Signos Teoría y práctica
de la educación , 21 Abril - Junio de 1997 Páginas 12-19 ISSN 1131-8600
CONCIENCIA Y
ALFABETIZACION Hacia una enseñanza de los útiles de la cultura
PABLO DEL RÍO
La tradición educativa ha ligado el dominio de los aspectos centrales
de la condición humana (el pensamiento y la apropiación de los contenidos de
las identidades culturales o nacionales) al aprendizaje de la lectura y de la
escritura. Aprender a leer y escribir equivalía así a acceder a una especie de
código mágico y universal del pensamiento, y asimismo a un acervo universal de
la ciencia y a otro, más limitado y hondo, del sentimiento y de la
personalidad, de la propia cultura. Estos dos aspectos de la lectoescritura, de
cábala simbólica universal uno, de herencia cultural y sentimental otro, han
permanecido como valores esenciales en el debate social, político y pedagógico.
Es cierto que en los últimos tiempos se abre y encarniza una batalla entre la primera
dimensión y la segunda. La primera sostiene que el código universal cognitivo
prima sobre el contenido cultural afectivo y la lectoescritura es sobre todo
una cuestión de codificación, una herramienta del pensamiento universal, y no
tanto un instrumento de identidad y enculturización, como enfatiza la segunda.
El New London Group
(1996) ha podido así decir que la pedagogía de la alfabetización ha equivalido
tradicionalmente a enseñar y aprender a leer y escribir en las formas
estandarizadas, encuadernadas y oficiales del lenguaje nacional. En otras
palabras, la pedagogía de la alfabetización ha sido un proyecto cuidadosamente
restringido: restringido a formas de lenguaje formalizadas, monolingüísticas,
monoculturales y sometidas a normas".
Leer y escribir
como vías para "aprender lo humano"
En este escenario, las
cosas se van a ir complicando en ambas dimensiones. Por una parte, la aparición
histórica y el rapidísimo desarrollo de nuevos medios (televisión, redes,
ordenador, multimedia) y de nuevos sistemas simbólicos (informáticos,
audiovisuales, ideográficos, etc) y la progresiva extensión del polilingüismo
como pauta lacen que la codificación lectoescrita sea menos simple, menos
universal y menos estática. Por otra parte, la batalla por la identidad de las
culturas se va a ir polarizando cada vez más hacia el dominio en el mercado de
los modelos y repertorios culturales propios y en su apropiación por los
ciudadanos, estando estos repertorios escritos en los diversos sistemas
simbólicos (alfabéticos, audiovisuales, hipertextuales, etc). Por supuesto,
esta interpretación de la situación puede no ser compartida por las fuerzas
institucionales dominantes que pueden seguir tratando de suponer, y de imponer
así, un patrón propio disfrazado de global o universal.
De cualquier modo, el
ideal democratizador a través de la "enseñanza de las letras" de la
escuela de hace cien años se enfrenta así, ante el nuevo siglo, con la
necesidad de actualizarse y definir la primera y modélica lucha por la
generalización de la alfabetización lectoescrita, como una nueva, compleja y
por qué no excitante batalla por la generalización de una multidimensional
"alfabetización global" (del Río, 1993) o pedagogía de las
multialfabetizaciones (Pedagogy of multiliteracies: The New London Group,
1996).
En un artículo anterior
(del Río, 1993) repasábamos la trayectoria histórica y los enfoques actuales
ante la alfabetización y la enseñanza de la lectoescritura para acabar
proponiendo esta ampliación de enfoque y objetivos. En este artículo, y dando
esos hechos por conocidos, trataremos de traer a la mente de los lectores las
ideas teóricas y los problemas educativos actuales que nos permitan tener una
visión apropiada de este nuevo escenario de la lectoescritura que marca ya
nuestros programas educativos y culturales para el siglo que viene.
¿Qué son las campanas
, dónde las oímos y por quién doblan? Una introducción a los útiles de la
mediación y la representación.
