Entre el
bifaz y el interfaz está el largo camino recorrido por el hombre como hacedor
de herramientas. Entendemos por herramienta cualquier artificio que amplifica
una acción natural del hombre. Desde esta consideración comprobamos que un
bifaz es un artificio construido por el hombre que amplifica la acción del
puño, y una raedera la acción de las uñas y un punzón de hueso la penetrante de
un colmillo. Pero también, a partir de esta definición de herramienta, la
silla sobre la que estamos sentados es un artificio para amplificar nuestra
postura natural de descanso, en cuclillas, sin perder la verticalidad y poder
realizar así algunas actividades.
Sigamos
mirando a nuestro alrededor, para ir viendo como herramientas los objetos
cotidianos que nos rodean. La luz eléctrica de la habitación amplifica nuestra
capacidad natural de acondicionar la pupila, dilatándola, a la baja intensidad
de luz ambiental y de esta manera poder seguir viendo en condiciones de
iluminación natural poco favorables. Pero el radiador, o el acondicionador de
aire, y hasta la persiana o la ropa son artificios que amplifican los mecanismos
naturales termorreguladores. El teléfono extiende más allá de nuestras
posibilidades naturales la voz y la audición El vaso sobre la mesa realiza
eficazmente las funciones del cuenco de la mano. Y junto a él un papel y un
lápiz que refuerzan y aseguran la capacidad retentiva del hombre.
Sin embargo
detengámonos en esta última observación: un papel con un lápiz sobre una mesa.
Tres objetos que se relacionan para una función. Primera indicación, por
tanto, que hacemos al lector en su tarea de observar desde esta perspectiva el
mundo de objetos que le rodea. Los objetos no flotan en este mundo material
independientemente unos de otros, sino que se ajustan entre ellos y van dando
otras herramientas más complicadas porque son resultado de la combinación de unas más simples. La
rueda, herramienta primitiva y simple, se ajusta como componente en sinnúmero
de herramientas más complicadas: la tenemos, sin salir de la habitación y sin
prestar mucha atención a todo lo que la ocupa, en nuestro reloj, en el sillón
rodante, y en los mandos del televisor o de la radio, y en el disco del
teléfono. Es difícil encontrar herramientas que no sean resultado del ingenioso
ajuste de otras herramientas más simples. Por eso creo que es muy apropiado
hablar de la herramienta como un sistema
útil. Un útil que es un sistema de herramientas y, por tanto, cada una de
las herramientas componentes interinfluyéndose y a la vez influyendo sobre el
todo o herramienta resultante.
La concepción de la herramienta
como sistema útil permite percibir
mejor la dinámica y evolución de las herramientas. Porque, si evoluciono y
perfecciono uno de los componentes del sistema
útil, de alguna manera afecta al resto de los componentes y a la totalidad
o herramienta resultante. Generalmente esta influencia de una de las partes
sobre el resto pasa por la creación primero de una disfunción en el conjunto y
la reacción posterior en cadena del resto de las herramientas componentes para
ponerse al nivel de desarrollo y rendimiento de aquélla que ha abierto el
desajuste.
A lo largo de la historia de la
herramienta se recoge con profusión y diversidad de casos este desajuste entre
los componentes de una herramienta, por la evolución de una de las partes, y el
efecto catalizador ,y dinámico que eso produce en el conjunto. Un ejemplo muy
próximo a nosotros y percibido por todos es el del automóvil. Herramienta que
amplifica la acción natural del hombre de desplazarse y de transportar, y que
se muestra hasta para el más profano o despistado como un evidente sistema útil. De la química del neumático
a la electricidad de las bujías, de la mecánica de fluidos de la carrocería a
la ergonomía del volante. Una carburación que aumente la potencia de un motor
crea un desajuste con los frenos, las ruedas y la aerodinámica de la
carrocería. Y esta disfunción general del coche se soluciona con el
perfeccionamiento de las otras partes: más adherencia y estabilidad de las
ruedas, otro mecanismo más eficaz de frenos, una aerodinámica más estable.
