“Cuando
ya no se puede con ellos”
Francesc Vicent
Nogales Sancho
Breve descripción:
En el presente artículo se proponen una
serie de medidas y actuaciones para mejorar el rendimiento académico de
nuestros alumnos en las aulas y mejorar, por otra parte, la resolución de conflictos. Estas medidas se
recogen en la publicación “Cuando no puedas con ellos. Propuestas pedagógicas
para la mejora de la dinámica del aula” de la Editorial DIÁLOGO, y del autor
Francesc Vicent Nogales Sancho.
Palabras clave:
Estilo de aprendizaje, estilo de
enseñanza, motivación, conflicto escolar, convivencia, mediación, resolución de
conflictos, bullying, estrategias de aprendizaje.
Artículo:
¿En la sociedad hay conflictos? La
escuela es un reflejo de la sociedad, pluricultural, y como reflejo microsocial cuya finalidad es preparar al alumno para esa
sociedad “amplia y basta”, debe aceptar que en los centros educativos existan y
coexistan los conflictos.
Solemos hablar de estos temas, los
almuerzos de profesores suelen ser discursos monotemáticos en torno a los
problemas de la enseñanza. Se suele hablar con cierta frecuencia de la
diversidad y multiculturalidad existente en los centros, alumnado de muy
diversa índole y con situaciones personales muy variopintas. Es habitual recaer
en el discurso del desinterés educativo de las familias, la des-educación de la
televisión, la postmodernidad de la era de la digitalización, en definitiva,
todos acaban teniendo la culpa, pero, ¿por qué hay que buscar culpables?
Después tenemos otro discurso muy
recurrente, que es la asimilación de nuevos roles por parte del profesorado, y
es cierto que ya no sólo debemos dedicarnos a enseñar, debemos ser estrategas,
managers del grupo clase, mediadores, enfermeros, dietistas, higienistas
bucales, terapeutas, y todo aquello que haga falta. La escuela es un medio de
cambio social a largo plazo, y todas aquellas cosas que se deben mejorar acaban
finalizando en la escuela, el docente, como único exponente de ese ámbito es el
que debe asumir cada uno de los nuevos roles que la sociedad ve deficitarios en
ella misma.
Pero ¿Cuál es la realidad de las aulas?
En las aulas tenemos conflictos, y debemos solucionarlos, y lo que es más
importante, debemos dotar al alumnado de estrategias para resolverlos por ellos
mismos. En el libro “Cuando no puedas
con ellos. Propuestas pedagógicas para la mejora de la dinámica del aula”,
de la Editorial DIÁLOGO, y del autor Francesc Vicent Nogales Sancho, se
proponen un gran recopilatorio de estrategias, técnicas y métodos de actuación
para fomentar la resolución de conflictos y la mejora de los resultados
académicos de nuestros alumnos.
Lo primero que debemos conseguir es
identificar los problemas que tenemos en el aula, muchas veces compañeros
nuestros, nosotros mismos, nos enfrentamos a situaciones no identificadas, y
proponemos soluciones que evidentemente fracasan. También corremos el riesgo de
centrarnos exclusivamente en “etiquetar” los conflictos escolares, de forma que
cuando llegamos a las soluciones estamos exhaustos. En este aspecto debemos
distinguir:
-
Agresión: acto de hacer
daño a otro, puede ser daño moral o psicológico (agresión psicológica), daño de
forma verbal y usando la comunicación oral (agresión verbal) o daño físico
(agresión física).
-
Maltrato: se produce
cuando las agresiones se perpetúan en el tiempo, puede producirse maltrato
físico, psicológico, sexual y verbal. El maltrato psicológico suele estar unido
a los otros por su relación causa – efecto.
-
Bullying: se define como
cualquier forma de maltrato producido entre escolares de forma reiterada a lo
largo de un tiempo determinado. Presenta varias formas: bloqueo social
(aislamiento o marginación), hostigamiento (desprecio, odio, ridiculizar,
burla, etc.), manipulación social (poner al grupo en contra), coacción (obligarle
a hacer cosas en contra de su voluntad), exclusión social (negarle la
participación en determinadas actividades), amenaza a la integridad, agresión
física…
-
Mobbing: a veces se
confunde con bullying, pero éste se refiere al acoso laboral, es decir, a la
violencia psicológica por parte de los compañeros o superiores a un trabajador.
