CREATIVIDAD EN LA REFORMA ESPAÑOLA .
Saturnino de la Torre.
No hay
reforma sin cambio
ni cambio duradero sin ideas creativas.
El
cambio: un reto creativo de la reforma
Muchos
de los lectores tal vez tengan experiencia de lo que representa realizar reformas
en el piso o apartamento. No se trata de un simple cambio de mobiliario
(renovación), ni del reordenamiento de la habitación para adecuarla a una nueva
situación (innovación), ni mucho menos del nuevo decorado de nuestro escritorio
(experiencia innovadora), sino de algo mucho más complejo, que requiere de
especialistas de albañilería, fontanería, electricidad, carpintería, etcétera.
La reforma de una vivienda lleva consigo una remodelación de espacios, lo cual
comporta cambios estructurales, funcionales, organizativos y la incorporación
de nuevos elementos. En toda reforma existen cambios, estructuras nuevas e
intención de mejorar los servicios de que disponíamos. Jamás he visto iniciar
reforma que suponga un retroceso, que signifique una disminución de la calidad
de vida que nos proporcionaba el hogar anterior. En la reforma de una vivienda
existen, pues, unos valores que son los que rigen nuestras intenciones al
acometer tales obras. Dichos valores e intereses no son los mismos para todos,
y ahí tenemos un motivo de discrepancias y debate que toda reforma lleva
consigo.
He
querido comenzar mi comentario con un ejemplo "casero" y vivencial de
lo que es una reforma. Esta observación nos ilustra sobre el carácter
estructural, multidimensional, complejo y largo que comporta una reforma
educativa. Una reforma educativa, al margen del ámbito en el que se lleve a
cabo, ya sea de carácter legal, sanitario, sociolaboral, etcétera, conlleva una
triple intención: actualización, mejora y calidad. Una reforma intenta adecuar
sus finalidades y estructuras a las nuevas demandas sociales y en tal sentido
representa una actualización. Y como dice W. W. Dyer (1998:110) "Estar al
día significa dar la bienvenida a lo desconocido". Representa una mejora
por cuanto se busca un cambio a mejor en finalidades, funcionamiento, recursos,
etcétera. Esta mejora se plasma en la calidad de los servicios. Pero para que
esto tenga lugar, es preciso que existan personas con inquietudes, iniciativas,
ideas creativas e innovadoras.
Una reforma
educativa siempre afecta a elementos estructurales, sociopolíticos y
económicos, axiológicos, administrativos, organizativos, curriculares,
personales, etcétera, y requiere un largo periodo de tiempo de cambio y
adaptación. No entenderlo así, es no entender la complejidad de una reforma
educativa.
Toda
reforma es, en cierto modo, un reto de futuro; una revisión de cuanto se está
haciendo a la luz de nuevas ideas, nuevos valores, nuevas perspectivas. Una
reforma siempre es un cambio fundamental con el riesgo que comporta salirse de
lo conocido para incorporar lo nuevo. Comporta ajustes de estructuras y de
personas para asumir nuevas funciones. Cualquier reforma, ya sea laboral,
jurídica, sanitaria o educativa, entraña un triple riesgo: desviarse de los
valores con arraigo social, caer en la utopía por adelantarse excesivamente al
propio tiempo, limitarse a cambios aparentes o de lenguaje sin que se produzcan
cambios personales ni institucionales. Este último es el riesgo más frecuente,
al menos en educación. De ahí que, cuanto mayor sea el riesgo, mayor será el
reto para extraer de la reforma actual lo mejor que tiene: considerar al profesor
como un profesional de la enseñanza innovador y creativo.
Digamos
que toda reforma educativa —y hoy son muchos los países de Latinoamérica que
están comprometidos en reformas educativas para adecuar su sistema de enseñanza
a las nuevas corrientes psicopedagógicas y demandas sociales— lleva consigo
cuatro grandes cambios conceptuales: creatividad, competencia, calidad y
colaboración. Son las cuatro "c" que caracterizan al cambio que
una reforma educativa ha de incorporar. La creatividad es pues, una cualidad
humana a destacar en toda reforma educativa actual, por cuanto es el potencial
más valorado en las sociedades de progreso, a decir de Alvin Toffler. Debido a
la limitación de espacio, me referiré en este trabajo únicamente a la
creatividad, dejando el análisis de los otros conceptos para otra ocasión. Una
referencia a los mismos puede verse en De laTorre (1998).
Creatividad
y reforma educativa
En toda
reforma, también en la reforma educativa española, encontramos personas con
iniciativa, nuevos valores y cambios estructurales, personales y de cultura.
Todo cambio relevante para la sociedad es fruto del encuentro de personas
innovadoras, la creencia en los nuevos valores y cambios en el comportamiento
humano. Son estos cambios los que terminan dando sentido a las reformas, de tal
manera que su éxito o fracaso se juzgará por los cambios positivos que ha
conseguido generar. Aunque puede valorarse en términos de principios, ideales y
concepciones ideológicas, la perspectiva histórica terminará fijándose en los
cambios reales que ha conseguido. Ahora bien, toda reforma, por el hecho de
plantearse, conlleva cambios importantes en el profesorado y en los
aprendizajes del alumnado.
Los
reformadores son como pioneros y descubridores, requieren una
gran dosis de iniciativa, de constancia, de curiosidad por lo desconocido, de
desafío al riesgo. Viven la vida como un reto. Puede más en ellos el
impulso por hallar algo nuevo que el miedo a perecer en el intento. Pensemos en
aquellas personas que se pierden en la inmensidad de los océanos para descubrir
nuevas tierras, o se internan en los nuevos continentes para descubrir nuevas
culturas, o se lanzan a los fríos hielos, a las altas cumbres, a las
profundidades del océano. Todos ellos tienen en común lo que llamamos
creatividad. Ese potencial humano que se manifiesta a través de ideas, acciones
o realizaciones nuevas.
La
creatividad de una reforma, entendida como proceso conlleva
importantes cambios progresivos en concepciones y valores nuevos.
Valores, por otra parte, que no son exclusivos de una comunidad o país, sino
del macrocontexto ideológico, social y político del momento actual. De no ser
así dejaría de ser reforma para quedarse en mera renovación. La reforma
educativa no es una excepción. Estos nuevos valores se expresan mediante
principios, finalidades y declaración de intenciones. La mayor parte del
profesorado participa de valores como: desarrollar todas las potencialidades
del individuo, adecuar los contenidos a la madurez del sujeto, partir de sus
intereses, atender a los aspectos de actitud y de habilidad, tomar en
consideración los aspectos diferenciales y los ritmos de aprendizaje, etcétera.
En lo que no está de acuerdo es en la forma en la que se aplica, en las nuevas
exigencias sin contrapartidas y, sobre todo, en el modo como afecta y cambia
las rutinas adquiridas. En tanto existe un proceso de transformación constructiva,
podemos hablar de creatividad en la aplicación de la reforma educativa.
La
creatividad entendida como entorno tiene importantes connotaciones en
una reforma por cuanto los cambios y transformaciones de que hablamos se operan
fundamentalmente en entornos constructivos, de múltiples recursos y estímulos
de superación, de condiciones facilitadoras, de facilidades en la realización
de experiencias innovadoras, de reconocimiento por parte de los agentes de
cambio, etcétera. La resistencia a la reforma educativa española por parte del
profesorado de secundaria viene determinado, en parte, por no haber generado un
clima idóneo de diálogo. El clima es determinante para generar actitudes
implicativas y de compromiso con los valores.
La
creatividad de una reforma, entendida como resultado, se manifiesta por
los cambios generados en el sistema educativo, en las personas y sus nuevos
roles, en las relaciones, en la cultura institucional, en la autonomía y
autoaprendizaje que genera en el alumnado, etcétera. Una reforma introduce
cambios estructurales, organizativos, legales, pero sobre todo en los roles y
modos de actuación docente. Una reforma que promueve el desarrollo de todas las
potencialidades humanas, que promueve la autonomía, el autoaprendizaje, la iniciativa
e inventiva de los alumnos, es una reforma progresista y creativa.
La
profesión docente requiere un entrenamiento que dura varios años de formación.
Durante este tiempo se van adquiriendo rutinas y estrategias que les permiten
dominar múltiples situaciones que van más allá del dominio de conocimientos. Se
va afianzando un método, una forma de relación, una manera de entender y sentir
la enseñanza, en suma, se va conformando el estilo docente creativo o
reproductor.
Por
todo ello afirmamos que la Ley Orgánica de Ordenación General del Sistema
Educativo en España (LOGSE) de 1990, exige un nivel de adaptación importante y
representa un reto para la mayor parte del profesorado. El docente ya no es el
transmisor de conocimientos como hasta ahora, sino el facilitador de
aprendizajes. Estas adaptaciones serán más fáciles para quienes posean
actitudes creativas. De ahí que la creatividad sea una cualidad tanto más
necesaria cuanto mayores sean los cambios que propone la reforma. La reforma
plantea, pues, un reto creativo para trasladar las ideas y teorías a la
vida cotidiana del centro y del aula. Una vez más podemos afirmar que la
verdadera creatividad no está en el texto sino en el contexto, en el ambiente y
en la acción de todos los miembros comprometidos en la educación.
