Por una necesaria clasificación de las universidades argentinas.

 

Por Hugo Pardo Kuklinsky*

 

El diario Clarín publicó hace unos días un especial de Zona sobre El saber y la cultura de los argentinos. En forma completamente reduccionista se llegó a la conclusión de que la educación está en crisis por el bajo porcentaje de respuestas a preguntar aleatorias, como las que figuran en un juego de mesa. Por favor!!!!!. Preguntas aleatorias como ¿en qué años fueron las invasiones inglesas?, sirven de muy poco. No mide exactamente la cultura de los argentinos. La verdadera medida está en la planificación, en los presupuestos de Estado y en las políticas a largo plazo, y sobre esto quería hacer una reflexión.

 

El diario El Mundo de España publicó en su edición en papel del último 25 de mayo un informe especial que produce desde hace cuatro años y del que vale la pena tomar cuenta. Se trata de una excelente investigación que establece un ranking de las primeras cinco universidades en cada rubro, en los 50 orientaciones más demandadas en España. Sus resultados derivan en una calificación general sobre las mejores universidades del país, desglosado por facultades y con un breve análisis del porqué de dicho rango. La propuesta está adquiriendo cada día más prestigio y se está convirtiendo rápidamente en una evaluación oficiosa y un punto de referencia para las autoridades de todas las universidades españolas.

 

 

La publicación del estudio me encontró en Pamplona, donde visitaba la Universidad de Navarra, realizando un estudio propio para mi tesis doctoral. Precisamente dicha universidad es la primera universidad privada española del ranking mencionado. La euforia se notaba entre las autoridades de la Facultad de Comunicación, primera en el rango nacional en sus tres carreras, Publicidad, Periodismo y Comunicación Audiovisual, por delante de gigantes como la Complutense de Madrid y mi amada Autónoma de Barcelona.

 

Dicha ubicación está bien ganada en la obsesión por la calidad que rodea todo lo que generan los navarros del Opus. La verdad es que la calidad desborda por todos lados. Y no quiero ser ingenuo en las calificaciones, pero estoy un poco extasiado del progresismo en la universidad que se atornilla a su puestos de catedráticos, critican todo lo que pasa alrededor, pero no hacen absolutamente nada para transformar su propio hogar académico. Es más, a veces, sus asignaturas tiene el peor concepto entre los alumnos. Volviendo a Navarra, sorprende el trato a los invitados a la casa, el trato a alumnos, la tutoría personalizada a cada uno de ellos, el ratio alumnos/profesores, la juventud de los administradores y cargos directivos, y la infraestructura informática del centro, con conexiones a Internet en absolutamente todas las aulas, ordenadores en grandes cantidades y conexiones inalámbricas disponibles. Estuve en Argentina hace unos meses recorriendo facultades y el contraste es alarmante. El entorno informático brilla por su ausencia y la gestión, a veces, también.

 

Pero el tema del post son los 25 criterios que rigen la investigación se dividen en 6 grupos; demanda universitaria, recursos humanos, recursos físicos, plan de estudios, resultados e información de contexto. El trabajo es muy completo. Vale aquí una síntesis con los más relevantes de ellos para entender por donde pasan hoy los parámetros de calidad en el sistema universitario europeo;

 

-Nota de corte y número de plazas previstas: para ingresar a las mejores universidades, la mayoría públicas, se debe arribar del secundario con un promedio general alto (casi siempre encima de 6) que permita disputar una plaza en la universidad y estudios seleccionados. Este es un mecanismo de incentivos que premia el esfuerzo en la educación media. No existe el ingreso irrestricto. No todos los alumnos son iguales. Quienes se esforzaron más tienen prioridad a la hora de elegir.

 

Porcentaje de alumnos becados: si se debe pagar para estudiar, también debe haber una política de premios y castigos, y un sistema de becas de calidad.

 

Relación estudiante/docente: debe haber una adecuado ratio que permita una enseñanza más personalizada y un sistema de tutoría eficiente. 30 alumnos por docente es una media a tener en cuenta, aunque lo ideal está por debajo de esta proporción.

 

Un mayor porcentaje de profesores a tiempo completo: indica el grado de compromiso del docente con la institución y sus alumnos.

