UNA REFLEXIÓN DESDE
Miquel Àngel Oltra Albiach
Rosa Maria Pardo Coy
Alícia Santolaria Orrios
Departament de Didàctica de
UNIVERSITAT DE
VALÈNCIA – ESTUDI GENERAL
RESUMEN: La curiosidad funciona como motor de la acción en un
gran número de protagonistas en la literatura. Sin embargo, la curiosidad –un
elemento esencial de la condición humana- no tiene la misma consideración
cuando surge de un personaje masculino que cuando va asociada a la condición
femenina. En el primer caso nos encontramos con todos los tópicos literarios
relacionados con la intrepidez, la aventura, el riesgo o la valentía, por poner
sólo unos ejemplos; en el segundo, observamos toda una serie de connotaciones
negativas asociadas al castigo por ser demasiado curiosa, preguntona o
impertinente, y que podríamos rastrear en las tradiciones literarias hasta
llegar al mismo paradigma de Eva. Reflexionamos en este trabajo sobre algunos
aspectos de esta divergente consideración de la curiosidad mediante algunos
ejemplos concretos, y perfilamos alguna líneas de trabajo didáctico para el
futuro.
PALABRAS CLAVE:
Educación Literaria, Educación para la igualdad, Género y educación,
Estereotipos de género
1. Los relatos bíblicos y míticos
Según
…cualquier
comportamiento inquisitivo natural, evidente por la observación en muchas
especies animales,
y es el aspecto emocional en seres vivos que engendra la exploración, la
investigación, y el aprendizaje.
Se trata ésta de una definición neutra,
que contrasta de entrada con la consideración que la curiosidad ha tenido en la
literatura. Vinculada casi siempre a la figura femenina, la curiosidad ha sido
tachada a menudo como una tendencia perniciosa cuando no como la causa de los
mayores males de la humanidad. Cuando el tema ha sido la curiosidad en protagonistas
hombres, a menudo se ha huído incluso de utilizar la misma palabra que cuando
se habla de los personajes femeninos, dándole en estos casos un sentido
positivo a tal comportamiento inquisitivo y vinculándolo a la intrepidez, a la
valentia, al ansia de conocer, etc.
No es difícil encontrar relatos en
Un tratamiento muy diferente encontramos
cuando se trata de curiosidad masculina. Ni siquiera la palabra –que se limita
a definir el ansia malsana de saber por parte de las mujeres- se aplica en el
caso de los hombres. Aquí ya no estamos hablando de curiosidad, sino más bien
de intrepidez, del deseo –lícito e incluso deseable en un hombre- de conocer y
de llegar siempre más allá- El pasaje de Moisés y la zarza del monte Sinaí (Ex 3, 3) es bien significativo de ese doble
rasero a la hora de valorar una misma actitud ya sea un hombre o una mujer el
protagonista:
Dijo, pues, Moisés:
“voy a acercarme para ver este extraño caso: por qué no se consume la zarza.”
Parecido es el caso si buscamos en la
mitología clásica: así Pandora se nos aparecería como la causante de todas las
desgracias que ocurren en el planeta, por la malsana curiosidad que le lleva a
abrir la famosa caja. A partir de aquí, los casos de mujeres que son castigadas
por los dioses (a veces de manera extremadamente cruel) por su curiosidad se
hacen cada vez más abundantes. Y este tema común estará sin duda en la base de
los numerosos relatos orales y populares en los que la mujer siempre es un
elemento distorsionador a causa de ese ansia enfermiza de conocer aquello que
no debe, mientras que ese mismo impulso en un hombre será valorado como una
característica asociada a la heroicidad y a la valentía. Las grandes epopeyas
de la antigüedad recogen este elemento común. Un ejemplo de esta curiosidad
transformada en intrepidez lo tenemos sin duda en el personaje de Ulises, según
nos lo presenta repetidas veces el autor de La Odisea:
Mis leales amigos,
quedad los demás aquí quietos
mientras voy con mi
nave y la gente que en ella me sigue
a explorar de esos
hombres la tierra y a ver quénes sean (IX, 172-174).
(…)
A buen paso alcanzamos
la gruta, mas no hallamos dentro
a su dueño, que andaba
paciendo su pingüe manada
por los prados, y ya
en su oquedad registrámoslo todo (IX, 216-218).[iii]
Con la llegada del cristianismo y la
fusión de elementos judaizantes con la cultura de la antigüedad clásica, el
papel secundario de la mujer y los esfuerzos por justificarlo desde la
filosofía y la teología serán algunos de los temas principales de la cultura de
2. Algunos ejemplos en la literatura popular
La literatura popular, tal como ha
quedado fijada por escrito, abunda en esta concepción de la curiosidad femenina
como un mal reprobable y fuente de gran parte de las calamidades que existen en
el planeta: incluso personajes buenos (como Blancanieves o
3. La literatura actual. Algunas perspectivas diferentes
Probablemente hayamos tenido que esperar
a Alicia en el país de las maravillas
para encontrar un personaje (en este caso de autor) en el cual la curiosidad ya
no es tratada como un elemento pernicioso (si bien al principio el tratamiento
que recibe la niña está en la línea de las protagonistas femeninas clásicas,)
sino como la posibilidad de una evolución personal e incluso de una iniciación
al mundo de los adultos. Tal como destacábamos en un trabajo anterior:
Otro ejemplo que podemos mencionar, y
que responde a estas características es Mary Lennox, la protagonista de El jardín secreto de Frances Hodgson
Burnett. La niña, criada de forma poco ortodoxa en
En la literatura de este siglo,
encontramos una gran cantidad de protagonistas femeninas con inquietudes, con
ansias de conocer, con aspiraciones. Pero, estas características que no siempre
son visibles, las impulsa, a iniciar el viaje característico de las narraciones
procedentes del folklore popular.