La
creatividad en la reforma ¿Qué cambios se proponen?
Dadme
un problema y os daré un motivo para innovar;
dadme
una persona creativa y os daré un proyecto innovador,
dadme
un grupo innovador y os cambiaré la cultura.
Mirada
retrospectiva
Una
lectura superficial de la LOGSE haría pensar a muchos lectores que hemos
retrocedido en la consideración de la creatividad con respecto a la Ley de
Educación de 1970. El término creatividad y creativo aparecían en el articulado
de la Ley de 1970, al referirse a los objetivos y a la metodología. Se
explicitaba de forma reiterada. El legislador tenía clara conciencia de que la
creatividad debería formar parte de las intenciones educativas y de las formas
de enseñar tanto en la educación infantil como en la Enseñanza General Básica
(EGB). Sirvan los siguientes de ejemplos:
"Los
métodos serán predominantemente activos para lograr el desarrollo de la
espontaneidad, la creatividad y la responsabilidad" (Artículo 14.2).
Y al
referirse a la Enseñanza General Básica:
"...la
formación se orientará... al ejercicio de las capacidad de imaginación,
observación y reflexión" (Artículo 16).
"Los
métodos didácticos en la Educación General Básica habrán de fomentar la
originalidad y creatividad de los escolares" (Artículo 18.1).
¿Qué
cambios reales produjo en el profesorado dicha normativa? ¿En qué cambiaron los
docentes? Una mirada retrospectiva evidencia que ni ésta ni otras novedosas
aportaciones de la ley llegaron a interiorizarse. Es decir, cambiando las
palabras o lenguaje no se cambia la realidad. Decir que he visto la foto no es
lo mismo que ver y hablar con la persona. Es preciso algo más. Hay que cambiar
primero la conciencia de que tales propuestas son necesarias y luego realizar
una formación sistemática para su aplicación. Si falla la fase de
concientización, surgirán las resistencias y el rechazo de las propuestas; si
se descuida la fase de formación, nos quedaremos con cambios aparentes y
superficiales.
Veamos
una situación bien diferente. Ni en la Ley General de 1970 ni en la actual de
1990 se impone la necesidad de incorporar la informática educativa como
contenido formativo. Sin embargo la mayor parte de escuelas cuentan hoy con
computadoras, con profesorado preparado y en muchas de ellas con proyecto
educativo. ¿Por qué se ha dado este cambio sin normativa legal que lo imponga?
Existe una conciencia generalizada de que la informática forma ya parte de la
alfabetización de nuestros días. Algo así como desenvolverse en el lenguaje de
la comunicación computacional. Cada vez son más los escolares que conocen el
funcionamiento de una computadora, al menos en su uso lúdico.
Veamos
otro caso. El profesorado mantiene una relación con el alumnado más próxima y
amigable que antes. Tan sólo hace una década, el profesorado mantenía una fría
distancia con el alumnado y se limitaba a impartir su asignatura. Hoy podemos
ver una mayor relación y confianza tanto dentro como fuera del aula. No existe
el temor de otro tiempo a la hora de preguntar o hablar con el profesorado.
¿Qué le ha hecho cambiar? La conciencia de nuevos valores educativos, entre los
que se encuentra el respeto al alumno como persona.
Hago
esta reflexión para concluir que más importante que el término es el espíritu
que lo inspira y desarrolla. Es ese espíritu y cultura que escapan a un
análisis positivista lo que produce cambios en ideas, creencias, actitudes y
comportamientos. Por otra parte, si bien es verdad que el término creatividad
no aflora en la Ley de 1990 de forma redundante, la reforma incorpora el
espíritu de iniciativa y creatividad respecto al currículum, a los
centros, al profesorado y al alumnado. También está presente en el nuevo
lenguaje, reflejo de una nueva concepción educativa.
Mirada
prospectiva
He aquí
algunos de los conceptos que, a mi entender, reflejan actitudes, habilidades y
actuaciones que tienen que ver con el espíritu creativo: iniciativa, autonomía,
innovación, calidad, autoaprendizaje, aprendizaje constructivo, aprendizaje por
descubrimiento, clima organizacional, colaboración, equipo de profesorado,
cultura de centro, profesionalidad, adaptaciones curriculares, atención a la
diversidad, estrategias cognitivas, estrategias colaborativas, diversidad del
currículum, currículum abierto y flexible, etcétera. La puesta en práctica de
estos conceptos requiere la capacitación profesional del profesorado, una
conciencia de apertura al cambio y un espíritu de iniciativa y de constante
adaptación. Enseñar ya no es transmitir contenidos culturales, sino conseguir
que el alumno cambie en actitudes, habilidades, hábitos y conocimientos. El
aprendizaje no se plantea en términos de adquisición de saberes sino de cambios
en conocimientos, habilidades, actitudes, hábitos. Se ha ampliado, pues, el
propio concepto de aprendizaje.
¿En qué
cambia el currículum?
Uno de
los aspectos relevantes de la Reforma en España es la visión curricular de los
contenidos formativos. Frente al concepto de programa en el que predomina el contenido
cultural, el currículum hace hincapié en las intenciones o metas educativas al
tiempo que proporciona orientaciones para su consecución y evaluación. El
currículum no es una mera planificación de objetivos, contenidos y actividades.
Es, sobre todo, un modo de concebir e integrar los diferentes componentes que
intervienen en educación, desde el marco sociocultural e ideológico al
organizacional y didáctico. Como afirma E. Roca (1997), los estudios del
currículum han adoptado enfoques tan diversos como: facilitador de una
estructura de los contenidos, plan de instrucción, estrategia eficaz de
consecución de metas, experiencia escolar, análisis de la práctica, mediador de
poderes, agente de reflexión crítica, etcétera. La práctica pedagógica de la reforma
de 1965 se focaliza sobre las unidades didácticas, la de 1970 sobre la
enseñanza personalizada, la de 1990 sobre el proyecto didáctico como síntesis
teórico-práctica de la actuación docente.
Para no
extenderme en un tema que por sí solo desbordaría nuestro espacio, señalo, de
modo indicativo, aquellos nuevos valores incorporados en el currículum de la
reforma española, y que quedan reflejados en el articulado de la LOGSE:
-
Desarrollar las capacidades creativas y el espíritu crítico (Artículo 2,
19).
-
Niveles de concreción y flexibilidad del currículum para ser adaptado a
contextos y sujetos diferentes.
-
Autonomía al Centro para llevar a cabo un segundo nivel de concreción
curricular (Proyecto Curricular de Centro) y adaptarlos así a las necesidades de
su entorno.
-
Autonomía y profesionalidad docente para llevar a cabo un tercer nivel de
concreción y adaptación al grupo de alumnos, incluidas las adaptaciones
curriculares a pequeños grupos y sujetos con necesidades educativas especiales.
-
Introducir el aprender a aprender como expresión de las teorías cognitivas
(Artículos 2, 19, 20, 27, 34).
-
Estimular la autonomía, la investigación y la innovación curriculares (Artículo
2, 55, 59).
-
Incentivar el trabajo en equipo y colaborativo (Artículos 20, 27, 34, 57).
-
Fomentar hábitos democráticos, la igualdad de derechos y la no discriminación.
(Artículos 1, 2, 19, 57).
-
Incidencia en la evaluación continua y formativa así como en la evaluación del
currículum y del sistema (Artículos 2, 22, 55).
A estos
conceptos cabe añadir otros, como comprensividad, diversificación gradual,
atención psicopedagógica, agrupamientos flexibles, evaluación integradora,
tensión diferencial en el aprendizaje, etcétera. Las teorías psicológicas que
están sustentando el currículum son la teoría genética de Piaget, la
construcción social del aprendizaje de Vygotski, la teoría de la instrucción de
Bruner, el aprendizaje significativo de Ausubel, los esquemas de conocimiento
de Norman y la teoría comunicativa, la teoría de la elaboración de Reigeluth y
Merrill.
¿En qué
cambian los centros?
El
centro educativo, considerado durante muchos años como entidad burocrática,
pasa a ser considerado como organización con cultura propia. El centro no es la
dirección, sino el grupo humano con sus valores, intereses, creencias y
peculiaridades dentro de una comunidad educativa y un entorno sociocultural. Es
un grupo humano que va cambiando y que se ha de esforzar por conseguir una
cultura propia. Ha de crecer y desarrollarse generando proyectos y actividades
que le diferencian de otros centros. Esto me da pie para hablar de creatividad
institucional.
Alguien
observará, con razón, que en algunos centros predomina la rutina, la
burocracia, el conflicto con la dirección, entre el profesorado o entre éste y
los alumnos. En tales casos, estaríamos en el nivel más bajo de desarrollo
cultural y por consiguiente de creatividad. Ello no impide la existencia de
centros con un alto grado de colaboración entre sus miembros, en los que la
convivencia predomina sobre la disciplina, la profesionalidad sobre el
voluntarismo, la cooperación sobre el individualismo, el debate sobre la
imposición. El centro es una organización viva, cambiante en su organización,
relaciones y funciones. El centro tiene la competencia para realizar el segundo
nivel de concreción, a partir del currículum prescrito por la Administración.