El entorno animal y
biológico se nos impone directamente. La atención natural (involuntaria expresa
esa intrusión de los estímulos sobre nuestra mente, que reacciona y, por
decirlo así, está guiada y programada por el entorno ecológico natural, por sus
percepciones (valencies o affordances) o posibilidades de acción (effectivities)
(Gibson, 1979). Fue mérito de Pavlov descubrir cómo convertir esa reactividad
directa y natural al medio del animal o del hombre en un mecanismo manejable
por el científico y poder así condicionar estímulos intermedios (estímulos
condicionados) a las valencias y efectividades naturales (estímulos
incondicionados). Pavlov descubrió cómo tocar la campana al animal para
provecho del campanero.
Fue mérito de Vygotski
(1982 y 1984) descubrir el mecanismo mismo de la mediación tanto en los
términos de Pavlov (definiéndola como estímulomedio) como en los términos de
las ciencias de la cultura (definiéndola como psicotecnia del intelecto y como
psicotecnia del sentimiento). Vygotski comprendió que todo útil cultural, todo
signo, todo artefacto o medio, no son sino mediaciones estructuralmente
asimilables a la campana de Pavlov. Por decirlo así, se dio cuenta de que el
truco excelso de la humanidad consistió en aprender a tocarse la campana a sí
misma. El hombre, dice Vygotski, aprende primero inconscientemente a condicionar
a otros, a compartir estímulos que transmite a los demás (el hombre fue para sí
mismo el primer animal doméstico) y que luego aprende a dirigirse a si mismo.
Al aprenderse a darse a sí mismo órdenes desde fuera, al transmitir los
estímulos, el hombre se domina a sí mismo desde el propio entorno ecológico que
a él 1e domina. No cambia las leyes sino que las hace actuar en su provecho. No
trasciende totalmente el entorno físico presente que domina al ser biológico
sino que insertar en él mediadores que le dan las órdenes (affordances,
effectivities) que él mismo quiere: programamos el despertador, representamos
los eventos en sonidos, gestos, trazos, diseñamos las iglesias desde mecanismos
sublimes y complejos de mise en scene, escribimos o representamos los eventos
no presentes en mitos y novela.. Hemos colonizado el entorno biológico para
constituirlo en un entorno hecho a nuestra conveniencia, en un entorno
cultural. El mecanismo de la interiorización que mas tarde nos permite
incorporar bajo la piel los mediadores culturales construidos fuera de la piel
es un mecanismo esencial, pero el de la mediación externa es el primero y el
más importante .
A Marx y Engels les
apasiona la obra de las herramientas eficientes (las armas, la azada, la rueda)
y las hazañas `` homo faber . A Vygotski le deslumbran no esas
herramientas que cambian al entorno físicamente sino aquellas otras que nos
cambian a nosotros mismos, que cambian la propia mente humana y que actúan
físicamente sobre el entorno no con objetivos físicos, sino psicológicos,
constituyéndolo propiamente en un entorno cultural... Como el pueblo, la
ciudad, la casa, la mesa y la cartera. Como el aula: ¿qué hay en el aula que
sea natural, como no sean las moscas que se infiltran por la ventana? Todo en
ella pertenece al universo de lo representacional, de lo culturalmente mediado,
y permite insertar en un entorno sensorial limitado un mundo representacional
ilimitado: todo un mundo de historias, de realidades transmitidas mediante los
útiles de la cultura (un perro se echaría a dormir en la esquina tras un primer
reconocimiento de un aula convencional; un alumno, si él o el maestro no
dominan este juego cultural de las mediaciones, también).
Nuestro mundo está pues
construido sobre mediaciones espaciales, marcos o escenarios culturales,
campanarios a su vez repletos de mediadores que representan e introducen cosas
y eventos y nos tocan todo un mundo de campanas que hemos forjado a lo largo de
nuestra historia cultural.
De manera un tanto
convencional e informal, casi mediante lo que en metodología de análisis de
contenidos se denomina "técnica de los montones" (y que viene a ser
la misma técnica taxonómica de los primeros naturalistas, desde Aristóteles a
Linneo), podríamos clasificar las entidades culturales o las mediaciones en
cinco grandes familias. A1 menos eso es lo que yo propongo (del Río, en prensa)
como guía puramente práctica para intentar clarificar la inmensa selva de
mediadores en que estamos sumergidos y que, por eso mismo, nos resultan invisibles
o transparentes (el pez es el último en conocer la existencia del agua, decía
McLuhan).