¿Y esto en qué se
traduce? En la educación Infantil solemos encontrar problemas derivados de la
forma de comunicación entre iguales, problemas debidos a las diferencias en el
desarrollo físico de los niños, conflictos derivados del juego, o conflictos
surgidos por la propiedad de algunos objetos.
En educación
Primaria los conflictos surgen más por el respeto de las normas del juego, la
posesión de objetos (tuyo – mío), el aburrimiento de alumnos en la realización
de tareas escolares, o el ensalzamiento propio a costa de los otros.
En educación
Secundaria los problemas del aula se deben más a conflictos de poder, imagen y
supremacía de uno mismo ante el grupo, retos al profesor (relacionado con lo
anterior), conflictos propios de la adolescencia, búsqueda de libertades e
independencia y aburrimiento en el aula (generalmente a causa de no alcanzar
los conocimientos necesarios).
Otros problemas
pueden surgir por problemas familiares, psicológicos, etc.
Una verdad que
toca asumir es que muchos de los problemas que acaban explotando en los
institutos de ESO son problemas mal resueltos en los niveles inferiores, y con
ello quiero decir que si en Primaria me dedico a hacer que los niños se pidan
perdón, se den un abrazo y no discutan más en lo que quede de jornada escolar
no estoy resolviendo nada de nada, es más, estaré creando futuros problemas, ya
que los alumnos ni se habrán perdonado, ni sabrán cómo resolver sus propios
conflictos en el futuro.
Y refiriéndome a
este aspecto… ¿cómo soluciona un alumno sus problemas? ¿Intentará dialogar con
su agresor? Reconozcamos que con frecuencia tienen problemas para comunicar sus
sentimientos y sus pensamientos e ideas. ¿Buscará apoyo en otros? Si lo hace
será en su grupo de iguales, buscando generalmente el apoyo a sus propias ideas
y pensamientos y no tanto las soluciones a los problemas, y pensemos que su
grupo de iguales seguramente tendrá los mismos problemas que él.
Ante este
panorama debemos aportar soluciones, y sobre todo soluciones a corto, medio y
largo plazo. Desde mi experiencia puedo afirmar que las soluciones aisladas
llevadas a cabo por profesores puntuales no tienen éxito a largo plazo, se debe
marcar una línea de acción conjunta del centro, en la que todo el profesorado
comparta criterios similares. Un único profesor sólo afecta a un curso de los
muchos que hay en el centro, y por un periodo de tiempo corto y determinado. La
acción conjunta de todos los profesores se perpetúa en el tiempo y en los
alumnos.
Por otra parte,
la actuación a desarrollar en los centros debe ser una actuación
multidisciplinar que incida en el problema desde diversos puntos:
Actuación a nivel
de centro.
Dentro de las
medidas a desarrollar a nivel de centro destacamos las siguientes:
-
Desarrollar un
Plan de Convivencia. En varias comunidades autónomas se está aplicando esta
medida. El plan consiste en desarrollar de manera coordinada actuaciones
preventivas y actuaciones sancionadoras, dando mayor importancia a la
prevención. Se debe hacer una recogida y análisis de la información propia del
centro y sus conflictos singulares, elaborar normas de convivencia que
respondan a los conflictos detectados de forma práctica y elaborar protocolos
de actuación ante los problemas habituales del centro. Junto con este plan se
debe constituir una Comisión de Convivencia encargada de regular la aplicación
del Plan, modificarlo y mejorarlo en lo conveniente, y sancionar cuando sea
necesario.
-
Creación de un
Aula de Convivencia. El aula de convivencia se debe entender como un espacio
de carácter educativo, preventivo y recuperador, nunca como un aula de
castigados o de expulsados. Se pueden
plantear tres tipos de actividades básicas: actividades académicas, habilidades
sociales y labores de mantenimiento. Además hay muchas dinámicas como los
compromisos de convivencia, etc.