"El
centro pasa a ser la unidad privilegiada de formación del profesorado", se
afirma en el Diseño Curricular Base (DCB). Esta nueva función da un nuevo
sentido a cuanto en él tiene lugar. No sólo contribuye a la educación de los
alumnos sino que posibilita la formación continuada del profesorado. ¿Cómo? A
través de la investigación, la reflexión sobre la propia práctica y la
realización de proyectos de innovación, según muestra S. de la Torre (1994). La
relación entre compañeros es una fuente inagotable de formación, una vez que
estos van tomando conciencia de que son profesionales de la enseñanza. La
creatividad institucional es uno de esos conceptos que rompe con el enfoque
psicológico que ha dominado el estudio de la creatividad durante casi un siglo.
Estoy apuntando, pues, a una nueva visión que obligará a revisar el propio
concepto de creatividad. Los centros u organizaciones educativas que aprenden,
que desarrollan cultura propia, que progresan, que impactan en su entorno, son
sin duda organizaciones creativas.
Estoy
refiriéndome a la creatividad como cultura institucional. El enfoque de interacción
sociocultural sustituiría a las teorías psicológicas clásicas. La
creatividad no está en el individuo, sino en la interacción entre sus
capacidades y el medio social y cultural en el que se desarrolla. De este modo,
la institución educativa es el lugar de formación del profesorado al tiempo que
organización potenciadora o inhibidora de la creatividad. La historia del
pasado pone en evidencia lo segundo. Confiemos en que la escuela del futuro
demuestre lo primero.
¿En qué
cambia el profesorado?
La reforma
asigna al profesorado nuevos roles y funciones, algunas de las cuales están
estrechamente ligadas a la creatividad. Pero es sobre todo su misión como
profesional de la enseñanza, innovador y creativo. El profesor de la
reforma educativa (de infantil a bachillerato) no es un mero transmisor de
información, ni un técnico que aplica el programa emanado de la administración,
ni un mero trabajador de la enseñanza (enseñante) que se dedica a instruir,
sino un profesional de la formación.
Afirmar
que el profesor es un profesional comporta cambios importantes. De forma
sucinta podemos caracterizar al profesional con rasgos como: a) autonomía
profesional; b) toma de decisiones adecuadas y pertinentes; c) resolución de
problemas específicos de su campo; d) disposición al autoaprendizaje y
formación continuada; e) posesión de un código deontológico.
La
concreción curricular por niveles y cursos, las adaptaciones curriculares a las
necesidades educativas, las actuaciones tutoriales, los grupos colaborativos,
la planificación de actividades y creación de situaciones de aprendizaje, la
toma de decisiones y resolución de conflictos, la evaluación continuada y
diferenciada, los proyectos de innovación, etcétera, son algunas de las nuevas
exigencias que requieren iniciativa, inventiva, apertura... en suma,
creatividad. A mayor apertura e indeterminación curricular, mayor libertad
recae en el profesorado en su desarrollo e implementación. La libertad es una
condición necesaria, aunque no suficiente, para la creatividad. Lo que haga
cada profesor con esa libertad dependerá de su formación y su creatividad. El
profesorado de la reforma debiera ser, a tenor de los roles que se le asignan,
un profesional de la enseñanza innovador y creativo.
En
educación hay pocos comportamientos predecibles. La incertidumbre y la
indeterminación son cualidades diferenciales del hecho educativo. Los cambios
suelen ser consecuencia de múltiples circunstancias e interacciones
difícilmente predecibles. Es un terreno, pues, propicio a la creatividad, en el
que el docente ha de recurrir con frecuencia a la propia iniciativa en la
planificación y toma de decisiones. Si en alguna profesión cabe exigir mayor
formación en creatividad es en la de formador, pues no hay caminos hechos,
sino que se van haciendo al andar por ellos. Y es porque, a pesar de las
investigaciones, el proceso educativo aún tiene mucho de artístico, de
impredecible, de creativo, incluso en la planificación, pues ésta nunca ha de
ser rígida y lineal, sino flexible y abierta a lo nuevo.
La
creatividad docente se manifiesta en la propuesta de objetivos didácticos, en
las actividades de aprendizaje, en la evaluación, pero sobre todo en la metodología
utilizada. La divergencia y pluralidad de ideas encuentran en el método un
reto a su profesión de igual modo que el paisaje provoca al artista, los
volúmenes al escultor, los espacios al arquitecto, o lo desconocido al
investigador. El profesor creativo recurre con frecuencia a estrategias
variadas y motivantes, participativas, implicativas, de autoaprendizaje.
Transmite la imagen de que es el propio alumno el que aprende por sí mismo y en
su relación con los compañeros.
Pero
donde entiendo que resulta más relevante el potencial creativo del profesorado
de cualquier reforma, no es tanto en la docencia, cuanto en la generación de
climas y entornos estimuladores de aprendizaje. La creatividad es un
potencial que aflora fácilmente cuando se dan las condiciones ambientales
adecuadas. Cuando un profesor(a) en el desarrollo de sus respectivas materias
facilita la ideación, la libre expresión, la inventiva y el redescubrimiento
del propio entorno, está facilitando actitudes y desarrollando habilidades
creativas. La creatividad, en tanto que valor y actitud, se absorbe a través
del ejemplo, del ambiente. La habilidad será consecuencia de la ejercitación y
esta se facilita con la valoración positiva y el reconocimiento.
El
Diseño Curricular Base insiste en la investigación educativa como medio para
reflexionar sobre la propia práctica y tomar decisiones curriculares.
"Esta reflexión y revisión del proceso de enseñanza y aprendizaje, se
afirma, pone de manifiesto la necesidad de que los profesores sean
investigadores en sus aulas... De forma más directa, la investigación permite
el desarrollo de modelos de actividad educativa, materiales didácticos y
enfoques curriculares que sirven de soporte para la renovación efectiva y
concreta de la enseñanza... Considerar al profesor responsable de la concreción
del diseño curricular supone atribuirle la responsabilidad de tomar una serie
de decisiones a partir de la reflexión sobre lo que su experiencia y su
formación le van indicando". Estas y otras muchas afirmaciones están
pidiendo, a mi entender, un profesional innovador y creativo.
¿En qué
cambia la consideración del alumnado?
La
reforma educativa también incorpora novedades en la consideración del alumno.
Si en la Ley de 1970 se insistía en una enseñanza personalizada, en ésta se
parte de concepciones constructivistas y se insiste en el aprendizaje significativo.
Se pasa, pues, de un modelo centrado en el profesor a otro centrado en el
alumno. "La educación escolar pretende la construcción por parte del
alumno de significados culturales".
¿Dónde
podemos ver la creatividad? En la diferente forma de considerar el proceso de
enseñanza-aprendizaje. Mientras que en el sistema tradicional el alumno es
receptor pasivo de la cultura, en el diseño curricular se insiste en el
aprendizaje significativo para asegurar la funcionalidad de lo aprendido; en el
aprendizaje activo por parte del alumno, estableciendo relaciones ricas entre
el nuevo contenido y los esquemas de conocimientos previos. Estamos ante un
aprendizaje que no es mecánico ni receptivo, sino que se va construyendo,
generando, recreando, con la ayuda del docente, de los compañeros y de nuevos
recursos.
Por
otra parte, la evaluación no tiene la finalidad exclusiva de la promoción
académica y la calificación, sino que se pretende que sea formativa y
orientadora; el concepto de evaluación se extiende a los diferentes elementos
del sistema educativo, tanto referidos al currículum como al centro, gestión,
administración y al sistema educativo en general.
Estos
son algunos cambios conceptuales promovidos por la reforma y que tras ellos
advertimos cierta creatividad encubierta. El temor que nos invade, sin embargo,
es que se quede en mera filosofía para satisfacción de algunos teóricos, en
mera declaración de principios para la galería, en utopía carente de los
recursos necesarios para convertirla en realidad. Que se defienda en simposios
internacionales, en congresos y seminarios, en publicaciones , pero que se siga
enseñando y aprendiendo como hasta ahora. Los cambios por decreto son útiles a
nivel estructural y organizativo, pero poco efectivos a nivel personal.
"Las reformas en educación —escribe I. Cantón (1995)— representan un
universo tan complejo y problemático que podemos movernos en el mero dominio de
las jergas, lemas y simbologías como pura fachada para perpetuar lo que existe,
camuflado bajo grandes declaraciones, mientras que proyectos y dinámicas
realmente transformadoras pasan desapercibidas". No le falta razón.
Para
que una propuesta renovadora alcance sus metas es preciso que sea viable,
asumida por quienes han de aplicarla, progresiva, acompañada de formación,
ejemplificada con nuevos materiales. Esto es, que llegue a formar parte de
la cultura profesional del docente. Ninguna idea, comportamiento o
actuación está plenamente asumida hasta que no forma parte de la cultura de las
personas e instituciones. De ahí que la cultura sea ese nuevo concepto
integrador de inquietudes, expectativas, creencias, pautas, etcétera,
compartidas por la comunidad educativa.
De las
ideas a las acciones
Cuando
amor y creatividad trabajan juntos
es
fácil esperar un impacto esencial,
una
huella indeleble, una obra maestra.