Estas cinco familias de
mediadores serían:
1.
Los marcos, escenarios culturales o zonas sincréticas de representación (del
Río, 1990)
2.
Los artefactos culturales y medios de comunicación
3.
Los sistemas simbólicos, códigos y lenguajes
4.
Las estructuras formales de representación de carácter semántico (intermedias
entre sistemas simbólicos y los contenidos).
5.
Los contenidos vitales transmitidos: mitos, modelos de mundo y de vida,
realidades o virtualidades representadas.
Lo que voy a proponer en
este artículo es que la alfabetización global debe llevar al conocimiento
crítico al conocimiento suficiente para su dominio cotidiano de esas cinco
familias de mediadores, tanto en cuanto a su operatividad y uso eficiente
(conocimiento funcional) como en cuanto a su mecanismo (metaconocimiento).
Este enfoque de la
alfabetización supone desde luego una cierta antropología sobre nosotros
mismos. El antropólogo 0 el psicólogo cultural descomponen y analizan de arriba
a abajo el mecanismo de construcción de conciencia y del hecho humano de una
determinada cultura. Un mecanismo simétrico y complementario sería el del
cineasta, cuando analiza de abajo a arriba, para componer desde sus elementos
básicos, el mundo cultural real o de ficción presentado en un film (mise en
scene) o el del educador en su más profundo sentido. El proceso histórico
cultural ha venido realizando de manera evolutiva y real la construcción que
virtualmente y de modo abreviado realizan ahora el educador, el cineasta o el
novelista.
Una alfabetización global
completa debe ser capaz de hacer bien dos cosas: "leer la realidad
cultural" y "escribir la realidad cultural".
Escenarios, medios y
artefactos
Vygotski (1984) definió
muy bien el proceso de mediación en base a los operadores más primitivos de
esta mediación, a los que él denominaba "instrumentos psicológicos"
(como una regla, la tabla de multiplica hoy calculadora, la agenda, el libro o
las cartas del tarot). Por nuestra parte (Río, 1987, 1993 y 1994; Alvarez,
1996) hemos procurado ofrecer un modelo de integración espacial y cultural de
los operadores culturales, tal como están distribuidos en la cultura. Los
escenarios de la actividad biológica quedan estructurados como marcos y
escenarios culturales: el pupitre o la mesa de trabajo, la hoja de papel, la
pantalla de cine, televisor u ordenador, la habitación, la plaza, el aula, la
iglesia, el campo de fútbol, la discoteca . ...En ellos realizamos la mise en
scéne de la representación. En ellos se insertan los medios, en estos los
sistemas simbólicos, en todos ellos los mitos y contenidos ....
Cada mente personal
implica una cultura personal y cada cultura personal unos escenarios culturales
personales. Cuando Thompson (1995) señala que el gran problema de la
comunicación actual es la "deslocalización" se refiere a la
transformación profunda que, desde el medio humano primigenio de la
representación en interacción directa (la polis de Platón, cuyo tamaño ideal
estaba determinado por la posibilidad de interactuar directamente hablando
todos los ciudadanos) nos ha traído a lo que Habermas denomina esfera pública,
cuyos límites y organización no están aún claros para los teóricos de la
cultura actual. Y efectivamente, la esfera pública o es una abstracción o es un
sistema concreto más complejo pero análogo funcionalmente al anterior, de
mediadores insertos y relacionados entre sí. Parece haberse extendido entre los
críticos postmodemos de la cultura la opinión de que esta insertividad y
relación es cambiante, caótica, desigual (estructural y políticamente) y algo
chapucera. La insertividad y organización racional de los operadores en los
nuevos escenarios culturales no parece haberse garantizado mediante una buena
mise en scéne psicocultural. El niño de hoy tiene así que aprender a moverse en
un mundo cultural y a dominar unos escenarios e instrumentos psicológicos más
caóticos, complejos y peligrosos que en tiempos de Platón. En él hay sirenas y
tiburones, bosques impenetrables y tormentas. Guiar al niño en ese aprendizaje
y dotarle de buenos mapas y guía de viajeros es parte esencial de la tarea
educativa de la alfabetización global.