-
Crear espacios
donde atender a los alumnos que deben ser sacados del aula temporalmente para
resolver un conflicto.
-
Crear canales de
comunicación familia – escuela – alumnos.
-
Mejorar la
comunicación exterior del centro (actividades de puertas abiertas,
Escuela de Padres, etc.)
-
Desarrollar
Programas de Mediación Escolar. La mediación es una forma de resolver
conflictos entre dos o más personas, con la ayuda de una tercera persona
imparcial, el mediador. Regulan el proceso para que todas las partes implicadas
en el conflicto ganen, a diferencia del negociador, que busca el beneficio de
una de las partes únicamente. Programas de Mediación Escolar como el Gernika
desarrollado en el País Vasco garantizan el éxito de este tipo de iniciativas.
Otra de las ventajas por las que destaca esta alternativa es la implicación del
propio alumnado en la resolución de sus propios conflictos.
-
Optimización del
Plan de Acción Tutorial. En ESO disponen de horas de tutoría, algo que en
Primaria no existe, y en Primaria el tutor pasa la mayor parte del tiempo con
los mismos alumnos, lo que le otorga un mayor conocimiento de los mismos, algo
que en Secundaria no sucede. La acción tutorial debe estar programada, y se
debe optimizar la tutoría individual con los alumnos tanto como la tutoría
grupal, planteando líneas de acción en ambas direcciones.
-
Otro de los aspectos con los que se pueden mejorar la
resolución de conflictos a nivel de centro es la formación del profesorado, especialmente en habilidades sociales y
comunicación, mediación, resolución de conflictos, dinámicas de grupo,
tutorización, teoría del acompañamiento inteligencia emocional, etc. La
formación del profesorado es fundamental, aunque en este caso, y por la
experiencia personal, cabe destacar que no por hacer un curso se va a mejorar,
es necesaria la existencia de una voluntad de cambio, la aceptación de que
hacemos mucho, pero podemos hacer más, y la aceptación de que si llevamos
varios años aplicando unas estrategias y los conflictos cada vez son más, se
deberá seguramente a que las estrategias desarrolladas no son tan eficientes
como pensábamos.
Estas actuaciones a nivel de Centro deben
ir apoyadas por actuaciones a nivel de aula. Al igual que en nuestros centros
contamos con un Proyecto Curricular de Centro, y éste se concreta
posteriormente en una Programación de Aula, no podemos quedarnos únicamente en
las acciones de centro, sino que debemos plantear también acciones concretas
para el aula. El docente, y no sólo el tutor, debe prepararse para resolver los
conflictos que se le presentes en la clase.
Actuaciones a nivel de aula.
En este sentido destacamos tres pilares
de acción:
-
Mejorar los
procesos de enseñanza – aprendizaje. Muchas veces encontramos alumnos que
como no han conseguido destacar académicamente optan por “ser alguien” y
destacar a base de ser graciosos, o a partir de la violencia, la agresión o la
burla sobre los otros, generalmente los otros son alumnos aplicados, cuyas
burlas sólo hacen que poner de relieve lo que se denomina como envidia. Si ese
futuro alumno conflictivo no llega a sentir esa envidia, si llega a sentirse
menos frustrado académicamente… ¿necesitará ser alguien por la vía del
conflicto si ya es alguien gracias a sus aprobados? En este sentido se plantean
las siguientes estrategias de actuación:
o
Conocer el estilo
de aprendizaje de nuestros alumnos. En este
sentido distinguimos entre alumnos divergentes (analizan las cosas desde
diversos puntos de vista, son más observadores que “actuadores”), asimiladores
(sus pensamientos son más abstractos, se centran más en la teoría que en la
practicidad de sus pensamientos), acomodadores (actúa visceralmente sin
analizar las consecuencias, confía más en las otras personas que en sí mismo) y
convergentes (tienen facilidad para la toma de decisiones, se le dan mejor las
cosas de carácter técnico). Para conocer el estilo de aprendizaje de nuestros
alumnos debemos analizar los procesos de sensibilización a la actividad
(motivación), los procesos atencionales, los procesos de adquisición de la
información, los procesos de personalización y control, los procesos de
recuperación de la información y finalmente los procesos de transfer a otros
ámbitos.