En
cualquier reforma educativa suele prevalecer el discurso legal, el ideológico,
el pedagógico y en el mejor de los casos el curricular, sobre el lenguaje
metodológico y de la praxis. La formación del profesorado ha consistido muchas
veces en instruirle de las características formales y psicopedagógicas de la
nueva ley, sin descender a la práctica del aula. Se instruye al profesorado en
el nuevo lenguaje y sus procedimientos y éste será capaz de utilizarlo, pero
ello no quiere decir que se produzcan cambios fundamentales en su estilo
docente. El control se realiza sobre informes, programas y conductas externas,
porque son los indicadores más fáciles de comprobar, pero ¿qué cambios de
concepción pedagógica, de creencias, de actitudes, de roles, de estilos, de
relaciones, se consolidan? Estos son los cambios verdaderamente importantes en
una reforma y en una innovación.
La
creatividad de los formadores facilita tales cambios. Cuando el formador
utiliza estrategias creativas, sintoniza más fácilmente con aquel que está
formando; sobre todo porque dichas estrategias implican al discente en su
propio aprendizaje. Ni el formador de formadores, ni el profesor respecto a sus
alumnos producirán cambios importantes si no pasan de la información a la
reflexión, aplicación e implicación. La mera información no genera cambios
importantes en las personas, pero sí la aplicación y la implicación afectiva.
El
estudio diagnóstico llevado a cabo por el Instituto Nacional de Calidad y
Evaluación (ince) sobre la implantación de la reforma (Ver en la bibliografía
los siete informes incie publicados en 1998) pone de manifiesto que si bien
existen reticencias y rechazo por parte del profesorado de secundaria hacia la reforma,
se aprecia una mayor conciencia con respecto a los nuevos valores traducidos en
objetivos de procedimiento y actitud. Se tienen en cuenta a los alumnos con
necesidades educativas especiales y utilizan materiales de elaboración propia.
Se incorporan nuevas alternativas docentes como son metodologías innovadoras y
participativas, trabajos de investigación, talleres y otras formas implicativas
y de autoaprendizaje (Diagnóstico General, 1998:62). Se incorpora la
observación como estrategia evaluativa, las dinámicas y los trabajos realizados
en equipo. La colaboración se pone de manifiesto en las reuniones periódicas
del profesorado. Los tres organismos más valorados por el profesorado son: la
dirección del centro, los departamentos didácticos y los departamentos de
orientación. Percibimos en esta opinión un cambio de carácter
profesionalizador.
El
profesorado de primaria parece estar mayoritariamente de acuerdo en la
superioridad del "aprender a aprender" sobre el aprendizaje
memorístico, en el tratamiento global de los contenidos más que por áreas, en
tener en cuenta el pensamiento divergente y creativo más que circunscribirse a
los conceptos y su memorización, en adaptar los contenidos a las
características de los alumnos, en el material elaborado por el profesorado más
que el de las editoriales (incie, p. 140). Se aprecia una buena disposición
para usar metodologías innovadoras y creativas, como es el trabajo globalizado
y por grupos, talleres y otros procedimientos activos.
El Informe
Global (incie, 1998) sobre la enseñanza secundaria obligatoria pone de
manifiesto una alta consonancia entre la valoración y utilización (superior a 3
sobre 5) de documentos e instrumentos de programación tales como materiales,
guías, libros de texto, notas, programación de aula, etcétera. Sin embargo, los
materiales más utilizados son los de elaboración propia seguidos de los libros
de texto, de la prensa escrita, video y computadoras. Coexisten en la ESO la
metodología innovadora y participativa con la convencional y la exposición
magistral (p. 74) "con importancia relativamente similar". Sin
embargo, lo que se plantea como problema es atender a la diversidad del
alumnado sin contar con medios y procesos adecuados, problema agravado con el
aumento de la indisciplina y con los alumnos denominados "objetores
escolares", por rechazar la escolarización. Es por ello que si bien es
mayor la aceptación que el rechazo no encuentran la forma operativa de llevarlo
a la práctica. Opinan que las tutorías no garantizan la diversificación. Los
procesos de cambio de una reforma requieren ilusión y tiempo.
Veamos
en el siguiente ejemplo la importancia de la implicación del profesorado en la
solución creativa de problemas. El individualismo y el aislamiento del profesor
en su aula han sido rasgos habituales en la enseñanza tradicional. La reforma
actual trata de impulsar el grupo colaborativo entre los profesores frente al
"celulismo" anterior. Un reto nada fácil de conseguir. De cualquier
modo, los cambios de roles y actitudes se consiguen mejor con la realización de
proyectos de innovación que con cursos y seminarios. El tomar conciencia
colectiva de un problema es un buen inicio.
En el
colegio X el ‘absentismo’ no es del profesorado sino del alumnado. Está situado
en una barriada periférica de una gran ciudad y en él acuden niños de diferente
procedencia cultural. El profesorado asume el hecho diferencial, pero no
consigue reducir el ‘absentismo’ escolar, tanto más grave cuanto que afectaba a
escolares de primeros cursos de EGB.
En una
de las reuniones de profesores de ciclo inicial alguien planteó si podrían
hacer algo para evitar tanta falta de asistencia, ya que durante unos días de
gripe una profesora quedó prácticamente sola en clase. Este hecho, ocasional, resonó
como un timbre de alarma. Estaban conviviendo con el problema, pero no lo
percibían como tal. Tras tomar conciencia del mismo e identificar sus causas
realizaron una revisión del currículum que estaban desarrollando. Lo importante
ahora no era desarrollar el programa, sino atraer a los alumnos. Dicho de otro
modo, crear tales estímulos que pudiera más la atracción del colegio que las
sugerencias familiares.
Los
profesores y profesoras de ciclo inicial elaboraron un proyecto innovador
consistente en organizar los contenidos del currículum en forma de talleres
distribuidos por la clase. De este modo, el aula dejaba de ser el lugar
aburrido y de trabajo tedioso, para convertirse en un espacio de distracción y
de superación de los propios límites. Cada uno podía ver cómo progresaba en las
diferentes actividades. El alumno iba pasando de un taller a otro según su
propio ritmo. Tanto interés despertó que alguno de los que antes faltaba
llegaba a decir:
—"Seño,
déjeme un poco más, que lo prefiero al recreo".
Una
expresión que por sí sola evidencia los cambios conseguidos. El profesorado
había captado el espíritu innovador y creativo de la reforma.
Tal vez
convenga remarcar que lo más intrínseco de la creatividad no está en las leyes
ni en las reformas, sino en la actitud de las personas. Resulta
alentador que la normativa legal y la administración favorezcan el estudio y
desarrollo de la creatividad, pero lo más importante es tomar conciencia de su
valor humano y social. La creatividad no es una cualidad más sino el atributo
que más contribuye al desarrollo y enriquecimiento de los pueblos. Sin
creatividad no hay progreso.
Estamos
en la era de las reformas educativas, ha escrito R. Marín (1996). "El
término creatividad —afirma dicho autor— también ha sido empleado, pero
generalmente más que a reformas o innovaciones en el sistema educativo, se ha
referido a alguno de los objetivos que querían conseguirse con él, o a nuevas
metodologías. En las leyes de educación de esta segunda mitad del siglo XX es
raro que no se haga mención a la creatividad" (p. 11).
En
resumen, la reforma educativa española promueve la creatividad, no tanto con
referencias terminológicas cuanto con propuestas abiertas al cambio, a las
innovaciones, al desarrollo personal e institucional, a la profesionalidad
docente, a la formación continuada, al aprendizaje significativo, a la calidad
de la enseñanza, al currículum flexible, al aprendizaje significativo, a las
metodologías activas, al desarrollo de estrategias cognitivas. La reforma es un
nido de innovaciones y cambios de diferente complejidad y alcance.
Pero lo
más relevante es que hemos aprendido a ver la creatividad como una cualidad que
trasciende al individuo. La creatividad no es sólo la aptitud personal a la que
nos ha acostumbrado la psicología de mediados de siglo, sino que es ante todo
una actitud, un estilo de vida, un clima, una cultura, un valor, una forma de
afrontar y resolver problemas; en suma, un bien social que es preciso fomentar
para asegurar el crecimiento de los pueblos. Por eso, educación y creatividad
han de estar inseparablemente unidas si queremos construir el futuro.
La
práctica concreta, sin embargo muchas veces está lejos del ideal al que
aspiramos. Pero es precisamente esta tensión diferencial entre la realidad
y la utopía la que promueve el cambio y nos hace avanzar hacia adelante. A
veces he dicho que lo mejor de la reforma educativa española es aquello que no
se llega a aplicar por su carácter ideal y utópico, pues es lo que promueve el
diálogo, la discusión, la reflexión, la formación, el sentipensar.
Porque hemos de caminar hacia formas nuevas en las que el pensar y el sentir se
fusionen en la acción. Pensamiento y sentimiento están unidos en la
creatividad. Por lo tanto, educar en la creatividad es hacer patente todas las
posibilidades ocultas de la persona y entre ellas su sensibilidad, afectividad,
capacidad de emocionarse y de comprometerse. Por eso, me atrevo a afirmar con
toda rotundidad,
cuando
amor y creatividad trabajan juntos,
es
fácil esperar un impacto esencia,
una
huella indeleble,
una
obra maestra.
