1.
EVOLUCIÓN ESTÉTICA DE LA ESCRITURA
Somos
conscientes que en las últimas décadas se ha investigado la adquisición y el
desarrollo de la escritura partiendo de un punto de vista piagetiano.
Existe
en este sentido una vasta bibliografía, donde se especifican los diversos tipos
de grafías que producen los niños, especialmente en edades preescolares. Emilia
Ferreiro ha sido una de las más destacadas investigadoras de esta corriente de
investigación. Desde un principio hemos tratado de contribuir en el análisis
del desarrollo ‘evolutivo’ de la escritura, pero desde el punto de vista de la
creatividad estética. Esto no significa que nos arrojemos en las profundidades
del ‘origen’ filogenético y cultural de la escritura como técnica, para luego
proyectarlo sobre el proceso
ontogenético. Se ha usado como método explicativo, asociar las etapas de desarrollo del niño con las
etapas por las que pasado el género humano. Trataremos de exponer algunos
elementos y ejemplos en el bien entendido que representan solamente una
‘abstracción’ hipotética de un proceso empírico virtual. A partir de una
trabajo de investigación realizada en 1985, deseamos proponer una posible
hipótesis evolutiva que partiendo de algunas producciones infantiles, mostrar la producción de la etapa adulta. [1]
Se trata
de observar todas etapas del proceso cultural de la escritura, como una
modalidad de ‘diagramación’ de diversos caracteres que expresan algún
significado. Desde las primeras ‘estelas’ que realizan los niños, parecidas a
las de los antiguos sumerios, egipcios, griegos, etc., podemos apreciar la
integración de una variedad de signos en función estética.
Esta
producción escritural que habíamos analizado, es ante todo una producción
simbólica, con un aspecto físico de dibujo-diagrama-escritura. Como se trata un
proceso de adquisición y de expresión, nos remitimos a la necesidad de una
explicación de un proceso de aprendizaje.
En
relación a la serie de láminas que presentamos, podemos observar que en el
primer ejemplo existe una similitud muy interesante con los productos
elaborados por chimpancés (primates superiores). El niño parece desear colmar
la totalidad del espacio en blanco de la hoja.[2]
Parecería
que el modo inicial de producir la escritura adopta un esquema global en el
cual la linealidad se organiza en un diagrama dado. Contra la tradicional
opinión que concibe este proceso como ‘maduración’ o ‘evolución’ inicial, al
que se le atribuye valor sólo en la medida en que dicho desarrollo culmine en
el aprendizaje del alfabeto. Este el punto de vista típico del cognitivismo
racionalista, esta etapa, para nosotros, posee una estimación intrínseca desde
el punto de vista expresivo y estético. En las restantes muestras de diferentes
niños, llegamos a apreciar el modo en que el diagrama ‘primitivo’ se va
transformando en signos discretos, y luego en lenguaje.
En los
ejemplos 4 y 5 podemos apreciar dada una misma edad la variabilidad de las
realizaciones en cuanto al trazado y al dominio de la configuración del espacio
en blanco. En la muestra 4 observamos el modo en que se alternan varias formas
que surgen a partir del nombre del niño y ciertos grafemas en imprenta, junto a
modalidades cursivas de minúsculas, para terminar en la realización de un
ejercicio de pura direccionalidad.
En la
lámina 5, Verónica utiliza en principio todos los grafemas que son parte de su
nombre, algunos números e ideogramas. Como en el caso anterior, mantiene la
dirección de lo que hemos dado en llamar ‘renglón’. Aparentemente muestra una
mayor indecisión que Viviana, ejemplo 4, cuando intenta definir el perfil de
algunos signos.