o
Modificar nuestro
estilo de enseñanza. Igual que es especialista de Inglés en Primaria no
imparte la clase igual en Primero que en Sexto, todos nosotros debemos adaptar
nuestra forma de enseñar al estilo de aprendizaje dominante del grupo – clase. Según Bennett (1976) hay doce estilos de profesor, no debemos
plantearnos las cosas desde la perspectiva estática de: autocrático,
laissez-faire o democrático. El profesor asume cada vez más responsabilidades:
debe ser estratega, comunicador, manager, higienista, dietista, policía,
mediador, psicólogo, sabio… y cada día algo más.
o
Estrategias de
aprendizaje. El aprendizaje debe ser un aprendizaje estratégico, esto
es una prima que lleva muchos años flotando en el ambiente escolar, y se
aplica, aunque no siempre. La metacognición es bien conocida por todos, ahora
se habla de competencias básicas, los cual amplia el campo de actuación, pero
la base es la misma, aprender a aprender. Debemos dotar
al alumno de formas de mejorar sus resultados académicos, así lograremos
alumnos más competentes y capacitados para afrontar las tareas que se le
presenten. Entre las técnicas de estudio debemos enseñar a los alumnos a
mejorar su velocidad lectora, dónde, cómo y cuándo estudiar, las técnicas de
subrayado, esquemas y resúmenes, estrategias para la mejora de la atención y la
concentración, la toma de apuntes, así como debemos enseñarles las reglas
nemotécnicas, y la mejora de la memoria.
o
Motivación del
alumno. Es otro de los grandes clásicos. Se habla frecuentemente de la
motivación intrínseca y extrínseca, se habla de la dinamización del aula (que
suena mejor), y es cierto, es necesario. Debemos ser capaces de motivar al
alumno, y sobre todo de NO desmotivar. Los niños de infantil generalmente
suelen apasionarse con el inicio de la lectura, gozan leyendo sus primeras
palabras, haciendo sus primeras seriaciones de números, y posteriormente
pierden esa motivación de forma progresiva a medida que crecen, ¿por qué?,
posiblemente porque se convierta en una obligación, y jugar a futbol gusta, pero
jugar por obligación todos los días cansa. Para no caer en ello podemos hacer
al alumno protagonista de su propio aprendizaje, hacer que decida qué actividad
quiere realizar, si somos cómodos, plantear si prefiere hacer el ejercicio 1, 3
y 5 de la página 68 o el 1, 2 y 4 de la misma página (es un ejemplo).
o
Motivación del
profesorado. Encontramos mucha narrativa sobre la motivación del
alumno, pero ya no tanta sobre la motivación nuestra. Necesitamos motivarnos
entre nosotros, con nuestros compañeros, necesitamos crear espacios de
“tranquilidad” en nuestro centro, en nuestro interior, necesitamos cambiar de
tema en el café, no estemos siempre hablando de lo mismo con los compañeros, a
veces hablar de cine ayuda (es otro ejemplo).
-
Mejorar las
habilidades básicas para la resolución del conflicto. No podemos esperar
que únicamente mediante la mejora de los procesos académicos se diluyan todos
los conflictos, es algo que ayudará y que generalmente no se tiene tan en
cuenta, pero deberemos de complementarlo con iniciativas que desarrollen en
nuestros alumnos las habilidades
necesarias para afrontar el conflicto por ellos mismo y de forma
adecuada.
o
En este sentido debemos formar a nuestros alumnos en las técnicas de resolución de conflictos (visión
del conflicto como algo natural, definición del conflicto, lluvia de ideas
sobre soluciones, análisis de las mismas y determinación de cuál aplicar,
puesta en marcha de las medidas, y análisis de revisión de los resultados).
o
Técnicas en
habilidades sociales y de comunicación. Debemos ofrecer al alumnos formas de
expresar sus sentimientos, canales de comunicación.
o
Fomentar la
empatía, y la inteligencia emocional.
o
Mejorar la
autoestima y el autoconcepto. En este sentido quiero hacer especial
énfasis en el concepto que nosotros provocamos en el propio alumno, es
importante evitar frases como “siempre la estás liando” o “¿qué has hecho esta
vez?” o “sabía que eras tú”. Cuidado, con afirmaciones así no beneficiamos al
alumno, tan sólo servirán para trasmitirle nuestro sentimiento de incapacidad y
rabia por no saber ayudarle.