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No hay
reforma sin cambio
ni
cambio duradero sin ideas creativas.
El
cambio: un reto creativo de la reforma
Muchos
de los lectores tal vez tengan experiencia de lo que representa realizar reformas
en el piso o apartamento. No se trata de un simple cambio de mobiliario
(renovación), ni del reordenamiento de la habitación para adecuarla a una nueva
situación (innovación), ni mucho menos del nuevo decorado de nuestro escritorio
(experiencia innovadora), sino de algo mucho más complejo, que requiere de
especialistas de albañilería, fontanería, electricidad, carpintería, etcétera.
La reforma de una vivienda lleva consigo una remodelación de espacios, lo cual
comporta cambios estructurales, funcionales, organizativos y la incorporación
de nuevos elementos. En toda reforma existen cambios, estructuras nuevas e
intención de mejorar los servicios de que disponíamos. Jamás he visto iniciar
reforma que suponga un retroceso, que signifique una disminución de la calidad
de vida que nos proporcionaba el hogar anterior. En la reforma de una vivienda
existen, pues, unos valores que son los que rigen nuestras intenciones al
acometer tales obras. Dichos valores e intereses no son los mismos para todos,
y ahí tenemos un motivo de discrepancias y debate que toda reforma lleva
consigo.
He
querido comenzar mi comentario con un ejemplo "casero" y vivencial de
lo que es una reforma. Esta observación nos ilustra sobre el carácter
estructural, multidimensional, complejo y largo que comporta una reforma
educativa. Una reforma educativa, al margen del ámbito en el que se lleve a
cabo, ya sea de carácter legal, sanitario, sociolaboral, etcétera, conlleva una
triple intención: actualización, mejora y calidad. Una reforma intenta adecuar
sus finalidades y estructuras a las nuevas demandas sociales y en tal sentido
representa una actualización. Y como dice W. W. Dyer (1998:110) "Estar al
día significa dar la bienvenida a lo desconocido". Representa una mejora
por cuanto se busca un cambio a mejor en finalidades, funcionamiento, recursos,
etcétera. Esta mejora se plasma en la calidad de los servicios. Pero para que
esto tenga lugar, es preciso que existan personas con inquietudes, iniciativas,
ideas creativas e innovadoras.
Una reforma
educativa siempre afecta a elementos estructurales, sociopolíticos y
económicos, axiológicos, administrativos, organizativos, curriculares,
personales, etcétera, y requiere un largo periodo de tiempo de cambio y
adaptación. No entenderlo así, es no entender la complejidad de una reforma
educativa.
Toda
reforma es, en cierto modo, un reto de futuro; una revisión de cuanto se está
haciendo a la luz de nuevas ideas, nuevos valores, nuevas perspectivas. Una
reforma siempre es un cambio fundamental con el riesgo que comporta salirse de
lo conocido para incorporar lo nuevo. Comporta ajustes de estructuras y de
personas para asumir nuevas funciones. Cualquier reforma, ya sea laboral,
jurídica, sanitaria o educativa, entraña un triple riesgo: desviarse de los
valores con arraigo social, caer en la utopía por adelantarse excesivamente al
propio tiempo, limitarse a cambios aparentes o de lenguaje sin que se produzcan
cambios personales ni institucionales. Este último es el riesgo más frecuente,
al menos en educación. De ahí que, cuanto mayor sea el riesgo, mayor será el
reto para extraer de la reforma actual lo mejor que tiene: considerar al profesor
como un profesional de la enseñanza innovador y creativo.
Digamos
que toda reforma educativa —y hoy son muchos los países de Latinoamérica que
están comprometidos en reformas educativas para adecuar su sistema de enseñanza
a las nuevas corrientes psicopedagógicas y demandas sociales— lleva consigo
cuatro grandes cambios conceptuales: creatividad, competencia, calidad y
colaboración. Son las cuatro "c" que caracterizan al cambio que
una reforma educativa ha de incorporar. La creatividad es pues, una cualidad
humana a destacar en toda reforma educativa actual, por cuanto es el potencial
más valorado en las sociedades de progreso, a decir de Alvin Toffler. Debido a
la limitación de espacio, me referiré en este trabajo únicamente a la
creatividad, dejando el análisis de los otros conceptos para otra ocasión. Una
referencia a los mismos puede verse en De laTorre (1998).
Creatividad
y reforma educativa
En toda
reforma, también en la reforma educativa española, encontramos personas con
iniciativa, nuevos valores y cambios estructurales, personales y de cultura.
Todo cambio relevante para la sociedad es fruto del encuentro de personas
innovadoras, la creencia en los nuevos valores y cambios en el comportamiento
humano. Son estos cambios los que terminan dando sentido a las reformas, de tal
manera que su éxito o fracaso se juzgará por los cambios positivos que ha
conseguido generar. Aunque puede valorarse en términos de principios, ideales y
concepciones ideológicas, la perspectiva histórica terminará fijándose en los
cambios reales que ha conseguido. Ahora bien, toda reforma, por el hecho de
plantearse, conlleva cambios importantes en el profesorado y en los
aprendizajes del alumnado.
Los
reformadores son como pioneros y descubridores, requieren una
gran dosis de iniciativa, de constancia, de curiosidad por lo desconocido, de
desafío al riesgo. Viven la vida como un reto. Puede más en ellos el
impulso por hallar algo nuevo que el miedo a perecer en el intento. Pensemos en
aquellas personas que se pierden en la inmensidad de los océanos para descubrir
nuevas tierras, o se internan en los nuevos continentes para descubrir nuevas
culturas, o se lanzan a los fríos hielos, a las altas cumbres, a las
profundidades del océano. Todos ellos tienen en común lo que llamamos
creatividad. Ese potencial humano que se manifiesta a través de ideas, acciones
o realizaciones nuevas.
La
creatividad de una reforma, entendida como proceso conlleva
importantes cambios progresivos en concepciones y valores nuevos.
Valores, por otra parte, que no son exclusivos de una comunidad o país, sino
del macrocontexto ideológico, social y político del momento actual. De no ser
así dejaría de ser reforma para quedarse en mera renovación. La reforma
educativa no es una excepción. Estos nuevos valores se expresan mediante
principios, finalidades y declaración de intenciones. La mayor parte del
profesorado participa de valores como: desarrollar todas las potencialidades
del individuo, adecuar los contenidos a la madurez del sujeto, partir de sus
intereses, atender a los aspectos de actitud y de habilidad, tomar en
consideración los aspectos diferenciales y los ritmos de aprendizaje, etcétera.
En lo que no está de acuerdo es en la forma en la que se aplica, en las nuevas
exigencias sin contrapartidas y, sobre todo, en el modo como afecta y cambia
las rutinas adquiridas. En tanto existe un proceso de transformación constructiva,
podemos hablar de creatividad en la aplicación de la reforma educativa.
La
creatividad entendida como entorno tiene importantes connotaciones en
una reforma por cuanto los cambios y transformaciones de que hablamos se operan
fundamentalmente en entornos constructivos, de múltiples recursos y estímulos
de superación, de condiciones facilitadoras, de facilidades en la realización
de experiencias innovadoras, de reconocimiento por parte de los agentes de
cambio, etcétera. La resistencia a la reforma educativa española por parte del
profesorado de secundaria viene determinado, en parte, por no haber generado un
clima idóneo de diálogo. El clima es determinante para generar actitudes
implicativas y de compromiso con los valores.
La
creatividad de una reforma, entendida como resultado, se manifiesta por
los cambios generados en el sistema educativo, en las personas y sus nuevos
roles, en las relaciones, en la cultura institucional, en la autonomía y
autoaprendizaje que genera en el alumnado, etcétera. Una reforma introduce
cambios estructurales, organizativos, legales, pero sobre todo en los roles y
modos de actuación docente. Una reforma que promueve el desarrollo de todas las
potencialidades humanas, que promueve la autonomía, el autoaprendizaje, la iniciativa
e inventiva de los alumnos, es una reforma progresista y creativa.
La
profesión docente requiere un entrenamiento que dura varios años de formación.
Durante este tiempo se van adquiriendo rutinas y estrategias que les permiten
dominar múltiples situaciones que van más allá del dominio de conocimientos. Se
va afianzando un método, una forma de relación, una manera de entender y sentir
la enseñanza, en suma, se va conformando el estilo docente creativo o
reproductor.
Por
todo ello afirmamos que la Ley Orgánica de Ordenación General del Sistema
Educativo en España (LOGSE) de 1990, exige un nivel de adaptación importante y
representa un reto para la mayor parte del profesorado. El docente ya no es el
transmisor de conocimientos como hasta ahora, sino el facilitador de
aprendizajes. Estas adaptaciones serán más fáciles para quienes posean
actitudes creativas. De ahí que la creatividad sea una cualidad tanto más
necesaria cuanto mayores sean los cambios que propone la reforma. La reforma
plantea, pues, un reto creativo para trasladar las ideas y teorías a la
vida cotidiana del centro y del aula. Una vez más podemos afirmar que la
verdadera creatividad no está en el texto sino en el contexto, en el ambiente y
en la acción de todos los miembros comprometidos en la educación.
La
creatividad en la reforma ¿Qué cambios se proponen?
