora la presencia de micrófonos y magnetófonos creaba
situaciones artificiales en los entrevistados, con las consecuentes
repercusiones en el idioma al perder la espontaneidad y da un idioma oscilante
entre lo ultracorrecto y la pronunciación entrecortada.
La familiaridad con el teléfono rompe la artificialidad y el habla fluye con
mayor naturalidad.
La incorporación
del sistema de teletexto y del teleprinter ha traído
una mayor presencia de la escritura en la televisión. Y con ella nuevas
relaciones entre palabra dicha, imágenes y escritura, requisitos distintos en
la forma de escribir para la adecuada composición tipográfica y topográfica
en la pantalla del televisor (15).
Otra
innovación técnica para las repercusiones idiomáticas se encuentra en la
tendencia hacia el uso individual de los receptores con lo cual la comunicación
masiva en cuanto al número de audiencia que se alcanza simultáneamente, se
convierte en una comunicación más interpersonal entre el locutor y el usuario.
TENDENCIA
DEL LENGUAJE INFORMATIVO
A la
situación descrita anteriormente hay que añadir que la elaboración idiomática
de la información está creando unas formas propias, unas codificaciones
específicas que le diferencian de otros usos. La información obliga a la
exactitud, denotación de significados, reducción de vocablos, uso de
expresiones afines a los destinatarios. Se está creando un estilo informativo
que tiende a constituirse en un dialecto sólo comprensible por los que lo
manejan en las redacciones y por algunos receptores habituados al seguimiento
informativo (16).
Se trata de
un estilo caracterizado por la jerga creada para estos usos, por la
reiteración de vocablos y por la reducción a cliché de formas de expresión. Un
estilo que se amolda a las construcciones de las agencias con fuerte
influencia de la construcción inglesa de las noticias, de los titulares y aún
de vocablos. En lugar de la diversidad estilística de cada medio, equipo o
personas se aprecia una tendencia a la unificación no ya dentro de un idioma,
sino incluso internacional. La comparación de noticias elaboradas en inglés,
en francés o en español muestra tal aproximación en la construcción, en los
giros y hasta en los vocablos, que parece que todo ha dimanado de la misma
fuente o que se ha producido una copia general. Esta puede ser la raíz de
múltiples incorrecciones y vicios lingüísticos presentes en cada uno de los
idiomas examinados por separado.
El lenguaje
periodístico se imita a sí mismo con independencia del idioma de que se trate.
Esto lleva a unos errores y vicios delatados recientemente por varios
lingüistas, entre ellos Lázaro Carreter, quien ha
observado cómo circulan muchos términos españoles con un significado que
nunca han tenido y que lo han adoptado directamente de términos ingleses (17).
Una de las
fuentes que más vocablos está incluyendo en el lenguaje periodístico es la de
las voces empleadas por políticos y economistas, las cuales se trasvasan
metafóricamente a otras realidades. Tales usos son naturales al idioma y
empleados adecuadamente aportan una riqueza idiomática a cada uno de los
estilos en que se emplea, pero también es fuente de una degeneración que al
final se convierte en ruido comunicativo. Las encuestas efectuadas sobre la
descodificación de determinados vocablos empleados a menudo en la información
atestiguan que la audiencia no sabe efectuarla, que desconocen el significado
de muchas voces y que las confunden frecuentemente con otras.
NUEVOS PROBLEMAS PARA LOS
PROFESIONALES Y LOS ACADÉMICOS
La
trepidante circulación de la información que las nuevas técnicas han potenciado
plantea nuevas dificultades a los informadores. Las noticias llegan a las
redacciones con urgencia. La función de los medios es difundirlas una vez que
han sido verificadas, contrastadas y elaboradas. Apenas queda tiempo para la
indagación lingüística sobre el uso más adecuado de los vocablos, su escritura
o pronunciación. Las soluciones tienen que ser también inmediatas. Sin
embargo, no siempre tienen la orientación adecuada al instante. Ante la
inasistencia académica para estos desafíos los medios han respondido con sus
posibilidades. Algunos medios han creado gabinetes de idioma y han elaborado
sus Libros o Manuales de estilo que además de permitirles uniformar su trabajo
dentro de la variedad de estilos personales, ofrezcan orientaciones para
soluciones inmediatas o bien corrijan vicios o vacilaciones idiomáticas de sus
informaciones.