Los sistemas
simbólicos: del "dominio de las letras" al de todos los símbolos
Como ha señalado Salomon
(1979), los contenidos culturales que se transmiten a través de los distintos
medios (el lienzo, el libro, el periódico, el film, la radio, la televisión, el
ordenador) se codifican en sistemas simbólicos. La apropiación de la materia,
de la lógica y de las normas, de los mecanismos y de las técnicas de esos
sistemas simbólicos constituye la tarea más explícita y clásica de la
alfabetización (por el aprendizaje de las "letras" o componentes de
la escritura alfabética) o alfabetizaciones. El siglo que termina ha supuesto
la irrupción de un conjunto poderoso de sistemas simbólicos no verbales o no
predominante verbales. Unos y otros, medios y sistemas simbólicos, han aceptado
además una lógica de concurrencia simultánea y utilización combinada. Como
señala el New London Group (1996) el ideal del fordismo de la sociedad
industrial avanzada (el trabajo guiado por una norma única verticalmente
impuesta y comunicada en manuales verbales de instrucciones), los modelos
alfabéticoletrados unilineales de texto y discurso y el uso de un único sistema
verbal ceden hoy el paso a modelos abiertos y dialógicos de trabajo, a
múltiples textos y discursos y a diversos códigos tanto verbales como no
verbales. El dominio de esas escrituras como una polifonía de sistemas
simbólicos debe suponer un cambio profundo para la escuela. De la lógica de la
monodia debe pasar a la de la orquesta y la polifonía.
Sin embargo, es preciso
ver ese cambio de una manera constructiva, aprovechando los aspectos centrales
de las teorías sobre la alfabetización lectoescrita para guiar desde lo que ya
sabemos nuestra tarea ante la novedad de las alfabetizaciones en general. Olson
(1995) ha defendido muy lúcidamente que "la escritura no es una mera
transcripción del habla, sino que más bien proporciona un modelo conceptual
para el habla". Olson, en lugar de suponer un modelo universal del
lenguaje al que la escritura (la alfabética como escalón más alto y como
culminación de otros intentos más imperfectos, como la ideográfica, logográfica
o silábica) se iría progresiva e históricamente ajustando, contempla las
escrituras como sistemas simbólicos emergentes en sí mismos que intentan
ajustarse dificultosamente y que interactúan con el sistema simbólico del
habla. Y al hacerlo, al aprender a leer y escribir, aprendemos un o unos
sistemas simbólicos distintos del habla y que a la vez nos sirven como una
especie de modelo de contraste para comprender ésta y para pensar en el
lenguaje oral. Pero, al igual que ilumina metacognitivamente ciertas partes del
habla, la escritura nos ciega respecto a otras. De ahí que la llegada de los
sistema simbólicos múltiples, lejos de ser vista como un engorroso aumento de
la entropía o del ruido, deba contemplarse como una amplia avenida, trenzada de
múltiples vías, hacia la comprensión multidimensional y recíproca de los
sistemas simbólicos en sus características generales y específicas.
La alfabetización global
nos debe proporcionar un kit de heurísticos para apropiarnos y dominar la
simbolización en general.
El contenido de los
medios culturales y educativos sólo es accesible si uno se apodera
metacognitivamente, críticamente, del envoltorio, y los sistemas simbólicos son
la parte más visible de ese embalaje. Pero hay partes menos visibles. Las
estructuras formales de representación (intermedias entre sistemas simbólicos y
contenidos) de carácter semántico son aprendidas en general inconscientemente:
lenguajes sociales y géneros (Bajtin), formatos, esquemas, categorías o
conceptos populares y científicos y, en general, los procesos retóricos, las
estructuras semióticas y lingüísticas, los patrones estables de representación
en cualquier medio, sistema simbólico y temática de contenido. Parcelas enormes
del conocimiento de la cultura, las artes y la comunicación están presentes en
los currículos universitarios (e incluso en los de educación secundaria y
primaria en menor medida) para garantizar el conocimiento teórico y práctico de
estas estructuras.