Dadme
un problema y os daré un motivo para innovar;
dadme
una persona creativa y os daré un proyecto innovador,
dadme
un grupo innovador y os cambiaré la cultura.
Mirada
retrospectiva
Una
lectura superficial de la LOGSE haría pensar a muchos lectores que hemos
retrocedido en la consideración de la creatividad con respecto a la Ley de
Educación de 1970. El término creatividad y creativo aparecían en el articulado
de la Ley de 1970, al referirse a los objetivos y a la metodología. Se
explicitaba de forma reiterada. El legislador tenía clara conciencia de que la
creatividad debería formar parte de las intenciones educativas y de las formas
de enseñar tanto en la educación infantil como en la Enseñanza General Básica
(EGB). Sirvan los siguientes de ejemplos:
"Los
métodos serán predominantemente activos para lograr el desarrollo de la
espontaneidad, la creatividad y la responsabilidad" (Artículo 14.2).
Y al
referirse a la Enseñanza General Básica:
"...la
formación se orientará... al ejercicio de las capacidad de imaginación,
observación y reflexión" (Artículo 16).
"Los
métodos didácticos en la Educación General Básica habrán de fomentar la originalidad
y creatividad de los escolares" (Artículo 18.1).
¿Qué
cambios reales produjo en el profesorado dicha normativa? ¿En qué cambiaron los
docentes? Una mirada retrospectiva evidencia que ni ésta ni otras novedosas
aportaciones de la ley llegaron a interiorizarse. Es decir, cambiando las
palabras o lenguaje no se cambia la realidad. Decir que he visto la foto no es
lo mismo que ver y hablar con la persona. Es preciso algo más. Hay que cambiar
primero la conciencia de que tales propuestas son necesarias y luego realizar
una formación sistemática para su aplicación. Si falla la fase de
concientización, surgirán las resistencias y el rechazo de las propuestas; si
se descuida la fase de formación, nos quedaremos con cambios aparentes y
superficiales.
Veamos
una situación bien diferente. Ni en la Ley General de 1970 ni en la actual de
1990 se impone la necesidad de incorporar la informática educativa como
contenido formativo. Sin embargo la mayor parte de escuelas cuentan hoy con
computadoras, con profesorado preparado y en muchas de ellas con proyecto
educativo. ¿Por qué se ha dado este cambio sin normativa legal que lo imponga?
Existe una conciencia generalizada de que la informática forma ya parte de la
alfabetización de nuestros días. Algo así como desenvolverse en el lenguaje de
la comunicación computacional. Cada vez son más los escolares que conocen el
funcionamiento de una computadora, al menos en su uso lúdico.
Veamos
otro caso. El profesorado mantiene una relación con el alumnado más próxima y amigable
que antes. Tan sólo hace una década, el profesorado mantenía una fría distancia
con el alumnado y se limitaba a impartir su asignatura. Hoy podemos ver una
mayor relación y confianza tanto dentro como fuera del aula. No existe el temor
de otro tiempo a la hora de preguntar o hablar con el profesorado. ¿Qué le ha
hecho cambiar? La conciencia de nuevos valores educativos, entre los que se
encuentra el respeto al alumno como persona.
Hago
esta reflexión para concluir que más importante que el término es el espíritu
que lo inspira y desarrolla. Es ese espíritu y cultura que escapan a un
análisis positivista lo que produce cambios en ideas, creencias, actitudes y
comportamientos. Por otra parte, si bien es verdad que el término creatividad
no aflora en la Ley de 1990 de forma redundante, la reforma incorpora el
espíritu de iniciativa y creatividad respecto al currículum, a los
centros, al profesorado y al alumnado. También está presente en el nuevo
lenguaje, reflejo de una nueva concepción educativa.
Mirada
prospectiva
He aquí
algunos de los conceptos que, a mi entender, reflejan actitudes, habilidades y
actuaciones que tienen que ver con el espíritu creativo: iniciativa, autonomía,
innovación, calidad, autoaprendizaje, aprendizaje constructivo, aprendizaje por
descubrimiento, clima organizacional, colaboración, equipo de profesorado,
cultura de centro, profesionalidad, adaptaciones curriculares, atención a la
diversidad, estrategias cognitivas, estrategias colaborativas, diversidad del
currículum, currículum abierto y flexible, etcétera. La puesta en práctica de
estos conceptos requiere la capacitación profesional del profesorado, una
conciencia de apertura al cambio y un espíritu de iniciativa y de constante
adaptación. Enseñar ya no es transmitir contenidos culturales, sino conseguir
que el alumno cambie en actitudes, habilidades, hábitos y conocimientos. El
aprendizaje no se plantea en términos de adquisición de saberes sino de cambios
en conocimientos, habilidades, actitudes, hábitos. Se ha ampliado, pues, el
propio concepto de aprendizaje.
¿En qué
cambia el currículum?
Uno de
los aspectos relevantes de la Reforma en España es la visión curricular de los
contenidos formativos. Frente al concepto de programa en el que predomina el
contenido cultural, el currículum hace hincapié en las intenciones o metas
educativas al tiempo que proporciona orientaciones para su consecución y
evaluación. El currículum no es una mera planificación de objetivos, contenidos
y actividades. Es, sobre todo, un modo de concebir e integrar los diferentes
componentes que intervienen en educación, desde el marco sociocultural e
ideológico al organizacional y didáctico. Como afirma E. Roca (1997), los
estudios del currículum han adoptado enfoques tan diversos como: facilitador de
una estructura de los contenidos, plan de instrucción, estrategia eficaz de
consecución de metas, experiencia escolar, análisis de la práctica, mediador de
poderes, agente de reflexión crítica, etcétera. La práctica pedagógica de la
reforma de 1965 se focaliza sobre las unidades didácticas, la de 1970 sobre la
enseñanza personalizada, la de 1990 sobre el proyecto didáctico como síntesis
teórico-práctica de la actuación docente.
Para no
extenderme en un tema que por sí solo desbordaría nuestro espacio, señalo, de
modo indicativo, aquellos nuevos valores incorporados en el currículum de la
reforma española, y que quedan reflejados en el articulado de la LOGSE:
-
Desarrollar las capacidades creativas y el espíritu crítico (Artículo 2,
19).
- Niveles
de concreción y flexibilidad del currículum para ser adaptado a contextos y
sujetos diferentes.
-
Autonomía al Centro para llevar a cabo un segundo nivel de concreción
curricular (Proyecto Curricular de Centro) y adaptarlos así a las necesidades de
su entorno.
-
Autonomía y profesionalidad docente para llevar a cabo un tercer nivel de
concreción y adaptación al grupo de alumnos, incluidas las adaptaciones
curriculares a pequeños grupos y sujetos con necesidades educativas especiales.
-
Introducir el aprender a aprender como expresión de las teorías cognitivas
(Artículos 2, 19, 20, 27, 34).
-
Estimular la autonomía, la investigación y la innovación curriculares (Artículo
2, 55, 59).
-
Incentivar el trabajo en equipo y colaborativo (Artículos 20, 27, 34, 57).
-
Fomentar hábitos democráticos, la igualdad de derechos y la no discriminación.
(Artículos 1, 2, 19, 57).
-
Incidencia en la evaluación continua y formativa así como en la evaluación del
currículum y del sistema (Artículos 2, 22, 55).
A estos
conceptos cabe añadir otros, como comprensividad, diversificación gradual,
atención psicopedagógica, agrupamientos flexibles, evaluación integradora,
tensión diferencial en el aprendizaje, etcétera. Las teorías psicológicas que
están sustentando el currículum son la teoría genética de Piaget, la
construcción social del aprendizaje de Vygotski, la teoría de la instrucción de
Bruner, el aprendizaje significativo de Ausubel, los esquemas de conocimiento
de Norman y la teoría comunicativa, la teoría de la elaboración de Reigeluth y
Merrill.
¿En qué
cambian los centros?
El
centro educativo, considerado durante muchos años como entidad burocrática,
pasa a ser considerado como organización con cultura propia. El centro no es la
dirección, sino el grupo humano con sus valores, intereses, creencias y
peculiaridades dentro de una comunidad educativa y un entorno sociocultural. Es
un grupo humano que va cambiando y que se ha de esforzar por conseguir una
cultura propia. Ha de crecer y desarrollarse generando proyectos y actividades
que le diferencian de otros centros. Esto me da pie para hablar de creatividad
institucional.
Alguien
observará, con razón, que en algunos centros predomina la rutina, la
burocracia, el conflicto con la dirección, entre el profesorado o entre éste y
los alumnos. En tales casos, estaríamos en el nivel más bajo de desarrollo
cultural y por consiguiente de creatividad. Ello no impide la existencia de
centros con un alto grado de colaboración entre sus miembros, en los que la
convivencia predomina sobre la disciplina, la profesionalidad sobre el
voluntarismo, la cooperación sobre el individualismo, el debate sobre la
imposición. El centro es una organización viva, cambiante en su organización,
relaciones y funciones. El centro tiene la competencia para realizar el segundo
nivel de concreción, a partir del currículum prescrito por la Administración.