Cada día
nuevas realidades, nuevas técnicas, y hechos asaltan las redacciones. El
informador no siempre encuentra la respuesta sobre el vocablo preciso en
nuestro idioma, bien porque no existe, o bien porque tampoco hay orientaciones
claras sobre una actuación adecuada. Ante la duda y la urgencia informativa no
puede quedarse mudo. Tiene que decidirse y generalmente
opta por el uso del término extranjero que tiene ante sí y que es de momento
el que mejor configura y define la realidad de la que tiene que hablar.
Se delata
con frecuencia el error de estos comportamientos pero apenas se ofrecen soluciones.
Los profesionales acusan a la Real Academia de estar demasiado distanciada de
los medios. Los medios suelen contemplarla como si estuviera encerrada en una
torre de marfil limpia, fija, pura y distante (18).
La fuerza de
la Academia para la orientación del idioma ha quedado muy disminuida, sus resoluciones
llegan tarde y lentas. Por el contrario, los medios de comunicación son los
que tienen una influencia real por su rapidez y uso reiterado de vocablos y
expresiones a veces sin principios claros y con una falta de uniformidad ya no
sólo en relación de unos con otros, sino incluso dentro de las diversas
secciones y programas de cada uno en particular.
La Academia, como salvaguarda de
la cultura idiomática, necesita más agilidad para ofrecer un modelo de idioma
auténticamente actual, con respuestas, si no definitivas, al menos orientativas sobre los problemas que se plantean en la
vida diaria de los usuarios del idioma.
La Real
Academia Española cuenta con las Academias correspondientes en cada uno de los
países hispanohablantes cuyos individuos, al tomar posesión, pasan a ser
correspondientes de ella. De este modo se trata de mantener la unidad conjugada
con la diversidad regionalista y las situaciones de convivencia o ataque por
las que pasa el español en la actualidad. Hispanoamérica vive un momento de
diversificación idiomática, un fraccionamiento. Los medios de comunicación
particularmente, la prensa y la literatura han servido hasta ahora de cohesión
y de unidad. Todavía no se ha medido suficientemente los cambios introducidos
por la radio y la televisión en la relación unidad / dispersión. Pero si los
medios han cometido errores, también es cierto que hoy siguen siendo los únicos
y más fuertes y rápidos lazos de unión.
Los doblajes
de las películas, la penetración actual de los programas estadounidenses y la
inminente llegada de los satélites establecen nuevos focos de ataque. El
afrontamiento será eficaz cuando se plantee desde los medios de comunicación
unidos a otras instituciones y políticas culturales de los países y de la
Comunidad Iberoamericana. Es a través de los medios como se ejerce la
comunicación inmediata y directa con los usuarios del idioma y quienes le
orientan en un sentido o en otro.
En el último
Congreso de la Asociación de Academias, Di Benedetto
resaltó el extremo de esta diversificación entre el argentino y el español al
anunciar que estaba intentando elaborar un diccionario práctico argentino‑español
y español‑argentino, ante las dificultades de entendimiento verbal que
había vivido en España en algunas situaciones.
En
Puerto Rico se pasa por una fuerte influencia del inglés arnericano.
Una influencia que se ha ejercido no sólo a través de los medios de
comunicación sino incluso a través de la técnica. Las máquinas de escribir
comercializadas por Estados Unidos llegan sin teclas de acentuación.
En Filipinas la situación ha llegado a tal extremo que prácticamente
están desapareciendo los periódicos en español.
La situación en Estados Unidos
es, por el contrario, inversa. Para el año 2000 se calcula que la población
hispanohablante alcanzará los sesenta millones. Este dato se traduce en el
nacimiento y apogeo de emisoras de radio y televisión, periódicos y revistas
que apoyan el crecimiento del español. Las empresas, aunque no sea más que por
razones económicas buscan esta población y crean una publicidad en español.
Esta situación plantea no obstante, problemas nuevos al idioma, pues la mezcla
y malas adaptaciones de vocablos ingleses es frecuente. La Academia de Lengua
Española de Estados Unidos está luchando por la corrección del idioma. Ha
llegado incluso a intentar persuadir a comerciantes y publicitarios de que
"ganarán más dinero si usan buen español en sus anuncios". Un lema
que, aunque plantee problemas de otro tipo, está dando buenos resultados.
Otras
Academias hispanas luchan también contra la invasión de extranjerismos. Para la
Colombiana, por ejemplo, ha constituido uno de sus objetivos principales. Ha
trabajado con los vocablos de más rápida penetración cómo son los deportivos.
En la actualidad ofrece un diccionario bastante amplio sobre las traducciones,
adaptaciones y creaciones de vocablos que contrarresten los ingleses en juegos
procedentes de Estados Unidos (19).
