Por haber hecho en páginas anteriores una
reflexión general sobre la herramienta, ahora podemos ver este soporte de la
información, el papel, como componente de un sistema útil y participando del entramado de relaciones de un ecosistema artificial. Su aparición en
occidente provocó la obsolescencia del soporte pergamino y se integró en el
sistema útil de la imprenta. A su vez estaba abierto a un ecosistema artificial que a lo largo de cinco siglos va a evolucionar
y dilatarse espectacularmente. En ese ecosistema artificial se desarrollan los
sistemas de comunicaciones, de transmisión de información, y los sistemas de
transporte. Paralelamente no deja de evolucionar el sistema útil imprenta, adquiriendo mayor capacidad y velocidad de
verter información sobre el papel. La evolución del ecosistema artificial lleva a una mayor generación y transmisión de
información, y ésta se retiene en muy alta proporción sobre el soporte
fundamental que es el papel.
La revolución científica crea
una comunidad cada vez más amplia de investigadores que generan información,
la transmiten para comunicarse entre ellos y van acumulando los conocimientos.
Una revolución de los transportes, que permite que la información (sobre
libros, periódicos, correspondencia en general) venza fácil y rápidamente el
espacio. Una revolución de las comunicaciones que hace que a un determinado
punto pueda llegar una cantidad de información, imposible por otro sistema.
Una revolución económica que genera un dinamismo en los intercambios y una
necesidad de comunicación y de información. Una revolución social y cultural
que alfabetiza masivamente a las sociedades y, por consiguiente, amplía
espectacularmente el número de receptores de información impresa. Y en todas
estas grandes aceleraciones de la sociedad, y del ecosistema artificial, utilizando el papel como soporte fundamental
de la información. El sistema útil de la impresión
evoluciona, como ya hemos señalado, para ir al ritmo del flujo de información
que hay que verter sobre el papel. Pero el papel, como soporte, con sus propiedades
para registrar en él la información, se mantiene inalterable. ¿No se puede
producir un desajuste en ese sistema útil tan evolucionado por la
dinámica del ecosistema artificial? Y de ser así, ¿cómo se manifestaría
este desajuste, esta disfunción?
A pesar de las alarmas sobre la
incapacidad de mantener el ritmo de crecimiento de producción del papel y de
recuperar la destrucción que se ocasiona a la riqueza forestal, la detección
de la disfunción del papel como soporte de información no va por ese camino.
No es que el papel pueda faltar,
incapaz de mantener el ritmo de crecimiento, sino que no cumpla eficazmente su
función de soporte de información. Ahí es, como vamos a ver, en donde radica
la disfunción. Con facilidad se cae en análisis e interpretaciones catastrofistas
de procesos de cambio, cuando en realidad no se manifiestan nunca como un
colapso, como un derrumbamiento, sino como algo casi imperceptible, pero
constante y decidido, y desde luego nada espectacular. Ni tampoco se muestran
como atlántidas que bruscamente hacen desaparecer aquello que a lo mejor ha
durado siglos. Las más de las veces estos procesos de cambio no hacen desaparecer
las cosas, sino que las frenan definitivamente en su crecimiento, en su
expansión, para dejar paso a la emergencia de lo nuevo. Abandonemos desde un
principio la visión fahrenheit 451, o cualquier tentación
biblioclasta, pero no por eso hay que restar importancia a la intensidad del
fenómeno de cambio que se está produciendo y a la trascendencia de sus
efectos.
Cuando la vitalidad de las publicaciones,
del papel impreso en general, parece encontrarse en plenitud, imparable, es
bueno observar en el corazón del fenómeno los síntomas de la disfunción. La
vamos a denominar síndrome de la babelografía. Y pasamos a continuación
a presentar sus características.
La babelografía se percibe
de manera más rotunda en el ámbito de la comunicación científica. Segmento de
la actividad del hombre en donde se manejan cantidades ingentes de
información, fruto de la producción investigadora, y que necesitan el papel de
las revistas y de los libros para quedar registradas. Aunque si bien la babelografía
se percibe más claramente en las publicaciones científicas, no se
circunscribe el síndrome a este campo.
La babelograffa puede tener esta expresión gráfica, que pasamos a
continuación a explicar:
Un autor
escribe un artículo o un libro para transmitir una determinada información.
Una vez hecha la impresión, cualquier corrección, ampliación o actualización
de lo que allí se ha escrito necesita el proceso de otra publicación, de otro
artículo, por ejemplo, en donde se hagan las correcciones, las ampliaciones,
las actualizaciones. Este nueva publicación no es totalmente novedosa con
respecto a la anterior, pues incluye referencias y partes que permitan engarzarla
con la información que se recoge en la otra publicación. En una disciplina
científica se está produciendo constantemente este hecho y repetido por un gran
número de autores (1). El resultado es una acumulación de páginas de papel
conteniendo la información que en ese momento necesita esta disciplina para
desarrollarse.
Supongamos, tal como lo
ofrece el gráfico, que esa es la bibliografía vigente, necesaria para estar al
día, de una disciplina científica. Y supongamos también que hay un lector que
quiere adquirir los conocimientos actuales de esa disciplina. En el eje de
ordenadas se señala la cantidad de nueva información que el lector adquiere con la lectura de los
artículos y de los libros, y en el eje de abscisas el tiempo que invierte en
adquirir esa información, en leer las páginas.
Pues bien, su primera
lectura le proporcionará, en una unidad de tiempo que es el invertido en leer
las páginas del libro o del artículo, una cantidad de información apreciable,
pero que será mayor o menor (por tanto el punto estará más arriba o más abajo)
de acuerdo a los conocimientos de la disciplina que ya tiene el lector.