Es muy conveniente este concepto de sistema útil para el propósito trazado
en este libro, pues nos va a hacer valorar mejor la importancia que tiene en
esta aventura de navegar por la información la coincidencia y buen ajuste de
gran número de componentes de naturaleza muy distinta, mecánicos, electrónicos,
lógicos... de manera que como no van a evolucionar al mismo ritmo se
producen inevitables esperas de unas partes sobre otras, para poder ajustarse
a un nivel de desarrollo próximo. El concepto de sistema útil nos va a permitir
apreciar la importancia del momento actual, porque ahora coinciden los
componentes necesarios que han tenido ritmo de creación y evolución distintos
para iniciar la construcción de estos artificios que hagan posible la aventura
de navegar por la información. Hasta ahora, pensar en ello era imaginarse
posibilidades, y de hecho pioneros así lo hacían y estimulaban y orientaban el
trabajo y la creatividad, pues no se disponía de un desarrollo homogéneo de
la variedad de componentes que deben concurrir en la construcción de estas
nuevas herramientas que hacen al hombre navegante por la información.
Si fijamos más nuestra atención
sobre esta interrelación de las herramientas, veremos que una herramienta, que
puede ser el resultado de la combinación de otras, es a su vez partícipe en la
construcción ya no sólo de una herramienta más complicada, sino de bastantes
más herramientas. Por tanto se va tejiendo un amplísimo conjunto de relaciones
entre herramientas en las que unas son parte de otras y también que dos o más
herramientas pueden tener varias herramientas componentes iguales. El
resultado es que estamos ante un ecosistema
artificial, ante un conjunto muy amplio de sistemas útiles que mantienen a
su vez relaciones entre ellos.
El hombre ha percibido antes el
ecosistema natural, o relación y equilibrio de sistemas naturales, que el ecosistema artificial o tejido de
interdependencia de herramientas o sistemas
útiles. Más bien, sigue manteniendo una visión disgregadora que le hace verse
sumergido en una especie de trastero de cacharros y objetos cuyo número no
deja de crecer y amontonarse. Todo lo contrario al equilibrio dinámico de un
tejido artificial constituido de centenares, de miles de herramientas en
interrelación.
Pues bien, si una herramienta es
la extensión y amplificación de una acción natural del hombre, y el hombre no
ha dejado de construir artificios, y el ecosistema
artificial dentro del que se encuentra no ha dejado de dilatarse, la
historia del hombre entonces puede verse como un proceso constante de
extraversión en las cosas que construye, en el ecosistema artificial que lo rodea.
Esta extraversión hace que
acciones y funciones propias del hombre vayan a residir parcial o totalmente a
un artificio. Así acciones como mazar, cortar, rasgar, correr, ver, cargar,
calcular, fecundar,
heredar, entre otras muchas,
pasan a ser exentas, a residir en parte o completamente en la maza, el
cuchillo, las tijeras, el vehículo, las lentes, la grúa, la calculadora, la
fecundación in vitro, la ingeniería genética.
En este ecosistema artificial van quedando exentas funciones propias del
hombre, con las máquinas esas funciones quedan liberadas del aporte de energía
del hombre y con la automática la destreza humana pasa a residir en la
herramienta. Con la herramienta informática será el tratamiento de la
información lo que se haga exento.
Después de estas reflexiones
sobre la herramienta en general volvemos a situarnos a la orilla del mar de
información contenido en un disco de alta densidad y nos damos cuenta de que
nuestro propósito de navegar por la información es el de navegar por la memoria.
Llevamos en nuestro interior la mejor prueba y la mejor experiencia de cómo se
organiza una gran masa de información. Nuestra memoria natural contiene una
inmensa cantidad de información, y cualquier actividad que hagamos con ella es
una manifestación maestra de cómo hay que moverse, de cómo hay que navegar por
la información.
Por tanto, el trabajo que queda
por realizar es intentar construir artificios que reproduzcan lo mejor posible
el funcionamiento de la memoria, su organización de la información, su forma de
navegar por ella. Hacer una memoria exenta.
Como los personajes de Verne que
encuentran un mar en el interior de la Tierra, así encontramos en el interior
de nuestra cabeza un mar de información por el que estamos navegando
incesantemente. A lo largo de su historia el hombre no cesa de extravertir sus
funciones, sus actividades a artificios que construye. Ahora, llegando a la
orilla de esos mares de información que tan rápidamente se están formando, se
da cuenta que, de nuevo pueblo navegante, debe ser una vez más ingenioso
creador de artificios, en este caso constructor de una memoria exenta.