ENTREVISTA A MANUEL PEZZI,
CONSEJERO DE EDUCACIÓN
DE LA JUNTA DE ANDALUCÍA,
en torno
al Sistema Andaluz de Formación
La sustitución de los Centros de
Profesores por los Centros de Profesorado, y la creación del Sistema Andaluz de
Formación ha supuesto, si no un cambio radical en la orientación que, desde las
instancias administrativas, se venía dando en los últimos años ala formación
permanente, sí una transformación importante del sistema, que, de esta manera,
ha adecuado sus estructuras a esa orientación y al papel que se había asignado
a los CEP en el interior del sistema educativo. La reducción del número de
éstos y los criterios de su redistribución, la limitación de la participación,
la supresión de la figura del coordinadorla y su sustitución por la del
directorla designado por la administración, el nuevo perfil del asesorla, los
criterios para su selección, el concepto de esa formación en centros a que se refiere el decreto, el posible carácter instrumental del
sistema con respecto a la implantación de la LOGSE, el porqué se ha prescindido
de toda evaluación previa que orientara las transformaciones... son asuntos que
nos preocupan y que hemos planteado directamente al principal artífice del
cambio: el Consejero de Educación, Manuel Pezzi
Conceptos.
El decreto por el que se regula el Sistema Andaluz de Formación
apuesta por el modelo de formación en centros como estrategia básica para el
perfeccionamiento permanente del profesorado. Sin embargo, la formación en
centros, concepto ampliamente consensuado por los especialistas, se sustenta en
una relación de colaboración y ayuda entre equipos de profesoreslas y asesorla,
mediante la cual éste último propicia y facilita el planteamiento crítico de
las propias actuaciones docentes, contribuye a la puesta en cuestión del
pensamiento pedagógico que las sostiene y colabora en el diseño de proyectos
investigativos y el planeamiento consecuente de la práctica. ¿Cómo se compagina
la opción por el modelo y, simultáneamente, la reducción de centros de
formación y de asesoreslas, que ha establecido ratios de más de 100 centros de
primaria por asesorla? ¿Debe entenderse la formación en centros a que se
refiere el decreto, en un sentido más amplio que incluya fundamentalmente lo
que se ha venido conociendo como actividades de autoformación? ¿Qué papel se
asigna a los asesores en esta práctica?
Manuel
Pezzi. Hoy por
hoy, en Andalucía, el Sistema de Formación del Profesorado se desarrolla a
partir de una premisa fundamental que consiste en que el profesorado de los
centros es, y debe ser, el indiscutible protagonista de su propia formación.
Para hacerlo factible es preciso impulsar el Plan de Formación de cada centro
donde queden plasmadas las necesidades, exigencias y expectativas del conjunto
de los docentes del centro. Junto con esto, también se hace patente la
necesidad de coordinar mejor las estructuras comarcales o provinciales del
sistema de formación entre sí, bajo criterios de carácter regional que eviten
solapamientos o dispersión.
Nuestra intención es integrar en un solo plan todas
las actuaciones de formación aportando coherencia y racionalidad al abanico de
posibilidades formativas, evitando las ofertas dispares de cursos y actividades
de formación que, en determinados momentos del curso, acosan al profesorado.
Para lograr estos objetivos era preciso un cierto
cambio de perfil en los asesores de un Centro de Profesores, que han de estar
más volcados en prestar una mayor atención a los centros para fomentar,
precisamente, la formación en los mismos centros. Los asesores, y, en general,
el personal que trabaje en los CEP, ha de ser capaz de detectar las necesidades
reales que surgen en la práctica docente, de estimular la participación y la
toma de responsabilidad del profesorado en materia de formación.
C. No hace mucho, los profesores de la
Universidad de Almería Juan Fernández Sierra y José Sanz mostraban en
estas mismas páginas (Conceptos, n°
2, octubre de 1997) su temor de que el perfil de asesor que se desprende del
baremo de la convocatoria fuera el de un profesional multiuso que sirviera
tanto "para un roto como para un descosido", ya que en los méritos
considerados como preferentes entra prácticamente todo. ¿Cuál
es el perfil de asesor que necesita el actual Sistema Andaluz de Formación?
¿Cuáles son las competencias profesionales que se exigen a un asesorla en este
nuevo sistema de formación permanente del profesorado?
M.P. Cuando la Consejería diseñó el nuevo Sistema de
Formación del Profesorado se despertó entre algunos colectivos de docentes el
temor, le aseguro que infundado, a que la figura del asesor quedará
desvirtuada. Eso no está ocurriendo, ni va a ocurrir. Es cierto que el nuevo
modelo dibuja un perfil de un docente que trabaje, no tanto a titulo de
especialista, sino como profesional capaz de llevar a cabo el desarrollo
organizativo en los temas comunes a todo el profesorado, independientemente de
las especialidades o materias de su competencia docente. Tal y como se define
en el nuevo decreto, la labor del asesor exige mucha dedicación y experiencia y
es, además, especialmente compleja, ya que el asesor se perfila como un
profesional de la docencia con una visión más amplia que la de su área de
procedencia, abarcando los elementos curriculares que son comunes a todos los
componentes de un centro y que conforman el Proyecto del mismo.