"El
centro pasa a ser la unidad privilegiada de formación del profesorado", se
afirma en el Diseño Curricular Base (DCB). Esta nueva función da un nuevo
sentido a cuanto en él tiene lugar. No sólo contribuye a la educación de los
alumnos sino que posibilita la formación continuada del profesorado. ¿Cómo? A
través de la investigación, la reflexión sobre la propia práctica y la
realización de proyectos de innovación, según muestra S. de la Torre (1994). La
relación entre compañeros es una fuente inagotable de formación, una vez que
estos van tomando conciencia de que son profesionales de la enseñanza. La
creatividad institucional es uno de esos conceptos que rompe con el enfoque
psicológico que ha dominado el estudio de la creatividad durante casi un siglo.
Estoy apuntando, pues, a una nueva visión que obligará a revisar el propio
concepto de creatividad. Los centros u organizaciones educativas que aprenden,
que desarrollan cultura propia, que progresan, que impactan en su entorno, son
sin duda organizaciones creativas.
Estoy
refiriéndome a la creatividad como cultura institucional. El enfoque de interacción
sociocultural sustituiría a las teorías psicológicas clásicas. La
creatividad no está en el individuo, sino en la interacción entre sus
capacidades y el medio social y cultural en el que se desarrolla. De este modo,
la institución educativa es el lugar de formación del profesorado al tiempo que
organización potenciadora o inhibidora de la creatividad. La historia del
pasado pone en evidencia lo segundo. Confiemos en que la escuela del futuro
demuestre lo primero.
¿En qué
cambia el profesorado?
La
reforma asigna al profesorado nuevos roles y funciones, algunas de las cuales
están estrechamente ligadas a la creatividad. Pero es sobre todo su misión
como profesional de la enseñanza, innovador y creativo. El profesor de la
reforma educativa (de infantil a bachillerato) no es un mero transmisor de
información, ni un técnico que aplica el programa emanado de la administración,
ni un mero trabajador de la enseñanza (enseñante) que se dedica a instruir,
sino un profesional de la formación.
Afirmar
que el profesor es un profesional comporta cambios importantes. De forma
sucinta podemos caracterizar al profesional con rasgos como: a) autonomía
profesional; b) toma de decisiones adecuadas y pertinentes; c) resolución de
problemas específicos de su campo; d) disposición al autoaprendizaje y
formación continuada; e) posesión de un código deontológico.
La
concreción curricular por niveles y cursos, las adaptaciones curriculares a las
necesidades educativas, las actuaciones tutoriales, los grupos colaborativos,
la planificación de actividades y creación de situaciones de aprendizaje, la
toma de decisiones y resolución de conflictos, la evaluación continuada y
diferenciada, los proyectos de innovación, etcétera, son algunas de las nuevas
exigencias que requieren iniciativa, inventiva, apertura... en suma, creatividad.
A mayor apertura e indeterminación curricular, mayor libertad recae en el
profesorado en su desarrollo e implementación. La libertad es una condición
necesaria, aunque no suficiente, para la creatividad. Lo que haga cada profesor
con esa libertad dependerá de su formación y su creatividad. El profesorado de
la reforma debiera ser, a tenor de los roles que se le asignan, un profesional
de la enseñanza innovador y creativo.
En
educación hay pocos comportamientos predecibles. La incertidumbre y la indeterminación
son cualidades diferenciales del hecho educativo. Los cambios suelen ser
consecuencia de múltiples circunstancias e interacciones difícilmente
predecibles. Es un terreno, pues, propicio a la creatividad, en el que el
docente ha de recurrir con frecuencia a la propia iniciativa en la
planificación y toma de decisiones. Si en alguna profesión cabe exigir mayor
formación en creatividad es en la de formador, pues no hay caminos hechos,
sino que se van haciendo al andar por ellos. Y es porque, a pesar de las
investigaciones, el proceso educativo aún tiene mucho de artístico, de
impredecible, de creativo, incluso en la planificación, pues ésta nunca ha de
ser rígida y lineal, sino flexible y abierta a lo nuevo.
La creatividad
docente se manifiesta en la propuesta de objetivos didácticos, en las
actividades de aprendizaje, en la evaluación, pero sobre todo en la metodología
utilizada. La divergencia y pluralidad de ideas encuentran en el método un
reto a su profesión de igual modo que el paisaje provoca al artista, los
volúmenes al escultor, los espacios al arquitecto, o lo desconocido al
investigador. El profesor creativo recurre con frecuencia a estrategias
variadas y motivantes, participativas, implicativas, de autoaprendizaje.
Transmite la imagen de que es el propio alumno el que aprende por sí mismo y en
su relación con los compañeros.
Pero
donde entiendo que resulta más relevante el potencial creativo del profesorado
de cualquier reforma, no es tanto en la docencia, cuanto en la generación de
climas y entornos estimuladores de aprendizaje. La creatividad es un
potencial que aflora fácilmente cuando se dan las condiciones ambientales
adecuadas. Cuando un profesor(a) en el desarrollo de sus respectivas materias
facilita la ideación, la libre expresión, la inventiva y el redescubrimiento
del propio entorno, está facilitando actitudes y desarrollando habilidades
creativas. La creatividad, en tanto que valor y actitud, se absorbe a través
del ejemplo, del ambiente. La habilidad será consecuencia de la ejercitación y
esta se facilita con la valoración positiva y el reconocimiento.
El
Diseño Curricular Base insiste en la investigación educativa como medio para
reflexionar sobre la propia práctica y tomar decisiones curriculares.
"Esta reflexión y revisión del proceso de enseñanza y aprendizaje, se
afirma, pone de manifiesto la necesidad de que los profesores sean
investigadores en sus aulas... De forma más directa, la investigación permite
el desarrollo de modelos de actividad educativa, materiales didácticos y
enfoques curriculares que sirven de soporte para la renovación efectiva y
concreta de la enseñanza... Considerar al profesor responsable de la concreción
del diseño curricular supone atribuirle la responsabilidad de tomar una serie
de decisiones a partir de la reflexión sobre lo que su experiencia y su
formación le van indicando". Estas y otras muchas afirmaciones están
pidiendo, a mi entender, un profesional innovador y creativo.
¿En qué
cambia la consideración del alumnado?
La
reforma educativa también incorpora novedades en la consideración del alumno.
Si en la Ley de 1970 se insistía en una enseñanza personalizada, en ésta se
parte de concepciones constructivistas y se insiste en el aprendizaje
significativo. Se pasa, pues, de un modelo centrado en el profesor a otro
centrado en el alumno. "La educación escolar pretende la construcción por
parte del alumno de significados culturales".
¿Dónde
podemos ver la creatividad? En la diferente forma de considerar el proceso de
enseñanza-aprendizaje. Mientras que en el sistema tradicional el alumno es
receptor pasivo de la cultura, en el diseño curricular se insiste en el
aprendizaje significativo para asegurar la funcionalidad de lo aprendido; en el
aprendizaje activo por parte del alumno, estableciendo relaciones ricas entre
el nuevo contenido y los esquemas de conocimientos previos. Estamos ante un
aprendizaje que no es mecánico ni receptivo, sino que se va construyendo,
generando, recreando, con la ayuda del docente, de los compañeros y de nuevos
recursos.
Por
otra parte, la evaluación no tiene la finalidad exclusiva de la promoción
académica y la calificación, sino que se pretende que sea formativa y
orientadora; el concepto de evaluación se extiende a los diferentes elementos
del sistema educativo, tanto referidos al currículum como al centro, gestión,
administración y al sistema educativo en general.
Estos
son algunos cambios conceptuales promovidos por la reforma y que tras ellos
advertimos cierta creatividad encubierta. El temor que nos invade, sin embargo,
es que se quede en mera filosofía para satisfacción de algunos teóricos, en
mera declaración de principios para la galería, en utopía carente de los
recursos necesarios para convertirla en realidad. Que se defienda en simposios
internacionales, en congresos y seminarios, en publicaciones , pero que se siga
enseñando y aprendiendo como hasta ahora. Los cambios por decreto son útiles a
nivel estructural y organizativo, pero poco efectivos a nivel personal. "Las
reformas en educación —escribe I. Cantón (1995)— representan un universo tan
complejo y problemático que podemos movernos en el mero dominio de las jergas,
lemas y simbologías como pura fachada para perpetuar lo que existe, camuflado
bajo grandes declaraciones, mientras que proyectos y dinámicas realmente
transformadoras pasan desapercibidas". No le falta razón.
Para
que una propuesta renovadora alcance sus metas es preciso que sea viable,
asumida por quienes han de aplicarla, progresiva, acompañada de formación,
ejemplificada con nuevos materiales. Esto es, que llegue a formar parte de
la cultura profesional del docente. Ninguna idea, comportamiento o
actuación está plenamente asumida hasta que no forma parte de la cultura de las
personas e instituciones. De ahí que la cultura sea ese nuevo concepto
integrador de inquietudes, expectativas, creencias, pautas, etcétera,
compartidas por la comunidad educativa.
De las
ideas a las acciones
Cuando
amor y creatividad trabajan juntos
es
fácil esperar un impacto esencial,
una
huella indeleble, una obra maestra.