A1 igual que las
estructuras más visibles del lenguaje verbal se definen y enseñan en los
modelos cognitivos jerarquizados de enseñanza de la lectoescritura, es preciso
actualizar ese corpus de alfabetización mediante la enseñanza de dichas
estructuras formales. El formato y el género, la narrativa y los conceptos, la
puesta en escena y los scripts, por ejemplo, son troquelados invisibles que
actúan sobre el niño sometiéndole a una categorización inconsciente, sin que
éste pueda ver el sentido último del discurso.
De la psicotecnia del
intelecto a la del sentimiento: leer y escribir la vida
Como en las muñecas
rusas, todas estas representaciones o herramientas del significado llevan a una
última y esencial herramienta del sentido que vuelve a definir realmente, en el
fondo y no sólo en la forma, la aventura humana. Las representaciones remiten
unas a otras y la última referencia es justamente aquella que refiere a
nosotros mismos.
La vida como novela:
Unamuno (1926) afirmaba que las novelas, por encima de todo, son modelos de
representación sobre la vida para guiar y crear la acción de la vida misma.
Igual que el diario es un instrumento de escritura que permite que uno "se
lea a sí mismo" y al hacerlo aprenda a "escribirse mejor", la
novela debería permitir que uno lea a otros para aprender a escribirse a sí
mismo. Dicho de otro modo: las novelas no deberían leerse si no se es capaz de
escribirlas o no llevan al deseo de escribirlas.
Las "novelas de la
vida" pueden no ser explícitas, no estar escritas en material simbólico
objetivo que podamos leer pasando las hojas, subrayando y tomando apuntes.
Pueden estar distribuidas y situadas en la cultura, repartidas en el acervo
oral, los refranes, el folklore, los rituales de actividades muy pautadas pero
cuya lógica y orden están insertos en sus escenarios reales y no descritos y
recogidos en ningún manual de instrucciones. Si la comunidad es culturalmente
densa y estable, uno puede vivir esa novela compartida y distribuida sin
hacerla nunca plenamente consciente, pero no obstante participando
profundamente de ella, según se despliega en el afán diario: bautizos, bodas,
entierros, ritos, tertulias .....
Pero, en la medida en que
los relatos situados y los sistemas culturales muy trabados y fuertes aunque
implícitos se han ido debilitando por el cambio hacia estructuras urbanas
masificadas y fragmentadas, las posibilidades de vivir la vida participando en
estas novelas compartidas y situadas se han ido asimismo problematizando. Las
novelas situadas y compartidas se han hecho más problemáticas y azarosas (las
de las tribus urbanas que las escriben aventureramente en el asfalto, por
ejemplo) o se han sustituido por experiencias biopsíquicas individuales
(drogas) o por novelas situadas hechas de retazos fragmentados que se sitúan en
diversos escenarios no siempre bien articulados entre sí. Es la cultura del
zappíng en los modelos de vida. La novela vital se convierte imperceptiblemente
(igual que el cine actual, que nos da una sucesión de breves episodios
encadenados e hilvanados más mal que bien con una estructura global débil) en
el encadenamiento azaroso y errático de contenidos vitales y míticos
fragmentados.
Ese proceso se puede
combatir y se combate con dos mecanismos de reestructuración narrativa de la
autobiografía: bien participando en grupos culturales civiles que luchan comunitariamente
por escribir su sociobiografía (y por tanto por recomponer los sistemas
comunitarios de sociobiografía tanto situada como simbólica), bien intentando
construir individualmente una novela o biografía personal. En este caso, el
individuo debe luchar duramente por escribir su vida y su novela en un entorno
que no es amigable, que no es sinomórfico con ella.
Unamuno distinguía tres
niveles de novela: personal o del individuo, de la comunidad cultural propia
(nacional, por ejemplo) y de la humanidad toda. La integración exitosa y no
agresiva de las tres fue un objetivo en su vida, lo que le llevaba a
actuaciones en cada nivel que estaban ligadas a los otros niveles. El dominio
metacognitivo de Unamuno de estas mediaciones finales, a las que todas remiten
(las que definen el "programa", finalidad y contenido narrativo de
nuestra vida) puede servir de ejemplo de lo que una alfabetización global debe
buscar. Los contenidos de la vida personal, nacional, de toda la humanidad (e
incluso más allá) deben ser explícitos, deben hacerse conscientes analizando el
"curriculum" de la vida que nos da toda nuestra cultura.