C. Los mismos autores manifestaban que
el proceso (valoración de determinados méritos, peso decisivo de la entrevista
y el proyecto, falta de garantías sobre la especialización y neutralidad de los
tribunales, etc.) despierta "sospechas nada infundadas acerca del posible
control político de la selección de los asesores por la administración
educativa". ¿Se garantiza con esta convocatoria que las personas elegidas
van a ser las más capaces y que no serán seleccionadas con criterios
partidistas? ¿Se podrían haber evitado las suspicacias con un baremo más objetivo?
M.P. Entiendo que el proceso de selección establecido
en esta convocatoria para la provisión de plazas de asesores de formación en
los Centros de Profesorado cubre el objetivo señalado. Todo proceso de
selección trata de identificar alas personas más adecuadas según el perfil
requerido por las funciones que tiene que desempeñar. Como ya le he dicho, el
perfil del asesor ha cambiado para adaptarse al nuevo sistema educativo y, por
lo tanto, deben valorarse aptitudes que van más allá del mero conocimiento de
una materia. En la figura del nuevo asesor se considera vital la capacidad del
docente de coordinar y globalizar, así como su conocimiento profundo del
sistema educativo porque son ellos los responsables de canalizar y dar forma a
las demandas del profesorado.
No
obstante, el Decreto prevé mecanismos correctores precisos para desarrollar procesos de
evaluación del desempeño de la función asesora, garantizándose que en los CEP
encontraremos las personas adecuadas para el desarrollo de sus funciones.
C. ¿Cómo debe entenderse la gran
desproporción entre el número de plazas de asesores/as convocadas para Primaria
y las convocadas para Secundaria, a favor de esta última? La diferencia,
evidente en términos absolutos, se hace enorme si tenemos en cuenta la
proporción de profesoreslas de uno y otro nivel. ¿Sería correcto interpretar
que el objetivo último de los Centros de Profesorado y de las prácticas de
formación encomendadas a los asesoreslas es la puesta en marcha de la Reforma,
y que la desproporción se debe a la circunstancia de que ahora toca hacer la
transición de la Secundaria? ¿Qué pasará con la formación permanente cuando
finalice el proceso de cambio del sistema?
(Sin respuesta)
C. Con
todos sus defectos, que pedían a gritos ser subsanados (límites entre CEP que
ni siquiera tenían en cuenta la presencia de Centros Rurales Agrupados, falta
de coincidencia entre las zonas de los diferentes servicios externos, ámbitos
excesivos de los CEP de la capital fuera de la ciudad misma...), la estructura
anterior respondía al criterio de comarcalización de la formación: los centros
de profesores estaban ubicados en las cabeceras de las comarcas y la
intervención del CEP en los centros y de los centros en el CEP se realizaba
desde un sentimiento de identidad que tenía en cuenta una serie de elementos
comunes: carácter rural o urbano de cada ámbito, condiciones socioeconómicas
generales, nivel cultural, condiciones de comunicación, etc. Sin embargo,
ahora, las diferencias entre las distintas provincias con respecto a los
ámbitos de actuación de los Centros de Profesorado no permiten vislumbrar cuál
ha sido el criterio con el que se han establecido las zonas básicas de formación:
Centros de Profesorado con dos sedes frente a otros con una sola
(independientemente de su extensión geográfica o densidad de población
escolar); ámbitos de CEP muy grandes frente a otros extremadamente pequeños;
comarcas naturales con fuerte identidad que han sido absorbidas por otras;
estructuración provincial en forma de cuña en dirección a la capital frente a
estructuraciones más circunscritas a las comarcas. En los últimos tiempos se
había argumentado que la mejora general de la red viaria, que había llevado
consigo el desarraigo voluntario de muchos profesores, que ya no vivían en las
zonas, exigía tener en cuenta esta circunstancia en la zonificación. Sin
embargo, en algunas provincias, como la de Granada, se ha procedido a la
inversa: agregando localidades de la periferia de la capital a CEP de otras
comarcas con las que no existe sentimiento de identidad. ¿Con qué criterios se
ha establecido la zonificación de la estructura de formación? ¿Han existido
criterios generales o sólo de carácter provincial? ¿Que consideraciones han
llevado a romper la estructura comarcal en beneficio de esta otra que, en
principio, parece más difusa? Si no son las comarcas el ámbito de la formación,
¿por qué otro principio estructurador se han sustituido? ¿Qué criterios se han
barajado para decidir qué centros sobraban?