El español
actual no es patrimonio exclusivo de España, sino de todos los países que lo hablan.
Las relaciones de la Real Academia con sus afines hispanas son continuas a
través de la Comisión Permanente de la Asociación de Academias. Las
divergencias idiomáticas entre los países son, por causas diferentes, amplias,
aunque no tanto como para que pueda hablarse de peligro inminente de la unidad
del idioma. Son variantes enriquecedoras en general, pero para que no caigan en
una degeneración obligan a un esfuerzo común. Las consultas mutuas y las
propuestas de cada una de ellas, así como la mediación de la Academia de Ciencias
para cuestiones científicas y técnicas, son demasiado lentas para la rapidez
con que evoluciona la técnica y con ella el idioma de nuestros días. Cada vez
hay más dificultades para el entendimiento entre los profesionales de los
medios de comunicación y de otras técnicas de una y otra parte del Atlántico.
También la circulación de la
información de Hispanoamérica a España y, viceversa, conlleva a menudo vocablos
válidos en un país, pero irreconocibles en otros. Los regionalismos se
infiltran en la lengua general y cabalgan con la información. La falta de
conexión entre las agencias y los medios de comunicación con las Academias de
cada país y con la Asociación de Academias es un factor grave para la dispersión,
degeneración y división del idioma.
ENCUENTRO
PARA UNA POLITICA IDIOMÁTICA
Pero las
acusaciones recíprocas de poco sirven. Es preciso salir al encuentro y buscar
el apoyo de técnicos, profesionales de los medios y académicos. Es preciso
lograr un acuerdo y una ayuda para el uso correcto, dinamización y mejora del
idioma como patrimonio cultural común.
Todavía está
por hacer la encuesta que aporte datos sobre la presencia de las Academias en
los medios de comunicación. Por los datos disponibles puede decirse que son
contados los países en los que hay una comunicación directa de los medios con
la Academia respectiva, o de alguno de los académicos. En algunos canales de
televisión existe un programa semanal dedicado al idioma y a las acciones y
orientaciones de la Academia del país. En Ecuador se ha creado, a título
particular y privado, un magnífico programa de un minuto de duración, repetido
tres veces al día, en el que se pretende motivar a los telespectadores para el
uso de la palabra correcta. Son acciones aisladas que sirven de muy poco si no
van acompañadas de un planteamiento global, de la implicación de las
corporaciones académicas, de una dotación de medios y de una elaboración
televisiva adecuada. Muchos son los países que cuentan con programas
semanales en las televisiones públicas sobre las actividades de los respectivos
parlamentos, sin embargo, son escasos los que programan algo similar sobre el
idioma, algo que constituye el patrimonio histórico de la sociedad de cada
país y de todos los pueblos vinculados precisamente por una lengua común.
Es hora de
pasar de las actitudes acusadoras a las de respeto mutuo, comprensión y trabajo
común. Es el momento de una mayor presencia de las Academias en los medios, de
los profesionales técnicos e informadores en las Academias y de una apertura
de éstas a las consultas inmediatas de los medios o de sus gabinetes de idioma.
Frente a los
afanes localistas hay que mantener la unidad, establecer una política
idiomática que, como ha destacado Rafael Lapesa,
"fomente que cada uno de los pueblos hispanos se
familiarice con las aportaciones lingüísticas de los demás y en procurar que
éstas se extiendan en amplia convivencia con las propias. Frente al narcisismo
localista hay que impulsar la formación de una koiné hispanófona que neutralice divergencias
y asegure por unos siglos más la unidad de nuestra lengua" (20).
La técnica
actual aporta respuestas a estas orientaciones. Una política que mire al futuro
no podrá soslayarla. La técnica ofrece la posibilidad de crear bancos de
información idiomática en los que tendrían una acogida primordial el
Diccionario de la Real Academia con las aportaciones de las correspondientes
hispanas, las orientaciones gramaticales y ortográficas, así como los trabajos
que paralelamente desarrollan y otros tipos de vocabularios científicos y
técnicos, tanto en su uso actual como histórico. La adopción de esta técnica
permitirá establecer un contacto continuo, simultáneo y automático a las
Academias entre sí, a los investigadores y a todos aquellos que quisieran
aclarar sus dudas. De este modo, las respuestas serían más rápidas, la edición
de diccionarios generales y especializados más inmediata, y la interrelación de
palabras y significados ganarían en complejidad y riqueza a la vez que se
ahorraría tiempo para otras operaciones, concentración del esfuerzo y de los
presupuestos en la investigación y en la búsqueda de soluciones a los problemas
acuciantes de cada momento.