La vida como
sentimiento y propósito. Decía Vygotski que los sentimientos y la intencionalidad nos
distinguen de la mente animal aún más que el razonamiento y el pensamiento. Es
cierto que los psicólogos han tendido a divulgar la idea de que lo último es
más cosa de la educación y lo primero sería más cosa de la herencia natural. La
tesis históricocultural de las mediaciones sostiene que los sistemas simbólicos
(el lenguaje, la escritura, las matemáticas, etc) constituyen una construcción
histórica y cultural de un conjunto de herramientas y técnicas psicológicas del
pensamiento (para atender, percibir, pensar y recordar mejor mediante los útiles
culturales) que debemos expandir y de las que debemos apropiarnos cada nueva
generación (psicotecnia del intelecto). Pero también los sistemas artísticos,
narrativos, rituales, el juego y la religión, constituyen un repertorio
invaluable de útiles para construir el sentimiento, la intención, la voluntad y
la libertad (psicotecnia del sentimiento). Construir los sentimientos
prosociales, construir al yo y al otro interactivos (juego) y narrativos
(novela, teatro, cine), ligar las emociones a representaciones culturales de la
vida y de nosotros mismos (poesía, melodrama), construir la biografía y la
autobiografía ....resultan tan vitales o más para la humanidad que el dominio
de los útiles del pensamiento sobre la construcción de la directividad y el
sentimiento por la cultura, ver Vygotski, 1970 y del Río y Alvarez, 1995, 1996a
y b).
El problema es que, de la
misma manera que se ha normativizado (es decir, concentrado la variabilidad
amplia de la cultura en una variabilidad más restringida que se ajusta aproximadamente
a la "curva normal" o curva de Gauss) la pedagogía del pensamiento,
no lo ha hecho del mismo modo la pedagogía de la vida (o lo ha hecho por
omisión y dejando el campo libre a la actuación de los medios de comunicación
de masas). Jürgen Schriewer (1996) señala que en ningún otro ámbito político
como en el de la educación están tan normativizadas las políticas públicas, ni
en la económica, la social o o la medioambiental. Con el agravante de que esa
normativización implica a la vez la globalización, la internacionalización o la
normativización universal. Aunque no se aborda ésta díalógicamente, sino
mediante la imposición o universalización de una visión particular del mundo.
La pedagogía punk. Este problema básico de qué mundo
y modelo de vida construye nuestra cultura (que abarca el curriculum escolar,
los medios de comunicación la cultura cotidiana) ha quedado sin embargo fuera
de los grandes tópicos oficiales de trabajo en la educación y en la enseñanza
de la lectoescritura. Por eso Donaldo Macedo, en la tradición de Freire, señala
que la escuela norteamericana enseña al niño a leer la palabra pero no el mundo
(read the word, not the word). Por eso Robert Miklitsch (1994) denomina
acertadamente y con bastante ironía "pedagogía punk" a la que, pese a
todo, se ocupa de ello.
Miklitsch, que a través
de la enseñanza de lengua y literatura ve inescapable enseñar sobre los medios
de comunicación y la cultura, señala que la intervención en el mundo real (la
política) no sólo debe ser permisible, sino imperativa, para los educadores. Su
tesis es simple: todo educador interviene, ya sea explícita, ya sea
implícitamente, en la política y en la orientación social, de modo que es mucho
más honesto y democrático hacerlo explícitamente. Miklitsch replantea el problema
de la ideología en la educación. Los medios de comunicación transmiten la
ideología dominante, como señalaban Marx y Engels o teóricos actuales en
comunicación como Fiske (1990). Y esta ideología, para Milkitsch, supondría hoy
la sustitución de los productos culturales ofrecidos antes como mensaje
artístico o propuesta de actividad (ocio: leisure) por otros cuya finalidad
básica es el entretenimiento y la inactividad (entertainment). El qué hacer hoy
es sustituido por el qué ver hoy.