 

Gasto corriente por alumnos matriculados: debe existir una medida establecida y respetarse, sancionando las finanzas de quienes se excedan sin justificación académica.

 

Espacio en las aulas medido por cantidad de alumnos: permite medir el grado de disponibilidad en las aulas y capacidad de la infraestructura.

 

Número de computadoras y/o conexiones a Internet por alumno: una medida que va en camino a la necesaria adaptación de las universidades a las nuevas herramientas tecnológicas.

 

Relación entre número de créditos teóricos y prácticas, atendiendo las necesidades de inserción en el mercado laboral. Cuentan en el mismo parámetro los créditos y el volumen de prácticas en empresas.

 

Oferta académica optativa de la institución. La misma permite analizar la flexibilidad curricular.

 

En el área de resultados es vital analizar la tasa de abandono, tasa de graduación, duración media de los estudios, tasa de participación docente en proyectos de investigación y producción de doctores.

 

En la información contextual, se toma en cuenta el número de proyectos de investigación en curso, número de idiomas ofertados y eficacia de sus cursos, convenios y programas en el extranjero, convenios nacionales y precio por crédito.

 

No es necesario mencionar la falta de cumplimiento de la mayoría de estos ítems en las grandes universidades argentinas. ¿Cómo vamos a planificar nuestro futuro?. La radiografía actual nos encuentra cada vez más lejos de los criterios de calidad que rigen el sistema, en pos de una anacrónica gratuidad y un imposible ingreso irrestricto. Y desde ya, cada vez más lejos de la universidad del siglo XXI que acoge a nuestros investigadores emigrados . No se trata de abandonar la defensa de una universidad masiva, pero sólo bajo parámetros de calidad, con una administración profesional y con un costo accesible para quienes estén en condiciones de pagarla. Todos los países con sistemas universitarios exitosos se rigen bajo estos parámetros. En América Latina, México es la medida a tener en cuenta, aunque siempre es conveniente mirar un poco más al norte. En Argentina, la anti-medida fue la interminable gestión de Shuberoff al frente de la UBA.

 

Si nadie me desmiente, no existe nada similar en Argentina. Pero allí está el esfuerzo de El Mundo, y algún medio de comunicación nacional podría tomar la posta de un estudio similar, aunque la responsabilidad le cabe al propio Ministerio de Educación. No es ninguna novedad decir que el grueso de las universidades públicas están administradas con criterios político-partidarios, sin técnicos de gestión entre sus filas, sin la mínima estrategia empresarial ni parámetros de calidad, e inexistentes investigaciones periódicas que avalen sus acciones.

 

No diremos nada nuevo si hablamos de los profundos y determinantes problemas presupuestarios, de una docencia con salarios absurdos y otras variables condicionantes que, sin embargo, no exculpan a las administradores de sus responsabilidades. El prestigio se construye, se gana y se pierde más rápido de lo que parece, y el sano ejercicio de la competencia ha llegado a las universidades, deseosas de nuevos alumnos locales y extranjeros, para posicionarse en el marco de la globalización que afecta más que nunca a la educación universitaria. Una investigación eficaz de este tipo podría ser el inicio de un necesario sistema de evaluación a las gestiones, con un escaparate en la opinión pública que asesore a futuros alumnos y padres en la elección de la institución adecuada.

 

 

 

*Candidato a Doctor en Comunicación Audiovisual en la Universidad Autónoma de Barcelona. Magister en Investigación en la misma facultad.

Tesis doctoral sobre ‘Sitios webs universitarios.

Un modelo para la comunicación institucional, servicios de valor agregado y gestión del conocimiento. El caso de las webcom; sitios de facultades de comunicación de iberoamérica.

 

Trabaja en Barcelona como consultor independiente, especialista en comunicación institucional, desarrollo de contenidos en Internet y diseño de la información. Columnista en sitios temáticos como www.educ.ar, www.infonomia.com, www.comunicacionymedios.com, www.quadernsdigitals.net www.acapulco66.com y otros. Además es programador web. En Argentina, se licenció en Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Buenos Aires, fue docente y dirigió durante 8 años una agencia de publicidad especializada en comunicación institucional y política. Posee una pequeña comunidad de ideas en gestión de la comunicación e Internet: www.hugopardo.com.