-
Mejorar las
habilidades del docente para el manejo de la clase. Este es otro de
los grandes clásicos de ayer, hoy y siempre. Estamos acostumbrados a escuchar
que debemos prepararnos las clases y no improvisar (aunque alguna vez algo de
improvisación suele tener mayor éxito, repito, alguna vez, que no siempre),
pero quiero destacar otros aspectos… ¿por qué se suele pensar que el examen o
control es el mejor medio para evaluar? ¿por qué cuesta tanto mentalizarse de
que la evaluación es continua y no sumativa? ¿por qué nos cuesta tanto variar
el modelo de examen? Tenemos examen de respuesta corta, respuesta larga,
desarrollo, tipo test, pero nos cuesta modificarlo… ¿Saben los alumnos qué
objetivos perseguimos? ¿Saben explícitamente qué esperamos de ellos? Seguro que
muchos lectores lo hacen, pero también estoy seguro que habrá quien no lo haga,
quien tampoco lea artículos de esta temática. A continuación detallo algunos
ejemplos de actuación ante situaciones variadas, ejemplos reales:
o
Ante las
groserías: primero calma, no perdamos los nervios, el alumno debe saber que
estamos por encima de todo, y que su grosería no ha dado en el blanco, luego
debemos ser breves en la respuesta, evitando el intercambio de acusaciones y la
réplica, “¿alguien más piensa como él?” (si mostramos enfado seguramente el
resto calle y guarde silencio), “bien, lo que tengas que decirme al acabar la
clase sales conmigo y me lo dices”. Debemos además evitar el sarcasmo, ya que
éste sólo generará mayor ira en el alumno.
o
Ante las
preguntas tontas o ridiculeces: debemos evitar la pérdida de tiempo y
los sermones, basta con decir “si te paras a pensar seguro que lo entiendes”, y
si persiste “no te preocupes, a las cinco me quedo contigo y te lo explico si
realmente no lo entiendes”.
o
Ante los
desafíos: no conviene repetir hasta el infinito lo que seguramente el alumno no
hará, si a la segunda vez que se le pide no lo hace, es mejor decirle
educadamente que al acabar la clase irá a la Jefatura de Estudios. Tampoco
podemos pedir cosas que sabemos que no se harán.
o
Agresión física
al profesor: viene precedida de desafíos, nunca agredir al alumno, ni
quedarnos solos con él, siempre debe haber testigos (adultos), lo primero que
debemos hacer es dar un paso atrás, llamar a otros compañeros, y que éstos
lleven al alumnos ante Dirección, ese mismo día iniciar el procedimiento de
expulsión y el expediente disciplinario.
o
Incidentes
violentos entre alumnos: los primero es separarlos, llevarlos ante Dirección
(separados) e iniciar el expediente disciplinario. Es importante ser imparcial
con las sanciones.
o
Clase
descontrolada: debemos evitar el típico rugido de “silencio”, podemos
guardar unos segundos de silencio, o dar una o dos palmadas, si no funciona
coger al más gamberro (cabecilla del grupo) y llevarlo del brazo firmemente al
medio de la clase (creamos el factor sorpresa) y una vez la clase está
expectante a lo que suceda decir “en caso de duda ir al más fuerte, sigamos con
la clase” eso quitará hierro al asunto.
Todas estas estrategias o actuaciones no
son más que ejemplos de lo que podemos hacer. Debemos ser conocedores de que el
conflicto escolar es necesario y natural, y de que debemos dotar a nuestros
alumnos de estrategias para afrontarlo de forma adecuada. Todas estas
estrategias y más se recogen en el libro “Cuando no puedas con ellos.
Propuestas pedagógicas para la mejora de la dinámica del aula” de Francesc
Vicent Nogales Sancho, y publicado por la Editorial DIÁLOGO (2008).