Estamos, pues, ante un desafío a
los técnicos para usar los términos extranjeros de forma adecuada y para
generar otros nuevos de manera correcta. Un desafío a los académicos para que
ofrezcan propuestas a los problemas idiomáticos de la vanguardia técnica y
necesidades apremiantes de los medios. Un desafío a los profesionales de los
medios para presentar siempre un modelo correcto y mantener una comunicación
permanente con los creadores y promotores de la técnica, con las autoridades
orientadoras del idioma y con los usuarios de sus informaciones. Y un desafío,
en suma, a todos, puesto que el idioma no tiene dueño y a todos nos concierne
su defensa y vivificación.
NOTAS
(1) Prólogo
a la obra de Emilio LORENZO: El español de hoy, lengua en ebullición. Gredos, Madrid, 3ª ed. 1980, pág. 10.
(2) LAPESA,
Rafael (Coord.): Comunicación y lenguaje. Karpos,
Madrid, 1977.
(3) LAZARO
CARRETER, Fernando y otros: Lenguaje en periodismo escrito Fundación Juan March (Serie universitaria), Madrid, 1977.
(4) Op.
Cit, en nota 2.
(5) REAL
ACADEMIA ESPAÑOLA (Comisión de gramática). Esbozo de
una gramática de la lengua española. Espasa‑Calpe, Madrid, 1985 (Décima reimpre.).
(6) 2 volúmenes. Espasa‑Calpe, Madrid, 1984.
(7) La
importancia adquirida por el vocabulario técnico ha llevado a la Real Academia
a constituir una Comisión con dicho nombre.
(8) REAL ACADEMIA
DE CIENCIAS EXACTAS, FISICAS Y NATURALES, Vocabulario científico y técnico.
Anaya, Madrid, 1983. Para una comprensión de las relaciones entre las Academias
y otros problemas del vocabulario técnico, véase la obra de ALZUGARAY, J, J.:
Voces extranjeras en el lenguaje tecnológico. Alhambra,
Madrid, 1979.
(9) MOLINER,
Maria: Diccionario de uso del español. 2 vols. Credos,
Madrid, 1966‑1967.
(10) SECO,
Manuel: Diccionario de dudas de la lengua española. Aguilar,
Madrid, 1964. (7.a ed, 1978).
De ésta se ha publicado el resumen: Diccionario breve de dudas de la lengua
española. Ministerio de Cultura, Madrid, 1979.
(11)
MARTINEZ DE SOUSA, José. Dudas y errores de lenguaje. Paraninfo, Madrid, 1983
(3.a ed.)
(12) Un
estudio más amplio de la cuestión así como una recopilación de vocablos puede
verse en mi obra: Diccionario de radio y televisión Alhambra,
Madrid, 1981.
(13) CEBRIAN
HERREROS, Mariano: Siglano internacional de radio y
televisión. Instituto Oficial de Radio y Televisión. Madrid, 1983, 2.1 ed.
(14) Véase
la 4.1 edición de su Manual de Estilo que acaba de publicar con el título:
Manual de español urgente. Cátedra, Madrid, 1985.
(15) En el
n.° 1 de esta revista publiqué un extenso artículo sobre el tema: El teletexto
en el ecosistema comunicativo español, págs. 60‑83,
(16) Amando
de Miguel ha insistido recientemente sobre estas tendencias. Véase su obra: La
perversión del lenguaje, Espasa‑Calpe, Madrid, 1985.
(17) En el
Congreso de la Asociación de Academias celebrado en octubre pasado en Madrid
insistió de nuevo en estos planteamientos. Su conferencia ha sido publicada
por el periódico ABC en los números de los días 12, 15 y 16 de octubre.
(18) Después
de celebrado el Congreso citado y publicadas las conclusiones del mismo, el
periódico EL PAIS dedicó un editorial a la relación entre Academia y medios de
comunicación con el título, "Capones a los periodistas' (Miércoles, 23 de
octubre de 1985).
(19) El
académico Horacio Bejarano presentó una comunicación en la que se recogían los
"extranjerismos estudiados por la Academia colombiana de 1956 a
1982". El también académico colombiano P. Manuel Briceño defendió otra
comunicación sobre el riquísimo vocabulario empleado por la radio en las
informaciones sobre fútbol.
(20) Comunicación y
lenguaje. op, cit. pág. 229.