Analizar pues el modelo
de mundo, de vida, de humanidad, de actividad propuesto por los medios y por la
cultura actual en su totalidad sería el aspecto final del sentido de una
pedagogía cultural de la alfabetización. Si McLuhan sostenía que el medio, más
que el contenido, es el que nos cambia o nos reestructura funcionalmente (el
medio es el mensaje), el enfoque vygotskiano, unamuniano, o incluso de la punk
pedagogy, sin despojar de valor a los útiles y medios del significado, nos
devuelve a las mediaciones comunicativas últimas que soportan el valor
funcional directivo para definir y guiar nuestra vida. Podemos contemplar esas
dietas culturales que proporciona el mundo cultural actual como culturas
personales (Heidmets, 1985) o, puesto que estamos hablando como educadores,
como culturas infantiles (New London Group, 1996). Como tales habrá que
analizarlas para comprender el mundo cultural exterior y el eventual mundo
interior de cada niño.
Este enfoque de
reivindicación del corazón frente a la razón en la enseñanza de los útiles
culturales ha sido planteado por Barone (1994). Frente a la pedagogía de la
"objetividad intelectual", Jonathan Kozol (1967) defendía como un
contrapeso necesario en el entorno cultural de tradición instrumental y
racionalista de los Estados Unidos la del "compromiso apasionado". En
la misma tradición sartriana de lo que debe ser la obra literaria (aquella que
debe despertar la conciencia de la humanidad y la idea y el sentimiento de la
solidaridad) Rorty (1989) cree que los textos literarios deben ayudar a ver y
sentir la novela de la humanidad como una aventura común más allá de
diferencias y discriminaciones. Kozol (1992), cree que los textos educativos
deben abandonar el circunspecto y anodino estilo académico para pasar al
iluminativo y apasionado hacer del arte. Un Vygotsky actualizado hablaría aquí
de compensar con la psicología y la pedagogía del arte la aproximación
cognitiva en la enseñanza de los útiles de la alfabetización.
Este problema ha sido
puesto de manifiesto en el nivel filosóficomoral por Habermas. Vivimos una
cultura que enseña la ética como pensamiento, pero la acción moral no parece
seguirse inevitablemente de ese pensamiento. Habermas, de algún modo, parece
entender que a través de la esfera pública no sólo se ha extendido la comunicación
racional sino que los medios ofertan los mitos y la arquitectura a ratos
sentimental, y muchos más ratos primitivamente y sensorialmente emocional de la
humanidad de nuestra época. Parece haberse abandonado a una oferta privada
torpe e inconsciente la vieja tarea intelectual y artística de escribir lo que
la sociología denomina "las grandes narrativas legitimantes" y de
ofrecer a las nuevas generaciones mitologías y novelas para alimentar la
autoconstrucción, tareas hasta hoy de la religión, el arte y la ciencia de los
siglos precedentes.
Pero, en la perspectiva
vygotskiana o unamuniana, al tiempo que se reivindican ambos niveles (el del
pensamiento y el del sentimiento), no se acaba de aceptar esa forzosa
separación que parece sugerir la frase "el corazón tiene razones que la
razón desconoce". Vygotski creas que sus psicologías abstracta
(psicotecnia del pensamiento) y concreta (psicotecnia del sentimiento: juego,
religión, arte) serán eventualmente articulables. Como lo cree Unamuno respecto
a los componentes racionaleuropeo y sentimentalespañol del debate
regenaracionista de hace ahora un siglo.
Reflexionar sobre la vida
y la humanidad como quieren los filósofas cuando reivindican su presencia
necesaria en la educación no debe hacerse sin embargo desde la abstracción sin
cultura sino desde los textos e imágenes que los medios, la cultura situada
cotidiana y la propia educación formal ofrecen a los estudiantes. Alfabetizar
en este sentido es sobre todo aprender a leer el mundo. Leerlo a través de sus
claves instrumentales. Leerlo también leyendo a su vez las mediaciones
mitológicas y narrativas que les ofrece su entorno cultural. Y, como quiere
Unamuno, leerlo para escribirlo, para pasar de conocerlo a actuar y ser en él.
(*) Pablo del Río
es decano y profesor de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de
Salamanca (teléfono de contacto: 92329 45 72, ext. 3135).
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