En
cualquier reforma educativa suele prevalecer el discurso legal, el ideológico,
el pedagógico y en el mejor de los casos el curricular, sobre el lenguaje
metodológico y de la praxis. La formación del profesorado ha consistido muchas
veces en instruirle de las características formales y psicopedagógicas de la
nueva ley, sin descender a la práctica del aula. Se instruye al profesorado en
el nuevo lenguaje y sus procedimientos y éste será capaz de utilizarlo, pero
ello no quiere decir que se produzcan cambios fundamentales en su estilo
docente. El control se realiza sobre informes, programas y conductas externas,
porque son los indicadores más fáciles de comprobar, pero ¿qué cambios de
concepción pedagógica, de creencias, de actitudes, de roles, de estilos, de
relaciones, se consolidan? Estos son los cambios verdaderamente importantes en
una reforma y en una innovación.
La
creatividad de los formadores facilita tales cambios. Cuando el formador
utiliza estrategias creativas, sintoniza más fácilmente con aquel que está
formando; sobre todo porque dichas estrategias implican al discente en su
propio aprendizaje. Ni el formador de formadores, ni el profesor respecto a sus
alumnos producirán cambios importantes si no pasan de la información a la
reflexión, aplicación e implicación. La mera información no genera cambios
importantes en las personas, pero sí la aplicación y la implicación afectiva.
El
estudio diagnóstico llevado a cabo por el Instituto Nacional de Calidad y
Evaluación (ince) sobre la implantación de la reforma (Ver en la bibliografía
los siete informes incie publicados en 1998) pone de manifiesto que si bien
existen reticencias y rechazo por parte del profesorado de secundaria hacia la
reforma, se aprecia una mayor conciencia con respecto a los nuevos valores
traducidos en objetivos de procedimiento y actitud. Se tienen en cuenta a los
alumnos con necesidades educativas especiales y utilizan materiales de
elaboración propia. Se incorporan nuevas alternativas docentes como son
metodologías innovadoras y participativas, trabajos de investigación, talleres
y otras formas implicativas y de autoaprendizaje (Diagnóstico General,
1998:62). Se incorpora la observación como estrategia evaluativa, las dinámicas
y los trabajos realizados en equipo. La colaboración se pone de manifiesto en
las reuniones periódicas del profesorado. Los tres organismos más valorados por
el profesorado son: la dirección del centro, los departamentos didácticos y los
departamentos de orientación. Percibimos en esta opinión un cambio de carácter
profesionalizador.
El
profesorado de primaria parece estar mayoritariamente de acuerdo en la
superioridad del "aprender a aprender" sobre el aprendizaje
memorístico, en el tratamiento global de los contenidos más que por áreas, en
tener en cuenta el pensamiento divergente y creativo más que circunscribirse a
los conceptos y su memorización, en adaptar los contenidos a las
características de los alumnos, en el material elaborado por el profesorado más
que el de las editoriales (incie, p. 140). Se aprecia una buena disposición
para usar metodologías innovadoras y creativas, como es el trabajo globalizado
y por grupos, talleres y otros procedimientos activos.
El
Informe Global (incie, 1998) sobre la enseñanza secundaria obligatoria pone de
manifiesto una alta consonancia entre la valoración y utilización (superior a 3
sobre 5) de documentos e instrumentos de programación tales como materiales,
guías, libros de texto, notas, programación de aula, etcétera. Sin embargo, los
materiales más utilizados son los de elaboración propia seguidos de los libros
de texto, de la prensa escrita, video y computadoras. Coexisten en la ESO la
metodología innovadora y participativa con la convencional y la exposición
magistral (p. 74) "con importancia relativamente similar". Sin
embargo, lo que se plantea como problema es atender a la diversidad del
alumnado sin contar con medios y procesos adecuados, problema agravado con el
aumento de la indisciplina y con los alumnos denominados "objetores
escolares", por rechazar la escolarización. Es por ello que si bien es
mayor la aceptación que el rechazo no encuentran la forma operativa de llevarlo
a la práctica. Opinan que las tutorías no garantizan la diversificación. Los procesos
de cambio de una reforma requieren ilusión y tiempo.
Veamos
en el siguiente ejemplo la importancia de la implicación del profesorado en la
solución creativa de problemas. El individualismo y el aislamiento del profesor
en su aula han sido rasgos habituales en la enseñanza tradicional. La reforma
actual trata de impulsar el grupo colaborativo entre los profesores frente al
"celulismo" anterior. Un reto nada fácil de conseguir. De cualquier
modo, los cambios de roles y actitudes se consiguen mejor con la realización de
proyectos de innovación que con cursos y seminarios. El tomar conciencia
colectiva de un problema es un buen inicio.
En el
colegio X el ‘absentismo’ no es del profesorado sino del alumnado. Está situado
en una barriada periférica de una gran ciudad y en él acuden niños de diferente
procedencia cultural. El profesorado asume el hecho diferencial, pero no
consigue reducir el ‘absentismo’ escolar, tanto más grave cuanto que afectaba a
escolares de primeros cursos de EGB.
En una de
las reuniones de profesores de ciclo inicial alguien planteó si podrían hacer
algo para evitar tanta falta de asistencia, ya que durante unos días de gripe
una profesora quedó prácticamente sola en clase. Este hecho, ocasional, resonó
como un timbre de alarma. Estaban conviviendo con el problema, pero no lo
percibían como tal. Tras tomar conciencia del mismo e identificar sus causas
realizaron una revisión del currículum que estaban desarrollando. Lo importante
ahora no era desarrollar el programa, sino atraer a los alumnos. Dicho de otro
modo, crear tales estímulos que pudiera más la atracción del colegio que las
sugerencias familiares.
Los
profesores y profesoras de ciclo inicial elaboraron un proyecto innovador
consistente en organizar los contenidos del currículum en forma de talleres
distribuidos por la clase. De este modo, el aula dejaba de ser el lugar
aburrido y de trabajo tedioso, para convertirse en un espacio de distracción y
de superación de los propios límites. Cada uno podía ver cómo progresaba en las
diferentes actividades. El alumno iba pasando de un taller a otro según su
propio ritmo. Tanto interés despertó que alguno de los que antes faltaba
llegaba a decir:
—"Seño,
déjeme un poco más, que lo prefiero al recreo".
Una
expresión que por sí sola evidencia los cambios conseguidos. El profesorado
había captado el espíritu innovador y creativo de la reforma.
Tal vez
convenga remarcar que lo más intrínseco de la creatividad no está en las leyes
ni en las reformas, sino en la actitud de las personas. Resulta
alentador que la normativa legal y la administración favorezcan el estudio y
desarrollo de la creatividad, pero lo más importante es tomar conciencia de su
valor humano y social. La creatividad no es una cualidad más sino el atributo
que más contribuye al desarrollo y enriquecimiento de los pueblos. Sin
creatividad no hay progreso.
Estamos
en la era de las reformas educativas, ha escrito R. Marín (1996). "El
término creatividad —afirma dicho autor— también ha sido empleado, pero generalmente
más que a reformas o innovaciones en el sistema educativo, se ha referido a
alguno de los objetivos que querían conseguirse con él, o a nuevas
metodologías. En las leyes de educación de esta segunda mitad del siglo XX es
raro que no se haga mención a la creatividad" (p. 11).
En
resumen, la reforma educativa española promueve la creatividad, no tanto con
referencias terminológicas cuanto con propuestas abiertas al cambio, a las
innovaciones, al desarrollo personal e institucional, a la profesionalidad
docente, a la formación continuada, al aprendizaje significativo, a la calidad
de la enseñanza, al currículum flexible, al aprendizaje significativo, a las
metodologías activas, al desarrollo de estrategias cognitivas. La reforma es un
nido de innovaciones y cambios de diferente complejidad y alcance.
Pero lo
más relevante es que hemos aprendido a ver la creatividad como una cualidad que
trasciende al individuo. La creatividad no es sólo la aptitud personal a la que
nos ha acostumbrado la psicología de mediados de siglo, sino que es ante todo
una actitud, un estilo de vida, un clima, una cultura, un valor, una forma de
afrontar y resolver problemas; en suma, un bien social que es preciso fomentar
para asegurar el crecimiento de los pueblos. Por eso, educación y creatividad
han de estar inseparablemente unidas si queremos construir el futuro.
La
práctica concreta, sin embargo muchas veces está lejos del ideal al que
aspiramos. Pero es precisamente esta tensión diferencial entre la
realidad y la utopía la que promueve el cambio y nos hace avanzar hacia
adelante. A veces he dicho que lo mejor de la reforma educativa española es
aquello que no se llega a aplicar por su carácter ideal y utópico, pues es lo
que promueve el diálogo, la discusión, la reflexión, la formación, el sentipensar.
Porque hemos de caminar hacia formas nuevas en las que el pensar y el sentir se
fusionen en la acción. Pensamiento y sentimiento están unidos en la
creatividad. Por lo tanto, educar en la creatividad es hacer patente todas las
posibilidades ocultas de la persona y entre ellas su sensibilidad, afectividad,
capacidad de emocionarse y de comprometerse. Por eso, me atrevo a afirmar con
toda rotundidad,
cuando
amor y creatividad trabajan juntos,
es
fácil esperar un impacto esencia,
una
huella indeleble,
una
obra maestra.
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Artículo
publicado en la revista Educar
Número 10 Creatividad y Educación
http://www.jalisco.gob.mx/srias/educacion/consulta/educar/dirrseed.html