Hablamos, por ejemplo, de Meggie,
protagonista de la trilogía de Cornelia Funke (Corazón de tinta, Sangre de tinta y Muerte de tinta). En su aventura, totalmente relacionada con el
mundo de los libros, la niña descubre que su padre tiene el poder de convertir
en personas reales a personajes ficticios de las historias que lee y que ella
también posee ese don. Lo que empieza como un secreto se convierte en una gran
aventura gracias al ímpetu de la protagonista por querer saber cómo funciona su
don, donde la puede llevar y qué puede conseguir con ello:
(…)Unos instantes
después, Mo se levantó y salió. Meggie preguntó a Elinor dónde estaba el
lavabo… y le siguió.
Se sentía rara
espiando a su padre. No recordaba haberlo hecho jamás… excepto la noche de la
llegada de Dedo Polvoriento. Y cuando intentó averiguar si Mo era Papá Noel. Se
avergonzaba de seguir sus huellas. Pero la culpa era suya. ¿Por qué le ocultaba
ese libro? Y ahora a lo mejor pretendía entregárselo a la tal Elinor… ¿un libro
que le impedía ver! Desde que Mo lo había escondido apresuradamente detrás de
la espalda, a Meggie ya no se le había ido de la cabeza. (…) Tenía que saber
por qué era tan valioso para su padre como para haberla arrastrado hasta allí
por su causa… (…).[iv]
También podemos destacar a Victoria la
niña-unicornio de la trilogía de Laura Gallego, Memorias de Idhún. Empujada por un destino que no ha elegido, se
encuentra en medio de una serie de aventuras y peripecias y es obligada a
erigirse en guía de todo un pueblo.
4. Conclusiones
A pesar de los ejemplos mencionados más
arriba, podemos decir que la curiosidad como rasgo –o defecto- propiamente
femenino no ha desaparecido ni mucho menos como tema en la literatura actual, y
lo mismo podríamos decir de otros estereotipos vinculados al género, del amor
entendido como posesión de la otra persona, del arquetipo de la mujer bella y
buena como ser inmaculado y casi etéreo (o por el contrario, de la fea y mala),
etc. Si miramos el trabajo habitual en las aulas, encontraremos el uso casi
exclusivo de cuentos tradicionales en los que se refuerza toda esa serie de
estereotipos, y no hace falta recordar el papel ideologizante en este sentido
de toda la filmografia de Walt Disney, que sin duda es el primer y mayor
referente (narrativo y visual) que un niño actual puede encontrar,
independientemente de sus orígenes étnicos, lingüísticos y culturales.
De alguna manera es también constatable
el peligro de –en aras de la igualdad absoluta entre hombres y mujeres-
atribuir sin más a los personajes femeninos características que
tradicionalmente sólo podían tener los hombres, y viceversa, desde una actitud
que sólo en apariencia es transgresora. Consideramos que de esta manera no se
resuelve el tema de la igualdad, sino que incluso con frecuencia se consigue el
efecto contrario al evidenciarse que se estan ‘usurpando’ roles, actitudes,
maneras de vestir… que todo el mundo reconoce como propios del otro sexo,
reforzándose así en los lectores la idea de que cada género tiene unos papeles
propios.
Por otro lado, las investigaciones
relacionadas con la crítica a las identidades de género abren la puerta –quizá
de una manera vertiginosa- a la discusión sobre el propio género como fuente de
identidad y sobre cómo educar sin perpeturar toda una serie de estructuras de
dominación (machistas, heterocentradas, etc) que han estado presentes en la
sociedad y en las conciencias desde los mismos inicios de la civilización
occidental. El cómo se han de incorporar a la educación los nuevos esquemas es
probablemente uno de los grandes retos a los que nos enfrentamos los educadores
en este inicio de milenio.
5. Bibliografía
Biblia de Jerusalén (1984). Bilbao: Desclée de Brouwer.
BURNETT, F. H. (2007) El
jardín secreto. Barcelona: Edicions B.
BUTLER, J. (2001) El género en disputa. Barcelona: Paidós.
- (2004) Lenguaje, poder e identidad. Barcelona: Síntesis.
CARROLL, L. (2003) Alicia
en el país de las maravillas. Barcelona: Juventud.
FUNKE, C. (2003) Corazón
de tinta. Barcelona: Círculo de Lectores.
- (2006) Sangre de tinta. Barcelona: RBA.
- (2007) Muerte de tinta. Barcelona: Círculo de Lectores.
GALLEGO, L. (2004) Memorias
de Idhún. Madrid: SM
MENDOZA, A. (1994) Literatura
comparada e intertextualidad. Madrid:
[i] Este artículo se enmarca en el proyecto de I+D “Educación literaria e interculturalidad” (EDU2008-01782/EDUC) financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación del Gobierno de España.
[ii] Biblia de Jerusalén (1984). Bilbao: Desclée de Brouwer
[iii]
[iv] FUNKE, C. (2003): Corazón de tinta. Barcelona: Círculo de Lectores. P. 54