En esta
etapa de aprestamiento, esa aparente ‘dislexia’ no es en absoluto grave, porque
el niño está en la etapa de establecer hipótesis acerca de la escritura no
institucional. No deberíamos ignorar ni pasar por alto dicho período de
instauración de hipótesis acerca de la configuración de la escritura. [3]
Nos
hemos empeñado en destacar las formas icónicas y el placer estético en el cual
puede participar el niño al deslizarse por estas etapas, de hecho y en la
cultura contemporánea el simbolismo abstracto de la escritura se mezcla con
cartografías, íconos, dibujos, etc. Estas formas de diseño son a su vez tan
simbólicas como la ‘escritura’. Viene al caso recordar que en Japón y según
datos que arroja un estudio detallado, existen menos casos de dislexia que en
Occidente. Esto al parecer se debería a que los niños japoneses aprenden tres
alfabetos simultáneamente: dos lineales y uno global. El esfuerzo aparente se
ve compensando por la sencilla razón de que asimilan al mismo tiempo la función
comunicacional del lenguaje junto con la función estética de los caracteres
típicos de dicha escritura.
El
dibujo realizado por Germán (Ej. 1) a los 3.3 años señala figuradamente la
intención de extender y explorar las posibilidades del trazo como una praxis
estética. Esta ilustración proyecta lo que el niño ‘piensa’ en un esquema
básico que se prueba en la acción, y, aunque carezca de ‘sentido’, ya que no es
un producto verbal es abstracto. Los chimpancés en laboratorio han realizado
dibujos similares.[4]
Al
respecto hemos establecido y en forma primaria un posible esquema de las etapas
que surgen del material analizado:
1)
dibujo-diagrama (Ej. 1)
I) Estrategias Naturales 2) proto-escritura (Ej.
2 y 3)
3)
pre-escritura
a)
trazo-cursivo (Ej. 4)
b)
para-grafemática capital (Ej. 4 y 5)
II) Estrategias Convencionales (escuela)
Los
dibujos de Florencia (4.9 años), ejemplos 2 y 3, muestran el intento de
escribir de acuerdo a sus propias hipótesis, elaborando aproximaciones al
alfabeto (y números). Luego de esta ‘etapa’ tenemos a dos niñas: Viviana de 5.6
años (Ej. 4) y Verónica de 5.6 años (Ej. 5) quienes han realizado una tarea
semejante pero con diferentes resultados personales. Debemos recordar en este
punto que en los niños de temprana edad en muchas ocasiones incide la fatiga y
el desinterés ante la tarea a realizar.
La
contemplación de estas etapas de experimentación estética de la escritura es de
fundamental importancia para el desarrollo de las habilidades narrativas
superiores, que son las que nos diferencian de los primates superiores. Es
sabido que los chimpancés aprenden ciertos lenguajes de señas y determinadas.
La diferencia no radica tanto en el lenguaje sino en el aprendizaje del texto. [5]
[1] Este capítulo compila un trabajo de revisión de un
artículo escrito por el autor con R. Erramouspe, presentado en el Encuentro
Internacional de Neuropsicología y Psicopedagogía, Fundación Susuki y el Equipo
Multidisciplinario de Neuropsicología infanto-juvenil. Bs. As. Argentina
(4/10/85).
[2] No presentamos una muestra exhaustiva
ni lineal de la producción de un sólo niño, hemos intercalado la producción de
varios niños para así poder observar las semejanzas y las diferencias. Nuestra
investigación inicial partía de niños de 3.0 años.
[3] Referente a las hipótesis naturales
previas a la etapa escolar ha sido muy importante, aunque pertenezca al
paradigma piagetiano, el trabajo de E. Ferreiro y A. Teberosky, Los sistemas de escritura en el desarrollo
del niño, México: Siglo XXI, 1982.
[4] Ver Desmond Morris La biología del arte, México, Siglo XXI, 1971. Cap. 1.
[5] Para este punto y en especial en lo
referente a la aculturación textual ver R. Tani, Competencia Lectora y Distextia: contribuciones de la Semiótica y la
Filosofía del Lenguaje. Montevideo: IIN-OEA, 1985.