M.P. La articulación del Sistema Educativo, en general,
se establece en una distribución por zonas educativas en las que están
presentes todas las etapas de la enseñanza. Entendemos que fijar criterios de
coordinación, tanto de los propios centros como de los servicios educativos
presentes en una determinada zona, propicia una mejor atención y oferta
educativa en estas zonas. Por esta razón, hemos realizado una ordenación
territorial de los CEP. No se trata de supresión, ni de simple y pura
disminución en el número de centros, tal y como algunos han querido hacer ver,
sino que estamos ante un proceso de racionalización de los recursos. Se trata
de que los centros de profesores estén mejor dotados y coordinados, y de evitar
la dispersión que, normalmente, va en detrimento de la calidad del sistema.
C. Existe el sentimiento generalizado
de que en la reestructuración del sistema de formación no se han tenido en
cuenta los estudios e investigaciones que desde la universidad y los propios
CEP se habían realizado (la mayoría
de ellos bastante críticos con las condiciones en que se estaba desarrollando
la formación, el propio funcionamiento de la institución y determinadas
actitudes de personas vinculadas a ella), y que las transformaciones se han
realizado teniendo más en cuenta otros criterios políticos que las necesidades
detectadas en el sistema. ¿Hay algo de cierto en ello?
M. P. Como usted mismo ha señalado en alguna pregunta
anterior, existían razones para establecer medidas que adecuaran la acción de
los CEP a las funciones que éstos deben desarrollar. Nuestros criterios para
llevar a cabo la reordenación del Sistema son absolutamente objetivos y, puedo
asegurarle que en absoluto responden a intereses partidistas.
Los cambios y las transformaciones siempre provocan
desacuerdos y voces disonantes, pero si éstos suponen y significan una mejora
en la calidad del sistema, hay que llevarlos a cabo.
La Consejería ha planificado teniendo en cuenta
factores objetivos y justos, tales como el poder garantizar que cada centro
cuente con una plantilla que le permita atender el servicio que ofrece, que
existan dos plantillas completas por provincias como mínimo, la atención a las
zonas rurales, así como el número de centros que se atiende, la situación
geográfica de éstos y el número de profesores.
C. Además de las razones de orden
económico, ¿existen otras de carácter pedagógico o de política educativa que
exigiera la reducción del número de CEP y de asesores/as? ¿Qué mejorará en el
sistema de la formación permanente del profesorado con medidas como la
reducción de la red de centros o el mayor control de la Administración a través
de los directores de los Centros de Profesorado?
M.P. Los cambios en el sistema de formación, demandados
también por sectores de docentes no vinculados a la Consejería, van a suponer
una importante mejora. Vuelvo a insistirle en que nuestra pretensión no ha sido
eliminar centros sin más, ya que en esta reestructuración el objetivo es la
calidad y no la cantidad. Con los cambios buscamos un sistema y unas
estructuras formativas que ofrezcan, de modo coherente y racional, vías válidas
para el perfeccionamiento y mejora profesional de todos los docentes andaluces
sin excepción y sin crear marginaciones ni agravios. En definitiva, nuestro
propósito es disponer de un conjunto de instrumentos de formación, ágiles y
realistas, que cumplan el objetivo que ha de perseguir todo sistema de
formación del profesorado, es decir, cerrar el círculo en el que se desenvuelve
el hecho educativo, de modo que el que enseña también aprende y es ese
aprendizaje el motor y la garantía de la calidad de la enseñanza que ha de
impartir a su alumnado.
C. A quienes hemos seguido atentamente el
proceso de elaboración del decreto por el que se establece el Sistema Andaluz
de Formación, nos ha llamado la atención la ampliación, aunque sea modesta, de
la participación del profesorado en cada uno de los sucesivos borradores del
decreto: se parte de una única representación orgánica a través de los jefeslas
de estudio para concluir en el decreto con una cuota de participación directa y
otra en cuanto miembros de grupos de trabajo. ¿Hay que entender este proceso
como una concesión a reivindicaciones sindicales sobre la idea primitiva de la
administración educativa de unos centros de profesorado sin participación del
profesorado?
(Sin respuesta)
C. La
coincidencia con los criterios con los que el Partido Popular viene modificando
el sistema de formación en los ámbitos geográficos gobernados por él (reducción
de la red de centros y del personal adscrito a ella, restricción de los
márgenes de autonomía y de participación en la gestión, propuesta
administrativa de los directores/as, etc.), ¿es consecuencia de algún consenso,
siquiera sea básico, entre los partidos en el ámbito estatal?, ¿o significa
que, más allá de coyunturales discrepancias, no existen diferencias ideológicas
o políticas importantes en lo tocante a la formación permanente del
profesorado?
(Sin
respuesta)
C.
Sinceramente, ¿qué es lo que no ha funcionado en el modelo CEP?
(Sin
respuesta)
Manuel Vera Hidalgo
NOTA
Es posible que en el proceso de transcripción o de
informatización del texto en la propia Consejería, se hayan extraviado las
respuestas a algunas preguntas del cuestionario, lo que explicaría unos
silencios que serían incomprensibles de cualquier otro modo. Como los intentos
para obtener las respuestas a esas cuestiones han resultado infructuosos,
alentamos a don Manuel Pezzi a que nos las remita con el compromiso de
incorporarlas al próximo número.