En la
segunda lectura, se encuentra ya una información que estaba en el anterior
trabajo, por tanto redundante, y no será tanta la información nueva que le
aporte este nuevo libro o artículo.
A medida que
siga leyendo, las publicaciones irán proporcionando menos información nueva,
porque cada vez contienen más información que ya se recogió en las anteriores
publicaciones leídas. Consiguientemente, a medida que profundiza en la
bibliografía vigente de esa disciplina, el lector necesita más tiempo para
llegar a la información nueva, pues cada vez tiene que pasar por más cantidad
de información redundante para encontrar entre ella lo que es nuevo. Para la
misma cantidad de información adquirida en un principio, ahora necesita mucho
más tiempo para hacerse con ella.
Por otro
lado, aunque la bibliografía se actualice muy rápidamente, y se superen y
abandonen con agilidad las publicaciones, nunca se hará tan rápido como para
evitar que los trabajos vigentes contengan información ya superada por
publicaciones posteriores e incluso conteniendo errores, pero que sin embargo
se mantienen porque junto a eso hay información aún de interés. Por tanto, el
lector no sólo, a medida que se mete más y más en la bibliografía, debe
invertir más tiempo en alcanzar la información original, sino que debe atravesar
una información errónea o ya superada.
Esto es la babelografía, una disfunción por exceso. El papel, como soporte, no permite alterar
la información sobre él impresa, impone una organización lineal de la
información de manera que de nada valdría arrancar de una publicación la hoja u
hojas conteniendo la información a eliminar o actualizar, porque se rompería
la estructura, el discurso, de la obra. Por consiguiente la información se va
acumulando, una página tras otra, un libro tras otro.
La babelografía es la dificultad creciente, por el tiempo a emplear, de alcanzar la
información nueva para el lector a medida que la producción bibliográfica es
mayor.
La babel moderna está en
una base de datos mundiales recogiendo los artículos de una disciplina científica.
Podemos ver, realizando una consulta a esa base, el fabuloso apilamiento de
páginas. Una torre de Babel en la que entraríamos como lectores, y comenzaríamos
por las rampas de la lectura a ascender, primeramente sin gran esfuerzo, con la
euforia de ver que nos despegamos. Pero iría progresivamente apareciendo la
fatiga de la ascensión interminable y cada vez más empinada, del laberinto de
entradas y salidas por rampas que no nos llevan a ningún sitio o nos devuelven
al mismo punto. Cada metro de ascensión cuesta más esfuerzo y exige más tiempo.
Ascensión imposible de culminar.
En las
torres de Babel de Brueghel y en la de Escher se puede observar junto a las
torres mastodánticas e inacabadas, unas naves fondeadas en un mar que continúa,
sin límites, fuera del cuadro. En las tres representaciones el mar ocupa una
discreta parte del cuadro, casi puede pasar desapercibido. La verticalidad de
la torre y la horizontalidad del mar, dos caminos distintos, dos formas de organizar
la información. Una torre que se alza, un mar que se extiende. Por la torre se
camina por sus rampas, por el mar se navega en las nuevas naves. El soporte de
papel, y el soporte magnético y óptico. La aventura de la torre concluida ya
con su imposibilidad de remate; la aventura, por hacer, de la navegación por
un mar que desborda el cuadro.
Hay pues una
disfunción del papel como soporte principal de información. El papel soporte
de información es una parte de un sistema útil que constituyen las técnicas de
impresión. Los otros componentes de estas técnicas de impresión han
evolucionado mucho a lo largo de quinientos años. De esta manera, estas
técnicas de impresión han podido ir dando respuesta a las exigencias de pasar
al papel una cantidad de información cada vez mayor originada por un desarrollo
de otros sectores, como la comunicación, el transporte, etc, que forman parte
del ecosistema artificial. Y mientras tanto, el papel mantiene durante todo
este tiempo y ante estos desarrollos tan acelerados sus propiedades como
soporte de la información. Las características más destacables son: 1) la
discreta densidad de información del soporte papel: se puede contener poca
cantidad de información por unidad de superficie de papel. 2) La
inalterabilidad de la información una vez registrada sobre el papel; lo que
hace que para corregir, ampliar o actualizar haya que imprimir sobre más papel
lo novedoso y acumularlo a lo anterior. Este proceso de actualización y
crecimiento por acumulación hay que unirlo a la baja den-
sidad de
información del papel, por lo que se agudiza el volumen considerable que sobre
el papel ocupa la información. 3) Además, al proceso acumulativo se suma la
forma que el papel impone de organizar la información: una organización lineal
de la información, es decir, la colocación de una cosa detrás de otra. La
torre, lineal y vertical; el mar, extensión horizontal, superficie.
Todo esto lleva a que
cuando la masa de información crece, crece también muy considerablemente la
dificultad de moverse por esa información. En esa situación el papel acumulado
deja la horizontalidad del estante para transformarse ante el lector en
verticalidad de torre, de torre de Babel, en babelografía.
(1) «Isabelle Stengers: Si tu devais
définir les points sur lesquels tu as le plus profondément évolué depuis ton
livre, c'est-à-dire depuis six ans, que dirais-tu? Ou comment réécrirais-tu ce livre
(Principles of Biological Autonomy?»
«Francisco Varela: Je laisserais tomber à peu près le tiers, je garderais le
tiers, j'ajouterais un tiers.»
En
«Généalogies de l'auto-organisation», n° 8 de Cahiers du Centre de Recherche Epistémologie et Autonomie, Ecole Polytechnique,
París, 1985, pág.287.